Llorar no es de débiles, es de personas vivas. Somos el único primate que lo hace por aflicción. Aunque después de cientos de miles de años de patriarcado, se supone que es síntoma de debilidad y está mal visto llorar en público; especialmente los hombres, herederos de un miedo inconsciente a derramar lágrimas.
Según ciertos expertos, también existiría una razón puramente biológica basada en esa testosterona que con altos niveles en la sangre nos haría menos proclives al llanto.
Pero todos lloramos. Incluso los árboles. Estos últimos en sentido figurado, claro. Ellos lloran resina.
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