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Cosas estúpidas que ponen en peligro la salud de nuestros hijos

Hace algún tiempo leí en la CNN un artículo que me llamó la atención y desde entonces quería comentarlo aquí. Se titula Cosas estúpidas que hacen los padres y que ponen a sus hijos pequeños en peligro basadas sobre todo en recomendaciones de los pediatras y os recomiendo su lectura si domináis el inglés. Pero por si acaso no es así, os hago un resumen.

1. Poner a los niños en un asiento de seguridad para el coche demasiado grande para ellos. No importa si empujados por nuestro deseo de que crezcan deprisa les ponemos pañales o ropa demasiado grandes, pero la sillita de seguridad del coche es otro asunto. Por muy engorrosas que sean las pensadas para los más pequeños, hay que esperar y cambiarlos cuando dan la talla.

2.
Dejar dormir a los bebés sentados en exceso, ya sea en balancines, sillitas de coche, maxicosis… la postura les impide tener un correcto suministro de oxígeno y juega a favor de la temida muerte súbita del lactante. No es que haya que volverse paranóicos, pero si se ha dormido en el coche, no le metas en la sillita dormido en casa para que continúe la siesta aunque haya costado que se duerma y no se desee correr el riesgo de despertarlo, los pediatras estadounidenses recomiendan cambiarlo a su cuna o a la cama. Y así para todo.

3. No dejes ver al bebé vídeos «educativos». Los materiales multimedia sólo comienzan a ser educativos para niños de más de dos años, que ya empiezan a entenderlos. Con menos de dos años, cuantas menos pantallas mejor.

4.
Deja a los bebés dormir boca arriba para evitar la muerte súbita pero también ponles con frecuencia sobre su ombligo para jugar, algo que les ayudará en su desarrollo de múltiples maneras.

5.
También recomiendan a los padres no calentar los biberones en el microondas, debido a las dudas sobre el BPA o Bisfenol A, un producto químico usado en algunos recipientes plásticos, también a que el calentado irregular puede producir quemaduras leves en el bebé.

Yo he tenido a mis hijos frente a la tele antes de los dos años, lo confieso. Y también he usado el microondas y lo sigo usando para calentar su comida, aunque ellos nunca han tomado biberón. Incluso puede que me haya acelerado un poco cambiándoles de silla en el coche, ya que por altura se podía aunque de peso anduvieran justos.

En cualquier caso se me ocurren muchas más prácticas, si no estúpidas, al menos sí poco recomendables con nuestros bebés y niños pequeños: ponerles a dormir solo en el sofá, cambiarles o vestirles en una cama y dejarles unos segundos en los que pueden rodar y caer, no bañarnos con ellos en la piscina y dejarles con sus flotadores, burbujas y manguitos, colgar demasiado peso de los carritos de paseo con riesgo de vuelco…

Seguro que a vosotros también se os ocurren algunas. ¿No es así?

Más de 5.000 niños se caen al año por las ventanas en Estados Unidos

Es una noticia que ha salido estos días y que me ha recordado mi fobia particular a ver niños junto a ventanas y balcones abiertos.

En la noticia cuentan que en 19 apenas ha descendido un poquito la incidencia de descalabros. Según los expertos hay tres causas principales: son curiosos, no comprenden bien los riesgos y tienen el centro de equilibrio más alto.

En mi primer post, el 27 de noviembre de 2007, comentaba lo siguiente:

Lo que más me aterra a mí en particular son los lugares altos. No soy capaz de tener a mi bebé en brazos en el balcón a menos de cuatro pasos de la barandilla. Mucho menos consiento en que lo tenga otro. Y hablando con más madres he descubierto en que no soy la la única en tener este ridículo miedo a las alturas.

Entonces Jaime tenía un año y tres meses. Ahora tiene cinco años recién cumplidos y Julia casi dos y medio. El miedo persiste y de hecho ahora es mucho más peligroso que cuando escribí aquello y Jaime apenas caminaba.

Ahora son niños que saben saltar, trepar, correr e incluso (en el caso de Jaime), hacer fuerza con los brazos para plantar el culo sobre la encimera de la cocina y robar comida.

Seguimos obviamente sin dejarles nunca solos en terrazas ni balcones ni en habitaciones que tengan acceso a terrazas o balcones. Y creo que vamos a colocar ya mismo en unas cuantas ventanas (son correderas) de la casa unos archiperres que permiten dejarlas entreabiertas para ventilar pero limitan su apertura.

Ya hace casi tres años que forramos la terraza por dentro con un rollo de bambú para evitar que se le ocurriera utilizar los barrotes horizontales que tiene como escalera.

Toda precaución es poca, más aún con Jaime, que es un niño grande y fuerte y debido a su autismo nada nos asegura que desarrolle pronto esa correcta valoración del peligro. Las personas afectadas de autismo, niños y adultos, tienen una mayor incidencia de accidentes de distinto tipo: caídas, ahogamientos, atropellos…

En febrero de 2010 Amalia Arce, madre y pediatra, contaba en su blog que:

En los países desarrollados, en los que la mortalidad infantil por enfermedades infecciosas y enfermedades prevenibles mediante vacunación, ha disminuido drásticamente, los accidentes ocasionan el 40% de las muertes. Esto supone 20.000 muertes anuales en niños entre 1 y 14 años. En nuestro país estamos un poco mal… pues ocupamos la octava posición en el ránking.

Los principales escenarios para los accidentes son la vía pública (predomina en niños más mayores) y el domicilio (predominante en los más pequeños). El colegio aparece como un lugar por lo general bastante seguro.

Aunque los accidentes más frecuentes son las caídas y los golpes, siguen muy de cerca los accidentes de tráfico (con frecuencia más graves) y las intoxicaciones y los atragantamientos. En todas las casuísticas los niños (varones) muestran unos porcentajes más elevados de accidentes y mortalidad de los mismos. De hecho los estudios demuestran que ser varón incrementa en un 70% la probabilidad de muerte accidental.

¿Vosotros habéis tomado alguna precaución con terrazas y ventanas? ¿Os habéis llevado algún susto?

Cuando muere una mujer embarazada

Hay once muertos, no nueve, tras el terremoto de Lorca. Dos de las personas que han perdido allí la vida eran dos mujeres embarazadas. Dos futuras madres recientes. Cuatro vidas truncadas.

Hay algo, algún mecanismo dentro de mí que se estremece de una manera especial cuando oigo hablar de la muerte de una mujer embarazada, ya sea en desastres naturales, atentados terroristas, accidentes de tráfico o violencia machista.

Es algo más allá de la obviedad, de la mera matemática, de que haya dos vidas en una.

Tal vez es porque recuerdo reciente la sensación de un cuerpo que protege otro cuerpo, que lo atesora, que lo resguarda del frío y del calor, del hambre y del sufrimiento.

Recuerdo perfectamente esa reacción instintiva de salvaguardar al hijo que albergaba mi vientre cuando estaba embarazada. Cualquier mujer que haya pasado por ello me entenderá: te descubres protegiéndolo con los brazos, girándote y moviéndote de manera que siempre esté a salvo, incluso si caes sin pensar en ello lo haces de manera que lo mantengas seguro, por mucho daño que te puedas hacer tú.

Sé de una madre reciente que cuando estaba embarazada y conduciendo, parada en un atasco, fue embestida por detrás por otro coche. De la fuerza con la que se aferró al volante tensando los brazos para proteger a su hijo, desencajó el volante.

Tu cuerpo es el custodio temporal de otra vida, imagino que hay que vivirlo para entenderlo.

Vaya el post de hoy por las once vidas segadas por la naturaleza y mala suerte en Lorca.

El peligro de colgar demasiado peso en la silla del niño

En el post de ayer, en un comentario, Carla contaba lo siguiente.

Ayer una chica con un carrito salía del supermercado con un montón de bolsas que fué colgando del manillar. Con la última bolsa el peso hizo volcar el carrito y el niño casi sale volando. Como hace frío iba sujeto con la funda del nido. Sino acaba en el suelo.

¿A qué madre reciente no le ha pasado tener demasiado peso colgando de la trasera de la silla de paseo, ir a sacar al bebé y ver con el niño en brazos como la silla se encabritaba mandando al suelo todo lo que llevaba colgado?

A mí unas cuantas desde luego. Pero la cosa puede ser más peligrosa de lo que parece.

El mayor susto que me he llevado con mi hija
fue precisamente por excederme usando la silla para llevar la compra.

Fue el verano de 2009, ella tenía unos seis meses, volvíamos de comprar en el coche con mi santo y su hermano. Como tenemos el garaje a unos minutos de la casa me descargó cerca del portal con la niña y yo colgué de las asas del carro tantas bolsas como pude. Tantas que Julia no era suficiente contrapeso. Cai en la puerta misma comencé a sacar las llaves con una mano mientras seguía empujando el carro con la otra, pero se me escapó. En un segundo el peso de las bolsas hizo que el carro se tumbara sobre sus ruedas traseras. Julia que iba dormida se despertó gritando asustada. Yo más asustada tal vez que ella la tomé rápidamente en brazos. No salió volando porque iba bien atada con un arnés de cinco puntos, si hubiera llevado sólo sujetas las piernas tal vez se hubiera deslizado hacia atrás dando con la cabeza en el suelo a través de la lona de la silla. No quiero ni recordarlo. Un par de obreros me ayudaron a enderezar el carro y a cargar las bolsas en el asiendo de la silla.

De verdad que fue un buen susto. Desde entonces me he pensado muy mucho cargar demasiado el carro. Nunca tanto como para que el peso del niño no lo compense, aunque sea cuesta arriba.

Y lo mejor, siempre que se pueda, la mochila que deja las manos libres. Julia tiene casi dos años y la ergobaby ha dado tan buen resultado que raro es el día que llevo su silla. Cuando no quiere ir andando, siempre tiene un hueco junto a mí.

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En la foto unos colgadores que han inventado para que se puedan colgar bolsos y bolsas en los carritos con manillar entero, sin asas.

Los chupa chups y piruletas, mejor sentados

Hay peligros mortales que acechan a los niños pequeños sin que seamos conscientes (léase con un puntito, sólo una pizquita, de ironía).

Mis hijos a veces consumen caramelos con palo: chupachups (pachús en el bebinés que se habla en mi casa) y piruletas. ¿Qué niño no los toma en alguna ocasión?

El mayor tiene cuatro años y la pequeña año y nueve meses, así que se los doy con confianza de que no hay riesgo.

Hasta el otro día en que unos padres recientes me contaron que conocen a un niño que casi muere por culpa de un chupachups.

Por lo visto iba corriendo mientras lo chupaba, se cayó y se clavó el palo entero.

En urgencias le salvaron la vida de milagro y les contaron que, por lo visto, es relativamente frecuente encontrarse con este accidente. Y que además hay un índice de mortalidad bastante elevado entre los niños que lo sufren.

Desde entonces ese niño siempre come caramelos con palo sentado y formal y recomienda hacer lo mismo a sus amiguitos.

La historia va extendiéndose (de hecho yo estoy contribuyendo con este post), y aunque me queda una pizquita de duda sobre si es tan frecuente y potencialmente mortal como me han contado, la verdad es que la última vez que mis hijos me pidieron un pachús les hice sentarse para tomárselo.

Creo que voy a consultar a la doctora Amalia Arce

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Aquí está la respuesta de Amalia (gracias de nuevo):

Como algunos de los comentarios que he leído en el post, creo que es mucho más problemática la posibilidad de obstrucción de la vía aérea que el hecho mismo de que «se clave» el palito. Yo he visto alguna herida en los tejidos blandos de la boca por algún objeto con capacidad para clavarse como boli, etc, que sería similar a lo que puede ocurrir con el palito del chupa-chup. Pero desde luego en mi corta experiencia, ninguna trágica consecuencia por un accidente así.

Los accidentes infantiles en España y los picos de mármol de la abuela

En el último post de Diario de una mamá pediatra se dan unos cuantos datos que dejan congelado a cualquier padre reciente:

Revisando las estadísticas mundiales, y a pesar de que las enfermedades infecciosas generan una alta mortalidad, me he encontrado con la importancia en las cifras de mortalidad que tienen los accidentes infantiles. De hecho, en los países desarrollados, en los que la mortalidad infantil por enfermedades infecciosas y enfermedades prevenibles mediante vacunación, ha disminuido drásticamente, los accidentes ocasionan el 40% de las muertes. Esto supone 20.000 muertes anuales en niños entre 1 y 14 años. En nuestro país estamos un poco mal….pues ocupamos la octava posición en el ránking.

Ante la gran envergadura del problema, hay un dato que no debería pasar inadvertido, y es que, lo aceptemos o no, un porcentaje muy importante de dichos accidentes son evitables. En diferentes edades hay situaciones de riesgo que conviene evitar.

Los principales escenarios para los accidentes son la vía pública (predomina en niños más mayores) y el domicilio (predominante en los más pequeños). El colegio aparece como un lugar por lo general bastante seguro. Del domicilio quizá la cocina es el lugar más peligroso.

Aunque los accidentes más frecuentes son las caídas y los golpes, siguen muy de cerca los accidentes de tráfico (con frecuencia más graves) y las intoxicaciones y los atragantamientos. En todas las casuísticas los niños (varones) muestran unos porcentajes más elevados de accidentes y mortalidad de los mismos. De hecho los estudios demuestran que ser varón incrementa en un 70% la probabilidad de muerte accidental. Quizá los niños tienen mayor tendencia al riesgo. Quizá existe también una mayor permisividad por parte de padres y cuidadores si es un niño en vez de una niña.

Este post me recuerda algo que tengo pendiente desde hace tiempo.

En casa de la abuela de mis peques, a la que vamos con frecuencia, hay dos preciosos aparadores en la entrada y el pasillo con unos picos de mármol que miedo me da verlos.

Llevo tiempo diciendo que le voy a llevar unos protectores.

No tiene porqué pasar nada. Mi marido, mi cuñado y su horda de primos cuando eran pequeños han jugado por allí como hunos salvajes sin mayores consecuencias. Pero si un día pasa, si un día un cráneo infantil da contra ese pico de mármol, lo vamos a lamentar mucho.

Llamadme miedica, sobreprotectora, lo que queráis… pero de este sábado no pasa llevar los protectores de esquinas.

Como oí una vez hace ya años, cuando te conviertes en madre es inevitable que pases a pensar que el mar está lleno de tiburones deseosos de zamparse a tus retoños.

De hecho mi primer post en este blog, en noviembre de 2007, iba precisamente sobre que ser madre es vivir con miedo.

A veces es peligroso ser madre reciente

Estoy casi tuerta. Ayer por la tarde tenía al terremoto de nueve meses largos que es mi hija de pie sobre mis rodillas. Yo estaba sentada y ella me daba la espalda. De repente le dio un ataque de contentura y manoteando me arreó un puñetazo digno del Rey Misterio en el ojo izquierdo. Y el ojo estaba abierto.

Llevo dolorida y viendo estrellitas desde entonces. Parece que va molestando menos, pero como mañana siga así me tocará ir al médico.

Pero creo que al final no tendré que pedirle otro ojo a los Reyes Magos.

Y he recordado a un viejo compañero de trabajo que estuvo semanas de baja tras arañarle su hijo el ojo mientras jugaba con él en la bañera.

También sé de uno al que su hijo de dos años le tiró la tele de plasma encima (un consejo, nunca coloquéis las teles planas al alcance de los peques, si es inevitable ancladlas a la pared o el mueble).

Normalmente esos accidentes ocurren de la forma más tonta. Y tampoco es que tengan unas consecuencias gravísimas, pero ahí están.

Ser madre o padre reciente puede tener sus riesgos.

La seguridad de los niños en el coche y la campaña de la DGT

En todas las visitas de control de edad o vacunación que he hecho a mi pediatra o a mi enfermera de pediatría, siempre me han preguntado e insistido en la necesidad de que mi hijo viaje con una sillita adecuada a su peso, ya sea en trayectos cortos o largos.

En mi caso no hacía falta que lo hicieran. Yo no me subo a un coche sin ponerme el cinturón y mucho menos llevo a mi peque si no está bien asegurado.

Pero parece que es necesaria tanta insistencia: la verdad es que si te fijas bien en el interior de los vehículos, es relativamente frecuente ver niños sueltos dando botes en el asiento trasero o en brazos.

Igual que nos llevaban a nosotros nuestros padres en una época en la que ni adultos ni niños iban sujetos.

El 25% de los niños fallecidos de entre 0 y 13 años en accidentes de tráfico entre enero y octubre en España no llevaba ningún dispositivo de seguridad.

A mí me parece de traca que ésto siga sucediendo.

Si eres capaz de conducir un coche y tener un hijo, deberías serlo para comprar la sillita de seguridad correspondiente.

Y por eso me parece fantástico el polémico anuncio de la DGT. Dicen que equipara un accidente con el maltrato infantil.

Yo no estoy de acuerdo en que llame maltratadores a esos padres, lo que se dice precisamente es que no lo son pero sí son culpables de que el niño esté en esa situación por no haberle asegurado.

Aunque es verdad que busca ser duro como todas las últimas campañas de tráfico y para ello recurre a un tema sensible como el maltrato.

Hablaba con una compañera el viernes que decía que este anuncio le parecía mal, que podía hacer mucho daño a aquellos padres cuyos hijos hayan tenido un accidente sin ir sujetos.

Yo creo que esos hipotéticos padres tienen bastante drama encima. Con un hijo muerto o grave por no haberle puesto en su sillita de seguridad, poco importa un anuncio de televisión.

Y lo más importante. Estamos hablamos de una campaña de prevención, de concienciación, por tanto va dirigida a aquellos que no han tenido un accidente para que espabilen.

¿Qué os parece a vosotros?

Accidentes y despistes fatales

Ayer no daba crédito a la noticia que nos llegó al final de la mañana: un bebé de 25 días moría por accidente después de que su padre metiera la canastilla con él dentro en el maletero del coche sin darse cuenta de que estaba allí.

Un despiste terrible que ese hombre arrastrará dentro toda su vida.

Pero es que los accidentes fatales de bebés por falta de atención o vigilancias son una moneda demasiado corriente.

Para muestra, unas cuantas noticias:

Un bebé muere deshidratado en Sevilla tras permanecer varias horas al sol en un coche

Fallece ahogado un bebé de 14 meses tras caerse a una piscina privada

Los Mossos salvan a un bebé que se ahogaba tras tomar un fármaco en Granollers

Dos agentes reaniman a un bebé que se había atragantado con un trozo de pan

Fallece un bebé de 18 meses por ahogamiento en una piscina de El Campello

La Policía investiga la muerte de un bebé de 16 meses que se cayó de una ventana

Un bebé muere en Pontevedra intoxicado por el polvo de comida para conejos

Fallece el bebé 19 meses que se cayó desde un balcón a 12 metros en Tenerife

Un bebé de 18 meses, en estado crítico tras caer accidentalmente desde el balcón de un cuarto piso

Muere un bebé de 2 años al atragantarse con una golosina en Valencia

Prisión para la empleada del hogar que cuidaba a un bebé que se ahogó en la bañera tras dejarlo solo unos instantes

Aquí os dejo enlazados un par de artículos con recomendaciones para evitar accidentes infantiles. La mayoría son cosas del más puro sentido común.

Todas las recomendaciones se pueden resumir en que hay que tener mil ojos con ellos.

Y por experiencia sé que es difícil alcanzar el justo equilibrio de dejar espacio al bebé y oportunidad para que experimente sin vivir angustiada temiendo que le van a suceder todos los males del mundo.

Pero puestos a elegir, en este caso prefiero pecar por exceso de celo que por defecto.

El post con el que estrenaba este blog se titulaba Ser madre es vivir con miedo. Ya lo tengo asumido.

Ser madre es vivir con miedo

Sin ser precisamente Juan sin miedo, lo cierto es que siempre he sido inconscientemente valiente.

Era una niña que brincaba por los riscos y se subía a los árboles, una adolescente que regresaba a casa por la ruta rápida de callejones oscuros para apurar el toque de queda y una adulta que disfrutaba haciendo rapel para bajar a pozos o comprando por Internet en páginas coreanas.

Vamos, una de esos que piensan que lo malo nunca les va a pasar a ellos.

Hasta que llegó el peque. ¡Qué desastre! Me da miedo todo cuando anda él por medio. Es uno de los peores descubrimientos de la maternidad: encontrarte que tener un bebé es vivir permanentemente con miedo a que le pase algo.

Conduces más despacio, no le quitas ojo a los niños que juegan con la pelota en el parque mientras pasas con el carrito, eliminas de tu vida las pequeñas piezas potencialmente causantes de un atragantamiento mortal…

Pero lo que más me aterra a mi en particular son los lugares altos. No soy capaz de tener a mi bebé en brazos en el balcón a menos de cuatro pasos de la barandilla. Mucho menos consiento en que lo tenga otro. Y hablando con más madres he descubierto en que no soy la la única en tener este ridículo miedo a las alturas.

Por cierto, que en la foto está en lo alto del mirador de Santa Tecla, y yo sufriendo mientras tiraba la foto por si se despeñaba.

En definitiva, ser madre supone comenzar a pensar que el mar de La Manga en el que se bañan tus hijos está lleno de feroces tiburones cuyo único objetivo vital es zampárselos vivos.