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Más de 5.000 niños se caen al año por las ventanas en Estados Unidos

Es una noticia que ha salido estos días y que me ha recordado mi fobia particular a ver niños junto a ventanas y balcones abiertos.

En la noticia cuentan que en 19 apenas ha descendido un poquito la incidencia de descalabros. Según los expertos hay tres causas principales: son curiosos, no comprenden bien los riesgos y tienen el centro de equilibrio más alto.

En mi primer post, el 27 de noviembre de 2007, comentaba lo siguiente:

Lo que más me aterra a mí en particular son los lugares altos. No soy capaz de tener a mi bebé en brazos en el balcón a menos de cuatro pasos de la barandilla. Mucho menos consiento en que lo tenga otro. Y hablando con más madres he descubierto en que no soy la la única en tener este ridículo miedo a las alturas.

Entonces Jaime tenía un año y tres meses. Ahora tiene cinco años recién cumplidos y Julia casi dos y medio. El miedo persiste y de hecho ahora es mucho más peligroso que cuando escribí aquello y Jaime apenas caminaba.

Ahora son niños que saben saltar, trepar, correr e incluso (en el caso de Jaime), hacer fuerza con los brazos para plantar el culo sobre la encimera de la cocina y robar comida.

Seguimos obviamente sin dejarles nunca solos en terrazas ni balcones ni en habitaciones que tengan acceso a terrazas o balcones. Y creo que vamos a colocar ya mismo en unas cuantas ventanas (son correderas) de la casa unos archiperres que permiten dejarlas entreabiertas para ventilar pero limitan su apertura.

Ya hace casi tres años que forramos la terraza por dentro con un rollo de bambú para evitar que se le ocurriera utilizar los barrotes horizontales que tiene como escalera.

Toda precaución es poca, más aún con Jaime, que es un niño grande y fuerte y debido a su autismo nada nos asegura que desarrolle pronto esa correcta valoración del peligro. Las personas afectadas de autismo, niños y adultos, tienen una mayor incidencia de accidentes de distinto tipo: caídas, ahogamientos, atropellos…

En febrero de 2010 Amalia Arce, madre y pediatra, contaba en su blog que:

En los países desarrollados, en los que la mortalidad infantil por enfermedades infecciosas y enfermedades prevenibles mediante vacunación, ha disminuido drásticamente, los accidentes ocasionan el 40% de las muertes. Esto supone 20.000 muertes anuales en niños entre 1 y 14 años. En nuestro país estamos un poco mal… pues ocupamos la octava posición en el ránking.

Los principales escenarios para los accidentes son la vía pública (predomina en niños más mayores) y el domicilio (predominante en los más pequeños). El colegio aparece como un lugar por lo general bastante seguro.

Aunque los accidentes más frecuentes son las caídas y los golpes, siguen muy de cerca los accidentes de tráfico (con frecuencia más graves) y las intoxicaciones y los atragantamientos. En todas las casuísticas los niños (varones) muestran unos porcentajes más elevados de accidentes y mortalidad de los mismos. De hecho los estudios demuestran que ser varón incrementa en un 70% la probabilidad de muerte accidental.

¿Vosotros habéis tomado alguna precaución con terrazas y ventanas? ¿Os habéis llevado algún susto?

Por si se pierden

En uno de los últimos post del mes de enero hablaba de los niños perdidos, del miedo a que se pierdan.

En ese post comentaba lo siguiente:

Llevo meses pensando en comprarle a Jaime una esclava discretita (oro amarillo nunca) con su nombre y mi número de móvil. Siempre tenemos mil ojos y mil manos puestas en él, pero si se pierde, será incapaz de decir su nombre, dar una dirección o un teléfono.

El jueves pasado tuvo una excursión al teatro a la que acudió con uno de nuestros teléfonos móviles pintado en el brazo con rotulador, pero a partir de la semana que viene ya tendremos en casa (gracias Sara por el enlace) unas cuantas pulseras compradas en Infoband.com.

Me gusta más la idea de esas pulseras flexibles de temas infantiles, resistentes al agua e imposibles de quitar por el niño, que la de la esclava.

Ya os contaré qué tal resultan.

En niños con enfermedades crónicas o con problemas como el mío, incapaz si se pierde de dar información que facilite que le encontremos, pueden ser de los más útil.

Pero realmente pueden venir bien a cualquier niño. Si no a diario, al menos en días en los que haya excursiones o actividades extraordinarias.

Sé que también hay localizadores gps, bastante más caros que estas pulseras.

Espero que Jaime vaya avanzando lo suficiente como para que no acaben siendo necesarios. Ojalá pronto sea capaz de buscarnos activamente si se pierde y pueda dar de viva voz nuestros nombres, dirección y teléfono.

Como decía en el anterior post, a su hermana se lo enseñaremos en cuanto crezca un poco.

Los chupa chups y piruletas, mejor sentados

Hay peligros mortales que acechan a los niños pequeños sin que seamos conscientes (léase con un puntito, sólo una pizquita, de ironía).

Mis hijos a veces consumen caramelos con palo: chupachups (pachús en el bebinés que se habla en mi casa) y piruletas. ¿Qué niño no los toma en alguna ocasión?

El mayor tiene cuatro años y la pequeña año y nueve meses, así que se los doy con confianza de que no hay riesgo.

Hasta el otro día en que unos padres recientes me contaron que conocen a un niño que casi muere por culpa de un chupachups.

Por lo visto iba corriendo mientras lo chupaba, se cayó y se clavó el palo entero.

En urgencias le salvaron la vida de milagro y les contaron que, por lo visto, es relativamente frecuente encontrarse con este accidente. Y que además hay un índice de mortalidad bastante elevado entre los niños que lo sufren.

Desde entonces ese niño siempre come caramelos con palo sentado y formal y recomienda hacer lo mismo a sus amiguitos.

La historia va extendiéndose (de hecho yo estoy contribuyendo con este post), y aunque me queda una pizquita de duda sobre si es tan frecuente y potencialmente mortal como me han contado, la verdad es que la última vez que mis hijos me pidieron un pachús les hice sentarse para tomárselo.

Creo que voy a consultar a la doctora Amalia Arce

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Aquí está la respuesta de Amalia (gracias de nuevo):

Como algunos de los comentarios que he leído en el post, creo que es mucho más problemática la posibilidad de obstrucción de la vía aérea que el hecho mismo de que «se clave» el palito. Yo he visto alguna herida en los tejidos blandos de la boca por algún objeto con capacidad para clavarse como boli, etc, que sería similar a lo que puede ocurrir con el palito del chupa-chup. Pero desde luego en mi corta experiencia, ninguna trágica consecuencia por un accidente así.