‘Monopoly Electronic Banking’, más ágil y sencillo que el clásico (tal vez demasiado)

imageEste fin de semana hemos probado con Julia el Monopoly Electronic Banking. El que nos hace decir adiós a los míticos billetes de papel de colorines porque cuenta con un dispositivo que hace todas las cuentas por nosotros. E iba reticente, tengo que confesarlo, pero no por la despedida del dinero.

Lo primero que pensé al informarme sobre esta versión modernizada del clásico de Hasbro y pensar en cómo seria jugarlo con niños fue en que se perdía una parte didáctica importante. Jugar con nuestros hijos al Monopoly de toda la vida supone un ejercicio constante de cálculo mental. Tanto tengo, tanto vale esa propiedad, tanto pierdo si caigo ahí, tengo que reunir los billetes justos para pagar tanto, tengo que vender una propiedad que ya tenía para recuperar tanto…

Pero tengo que reconocer que tiene sus virtudes. Nada más empezar a jugar pudimos comprobar que, como el aparatejo se encarga de todo, las partidas son mas rápidas y se reduce considerablemente la edad a la que se puede jugar con los niños.

Y cuando digo que lo hace todo, es todo.

Caes en una calle y, si la quieres comprar, pasas la tarjeta de propiedad y luego tu tarjeta de crédito y el chisme te resta el importe. Si no la quieres comprar sale obligatoriamente a una subasta dirigida por el cacharro. Si caes en una propiedad ajena, pasas la tarjeta de la calle, luego la tuya y te resta el alquiler. Si la calle en la que caes es de tu propiedad, pasas las tarjetas y el alquiler sube (el equivalente a cuando comprabas y colocabas más casas y más hoteles). Al pasar por la meta, el cacharro suma el dinero que toca. Cuando hay eventos bueno o malos, también es el lector de tarjetas el que registra todo.

El Monopoly se centra así en la maquinita, que no deja de leer tarjetas sin parar y te sirve la partida masticada. Y, todo hay que decirlo, a los niños les encanta lo de arrimar la tarjeta. Al menos la primera docena de veces.

imageMas fácil, mucho mas. Ni siquiera hay eléctricas o transportes que comprar. También el tablero esta simplificado. Niños a partir de cinco o seis años, si son de los que aguantan sentados ante un tablero, pueden jugarlo sin problemas en igualdad de condiciones. Para jugar la versión tradicional en igualdad de condiciones hacían falta niños a partir de diez años.

Y de ahí viene el mayor inconveniente que le hemos encontrado al juego. No es que no haya que hacer cálculos mentales, el que nos ahorre el ir sumando y restando, el que no nos permita elaborar una estrategia de compra y mejora de propiedades, el que todo sea automático y nuestra única decisión sea si compramos o no la propiedad en la que hemos caído, hace que este Monopoly se parezca horrores a un juego de la oca. Te limitas a tirar dados, comprar lo que puedas mientras haya dinero y luego cruzar los dedos para que nuestras tiradas sean propicias y eviten las propiedades ajenas y las de los otros nos beneficien.

Puro azar. Sin más.

Resumiendo, claro que se puede pasar un buen rato en familia jugando al Monopoly Electronic Banking, y con niños más pequeños de lo que admite la versión tradicional del juego. Pero hay que tener en cuenta que incluso el parchís tiene más estrategia y que cuesta unos treinta euros. Si la cosa es jugar con niños, prefiero el Monopoly Junior, que cuesta la mitad y permite trabajar las sumas y las restas.


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5 comentarios

  1. Dice ser pepe

    Hacia un mundo sin dinero, ya están formando a los niños para que ellos lo vivan desde pequeños…..la banca siempre gana

    06 diciembre 2016 | 09:59

  2. Dice ser Fer

    No estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Ayer jugamos mi hijo de 8 años, mi mujer y yo al Monopoly clásico y hubo igualdad de condiciones os lo aseguro. Ganó mi hijo con más de tres mil monopolys, 8 hoteles tenía en mesa. Sí, tiene que pensar como contar el dinero, cambios y demás y os aseguro que lo disfruta más que el Junior, el cuál, adolece de muchos fallos de diseño (muchas veces te quedas sin dinero en la primera vuelta).
    Y el clásico permite reglas de la casa. Este no. Siento que se pierde un poco la gracia: tratos, trueques, etc.
    Un saludo.

    06 diciembre 2016 | 10:24

  3. Dice ser Charlie Brown

    no estoy de acuerdo contigo…. yo soy coleccionista y ávido jugador de Monopoly desde hace ya casi 20 años, y te puedo decir, que después de jugar a esta versión electrónica (no es la primera que sacan, ese invento ya lo sacaron hace muchos años) es un auténtico coñazo… tienes que estar constantemente pasando las tarjetas todos los turnos, lo que por un lado lo hace tedioso y monótono y por otro, la faena de que las tarjetas no son de muy buena calidad y con el tiempo el «datáfono» deja de leerlas…. Donde esté el Monopoly con sus billetes de toda la vida que se quite lo demás…

    pd: siempre me ha parecido un mal juego para niños, al fin y al cabo es un juego basado en la compra-venta de bienes inmuebles donde uno se hace con todo y los demás lo pierden todo… demasiado realista para un niño…

    06 diciembre 2016 | 11:33

  4. Dice ser Paca

    «Y de HAY viene el mayor inconveniente que le hemos encontrado al juego. No es que no haya que hacer cálculos mentales…» Será: Y de AHI. Por favor corrígelo. Gracias.

    06 diciembre 2016 | 11:41

  5. Dice ser Madre Reciente

    Gracias Paca, no tiene excusa y ya está corregido.

    Hola Charlie, coincido contigo. Lo simplifica pero en lo que he escrito explico que lo convierte en poco más que el Juego de la Oca. Y probablemente tengas razón en que no es un juego para niños en ningún caso.

    Fer, si os gustan los juegos de mesa, te recomiendo que indagues un poco porque hay un mundo enorme y riquísimo ahí fuera. Echa un ojo a los enlaces del final. Y si ya lo conoces, cualquier sugerencia es bienvenida 🙂

    07 diciembre 2016 | 15:23

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