Archivo de febrero, 2015

Niños youtubers: ¿qué te parecería que el tuyo fuera uno?

Hay dinero en Internet, no es fácil conseguirlo, pero lo hay. Y una de las vías que mejor funcionan para conseguirlo son los vídeos de Youtube, convertirte en un youtuber. Seguro que conocéis a unos cuantos youtubers españoles famosos: El Rubius, Isasaweis, Carolina Denia (Clipset), TigretonyBollicao… Hay que tener suerte, conectar con la gente, hacerte amigo de la cámara, tener algo interesante o divertido que contar, montar bien los vídeos para ofrecer un producto de calidad y currárselo mucho.

Si consigues atraer a un número suficiente de seguidores y visualizaciones, el dinero llegará en forma de publicidad vía Youtube, de las marcas, sacando libros… Tampoco cae del cielo, hay que trabajárselo.

Seguro que no os estoy contando nada que no sepáis, el fenómeno de los youtubers en España empieza a ser viejo, pero por lo que yo sé sólo se da con adultos. No tenemos por aquí niños youtubers profesionales. Al menos yo no los conozco. Pero estoy convencida de que llegarán, hay mucho blog de maternidad profesional o semiprofesional y no me extrañaría que alguno de ellos se decidiera a dar el salto con éxito.

En Estados Unidos ya los hay. Aunque no es ni mucho menos el único niño estrella de Youtube (en Japón parten la pana Kanna y Akira, Kan & Aki), el más famoso probablemente sea el caso de Evan, que entre lo que se lleva por publicidad en Youtube con los vídeos de su canal EvanTube y lo que recibe directamente de las marcas, ya se ha embolsado un millón de dólares. No está mal para alguien que sólo tiene ocho años y se dedica a desempaquetar y probar juguetes y videojuegos.

Y viéndolo hablaba con mi santo de si no hay un punto de explotación infantil en intentar hacer de tu hijo menor de diez años un youtuber de éxito. Le estás exponiendo en esa selva que es Internet a una edad en la que debería limitarse a jugar e ir al colegio para conseguir dinero, orientando tal vez toda su vida.

Claro que si él se lo pasa bien haciéndolo, consigue juguetes, no interfiere con su tiempo de juego y estudio. ¿Qué hay de malo?

Creo que es uno de esos casos en los que me voy a abstener de juzgar a los que lo hacen. Y os digo una cosa: a Julia le gusta verlo. Si a los niños les gusta, hay mercado.

¿Qué opináis vosotros? ¿Alguno se anima?

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¿Perdonarías que otro adulto pegase a tu hijo?

Una bofetada a un niño puede dar para mucho. De entrada para algún que otro post con comentarios encontrados entre los partidarios y detractores del cachete a tiempo. Yo ya os he contado en el pasado que no soy partidaria de pegar, creo que a golpes no se aprende nada bueno y que lo único que denota es que hemos perdido la paciencia. Dicho esto, tampoco hay que flagelarse si un día hemos perdido los nervios y soltado un cachete. Yo tengo un carácter templado y dos hijos flexibles y con buen carácter, parto con ventaja para evitar caer. Pero puede pasar, aún queriendo evitarlo, y no hay que darle más vueltas.

Una vuelta de tuerca al gastado debate del ‘cachete-sí, cachete-no’ es que no sean los padres los que peguen al niño, sino que sea otro adulto: un amigo íntimo, un tío, un profesor… No sé vosotros, pero yo soy especialmente cuidadosa cuando tengo que reprender a un niño que no es hijo mío, por cercana que sea la relación y mucho cariño que haya. Soy consciente de mi papel, y de que hay que ejercer la autoridad hasta cierto punto, sin entrar en terreno acotado para los padres. Por supuesto no se me ocurriría pegarle y si alguien pegase a los míos el cabreo sería monumental.
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La pregunta clave aquí es: ¿Perdonarías que otro adulto pegase a tu hijo, aunque se estuviera portando fatal? No sé vosotros, pero siendo sincera a mí me cuesta saber lo que haría en esas circunstancias. Dependería de las circunstancias y tal vez sí lo perdonase, pero no se me iba a olvidar jamás. Los padres tenemos la prerrogativa de sentar unas bases educativas (y equivocarnos haciéndolo) que los demás procuren respetar, aunque crean que nos equivocamos. Nuestra es la responsabilidad última a fin de cuentas.

Esa es la premisa que ha dado para un libro y dos series, una en Australia que cuenta con estupendas críticas y otra en Estados Unidos que cuenta con el enorme Zachary Quinto, nada menos y en cuya presentación fue precisamente en la que hizo acto de presencia una renovada Una Thurman.

No la he visto, ni he leído el libro. Aunque me quedo con las ganas de hacer ambas cosas. Os dejo un fragmento de la opinón de Homo Seriens (un blog estupendo que ojalá se actualizara más) sobre la australiana y el tráiler de la estadounidense.

Pues el argumento es simple. Una fiesta. Un grupo de amigos y familiares. Un niño malcriado (y no es juicio personal, es un hecho). Y un bofetón por un adulto al citado niño malcriado.

Ya tenemos el follón.

Se trata de la versión televisiva de este libro de la izquierda, que ha sido un bestseller y que ya desde la portada te va poniendo en situación… Cuando leí el argumento pensé: ufff, vamos a meternos en líos sobre maternidad de nuevo, pero ¿aguantará una serie de 8 episodios sobre este tema? Porque apoyar la bofetada a un niño no parece que de para mucho, ¿no?

Pues me equivoqué bastante. Porque el bofetón, más allá de un estudio sobre los síes o noes sobre su idoneidad como castigo, es la sacudida que rompe un cristal aparente, una superficie en orden que escondía un universo caótico y lleno de mentiras, recovecos y malentendidos. Aunque he leído que habla sobre la conveniencia o no de los castigos corporales, no creo para nada que sea el tema real de la serie. Es más la excusa, muy buena porque lo que viene detrás está muy relacionado, pero no diría que es el tema central. Ya me lo dirán ustedes 🙂

Días de andar fabricando disfraces

Durante estos días previos a carnaval es frecuente oír quejarse a padres y madres recientes (sobre todo las segundas) y también a alguna abuela, tanto en persona como en redes sociales, de tener que estar dedicando horas a los disfraces del colegio.También los hay que disfrutan como enanos, que conste. Y los que, sea un quebradero de cabeza o algo que les gusta, muestran orgullosos fotos de sus creaciones.
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Entre los que se quejan, los hay que lo hacen con más o menos sentido del humor, con más o menos intensidad. Y es completamente comprensible. Si yo me viera en la situación en la que he visto a algunos, teniendo que inventarse de la nada un disfraz de estrella de mar o de cupcake (magdalena con ínfulas, vamos), sin tener apenas tiempo para nada también lo haría.

No sólo por una cuestión de tiempo, es que además no tengo ninguna habilidad cosiendo (os cocino lo que queráis, pero apartad de mí ese cáliz con forma de costurero). Les pasa a muchos padres y madres de mi generación, que dependemos para todo lo que tiene que ver con aguja e hilo de las abuelas y de La Tijera Veloz.

Tengo suerte en ese sentido. En el colegio de Jaime el jueves celebran carnaval, pero cada niño puede ir disfrazado como quiera. A Jaime le han traído este año los reyes un disfraz de Harry Potter, en años anteriores ha ido de pirata y Peter Pan.

En el colegio de Julia todos los niños van disfrazados iguales, con un disfraz relacionado con el proyecto del trimestre que es barato y fácil de hacer. Lo elaboran los padres voluntarios en el mismo colegio, tienen las puertas abiertas mañana y tarde para que puedan hacerlos.
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Y desde aquí mi agradecimiento a todos los padres que están fabricando esos cincuenta disfraces de parte de los niños cuyos padres trabajamos y no podemos pisar el colegio a esas horas.

Jaime fue sus tres primeros años a ese mismo cole al que ahora va Julia y ahí sí que pude estar haciendo disfraces. Uno de ellos es el de las imágenes, que consiste únicamente una tela pintada con la que luego envolvíamos a los niños. El primer año de Julia también pude escaparme a hacerlos.

Pero más allá de lo que nos pueda complicar la existencia hacer disfraces, de lo caros que a veces resulten, lo cierto es que es son unos facilitadores maravillosos del juego simbólico. Con los disfraces los niños pueden imaginar y jugar a ser otras personas, a vivir aventuras. Sin ellos también, es cierto. Pero ayudan y divierten. Nosotros tenemos un cajón lleno de ellos y es un entretenimiento estupendo.

Aunque también es cierto que hay niños a los que no les gusta disfrazarse y tampoco habría que forzarles, eso da para otro post. Cada niño juega a su manera. Y todo juego es bueno.

Por último, a la hora de comprar disfraces ya hechos (carnaval supone alrededor del 40% de las ventas anuales de disfraces seún la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes) , algunas recomendaciones de la web niñoseguro.es, en la que hay más información.

Los saquitos que mantienen calientes, prioridad con los disfraces de bebé (AEFJ)

Los saquitos que mantienen calientes, prioridad con los disfraces de bebé (AEFJ)

  • Es muy importante que el disfraz lleve el marcado CE, con el que el fabricante declara la conformidad con la legislación aplicable, como la no inflamabilidad de los tejidos o la composición química de los cosméticos.
  • Se debe comprobar que no hay cordones que puedan hacer lazo cerca del cuello o cabeza, y que las máscaras que cubran completamente la cabeza tengan un área de ventilación suficientemente grande para evitar cualquier riesgo de asfixia.
  • El etiquetado de los cosméticos debe incluir la descripción de los componentes, fecha de caducidad y datos de contacto del responsable del producto.
  • Aquellos disfraces que simulan equipos de protección (cascos, gafas…) deben advertir de que el producto no ofrece protección real.
  • A pesar de que los disfraces para adultos, es decir, para mayores de 14 años, no tienen la consideración de juguetes, en España deben cumplir con las especificaciones en materia de requisitos físicos, mecánicos, de inflamabilidad y de elementos químicos descritos por las normas EN 71-1, EN 71-2 y EN 71-3.

El castillo del señor de las serpientes

castilloJugar no es perder el tiempo, jugar es aprender, desarrollarse, socializar… además de divertirse. Jugar es vital para los niños, por eso es uno de sus derechos fundamentales. Jugar es una de vías más importantes que tienen los niños para aprender o desarrollarse. Y para jugar no hacen falta juguetes, aunque pueden ser unos grandes facilitadores.

A Jaime apenas le llaman la atención los juguetes. Le gustan las serpientes de plástico y nuestra casa está llena. Hay serpientes de todo tipo y color en la bañera, en el pasillo, escondidas en el sofá… Nada como pasar un rato en nuestra casa para una persona con fobia a las serpientes; o se cura o muere. Tal cual.

No tiene serpientes porque entienda que son representaciones de animales, responde a que le gustaba tener en las manos cables, las correas de la perra, cinturones… cualquier cosa semejante que encontrase. Ha destrozado bastantes cosas en su afán por enredarse con chismes alargados, porque además de sacudirlos también los muerde. Las serpientes son una forma de intentar reconvertir esa manía en juego, en algo más aceptable, y de salvaguardar los cargadores del móvil.

Jugar en general es uno de sus talones de Aquiles. Algo que están intentando enseñarle en el colegio.

Y su juego se limita prácticamente al juego motor
: disfruta mucho del cachorreo como nosotros decimos, que son las cosquillas, los achuchones, el choca esos cinco que se convierten otra vez en cosquillas… Pese a que mucha gente cree que a los niños con autismo no les gusta el contacto y en varias ocasiones me han preguntado si podían tocarlo, mi experiencia es que la mayoría de los niños con autismo disfrutan del contacto que persigue la diversión y el cariño tanto como cualquier otro.

Le gusta también trepar, saltar y correr. Es fuerte y ágil.
En casa tiene tendencia a trepar por las estanterías (que están bien ancladas), saltar en camas y sofás y subirse a las mesas en cuanto nos despistamos.

En nuestra habitación le pillamos jugando con una lámpara que pesa tanto como él. Para evitar que entre la tenemos a oscuras, con las bombillas aflojadas y la persiana abajo y bloqueada. No le da miedo la oscuridad, pero así evitamos que entre a triscar de manera peligrosa.

En su habitación tampoco hay más luz que la natural. Si la hubiera estaría jugando a encenderla y apagarla y no dormiría. También bloqueamos su persiana de noche. Y a veces le cerramos la puerta por fuera hasta que coge el sueño para que no esté escapándose. No entiende no le podemos hacer entender que hay que dormir, que al día siguiente hay cole. Por suerte suele estar cansado, entrar a dormir feliz y hacerlo pronto y bien. También madruga mucho y el fin de semana lo sigue haciendo, pero esa es otra historia.

Le gusta comer, pero es igual de cuidadoso que un niño de dos años. Si alguna vez os invito a casa y encontráis unos cereales de chocolate cuando os sentéis en el sofá no nos lo tengáis muy en cuenta. La nevera y el congelador tienen cierres para evitar que se autoabastezca. Y las cosas que le gustan están en muebles altos, aunque hace ya un par de años que aprendió a apilar cosas en las que subirse.

También le gusta jugar con el agua, sobre todo en verano.
Tengo dos acuarios sellados con cinta aislante negra para evitar que meta las manos (o que se meta entero). A veces nos toca cerrar los grifos. Y no es raro tener que fregar el bebedero de la perra que ha volcado.

Nuestras ventanas tienen rejas. Ya os contaré el susto que nos dio hace unos años en cuanto reúna ánimos. Aún se me para el corazón acordándome. Y la puerta y las ventanas de la terraza tienen instalados cierres de pestillo arriba y abajo. Además, la puerta de la calle siempre está cerrada con un par de vueltas de llave. A todo padre de niño con autismo le da pavor que se escape y pierda un niño de apariencia normal, que no mide el peligro, no sabe hablar ni buscará ayuda.

La nuestra es la única casa en la que podemos estar tranquilos sin tenerle controlado. Y vivimos más seguros gracias a él, queda claro.

Vivimos en el castillo del señor de las serpientes.

Cuando tienes un niño en plena fase de científica ‘experimentadora’

cienciaYa os he contado en alguna ocasión que en el colegio de Julia trabajan por proyectos. Los niños eligen un tema entre los propuestos por los profesores y durante todo un trimestre leen cuantos, hacen excursiones, juegos, dibujos… relacionados con la elección.

Pues bien, tras desfilar los primeros meses del curso a los miedos, este segundo trimestre el tema es la ciencia. Julia se toma muy en serio este proyecto, el anterior le motivaba bastante menos, así que ya para Reyes pidió un microscopio, un telescopio, un juego de química y otro de botánica.

Sí, me ha salido intensa cuando le da por algo y ahora está en plena fase de científica ‘experimentadora’

El sábado estuvimos haciendo los últimos experimentos que traía el libro del juego, ‘friendo’ un huevo con alcohol, cortando la leche con vinagre y cambiando dolor el agua con tornasol, vinagre y zumo de limón para aprender sobre ácidos y bases. Ahora el plan es recorrer el muy recomendable blog de Teresa Valdés-Solís, madre reciente, científica y divulgadora (entre otras cosas, es colaboradora de Naukas) y pedirle directamente consejo para buscar nuevos experimentos. Mientras tanto seguiremos cocinando, que es una manera fantástica de seguir aprendiendo sobre química y física aplicada al estómago.
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El domingo nos tocó estrenarnos con la botánica.
Pusimos a germinar diferentes tipos de semillas de diferentes maneras y vamos a intentar sacar un par de plantitas nuevas de un dos de hojas de otras.

El microscopio infantil que tenemos es un poco castaña, la verdad. Lo que hemos intentado ver con él ha resultado un pelín frustrante. En cambio el telescopio es bastante bueno y tenía muy buen precio. Vino acompañado de un libro de astronomía para niños (y para mayores, que yo también voy a aprender con Julia) el problema que tenemos para disfrutarlo es el cielo de Madrid, pero todo se andará.

Si sabéis de cuentos o películas infantiles relacionados con el aprendizaje científico, estoy deseando conocer vuestras recomendaciones.

Y por último también quiero hacer otra recomendación para que los niños disfruten con la ciencia: el programa Órbita Laika que está emitiéndose todos los domingos en La 2 de RTVE. No quedan muchos programas de esta primera temporada, pero en RTVE a la carta los tenéis todos.

Si a mi madre no le gusto: ¿a quién le voy a gustar? (ellos lo escuchan todo)

GTRES.

GTRES.

Hay un común denominador en muchos de los testimonios que he leído de personas que han pasado por trastornos de la alimentación y problemas graves de aceptación. Incluso por personas que, sin llegar a tanto, no se acaban de sentir a gusto en su pellejo.

Y ese común denominador son las madres.

Nunca se las culpa directamente, pero sí se sugiere, se insinúa, se comenta de manera más o menos explícita porque cuesta cargar el problema que crees tuyo en alguien a quien amas en que en parte el problema echó raíces por sus comentarios, sus percepciones expresadas en alto de sus propios hijas.

Aquí, en un texto extenso de la muy recomendable Weloversize, tenéis un ejemplo en el que lo cuentan de manera bastante explícita:

También desde muy pequeña recuerdo la obsesión por mi peso alrededor de mí, aunque en realidad nunca estuve gorda. Viendo fotos, era una niña normal, pelín rellenita si acaso, pero de ningún modo gorda. Supongo que mi madre y mis abuelas perseguían sus propios demonios, o por lo menos recuerdo a mi madre haciendo comentarios peyorativos sobre su propio cuerpo, o sobre el cuerpo y el peso de otras mujeres. Creo que esa bola transgeneracional se fue engrosando (nunca mejor dicho) de abuelos a padres a hijos hasta que me explotó a mí en la cara, y de algún modo tuve que expiar este tema para romper así con esa carga en mi estirpe familiar.

Complejos trasladados, heredados y heredables. Si yo, madre, vivo inconforme con mis piernas demasiado flacas, mis cartucheras, mi barriga insistente por muy delgada que esté o mi pecho plano, vigilo a mi hija, pendiente de si ha heredado mis ‘defectos’, que no son tales en realidad, sino las partes que no encajan en un molde absurdo.

Y lo peor es que además lo decimos, incluso de manera hiriente y dirigiéndonos directamente a ellos. No sólo lo decimos las madres, sorprendentemente muchos adultos deciden opinar según les place del físico de los niños. Pero importa especialmente cuando nos lo oyen a nosotras.

La presión ambiental procedente de publicidad y medios de comunicación es enorme, pero me da que tal vez vaya tocando mirar la viga en el propio ojo.

No siempre es puramente aspecto físico: «Mira, ha heredado mi poca gracia al bailar», dicen y se quedan tan a gusto. ¿Cómo no va estar llena de gracia una niña pequeña bailando feliz, independientemente de cómo lo haga?

Bailar libre y sin miedos es uno de los pequeños grandes placeres de la vida, y una legión de adultos no se atreve a hacerlo nunca, o sólo lo hacen a solas en casa o perdidas las inhibiciones al estar borrachos. Ni a cantar, ni a contar chistes, ni a reír a alma abierta.

Ellos lo oyen todo, como dicen bien clarito en la canción del musical ahora llevado al cine Into the woods: «Careful the things you say, children will listen. Careful the things you do, children will see and learn».

Y yo no lo me lo voy a consentir. Os aseguro que me voy a esforzar por ser un buen paragüas para sus complejos, por intentar que crezcan queriéndose. Con mis hijos y con los niños que me toquen, con la esperanza de que el camino sea tal vez menos arduo, tal vez más corto. Lo que tampoco tiene que ver con los cumplidos vacíos y exagerados.

Lo haré porque también hay testimonios de mujeres fuertes y felices, que pisan firme y sereno, recordando que sus madres contribuyeron a ello. Y yo prefiero ser una de ellas, una de esas que dicen «despliega tus alas, mi pequeña mariposa», o «no te preocupes por tu talla».

¿Vosotras?

Mama told me not to waste my life,
She said spread your wings my little butterfly
Don’t let what they say keep you up at night
And they can’t detain you
‘Cause wings are made to fly
And we don’t let nobody bring us down
No matter what you say – it won’t hurt me
Don’t matter if I fall from the sky
These wings are made to fly

Yeah my mama she told me don’t worry about your size
She says, «Boys like a little more booty to hold at night.»

Tampoco es fácil conducir un Ferrari (sobre los niños de altas capacidades)

Hoy no voy a hablar yo, hoy le cedo la palabra a Mamá de Parrulín, mamá de un Ferrari con la que hace tiempo llevo hablando por las redes y a la que le había propuesto hace tiempo que me contara su experiencia criando a un deportivo para compartirla aquí con vosotros.

Creo que a todos nos enriquece, que siempre merece la pena caminar en cuantos más tipos de zapatos ajenos mejor. Conocer otras circunstancias sin entrar a valorar si son preferibles o no a las nuestras.

Mi propuesta vino después de un texto semejante a este:

Querida Madre reciente, como madre de un niño que también tiene necesidades especiales me he puesto muchas veces en tu piel, te sigo desde hace años y quería compartir contigo el otro lado de la balanza, el de las Altas Capacidades. Son niños que necesitan una educación diferente, sus padres nos vemos indefensos y perdidos ante las trabas académicas y burocráticas.

Desde el principio mi hijo destacaba de forma especial, a pesar de mi insistencia chocaba ante la indiferencia de sus profesores y de la orientadora de estudios. Le hicimos una valoración privada y su coeficiente intelectual resultó ser de 143, muy altas capacidades. Ya lo sabíamos, pero… ¿eso es mucho, es lo normal, de qué estamos hablando? Estamos hablando que en diez años de experiencia sólo he visto dos casos como tu hijo, me dijo la psicóloga.

Tu hijo es un Ferrari, tener un Ferrari es una gozada, pero no se conduce de forma normal, sólo tienes que aprender a conducirlo de otra manera. Tiene que correr de vez en cuando, tienes que encontrar las pistas donde poder apretar el acelerador. No puedes circular sólo por ciudad, siempre a 50, tienes que darle pista!

El problema es cuando no hay pista para que pueda correr, cuando le toca transitar caminos de cabras. Por ahí no es capaz de sacar partido a un Ferrari ni Fernando Alonso.

Os dejo parte del post de Mamá de Parrulín en el que lo explica y os recomiendo que lo leáis entero en su blog .

Un niño de seis años con unas capacidades tan altas no tiene ningún tipo de ayuda, ni de la Comunidad, ni del Ministerio, ni del colegio, ni del orientador de estudios, ni de la tutora… ¿Por qué las denominadas “plazas de educación especial” no incluyen a los niños de altas capacidades? Porque un niño “superdotado” no necesita ayuda, según el Ministerio de Educación. La única ayuda que proporcionan son unas clases de matemáticas que no le hacen ninguna falta los sábados por la mañana, aunque el curso pasado ya me dijeron que no entraría (si entra) hasta el 2016. Hoy, once meses después de enviar el informe, le hacen por fin unas pruebas los psicólogos de la Comunidad de Madrid.

El niño se aburre en clase, le genera una enorme frustración tener que sumar dos flores más tres flores, día tras día. De momento no tiene problemas de comportamiento pero lo habitual es que estos niños se porten mal en clase, por aburrimiento, por llamar la atención, por frustración, por falta de interés, de motivación… y que termine en fracaso escolar. El porcentaje de niños y adolescente con altas capacidades que abandonan los estudios es abrumador.

Los niños de altas capacidades tienen el derecho LEGAL a una adaptación curricular pero eso dependerá del profesor de turno, porque es algo que no está definido, ni se hace un seguimiento, ni una inspección, ni nada. En nuestro caso el niño TIENE que sumar flores, porque su cuaderno debe de estar hecho para demostrar ante el Ministerio que SABE sumar flores pero, como terminará antes, en el tiempo que le sobre la profesora me ha ofrecido que podrá hacer algo que le guste mucho y YO prepare para que esa sea su motivación para terminar las tareas. Esa es la adaptación curricular ofrecida por el colegio. En estos momentos su motivación para terminar pronto las tareas es que después le dejan leer un libro sobre Gengis Kan, libros que por cierto también tiene que llevar de casa.

Mi hijo tiene un coeficiente intelectual de más de 140, lo que entra en la categoría de Genio siempre y cuando realice alguna acción en beneficio de la humanidad. ¿No deberíamos ayudar a estos niños? ¿Nos estaremos perdiendo un brillante futuro por falta de ayudas? ¿Se convertirá en un gran científico que descubra algo importante o será un adolescente frustrado que abandone los estudios por falta de motivación? No lo sabemos todavía, como padres pondremos todo de nuestra parte, el colegio, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Educación NO. Porque un niño de altas capacidades no necesita ayuda, o eso dicen.

Cuando la tecnología ayuda a trabajar el suelo pélvico

Nos dan mucho por saco a las mujeres con el suelo pélvico. Y a muchas mujeres les da mucho por saco el suelo pélvico.

Nos dan mucho por saco sobre todo cuando nos adentramos en la maternidad. No hay curso de preparación al parto en el que no recomienden realizar los ejercicios de Kegel, consistentes en contraer los músculos de la vagina, para conservar nuestro suelo pélvico. Con frecuencia las matronas comprueban el estado en el que se ha quedado el suelo pélvico tras el parto. Los manuales que recogen la maternidad y el puerperio (esa etapa tan poco glamourosa y demasiado obviada que se da justo tras tener al niño) suelen hablar del suelo pélvico y de Kegel.

Y a muchas mujeres les da mucho por saco porque por culpa de no tenerlo bien tienen pérdidas de orina, relaciones sexuales menos placenteras, peores menopausias y menstruaciones…

¿Qué es el suelo pélvico? El conjunto de músculos y ligamentos que cierran el suelo del abdomen manteniendo la vejiga en su sitio y la vagina con buen tono.

¿Quién era el famoso Kegel? El Doctor Arnold Kegel fue un ginecólogo nacido el siglo XIX que en la década de los 40 inventó el perineómetro, con el que se mide la presión del aire vaginal, y además desarrolló estos ejercicios de fortalecimiento de los músculos pélvicos con los que se mejora la incontinencia urinaria, sobre todo tras el parto, pueden facilitar el parto y mejoran las relaciones sexuales.

¿Qué músculos son los que hay que apretar?. La mejor manera de identificarlos es probar a detener la orina. Esos son. Pero lo de ir cortando el pis no es bueno y no conviene hacerlo con frecuencia, es importante recalcarlo.

Seamos sinceras, por muy bueno que sea ¿muy pocas nos acordamos de andar haciendo gimnasia vaginal mientras estamos sentadas en el trabajo, por la noche en el sofá viendo la tele o conduciendo. “Es algo muy discreto, nadie lo va a notar”, nos dicen a menudo para animarnos a hacerlo. Pero es que el problema no es ese. La cosa es que no te acuerdas o andas un poco perdida con la duración o series (por ponernos en plan clase de gimnasia) que hay que hacer.

Por cierto, que con conos vaginales o bolas chinas también se pueden trabajar de manera más efectiva. Y no, la cosa no va tampoco de salir de casa con los chismes puestos. Con cinco minutillos de ejercicio antes de acostarse vale.

Hace poco me enviaron el siguiente paso evolutivo a los conos o las bolas: un cacharro de la marca sueca Intimima llamado KegelSmart (lo describen como el primer ejercitador inteligente del suelo pélvico) la mar de ergonómico que tiene programada una secuencia de vibraciones para poder trabajarlo de manera más efectiva. Cuando notas la vibración, aprietas.

KegelSmart utiliza una tecnología de sensores táctiles para reconocer la fuerza del suelo pélvico. De este modo, adecúa al estado de cada mujer una rutina Kegel personalizada, permitiendo controlar el progreso en todo momento ya que KegelSmart selecciona automáticamente el nivel de ejercicio adecuado a cada mujer entre 5 niveles, basándose en su fuerza de contracción y resistencia en la última sesión de entrenamiento y guiándola con suaves vibraciones en los momentos de contraer y relajar su musculatura pélvica. Desde Intimina creemos que KegelSmart podría ser la respuesta óptima para muchas españolas que sufren diversos problemas de la musculatura pélvica, como podrían ser las pérdidas de orina que afectan a 1 de cada 4 mujeres en nuestro país. Lo primero que pensé al verlo es que me estaban enviando un vibrador solo un poco tuneado para poder venderlo más y mejor. Me equivocaba, es tan suave y ergonómico que no es precisamente ideal como juguete sexual. Apenas notas tenerlo dentro.

La idea es comenzar usándolo a diario cinco minutos, el mismo chisme va subiendo la intensidad gradualmente. Luego con unas tres veces semanales es bastante.

No es barato. Lo venden en farmacias y parafarmacias por 79 euros, pero su uso puede estar justificado si realmente es más efectivo que apretar sin nada, si te enseña a hacerlo mejor y se te ayuda a que no se te olvide.

Tras probarlo tengo claro que sí que te enseña, creo que sí que puede ayudarte a que no se te olvide. Y respecto a la primera cuestión, si es realmente más efectivo que no usar nada, he acudido a una profesional: Ana Belén Carmona, psicóloga y sexóloga que, entre otros sitios, ejerce en Lasexología.com

Lo que se ha demostrado verdaderamente eficaz para la tonificación genital es la realización de los ejercicios de Kegel (contracción-relajación voluntaria y sistemática del músculo Pubococcígeo). Como sabes, desde su descubrimiento hace ya bastante tiempo (años 40 del siglo pasado), estos ejercicios son reconocidos por sus propiedades para la tonificación de la musculatura del suelo pélvico. Pero los ejercicios de kegel se pueden realizar sin bolas chinas ni conos ni juguetes. No hay estudios ni evidencias claras que indiquen que la realización de los kegel simultáneamente al uso de bolas chinas u otros juguetes resulten más eficaces para el fortalecimiento del suelo pélvico que la realización de dichos ejercicios sin bolas chinas, ni conos ni juguetes. Por mi experiencia recomendando estos ejercicios con carácter terapéutico, he observado que uno de los aspectos claves para conseguir resultados es la motivación para realizarlos. Cuanto más sistemáticamente se realizan, mayores son sus resultados. Y en este sentido, para muchas mujeres el uso de bolas u otros juguetes, puede ser un facilitador, un elemento motivante, algo que les ayude a recordar que tienen que realizarlos, etc. Pero en sí, lo importante es realizarlos correctamente, y de forma periódica. Del mismo modo, las bolas chinas o juguetes no siempre son una opción, pues hay mujeres que no pueden o no quieren usarlas.

Según he visto el KegelSmart lo que hace es emitir una serie de vibraciones que indican a la mujer cuando hay que contraer y cuando relajar la musculatura. Al igual que en el caso de las bolas chinas, este juguete puede ser un elemento facilitador, aunque más sofisticado (y caro), pero lo efectivo es el ejercicio voluntario de contracción y relajación del músculo pubococcigeo, y esto se puede realizar con o sin juguetes o artilugios.

En resumidas cuentas, el uso de juguetes para la realización de los ejercicios de Kegel pueden ser un complemento beneficioso para muchas mujeres pues pueden ser un elemento motivador y facilitador, pero estos ejercicios se pueden realizar por si solos con la misma eficacia. Lo verdaderamente importante es la constancia.

Y para acabar, como estoy intuyendo las risitas típicas de clase de educación sexual en el instituto, que nadie se líe pensando que este chisme es un vibrador o dildo. No está concebido como juguete sexual, igual que un tampón tampoco lo está. De hecho por su forma y el material del que está hecho apenas notas tener algo dentro.

Pero como bien explica Ana Belén Carmona, puede mejorar las relaciones sexuales.

La realización de los ejercicios de Kegel, por si mismos, no suele resultar estimulante a nivel erótico. Pero sin embargo, su ejercicio sistemático puede favorecer la toma de consciencia de la zona genital, mejorar la propiocepción y el autoconocimento, e intensificar las sensaciones genitales de la mujer durante la excitación y el orgasmo.

La moraleja está clara: hay que trabajar el suelo pélvico sí o sí, ya sea con cacharros como el KegelSmart o a pelo. Y no sólo por ahorrarnos en el futuro las Tena Lady.
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Colecho, porteo, parto natural, lactancia… menos guerras y más sentido común

lactanciaLactancia, colecho, porteo y parto natural creo que siempre han sido los temas más polémicos en mi blog. Los tres primeros los he practicado, el cuarto no. Y contando mis experiencias y mi postura han generado numerosos comentarios, posturas enfrentadas, susceptibilidades heridas… por mucho que para mí defender la lactancia, por ejemplo, no suponga en ningún caso atacar a las madres que no han dado el pecho ni sentirme mejor que ellas.

No debería ser así. No debería haber guerras o prejuicios basados en las distintas formas de afrontar la crianza de nuestros hijos. Flexibilidad y sentido común deberían ser nuestras banderas. Esas y no juzgar alegremente a los demás.

Sabiendo que no hay dos personas iguales en este mundo, es fácil deducir que tampoco hay dos madres o dos niños iguales y por tanto hay millones de maneras de criar, todas correctas cuando se hacen desde el amor y el respeto y ninguna libre de errores.

Pero parece que tendemos con demasiada frecuencia a convertirnos en tribus enfrentadas, a cansar al de enfrente con nuestra insistencia, a etiquetar sin conocer y sin necesidad, a tener un pellejo demasiado sensible y sentirnos heridos o atacados antes de tiempo.

Por eso me ha gustado este vídeo, que ha llevado al humor extremo esos sectarismos absurdos y que deja claro que al final, en lo importante, estamos todos de acuerdo.

Nuestros niños son lo más importante.