Si a mi madre no le gusto: ¿a quién le voy a gustar? (ellos lo escuchan todo)

GTRES.

GTRES.

Hay un común denominador en muchos de los testimonios que he leído de personas que han pasado por trastornos de la alimentación y problemas graves de aceptación. Incluso por personas que, sin llegar a tanto, no se acaban de sentir a gusto en su pellejo.

Y ese común denominador son las madres.

Nunca se las culpa directamente, pero sí se sugiere, se insinúa, se comenta de manera más o menos explícita porque cuesta cargar el problema que crees tuyo en alguien a quien amas en que en parte el problema echó raíces por sus comentarios, sus percepciones expresadas en alto de sus propios hijas.

Aquí, en un texto extenso de la muy recomendable Weloversize, tenéis un ejemplo en el que lo cuentan de manera bastante explícita:

También desde muy pequeña recuerdo la obsesión por mi peso alrededor de mí, aunque en realidad nunca estuve gorda. Viendo fotos, era una niña normal, pelín rellenita si acaso, pero de ningún modo gorda. Supongo que mi madre y mis abuelas perseguían sus propios demonios, o por lo menos recuerdo a mi madre haciendo comentarios peyorativos sobre su propio cuerpo, o sobre el cuerpo y el peso de otras mujeres. Creo que esa bola transgeneracional se fue engrosando (nunca mejor dicho) de abuelos a padres a hijos hasta que me explotó a mí en la cara, y de algún modo tuve que expiar este tema para romper así con esa carga en mi estirpe familiar.

Complejos trasladados, heredados y heredables. Si yo, madre, vivo inconforme con mis piernas demasiado flacas, mis cartucheras, mi barriga insistente por muy delgada que esté o mi pecho plano, vigilo a mi hija, pendiente de si ha heredado mis ‘defectos’, que no son tales en realidad, sino las partes que no encajan en un molde absurdo.

Y lo peor es que además lo decimos, incluso de manera hiriente y dirigiéndonos directamente a ellos. No sólo lo decimos las madres, sorprendentemente muchos adultos deciden opinar según les place del físico de los niños. Pero importa especialmente cuando nos lo oyen a nosotras.

La presión ambiental procedente de publicidad y medios de comunicación es enorme, pero me da que tal vez vaya tocando mirar la viga en el propio ojo.

No siempre es puramente aspecto físico: «Mira, ha heredado mi poca gracia al bailar», dicen y se quedan tan a gusto. ¿Cómo no va estar llena de gracia una niña pequeña bailando feliz, independientemente de cómo lo haga?

Bailar libre y sin miedos es uno de los pequeños grandes placeres de la vida, y una legión de adultos no se atreve a hacerlo nunca, o sólo lo hacen a solas en casa o perdidas las inhibiciones al estar borrachos. Ni a cantar, ni a contar chistes, ni a reír a alma abierta.

Ellos lo oyen todo, como dicen bien clarito en la canción del musical ahora llevado al cine Into the woods: «Careful the things you say, children will listen. Careful the things you do, children will see and learn».

Y yo no lo me lo voy a consentir. Os aseguro que me voy a esforzar por ser un buen paragüas para sus complejos, por intentar que crezcan queriéndose. Con mis hijos y con los niños que me toquen, con la esperanza de que el camino sea tal vez menos arduo, tal vez más corto. Lo que tampoco tiene que ver con los cumplidos vacíos y exagerados.

Lo haré porque también hay testimonios de mujeres fuertes y felices, que pisan firme y sereno, recordando que sus madres contribuyeron a ello. Y yo prefiero ser una de ellas, una de esas que dicen «despliega tus alas, mi pequeña mariposa», o «no te preocupes por tu talla».

¿Vosotras?

Mama told me not to waste my life,
She said spread your wings my little butterfly
Don’t let what they say keep you up at night
And they can’t detain you
‘Cause wings are made to fly
And we don’t let nobody bring us down
No matter what you say – it won’t hurt me
Don’t matter if I fall from the sky
These wings are made to fly

Yeah my mama she told me don’t worry about your size
She says, «Boys like a little more booty to hold at night.»

13 comentarios

  1. Dice ser lolaza

    Un razonamiento muy correcto y profundo. Es cierto que las crías, y críos, se muestran más permeables a esa información casi indirecta que a las enseñanzas intencionadas. A mis hijas las intento convencer de que sean sus mejores amigas, de que se quieran, de que no sean implacables con ellas mismas. Les comento que si no son duras y crueles con sus amigas por qué serlos con ellas mismas y que si hay un problema, como el acné ahora, lo que hay que hacer es solucionarlo y no hacerse daño.
    Un abrazo

    05 febrero 2015 | 09:05

  2. Dice ser conchin

    Yo fui madre por primera vez a los 26 recién cumplidos. Aunque leí montones de revistas como ser Padres, seguro que metí la pata muchas veces. Tendríamos que ser perfectas para transmitir solo cosas positivas. Como madre, mujer,hija tenemos que controlar nuestras palabras, pero en ningún caso autoflagelarse. Cuando surja un problema buscar ayuda y hacerle frente. Tengo 3 hijos y cada uno es de una manera y yo soy la misma.

    05 febrero 2015 | 10:04

  3. Dice ser Martina Sinmas

    Hola,

    Completamente de acuerdo, en mi caso particular no fue mi madre, fue mi padre y sus comentarios absurdos en una edad vulnerable. En plena adolescencia, terminaron hundiéndome y necesité ayuda profesional. Es vital controlar lo que decimos y como lo decimos, también con los adultos. Tú no sabes por lo que está pasando la mayoría de las personas con las que interactuas y una simple broma puede hacer mucho daño.

    Buen día!

    http://martinaysucajadezapatos.blogspot.com.es

    05 febrero 2015 | 10:09

  4. Dice ser marian

    Yo siempre fui muy muy delgadurria, hace treinta o cuarenta años eso no estaba de moda, no encontraba ni ropa, mis primos me llamaban ursulina o birrián y aunque comía de escándalo mi madre y sobre todo mi abuela se empañaban en atiborrarme a bombas calóricas que no causaban ningún efecto. Sinceramente creo que en mi barrio llegaron a pensar que era anoréxica.
    Cuarenta años después peso 57 kilos creo que está bastante bien para mi edad y estatura y sobre todo después de estar años y años acomplejada con solo 45 kilos; pues hoy es el día en que mi madre me dice que tengo que adelgazar que he engordado y a mi pobre crío que tiene diez años y es super delgado (30 kilos y 1,53 cms) que tiene que comer más (come como una lima). ¡Qué aburrimiento de verdad!.
    El único, el pediatra que siempre (delante de mi madre) le dice a mi hijo que lo suyo es una grandísima ventaja.

    05 febrero 2015 | 10:41

  5. Dice ser Candela

    El problema es cuando se sale al mundo y te rodea gente que no es tu familia o seres queridos, esos que te han protegido, te han hecho quererte y no verte nada mal, que te crees guapo, gracioso, y sales y alguien comenta o uno mismo se compara y se da cuenta que no es la perfección que en casa le dijeron, que los hay más guapos, más esbeltos, con arte y gracia para bailar, cantar o contar chistes. Eso puede ser también un choque grande y se puede uno sentir engañado. No pasa nada por saber que no se es el mejor, que se es uno más con defectos y virtudes, como el resto de las personas. Creo que lo importante es saber conocer esos defectos y esas virtudes que absolutamente todo el mundo tenemos y saber hacer autocrítica y saber reírse de uno mismo. No olvidéis que detrás del peso está también la salud, no sólo la estética. Lo demás, qué más da no bailar como una pirindola o no tener gracia para contar chistes, eso no acompleja a nadie a no ser que tus padres sean los protagonistas de Fama o tu abuelo Chiquito de la Calzada y te lo exijan.Para todos los padres sus hijos son maravillos en miles de cosas que, posiblemente, los demás no vean. Es muy bueno también saber lo que no se nos da bien cuando uno ya tiene edad de comprenderlo.
    Saludos.

    05 febrero 2015 | 10:43

  6. Dice ser Almudena Fer

    Creo que los trastornos de alimentación tienen mucho más detrás que sólo lo que te pueda decir tu madre o la presión sobre el peso. Ese puede ser el desencadenante pero tiene mucho más trasfondo. Conozco dos caso cercanos, y en ambos hay muchas más cosas que solo la insistencia en el peso. De hecho en uno de ellos no creo que sus padres le dijeran nada sobre el peso, eran de los que pensaban todavía que estaba mejor gordiata. Pero lo que si le trasmitieron toda su infancia es que no había sido una niña deseada, fue la última de tres hermanas que vino por sorpresa cuando ya eran mayores, y que sin ella hubieran estado mucho mejor. No les juzgo, ya que su situación era difícil y estoy segura que no sabían el daño que hacían
    . Pero lo que tengo claro es que es muy importante lo que decimos y lo que trasmitimos a nuestros hijos, aunque no veamos los efectos directos. Nunca lo había pensado, pero soy incapaz de bailar libre sin miedos, casi ni estando sola, y efectivamente, siempre escuché la poca gracia que tenía. Aunque es muy difícil. Yo misma estoy más pendiente del peso de mi hija de lo que debiera, porque le veo la tendencia a engordar. Y el niño es «tan patoso como sus padres», y lo sabe de sobra. Pero hay que esforzarse e intentarlo. Sin flagelarse, tampoco, porque se nos escapará más de una vez

    05 febrero 2015 | 11:04

  7. Dice ser EA

    ¿Solamente las madres son el denominador común en esos casos? ¿Los padres no? A nosotras nos toca siempre el doble de responsabilidad en todo lo malo…

    05 febrero 2015 | 11:29

  8. Dice ser Marta

    Totalmente de acuerdo con que los niños lo perciben absolutamente todo con una agudeza sorprendente. Los padres también cargan con parte de la responsabilidad, concretamente a las niñas nos enseñan «cómo espera un hombre que sea una mujer», y eso evidentemente nos marca. Pero si eres mujer tu madre es el primer (y durante muchos años casi único) modelo en el que te espejas. Educar es sobretodo educar en los valores de una cultura determinada, introducir al niño o niña en las prácticas culturales que nos rodean. A través de nuestra madre aprendemos «cómo debe ser una mujer», y a través de nuestros padres aprendemos «cómo deben ser las relaciones de pareja». Desde luego no es el único modelo que tenemos, pero sí el más potente, el que más nos marca. También hay otro factor, totalmente cultural, y es que habitualmente existe mayor presión y descontento con el propio cuerpo entre las mujeres que entre los hombres, así que es más probable que nuestro padre tenga mejor relación con su cuerpo, y que eso lo perciban los hijos. Por tanto, en relación al título de este post, yo añadiría «y si mi madre no se gusta a sí misma, cómo voy a aprender a gustarme yo a mí misma» 🙂
    Soy la autora del texto de WeLoverSize, y estoy completamente de acuerdo con Almudena Fer (de hecho, en mi escrito lo explico más extensamente): en el riesgo de desarrollar un TCA, la relación de nuestros padres con sus propios cuerpos es sólo una pieza más del puzzle, si bien es cierto que muchos de los demás factores también tienen que ver con nuestras relaciones familiares, como la construcción de la autoestima, la seguridad en una misma, etc. En mi caso, mi madre es una persona exageradamente exigente de la que aprendí justamente eso, a exigirme demasiado a mí misma, cosa que me llevó a la búsqueda de la «perfección».
    Ser padres acarrea mucha responsabilidad, sí, pero me parece que lo más importante es hacerlo todo desde el amor. Así, nunca puede salir mal. No quiere decir que nuestros hijos no vayan a tener que luchar sus propias batallas en la vida, pero si les hemos educado desde el amor, las van a ganar!

    05 febrero 2015 | 12:16

  9. Dice ser Almudena Fer

    Si, Marta, «en el riesgo de desarrollar un TCA, la relación de nuestros padres con sus propios cuerpos es sólo una pieza más del puzzle, si bien es cierto que muchos de los demás factores también tienen que ver con nuestras relaciones familiares, como la construcción de la autoestima, la seguridad en una misma, etc»
    Exactamente eso quería decir. Gracias por explicarlo tan bien.

    05 febrero 2015 | 12:31

  10. Dice ser Mama de parrulin

    Qué curioso, aunque nunca haría un comentario a mi hija despectivo del tipo «Qué gorda estás!», sí me quejo de mi misma, y nunca se me había ocurrido que pudiera afectarla. Y al niño le digo muchas veces «Hijo, qué pena, has sacado el oído de tu madre», en casa cantamos el cumpleaños feliz y sólo lo reconoces por la letra!

    Yo también padecí anorexia, o jugué mucho tiempo en la delgada línea, pero no le echaría la culpa a mi madre a pesar de la mala imagen que tenía ella de sí misma.
    Creo que el motivo era que en plena adolescencia complicada, se te juntan un montón de problemas y el tema de la comida era el único sobre el que yo podía (o creía) mantener el control mientras que los demás se me escapaban.

    05 febrero 2015 | 14:40

  11. Estoy con Marta y con Almudena. Creo de hecho que Marta es la que ha dado en el clavo (yo también sufrí transtornos alimenticios en la adolescencia) y tiene mucho más que ver con el autocontrol y el perfeccionismo que conque tu abuela te pueda decir que bailas con más o con menos gracia. Yo era un «pato mareao» y lo tenía asumido, no me importaba lo más mínimo que me lo dijeran porque tenía muy claro que mis «dones» eran otros…

    05 febrero 2015 | 17:57

  12. Dice ser Daniel

    ¿que tipo de «madre» hace estas cosas?
    -reirse de la pena de un hijo
    -ridiculizar a un hijo ante las visitas
    -no defender a un hijo cuando las visitas o familiares se burlan de él
    -hacerse la víctima
    -manifestar abiertamente que hubiera sido mejor enviarme a un hogar de menores
    -mostrar molestia e intolerancia cuando hijo quiere contar algo que le sucedio
    -hacerle desprecios al hijo cuando está enfermo.

    Mi hermana es capaz de darle la mano y decirle que la quiere porque si bien ella recibió agresiones físicas
    nunca se le reprimió sicológicamente, mi madre me ve con desprecio hasta por cosas tan estúpidas como mover los brazos al caminar o el sentarse normalmente a la mesa
    ¿se puede dejar de odiar por tal daño?

    06 febrero 2015 | 05:36

  13. Dice ser Tia de SobrinoS

    Tema interesante y comentarios tambien.

    La verdad queda poco que añadir. El tema enlaza con lo importante que es ayudar al niño a construir su autoestima. Bueno yo creo que venimos con bastante autoestima de serie, lo que es importante es no destruirla.

    Por supuesto que en algun momento se dara cuenta de que no es gracioso, o de que esta gordito o flaco o le pondran gafas o suspendera algun examen o nunca le elegiran para el equipo de futbol pero habra aprendido que no por eso es ni mejor ni peor, que simplemente lo que lo hace bueno es el hecho de ser persona. Y esto enlaza con que quiza no tendra esa necesidad de buscar la perfeccion y autocontrol maximos porque sabra que ya es «perfecto», aun habiendo aprendido que no es el mejor quiza en nada, y que no necesita autocontrolarse continuamente para demostrarselo a si mismo.

    06 febrero 2015 | 13:38

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