Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La guerra contra las mujeres del Congo: Jeannette Mabango

“Me casé a los 15 años. Mi marido era mayor que yo. Tuvimos tres hijos. Y cuando comenzó la guerra nos fuimos del pueblo porque teníamos miedo”, arranca su relato Jeannette Mabango Mapendo, que tiene la mirada cansada, ausente por momentos, seguramente porque hace apenas unos días que abandonó el hospital en el que estuvo internada como consecuencia de un rebrote de malaria.

“Después de la guerra volvimos al pueblo, Nyamungo, y tuvimos otro hijo”, continúa. “Recuerdo que era domingo por la noche y que mi marido se encontraba ya en la cama cuando golpearon la puerta. Como pensé que se trataba de sus amigos, me acerqué y les dije que estaba durmiendo, pero los golpes continuaron”.

Cuando le explicó a su marido lo que sucedía, éste se escondió debajo de la cama y le dijo que no abriera. Poco tiempo después escucharon que derribaban la puerta. “Ocho hombres, con las caras cubiertas, entraron a nuestra casa”, revive Jeannette, que tiene 31 años.

“Sacaron a mi marido de debajo de la cama y le dijeron que si no les daba cien dólares nos iban a matar. Mi marido les explicó que eso es mucho dinero, que no lo gana trabajando en meses. Pero los hombres insistieron”.

“Uno de ellos le preguntó quién era yo. Y él les dijo que su mujer. Pero el hombre le dijo que yo parecía su hija. Después, ese hombre me violó allí, delante de mi marido, delante de todos”.

“Mi marido discutió con ellos, les dijo que se llevaran lo que quisieran. Hubo una pelea. Le pegaron un disparo en el pecho. El segundo hombre que me estaba violando me dijo que no llorara, que me quedara en silencio, pero yo no lo pude evitar. Entonces se levantó y me disparó en las piernas”.

Después del horror

Lo siguiente que recuerda es que se despertó en un hospital de Bukavu. Había perdido una de las piernas. Le preguntó al doctor por sus cuatro hijos, que también habían estado en la casa aquella terrible noche. El médico organizó para que los fueran a buscar al pueblo.

“Mis hijos vinieron conmigo. Y el doctor me dio el dinero para alquilar una habitación en el barrio de Kadutu. Me daba miedo volver al pueblo. Además, sabía que la gente me iban a mirar mal después de lo que había pasado”.

“De esto hace tres años. Estos hombres no sólo me violaron, me dejaron sin una pierna, sino que me sacaron a mi marido, que era mi sustento y el de mis hijos. Ahora mendigo en el mercado, hago lo que puedo para sacar adelante a los niños, pero no es fácil, me cuesta caminar y no tengo a nadie que me ayude”, termina Jeannette.

Mientras la sigo por el barrio de chabolas, entre casas de chapa y hordas de niños que corren de un lado a otro, luchando contra una escarpada fisonomía tapizada de lodo y basura, me pregunto si esa mirada que tiene vacía, lánguida, más que consecuencia de la malaria lo es del horror que ha vivido.