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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Veinte años del genocidio de Ruanda: sin noticias de la prensa extranjera (6)

Hasta ahora hemos repasado la sucesión de errores, connivencias, dilaciones e ineptitudes, desde EEUU pasando por Francia y la ONU, que permitieron el genocidio de Ruanda. A esta lista podríamos sumar una circunstancia que no se suele mencionar: la ausencia casi absoluta de periodistas extranjeros.

El personaje de Joaquim Phoenix en Hotel Ruanda se inspira en el cámara británico Nick Hughes, que grabó algunas de las pocas imágenes del genocidio.

El personaje de Joaquim Phoenix en Hotel Ruanda se inspira en el cámara británico Nick Hughes, que grabó algunas de las pocas imágenes del genocidio.

No sería desacertado suponer que, de haber mostrado las cadenas internacionales y los periódicos imágenes de las matanzas, los radicales hutus no hubiesen actuado con tanta impunidad y el mundo no habría tardado tanto en reaccionar. Sin embargo, la prensa no llegó a tiempo y en esa época no existían teléfonos con cámaras de fotos e Internet estaba en sus albores, por lo que casi no hay imágenes del genocidio.

La mayor matanza de personas de las últimas décadas apenas tiene elementos gráficos que den testimonio de su horror. Carece de una imagen distintiva como sí la tuvieron Plaza Tiananmen, la ofensiva del Tet, la hambruna de Etiopía o el fracaso de Estados Unidos en Somalia.

Salvar a los extranjeros

En el momento en que es derribado el avión del presidente Juvénal Habyarimana, que provocó que en cuestión de pocas horas los radicales hutus anegaran la capital de barreras en las calles para exterminar a los tutsis, solo había dos periodistas en toda Ruanda: Katrina van der Schoot, reportera freelance para radio Bélgica, y Lindsay Hilsum, que trabajaba para UNICEF pero colaboraba con la BBC, The Guardian y The Observer.

Días más tarde llegaron cronistas de grandes medios, más que para hablar de la violencia, para cubrir la salida masiva de extranjeros. Uno de ellos fue Mark Doyle, reportero de la BBC con base en Nairobi. Uno de los escasos reporteros que pasó en Ruanda la mayor parte del genocidio. Entró primero al país por el norte, junto a las tropas rebeldes de Paul Kagame, pero luego, al descubrir que no podía seguir avanzando hacia Kigale, se trasladó a Entebbe, Uganda.

En este aeropuerto consiguió que un avión del Programa Mundial de Alimentos que iba a repatriar extranjeros lo llevara junto a otros periodistas a la capital de Ruanda. Según cuenta el propio Doyle, Romeo Dallaire, el general al mando de las fuerzas de la ONU, no se mostró muy contento al verlos llegar. Muchos periodistas se quedaron en el aeropuerto, que el 9 de abril había sido tomado por comandos franceses para garantizar la repatriación. Desde allí acompañaban a las tropas extranjeras en las incursiones para rescatar a sus nacionales.

Comprender la situación

Las imágenes de aquellas incursiones son desgarradoras, pues los tutsis suplicaban por sus vidas, pero solo los blancos eran sacados de allí. Lo terrible es que el día 10 de abril había más de 1.500 soldados de EEUU, Francia y Bélgica en Kigale, pero solo para rescatar a los extranjeros. De haber recibido las órdenes correctas, podrían haber cambiado el curso de los acontecimientos con facilidad.

Periódicos como The New York Times o el Washington Post publicaron crónicas diarias en aquellos momentos, pero lo hicieron en las páginas interiores, y muchas veces con fotos antiguas o sin contexto que reforzaron el mito de un enfrentamiento tribal. Las noticias de África estaban centradas en las históricas elecciones de Sudáfrica, que llevarían a Nelson Mandela al poder.

Una vez que los extranjeros – curas, diplomáticos, cooperantes – fueron repatriados, la mayoría de los reporteros se fueron con ellos. La historia en Ruanda, al menos desde lo que creían que sus públicos querían saber sobre aquel conflicto en un país perdido en el corazón de África, había terminado.

Mark Doyle permaneció. La lectura de sus crónicas muestra cómo empieza a comprender gradualmente la situación. Va dejando de hablar de la guerra para centrarse en el asesinato masivo de civiles hasta que el día 29 de abril se anima a usar la palabra clave, genocidio, en parte gracias al amparo de un informe de Oxfam.

Uno de los problemas que sufrió Doyle en su trabajo fue que la redacción en Londres seguía anclada en la teoría de que eran matanzas surgidas del caos y perpetradas de igual manera por ambos bandos. Quizás se deba a los clichés sobre África, pero les costaba aceptar que aquello fuera un exterminio metódico y organizado de seres humanos.

Un cámara escondido

Otro reportero de excepción que estuvo durante el genocidio fue el cámara freelance Nick Hughes, que terminaría por testificar como testigo en la Corte Penal Internacional para Ruanda. Las imágenes que Hughes grabó el día 18 de abril se convirtieron en el documento por antonomasia sobre el genocidio.

Las grabó escondido en lo alto de una escuela francesa en Kigale. Para no ser descubierto enfocó la cámara a través del tubo de un lanzagranadas que le dejó un soldado belga.

En las imágenes se ve a una mujer al costado de una carretera polvorienta, rodeada de cadáveres. Aturdida, levanta los brazos y suplica uniendo las manos. Pasan varios minutos. Los asesinos interhamwe van y vienen con sus machetes. Parecen no verla. Hasta que un par de ellos se detienen, la asestan varios golpes mortales, y siguen caminando de forma casual.

El personaje del periodista que interpreta Joaquim Phoenix en «Hotel Ruanda» se basa en Hughes. De hecho, hay un momento en el que Phoenix realiza una grabación similar. Hughes volvió a Ruanda en 2008 para la grabación del documental «Iseta, detrás del puesto de control», en el que se encuentra con la familia de la mujer cuyo asesinato grabó en 1994.

Todos a Zaire

Cuando Francia lanza la Operación Turquesa, es entonces que los periodistas llegan en masa. Se instalan servicios satelitales para que las cadenas internacionales puedan transmitir en directo. La paradoja es que en ese momento la noticia ya no es el genocidio sino el hacinamiento de los refugiados hutus en la vecina Zaire, donde mueren por millares a causa del cólera.

4 comentarios

  1. Dice ser manuel

    ¡Qué importante es la labor de los periodistas!. Muy buenos artículos, Hernán. Desgraciadamente la mayoría de nosotros sabemos muy poco de lo que pasa en Uganda o en cualquier otro país de África. Es muy frustrante.

    05 abril 2014 | 12:37

  2. Dice ser Hernán ZIn

    Saludos! HZ

    05 abril 2014 | 12:54

  3. «Cautivo y desarmado el más inocente recuerdo del estado social, la crisis ha terminado. Este podría ser el parte final de esta última fase de unas hostilidades iniciadas oficialmente en septiembre de 2008, tras la voladura de ese “Maine” simbólico que fue la quiebra de Lehman Brothers. Hoy todos se llenan la boca con la consolidada recuperación de la economía, con los buenos resultados de los índices bursátiles y las previsiones macroeconómicas para 2014, aunque todos admitan también que el crecimiento será insuficiente para generar empleo, que la desigualdad y la pobreza son ya el nuevo fantasma que recorre Europa y que la reactivación es tan tímida que amenaza con agotarse al menor catarro de los Brics, o ante la más ligera recaída reumática de Alemania o Francia. Puede que por ello, previsor como pocos, Mariano Rajoy haya optado por cerrar 2013 con la adquisición de camiones con cañones de agua, no vaya a ser que las endebles perspectivas de optimismo obliguen a aplacar imprevistos focos de resistencia.

    En cualquier caso, lo que esta superación de la crisis, legitimada por los editoriales del grupo Prisa, pone definitivamente de manifiesto es la superación de las teorías leninistas que consideraban el imperialismo como la fase superior del capitalismo. Hoy sabemos que el contradictorio desarrollo de las relaciones de producción y las fuerzas productivas que diría la vieja terminología marxista hoy en recuperación, no ha concluido en el modelo monopolístico teorizado por el dirigente bolchevique en plena Gran Guerra cuyo centenario se conmemora precisamente este año. Por el contrario, el sistema económico ha demostrado su disposición a adentrarse con paso firme por los senderos de aquella barbarie anunciada por Rosa Luxemburgo.

    Por lo pronto, el casino financiero internacional, en cuya ruleta se dirime desde hace años la deriva de la economía mundial, ya no confía en el vigor de las antiguas potencias occidentales e incluso recela de las fuerzas reales de esos países emergentes tan alabados hasta hace bien poco. Ahora la bolita que gira en su azaroso discurrir entre el rojo y el negro, centra todo el interés de las apuestas en lo que, según la terminología acuñada por el economista Farida Khambata, se ha venido en llamar “mercados fronteras”, integrados por territorios tan heterogéneos como Kenia, Argentina, Pakistán, los Emiratos Árabes o Vietnam. Países en vías de emerger a un incógnito desarrollo, que en conjunto representan demográficamente un apetecible mercado, acumulan buena parte de las reservas energéticas, cobijan una mano de obra en proceso de saldo y, lo que es más importante para los cálculos de riesgo, presentan unos índices de crecimiento bursátil sin competencia posible en otras latitudes.

    Es así como el capitalismo está logrando invertir su viejo ideario de progreso, manteniendo intacta la misma canción. Si las esperanzas económicas pasaron primero del agotado centro a la segunda esfera en la periferia, hoy se centran en ese horizonte más lejano de los países frontera, en un dantesco peregrinar que conduce inevitablemente al círculo último en los abismos. Por ello no resulta sorprendente la decisión de la multinacional sueca H&M de trasladar su producción a Etiopía, donde los 45 euros al mes que allí cobra un trabajador les permiten márgenes de beneficio mucho más atractivos que los 300 euros que hoy tienen que pagar a sus abusivos empleados chinos.

    Y en medio de este panorama, la troika, con la aquiescencia del gobierno, insiste en que España debe profundizar su reforma laboral. Para echarse a temblar… O al monte».

    por José Manuel Rambla | Periodista
    nuevatribuna.es | 09 Enero 2014

    09 abril 2014 | 17:32

  4. Dice ser Jezreel Perez Estrada

    Es muy importante la labor objetiva de los periodistas, gracias a esos héroes, con cámara, grabadora de audio o cámara fotográfica arriesgan su vida para denunciar hechos violentos que otros medios no difunden por miedo a la represión o por cuestiones políticas, esos mártires del periodismo que mueren en una labor tan noble, como los tantos periodistas asesinados por seguir la nota del narcotráfico en México.

    Excelente artículo.

    25 abril 2014 | 08:35

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