Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Archivo de agosto, 2017

¿Cercad@ por adolescentes imposibles? 6 novelas para que maduren a librazos

Mira que hay momentos turbios en la vida de cada cual, pero el paso de la juventud a la madurez es uno de los tránsitos más escarpados, confusos, aterradores, excitantes y demoledores de la existencia humana.

(Taxi Driver, 1976 / Columbia Pictures)

(Taxi Driver, 1976 / Columbia Pictures)

Y es lógico, porque si lo pensamos con frialdad el proceso en sí es escalofriante, ya que durante un tiempo cohabitan dentro de cada cual dos seres antagónicos y en pie de guerra: el infante que se va y el proyecto de adulto que viene para quedarse, aunque no sabe muy bien cómo ni por qué. A la constante lucha interna le siguen ciertos periodos de paz, treguas pactadas en los que emerge un único ser con trazas de ambos y que se muestra ante el mundo entre ridículo, melancólico y desafiante.

Vivir ese brote psicótico efímero de epidermis para adentro y capearlo entre líneas como solemos hacer los bibliófagos es una cosa, pero observar la mutación desde la barrera y convivir en mayor o menor grado con esa criatura híbrida, obtusa, a ratos dulce e infantil y a ratos libertina, irreverente y chillona es, cuanto menos, desconcertante y casi siempre desquiciante.

Por eso cuando se adentran en mis confines padres, abuelos, tíos, padrinos e incluso hermanos en busca de una lectura que apacigüe, consuele e ilumine a “su bestia casera” me tintinea hasta el último pelo de mi pelucón. Hay muchas, muchísimas novelas de iniciación, aprendizaje o paso a la madurez firmadas por titanes de las letras que pueden llegar a ser el corcho al que la criaturita se puede aferrar en episodios de naufragios emocionales.

Yo tengo mi propia receta, mi selección de títulos imprescindibles para poder llegar a ser un ser humano de pro, y siempre que la Providencia Librera tiene a bien darme la ocasión yo prescribo mis seis títulos a discreción.

Y hoy ha sido uno de esos días. Una reginaexlibrislandiana asidua llegó pidiendo socorro:

Clienta: Regina, ¿qué tal? Verás, NECESITO ayuda.

Regina ExLibris: ¿qué te pasa?

Clienta: Me quedo con mi sobrino casi un mes y no hay quien lo tosa. Su madre tuvo que irse al extranjero, y como estoy de vacaciones me ofrecí a llevármelo y así pasar tiempo con él. Pero no llevo ni dos días Y NO PUEDO MÁS. ¡ES QUE NO PUEDO MÁS, REGINA!

Regina ExLibris: Pero, veamos, calma ¿qué edad tiene? ¿tiene algún problema?

Clienta: Va a cumplir 17. Y su problema es ese, que no sabe si mata o espanta. Está insoportable, nada le parece bien, a ratos está lloroso y otros me gruñe, es todo pose y no quiere saber nada del mundo más allá de su consola o su Smartphone. Se cierra en banda, en plan Werther, ya sabes.

Regina ExLibris: ¡Uffff, eso es un adolescente en todo su desquiciante esplendor!

Clienta: Sí, hija, sí. El caso es que nos vamos unos días a un lugar al que, prepárate, no puede llevarse la consola, no hay Internet y apenas hay cobertura… Imagínate el cuadro cuando se ha enterado: decir Guernica es suavizar mucho la escenita que me ha montado. Total, que he pensado que igual tienes en el pelucón alguna prescripción para estos casos extremos.

Regina ExLibris: ¡Ja, ja, ja! Sí, claro que la tengo. De hecho son seis las novelas que recomiendo para ataques de adolescencia extrema.

Así que ahora imagináis lo que viene, reginaexlibrislandianos de pro. Me saqué del pelucón 6 novelas para madurar a librazos que mi reginaexlibrislandiana se llevó proyectando en ellos todas sus esperanzas de materializar una convivencia pacífica con su sobrino en el retiro al que se dirigen.

¿Listos? Veámoslos:

1. Retrato del Artista Adolescente. James Joyce. Alianza. Stephen Dedalus es el alter ego de James Joyce en Retrato del artista adolescente, un fascinante viaje por el laberinto de emociones, anhelos y contradicciones de un joven dublinés en lucha contra la tradición católica y las convenciones burguesas bajo las que se siente anulado. Y mientras el sensible Dedalus trata de ser él mismo, arrastra al lector en su torrente de pensamientos en pleno desfiladero por la crisis de adolescencia, basculando entre la juventud y la madurez, con un espíritu artístico en ebullición y la dolorosa búsqueda de una voz propia con la que darle forma al mundo. Brillante.

 

Retrato del Artista Adolescente

Retrato del Artista Adolescente

2. Demian. Herman Hesse. Alianza. El genio alemán H. Hesse esboza en Demian la lucha interna de Emil Sinclair, un joven que se rebela contra el entorno luminoso y armónico de su niñez, al que él sabe que ya no pertenece, para emprender la búsqueda intuitiva y dolorosa de una identidad y un destino propios en la sordidez del mundo de los adultos. Su guía y referente a lo largo del relato de su crecimiento físico y espiritual será el carismático Demian, un magnético muchacho que lleva el estigma de los capaces de ser ellos mismos. Maravillosa de principio a fin.

Demian

Demian

 

3. Canadá. Richard Ford. Anagrama. Con uno de los arranques de novela más poderosos y rotundos de las últimas décadas Ford noquea al lector con el detonante de la odisea a la madurez de un quinceañero norteamericano. Se llama Dell Parsons, a sus padres los han detenido después de que atracaran un banco y la existencia de él y de su hermana gemela ha estallado por los aires. Sin salida, Dell huye a Montana para luego cruzar la frontera canadiense, donde le aguarda un turbio americano enigmático y violento que se hará cargo de él. Y en ese nuevo entorno, Dell tratará de recoger los pedazos de sí mismo y de su inocencia perdida para tratar de recomponerlos y ver qué clase de hombre puede llegar a ser.

Canadá

Canadá

4. La Metamorfosis. Kafka. Alianza. Un anodino viajante de comercio amanece convertido en un insecto repulsivo. Pero, paradójicamente, lo que Gregorio Samsa vive como una liberación de su identidad, más que como una mutación, provocará el rechazo implacable de su familia. La Metamorfosis es una aplastante alegoría de la extrañeza del hombre ante el mundo que condensa toda la intensidad de Kafka. Es uno de esos libros que todo el mundo debería leer al menos una vez en la vida. Tiene muchos contextos, infinitos matices, una vastedad de interpretaciones única y especial, y está dotado de una carga emocional tan fuerte y tan intensa que es imposible entrar en ese viaje kafkiano y no terminar absolutamente abrumado por la transformación de Gregorio Samsa y por la simbiosis con él. Y que quien jamás se haya sentido como una cucaracha en un plato de arroz, tire la primera manzana.

La Metamorfosis

La Metamorfosis

5. El guardián entre el centeno. J.D. Salinger. Alianza. Holden Cauldfiel es un adolescente cercado por su fracaso escolar, la rigidez de su familia, la muerte de su hermano, el sexo y las dudas, que decide pasar unos días solo en Manhattan antes de regresar a su casa para enfrentarse con su familia tras su expulsión del internado en el que residía. De esta forma y en ese estado de confusión, desconcierto y ansiedad Holden recorre la gélida Manhattan del invierno de 1949 con inolvidables escalas en el Edmont Hotel, el Greenwich Village, el Radio City Music Hall, la Grand Central Station, el Rockefeller Center, Central Park, el Museo de Historia Natural… y algún que otro tugurio cargado de humo, testosterona y alcohol. El guardián entre el centeno es su confesión a quemarropa y sin tapujos, la disección de su mente y alma adolescentes destiladas con su propio lenguaje, y la radiografía de Salinger de un muchacho devorado por las contradicciones que entrañan el cambio de piel de chico a hombre.

El guardian entre el centeno

El guardian entre el centeno

6. La hoja plegada. William Maxwell. LIbros del Asteroide. En los suburbios del Chicago de los años veinte, dos chicos antagónicos inician una insólita amistad: Lymie Peters, un muchacho empollón, esmirriado y un poco patoso, y el recién llegado Spud Latham, un verdadero atleta y estudiante mediocre. Spud acepta la devoción de Lymie sin cuestionarla, pero al terminar el instituto y comenzar la universidad, aparecen las primeras tensiones entre ellos. Lymie es el primero en conocer a Sally Forbes, pero ella se enamorará de Spud; este hecho marcará el inicio del distanciamiento entre los dos amigos. Pero la ruptura es más de lo que Lymie podrá soportar. Y es con las vidas de ambos muchachos como Maxwell, legendario editor del New Yorker y uno de los gigantes de la literatura norteamericana del XX, hilvana un maravilloso, sutil, divertido y conmovedor relato sobre la amistad, la búsqueda de referentes y el paso de la juventud a la edad adulta.

La hoja plegada

La hoja plegada

  • Y vosotros, queridos, ¿leisteis alguna de estas 6 novelas para madurar a librazos? ¿qué lectura hubierais sugerido a mi reginaexlibrislandiana en este caso?
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Si buscas un manual de supervivencia social lee ‘Las amistades Peligrosas’

Pocos personajes de ficción me han cautivado de una manera tan absoluta como en su día lo hizo la Marquesa de Merteuil, protagonista de una novelita epistolar que aún hoy es todo un manual avanzado de supervivencia social. Vamos, que sales doctorad@ tras el punto y final.

(Las amistades peligrosas, 1988 / Warner Bros)

(Las amistades peligrosas, 1988 / Warner Bros)

Así que sí, queridos, soy devota de la Merteuil. La pérfida y joven viuda de rostro hierático y mirada de acero que se hace a sí misma en un entorno hostil, y logra ser la emperatriz del libertinaje a puerta cerrada mientras en sociedad resplandece parapetada en su halo de pulcritud moral y decoro extremo.

Esa que con sus impúdicas y venenosas cartas reta al Marqués de Valmont, ex-amante y compañero de correrías en su maquiavélico dueto, a ver quién de los dos es capaz de masacrar –primero por diversión, después por venganza- la felicidad y la virtud ajena de quien el otro proponga. Así es como, reginaexlibrislandianos de pro, empieza su juego. O, mejor dicho, así es como se desencadena una guerra. Y la Merteuil tiene clara su estrategia: Vencer o Morir. Si eso no promete biblio-diversión ya me diréis qué otra cosa lo hace.

Años después vi la adaptación homónima de la novela de Pierre Choderlos de Laclos que filmó Stephen Frears con una inmensa Glenn Glose, y la mimetización extrema de la Glose con la Merteuil de mi imaginación no solo me erizó hasta el último pelo del pelucón, sino que me regaló el que es, aún a día de hoy, uno de mis tantras vitales:

» Y aprendí a sonreír mientras bajo la mesa me clavaba un tenedor en el dorso de la mano».

Y aunque la película me pareció magnífica –mejor que otras tantas versiones de celuloide, teatro y hasta ballet- sigue palideciendo al lado del texto original. Una novelita publicada por primera vez en 1782 y firmada por un lugarteniente del ejército francés, que escandaliza y fascina a partes iguales. Una novelita que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida y que hoy ha sido la protagonista absoluta en reginaexlibrislandia, cuando uno de mis libreros me comentaba lo delicado que puede llegar a ser para los jóvenes el moverse y comunicarse por redes sociales:

Librero: Lo de los veinteañeros con las redes sociales no tiene parangón, Regina. Están expuestos, su intimidad y su vida, y ellos no son conscientes. Pueden destrozarles la reputación con un par de whatsUp o con algún comentario en Facebook. Y lo que hoy es una broma molesta puede afectarles mañana, porque en la Red nada desaparece. Se lo digo a mi hermana y como si no…

Regina ExLibris: Sí, es cierto. Bueno, casi todo lo que dices, porque, aunque el medio sea distinto y más potente hoy, siempre hubo mentideros y formas de pulverizar socialmente a otro. Es innato al ser humano, me temo. De todas formas, si quieres que reflexione llévale un ejemplar de Las Amistades Peligrosas.

Librero: A ver, Regina, ilumíname, ¿por qué debería leer Las Amistades peligrosas mi hermana ahora?

Regina ExLibris: Uy, querido. Tu hermana o cualquiera. Esa novelita epistolar es un curso avanzado de supervivencia social. Lo que en la Francia dieciochesca eran las cartas a pluma, son hoy las redes sociales. La cuestión es el contenido, las intenciones que lo inspiran, a quién vaya esa información y cómo la utilice.

Librero: Yo, la verdad… es que no me lo he leído. Vi la película, eso sí, hace años ya.

Regina ExLibris: Pues deja el libro que tengas entre manos y ponte con él. YA. Y después para tu hermanita. Se lee muy rápido porque cada carta es tirando a breve y misiva a misiva irás viendo cómo el maquiavélico dúo de Choderlos de Laclos consagra su vida a saciar un ansia irrefrenable de seducción y sometimiento. La negación de la afectividad en beneficio de la sensualidad es la clave de su alianza. Una alianza que terminará por romperse porque ni Merteuil ni Valmont vieron venir que el peor y más letal de sus enemigos no era el otro ni los demás, sino que estaba agazapado dentro de uno de ellos. Y dejarlo salir iba a ser el principio de su final. Es demoledor, y es uno de los libros más divertidos, descarados y seductores de la literatura universal.

Librero: Mmm, visto así. Lo tenemos en Cátedra y en Mondadori, ¿no?

Regina ExLibris: Sí, cualquiera de las dos traducciones es buena. Y ya sabes, la diferencia es el formato y, claro, el análisis que precede a la edición de Cátedra.

Y se fue finalmente con el ejemplar de Mondadori. Y yo decidí que, como cualquier excusa es buena para perderme por entre ese perverso y clarividente epistolario, la de leerlo a la vez que mi librero es tan buena como cualquier otra.

Así que eché el cierre, me empolvé el pelucón y la cara y me di a su relectura. Y, lo hice poseída por el espíritu de  la mismísima Madame de Merteuil, que “No buscaba el placer, sino el conocimiento”. Palabra de Regina Exlibris.

Las amistades peligrosas

Las amistades peligrosas

NOTA DE REGINA:

Las Amistades Peligrosas es un novelón de esos que te arden en las manos y que encierran un curso acelerado de supervivencia social. Si, porque más allá de que la adaptación al celuloide de 1988 fuera sublime y con un reparto de escándalo, la novelita epistolar es una auténtica maravilla que radiografía el alma de dos seres tan maquiavélicos como seductores de la alta nobleza de una ya decadente Francia dieciochesca. Las cartas, impregnadas de sus pasiones -altas, pero especialmente las más bajas– revelan al lector una a una el pulso entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dispuestos a todo por masacrar al rival y salir airosos en un entorno en el que cada beso sabe a un veneno, en cada gesto late una traición y donde la inocencia se paga con la vida. Regia y fundamental.

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¡Lectores al tren! 6 novelas sobre raíles

Empezar una novela y coger un tren constituyen, para quienes nos alimentamos de la ficción pura, dos experiencias tan excitantes como llenas de posibilidades bibliófagas.

(Con faldas y a lo loco, 1959 / United Artists)

(Con faldas y a lo loco, 1959 / United Artists)

Si con el libro te aguardan historias y personajes entre líneas, apalancado en tu asiento observas, absorbes y completas las tramas, los silencios y las conversaciones entrecortadas de cada compañero de vagón, de compartimiento o incluso de chute de cafeína en la cafetería. Y son legión. Así que, como comprenderéis, cada vez que emprendo un viaje sobre raíles correteo enloquecida por los andenes en busca de mi vagón, y salivando tinta ante lo que se me viene encima hasta llegar a destino.

Y una vez apalancada en mi sitio soy la versión reginaexlibrislandiana de un perrito de salpicadero de coche, cabezeando en todas las direcciones con la boca abierta, los ojos desorbitados y el pelucón en estado de alerta para no perderme ripio.

Por eso no es de extrañar que exista un considerable número de escritores que, como yo, hayan sucumbido a la magia bibliófila del tren y, más aún, terminaran articulando y ambientando alguna de sus ficciones en trenes y entornos ferroviarios de todo pelaje.

Así que, si os parece, repasemos mi selección reginaexlibrislandiana de 6 novelas sobre raíles. ¿Listos?

Pues, venga, Reginaexlibrislandianos al treeeeeen!

1. Extraños en un tren. Patricia Highsmith. Anagrama. En la narrativa highsmithiana el crimen es una forma de realización personal, y Patricia Highsmith activa como nadie ese «yo perturbado» que cada lector lleva dentro introduciendo un héroe-criminal cercano y en alguna encrucijada cotidiana, frente a una víctima con la que no simpatizaría, porque conocerá cuanto sucede desde el punto de vista del protagonista, quien expone los hechos como buen psicópata: sin ápice de culpa ni empatía. Por eso al lector de Extraños en un tren más que de compadecerse por quienes van a morir, de lo que le entran ganas es de saber más de los mecanismos mentales de ese desconocido que le propone a otro un intercambio de asesinatos durante un viaje en tren. Tú matas por mí, yo por ti, nadie relaciona los crímenes y luego cada uno por su lado festejando en silencio el crimen perfecto. El sórdido dueto Bruno-Guy será, desde la página uno, un trío letal con un lector clavado en el mismo vagón de tren.

Extraños en un tren

Extraños en un tren

2. Asesinato en el Orient Express. Agatha Christie. RBA. Estambul, pleno invierno. El investigador belga Hércules Poirot decide tomar el Orient Express, que en esa época suele ir prácticamente vacío. Pero contra todo pronóstico el tren va lleno y solo gracias a sus contactos Poirot consigue un pasaje in extremis y sube al tren. Pasada la primera noche a bordo al belga le aguardan dos desagradables sorpresas antes del desayuno: el tren está detenido porque una tormenta de nieve mantiene bloqueada la línea férrea y un americano ha sido asesinado en el compartimiento vecino al suyo. Con el tren detenido por tiempo indefinido y el convencimiento de que ha sido un crimen pasional (varias puñaladas asestadas con saña) Poirot arranca una de las investigaciones criminales más memorables de la literatura. Todos los viajeros se ofrecen para prestar declaración y, tras los primeros interrogatorios, aparentemente nadie ha entrado ni salido del coche-cama del difunto durante la noche. Pero alguien miente y Poirot sabe que el asesino está en el tren. ¿Quién miente? ¿Por qué? ¿Cuántos están implicados en el crimen? ¿Cómo lo ejecutaron? ¿Dejaron cabos sueltos? ¿Logrará Poirot descubrir la verdad? ¿Y tú?

 

Asesinato en el Orient Express

Asesinato en el Orient Express

3. La dama desaparece. Ethel Lina White. Alba Rara Avis. Después de unos días algo ajetreados en un hotel de montaña del Este de Europa, la joven y rica Iris Carr coge impaciente el tren a Trieste. En un vagón repleto, la única persona que no parece serle hostil es una institutriz inglesa, la señorita Floy, con la que entabla conversación. Poco después se queda dormida y, al despertar, el lugar de su nueva amiga lo ocupa otra mujer. La señorita Floy parece haberse desvanecido: nadie en el tren recuerda haberla visto e Iris empieza a creer que no está en sus cabales, dudando de si aquella mujer es real, o si, como le sugieren otros, el episodio fue un sueño fruto del cansancio y la tensión del viaje. Sin embargo, Iris sabe que la damita inglesa es real y, con la ayuda de un joven que la cree solo a medias, trata de llegar a la verdad. Impecable muestra del misterio de la habitación cerrada, donde no hay cadáver pero sí una desaparición, y donde Ethel Lina White te lleva como lector al límite, inoculándote una ansiedad extrema con la silueta de la esquiva señorita Floy, y difuminando a golpe de letra la línea que separa lo real de la alucinación. Un tren que ningún lector debería dejar pasar.

La Dama Desaparece

La Dama Desaparece

4. Trenes rigurosamente vigilados. Bohumil Hrabal. Seix Barral. Aunque desconocida para demasiados lectores es, además de una de las novelas más emblemáticas del siglo XX, una divertida y entrañable historia sobre la resistencia frente al invasor nazi durante la IIGM protagonizada por los empleados de la estación de tren de un pequeño pueblo checoslovaco, que es un enclave estratégico cerca de la frontera con Alemania. El descubrimiento del amor y del deseo están presentes en el despertar al mundo adulto de Milos, aprendiz y verdadero héroe de la novela frente a la barbarie y la muerte, que sigue los pasos del hedonista jefe de la estación tras la atractiva telegrafista, y que deberá probar su valor arriesgando la vida para sabotear un tren enemigo cargado de munición. Lleno de humor, pequeños detalles, atrocidades, andenes, vagones, vías férreas, y quehaceres cotidianos se desarrolla esta pequeña gran historia donde solo el último eslabón de la cadena puede cambiar el curso de la historia. 

Trenes Rigurosamente Vigilados

Trenes Rigurosamente Vigilados

5. El señor Norris cambia de tren. Christopher Isherwood. Acantilado. En 1931, a bordo de un tren con destino a Berlín, William Bradshaw conoce a Arthur Norris, un británico de aspecto cómico e intrigante con el que entabla una amistad que le llevará a descubrir su personalidad poliédrica. El señor Norris dirige un turbio negocio de importación y exportación en Berlín; vive atemorizado por sus acreedores y su secretario Schmidt y sometido a su amante, la prostituta Anni; y se define, según la ocasión, como militante comunista, orador político, espía o agente doble. Como Adiós a Berlín, El señor Norris cambia de tren nace de las experiencias del propio Isherwood en el Berlín de la República de Weimar, y evoca con incomparable agudeza las luces y las sombras de la ciudad durante el auge del nazismo. Crónica magistral de una sociedad en decadencia que empezaba a bascular entre los últimos coletazos de la tolerancia y el frenesí de los locos años 20 y la barbarie extrema a la sombra de la esvástica.

El Señor Norris cambia de Tren

El Señor Norris cambia de Tren

6. El tren pasa primero. Elena Poniatowska. Alfaguara. Relato vibrante, hermoso y colosal del poder de convocatoria del ferrocarril, símbolo de la libertad, y las gentes que lo mantienen vivo y en marcha, en el México postrevolucionario. A Trinidad Pineda Chiñas, personaje central de la trama, el tren lo llevó a todas partes: a sitios que nunca imaginó, a insospechados saberes, oficios, personas, posibilidades y, sobre todo, al instante en que habló a sus compañeros ferrocarrileros con tal ardor y convicción que los convirtió en la vanguardia de la lucha de los trabajadores. Y juntos pusieron de cabeza al país y al régimen. El tren era su vida. Pero si ser ferrocarrilero es asunto de hombres, ninguno de ellos es nada sin las mujeres. Madres, esposas, maestras, amantes, hijas, rieleras transitan por estas páginas con pie firme y con la fuerza inabarcable que late dentro de cada una de ellas. Magistral canto al ferrocarril como símbolo y brillante crónica de un episodio clave de la historia mexicana en particular, y de la lucha de los derechos de los trabajadores en general. Retrato de una época y de una vida que transcurrió sobre raíles.

El tren pasa primero

El tren pasa primero

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Cúbrete bien, querid@, o Nabokov te noquea con su gancho de Lolita

Si estáis pensando en leer Lolita mejor os pongo sobre aviso, como hice con la reginaexlibrislandiana que vino a mis confines a por la novela de Vladimir Nabokov

(Desayuno para dos, 1937 / Manga Films)

(Desayuno para dos, 1937 / Manga Films)

El gigante ruso es un peso pesado y perderéis la pelea y algún diente, sí, pero el combate será una experiencia bibióflila inolvidable y no os lo debéis perder. Así que enfundaros los guantes a lo Barbara Stanwyck, subir al ring y preparaos para recibir lo que está escrito.

La apasionada confesión de Humbert Humbert es una historia de amor perversamente aderezada con tres ingredientes explosivos: la atracción por las nínfulas y el incesto por un lado (léase guante derecho) y el inmaculado lirismo, la ternura y la belleza con los que Nabokov articula el relato de esa abominación (léase guante izquierdo). A lo que hay que sumar un endiablado juego de pies del escritor ruso, que te mantiene danzando al son que él marca.

Basta con abrir el libro y avanzar un par de páginas para que, ¡DING! suene la campana y asistas como lector a una demoledora descarga de golpes de derecha directos al costado que te obligan a encajar como puedas el relato brutal y sórdido de una aberración: Un cuarentón de origen europeo cuenta cómo da rienda suelta a su obsesión por una niña de doce años. Se casa con su madre y, muerta ésta, abduce a la nínfula para arrastrarla a una huida por carretera. Mientras tanto la nínfula, chillona, caprichosa, algo perversa y definitivamente descarriada, es cada vez más consciente de su poder y de cómo jugar sus cartas en la situación en la que están.

Lolita

Lolita

Y antes de que puedas reaccionar, horrorizarte y hasta tirar el libro (léase toalla) te viene un gancho de izquierda directo a la mandíbula.

Es un golpe trampa, porque te espabila y te devuelve al combate: el inmaculado lirismo, la ternura y la belleza con los que Nabokov articula el relato de esa abominación te anestesian todo atisbo de juicio moral y te meten de lleno en una historia de -llamémoslo- amor, que te conmueve y espanta por igual.

Llegados a este punto Nabokov ya te tiene bailando al son que él marca dentro del cuadrilátero. Incluso en el cuarto y el quinto asalto se permite el lujo de hacerle un guiño a la Anabel Lee de Poe, inaugurar el género de las road novels y enfrentar la belleza serena de la vieja europa con los horrores suburbanos y de la cultura del plástico y del motel de la norteamérica de los 50s, encarnados por Humbert y Lolita respectivamente.

Y el resto, ya lo imagináis, más de lo mismo: bam, bam, bam. Y entre adrenalina, sangre, sudor y tinta te mantienes en pie, leyendo con un ojo a la virulé y aguantando asalto tras asalto la lluvia de golpes de genio perfectamente calibrados de ese maldito púgil de las letras.

Vladimir Nabokob

Vladimir Nabokob

Por fin llegas al punto y final. Has perdido, claro. Nabokov te ha noqueado con la última frase y tú te desplomas exhausta y sumida en un inesperado estado de  total y absoluto éxtasis libresco.

¿O acaso creías que Nabokov no iba a ser capaz de anularte el juicio moral a golpes de genio literario? ¿Pensabas que ibas a ser incapaz de conmoverte y deleitarte con una historia tan turbia? Para nada. Porque la de enfrentarse a la lectura de Lolita es siempre la crónica de un noqueo literario anunciado.

Y eso es lo que le va a pasar a mi reginaexlibrislandiana asidua (y espero que a alguno de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro).

Lo mejor de todo es, además del libro a por el que vino en sí, cómo llegó a él:

Clienta: Hola Regina, ¿tienes ejemplares de Lolita, de Nabokov?

Regina ExLibris: Sí, claro.

Clienta: Es que, ¿sabes? El otro día me llevé La librería, de Penélope Fitzgerald, porque me lo recomendaste con otros de libreros y librerías. Y resulta que, bueno, como sabes a Florende los del pueblo no se lo ponen fácil de entrada, pero la cosa se le complica aún más cuando se plantea vender ejemplares de Lolita, de Nabokov, que acababa de publicarse y era todo un escandalazo. Y, ya ves, de esta no pasa: quiero leérmelo ya. ¡Ja, ja, ja!

Regina ExLibris: ¡Anda! ¡Me encanta cuando pasa eso! Es lo que yo llamo los Mapas de constelaciones literarias: un libro te lleva a otro, etc. Y, sí, en 1955 sólo la editorial Olympia Press de París se atrevió a publicarlo… y ardió Troya.

Clienta: Sí, sí. Y la verdad es que siempre lo he dejado «para después». Pero ya no.

Regina ExLibris: ¡Muy bien! Pero cuando lo leas cúbrete bien, querid@, porque Nabokov te noqueará con su gancho de Lolita

 

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¡Paren máquinas! 6 novelas de periodistas que van a toda plana

Ay, cada vez que veo Luna nueva (Howard Hawks, 1941), me tiro toda la película a carcajada limpia. En ella Hildy Johnson (Rosalind Russell), la mejor reportera del Morning Post, anuncia que deja el periodismo para formar una familia. Pero Walter Burns (Cary Grant), editor del periódico y su ex-marido, se niega a dejar escapar a su plumilla estrella y urde todo tipo de ardides para retenerla en plantilla.

(Luna Nueva, 1941 / Columbia Pictures)

(Luna Nueva, 1941 / Columbia Pictures)

Tanto ésta como Primera Plana (Billy Wilder, 1974) destripan en clave de comedia las luces y las sombras de una profesión de raza, con especímenes capaces de lo mejor y de lo peor, y cuyo gremio cimenta el cuarto poder. Y yo, que soy permeable y pelín obtusa, decidí mientras miraba sin ver los títulos de crédito de Luna Nueva, que algo bibliófilo-periodístico tenía que montar yo en reginaexlibrislandia.

Veamos: dar con un hecho noticiable, investigarlo y verificar datos, buscar el enfoque adecuado y darle a la tecla para encapsular el texto y hacerlo digerible evitando florituras son las cartas de las que dispone quien quiera jugar una mano al periodismo. No hay, por tanto, sitio para la ficción pura, que es lo mío, y si me pusiera en plan reginofundamentalista hasta aquí habríamos llegado con el temita de la prensa y de los periodistas en mi librería.

Pero la Providencia Librera tuvo a bien iluminarme y abrir una grieta conceptual en la que me puse a amontonar como una loca tres tipos de libros y autores: novelas que ficcionan sobre el periodismo; libros de quienes, dotados de un talento fuera de serie para contar historias, articularon el Nuevo Periodismo, un nuevo género literario consistente en narrar hechos reales y articularlos en forma de libro que bien podía ser novela; y las obras gonzas de quienes, a caballo entre los dos géneros, entran tanto en su historia que son, a la vez, observadores y protagonistas de lo que escriben.

Pues bien, queridos, os aseguro que al poco rato la pila de ejemplares me sobrepasaba varios metros el topete del pelucón.

El caso es que con todo eso apilado yo me atiborré de lecturas y de relecturas para montar, días después, una parrilla bibliófilo-periodística con 6 novelas de y para plumillas que todo el mundo debería leer porque valen la pena. Van:

1. ¡Noticia Bomba! Evelyn Waugh. Anagrama. Un magnate de la prensa de Fleet Street llamado Lord Copper presume de la infalibilidad de su olfato para descubrir talentosos reporteros que inundan de exclusivas su tabloide y ganarle así lectores a la competencia. Sin embargo, a causa de una confusión de apellidos, envía a «cubrir» la guerra civil en una remota república africana a uno de los periodistas más improbables para tal misión. A partir de ese equívoco, Evelyn Waugh se lanza a una feroz y desopilante sátira sobre el mundo del periodismo, los enviados especiales, la información, la desinformación y la confusión. Considerada como una de las grandes novelas de humor del siglo XX, es también un vívido y corrosivo retrato de la profesión y del sector que arrancará las carcajadas tanto de quienes la sufren a diario como de los ajenos al mundillo.

Noticia Bomba

Noticia Bomba

2. Relato de un Naúfrago. Gabriel García Márquez. Debolsillo. Este debía ser el reportaje sobre un hombre, Luis Alejandro Velasco, que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe, y que encargaron a un tal Gabriel García Márquez. El entonces joven plumilla de El Espectador de Bogotá escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista, y lo transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario, una narración escueta y vigorosa donde late el pulso de un gran escritor. La publicación por entregas del reportaje en 1955 provocó un alboroto político considerable -se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco- y el exilio para su autor, que se vio abocado a una nueva vida. Aunque el precio fue alto gracias a él legiones de lectores y de periodistas de todo el mundo devoran a diario la narración más perfecta de uno de los púgiles de las letras hispanoamericanas.

Relato de un naúfrago

Relato de un naúfrago

3. A sangre fría. Truman Capote. Anagrama. El día de noviembre de 1959 en que la familia Clutter fue brutalmente asesinada en su granja de Kansas marcó un antes y un después en la literatura. Truman Capote olfateó la historia a kilómetros y su instinto le dictó cómo hacerla suya. Ocho años después publicó A sangre fría e instauró con ella todo un nuevo género narrativo: la «non fiction novel», híbrido entre el periodismo y la literatura. El proceso creativo fue largo y destructivo para Capote, que siguió paso a paso y junto a su amiga y ayudante Harper Lee, la vida del pequeño pueblecito, esbozó retratos de los que serían víctimas y acompañó a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith. Entre ese momento y la ejecución de ambos, perfiló a los dos criminales psicópatas con tal grado de veracidad y humanismo que el lector creerá llegar a conocerlos realmente. Un relato estremecedor de un crimen atroz que, tras pasar por el alambique de Capote, es un relato colosal y una clase magistral de investigación.

A sangre fría

A sangre fría

4. El honor perdido de Katharina Blum. Heinrich Böll. Seix Barral. La lucidez de Heinrich Böll y su brillante crónica de la repulsiva lapidación mediática de una mujer inocente que es arrastrada a la fuerza al epicentro del circo mediático más rapaz siempre tienen su hueco en las baldas de reginaexlibrislandia. Testigo del affaire que una joven anónima mantiene con un hombre que resulta ser un prófugo, un periodista sin escrúpulos difama a la mujer hasta volatilizar su reputación. Después de hacer de su vida un infierno, el paparazzi será asesinado por su víctima mediática, incapaz de reconstruir una intimidad demasiado ultrajada y sobreexpuesta. Así de actual es El honor perdido de Katherine Blum, una novela tan breve como certera y visionaria.

El honor perdido de Katharina Blum

El honor perdido de Katharina Blum

5. El motel del voyeur. Gay Talese. Alfaguara. Maestro del arte del reportaje y del nuevo periodismo, Gay Talese cincela un reportaje colosal sobre un hombre que se compró un motel en Denver para regentarlo y, de paso, espiar a sus clientes mientras mantenían relaciones sexuales. Para ello ni él ni su mujer escatimaron en ingenio ni en medios e instalaron una «plataforma de observación» en los conductos de ventilación. Fue el propio mirón quien contactó con Talese para contarle su secretillo, y Talese no dudó en viajar al Motel donde conoció a Gerald Foos, verificó la historia, espió desde la plataforma y ojeó los diarios en los que Foos registraba cuanto veía y escuchaba. Con todo ese material Talese montó una bomba de relojería que detonó en forma de extraordinaria muestra de periodismo narrativo, cuya onda expansiva sacude conciencias y enciende un intenso debate ético a nivel planetario.

El Motel del Voyeur

El Motel del Voyeur

6. Bloody Miami. Tom Wolfe. Anagrama. Una fábula vulgar, grotesca e irreverente, cargada de adrenalina, cincelada con sarcasmo y cimentada con el incuestionable talento de Wolfe para el reportaje, que en su día lo encumbró como periodista. En ella Edward T. Topping IV, blanco, anglo y sajón, de una pequeña dinastía de Yale, va con Mack, su mujer –también Yale– a un restaurante. Y mientras se desocupa una plaza para aparcar su utilitario ecológico un Ferrari, conducido por una latina despampanante y cargada de oro, les birla el hueco y se burla de Mack. Y es justo a esa ciudad -donde, como afirma Wolfe, una población venida de otro país, de otra cultura, con otra lengua, se ha hecho dueña del territorio en sólo una generación-, han enviado a Ed Topping para reconvertir el Miami Herald en un periódico digital, sin edición en papel, y lanzar El Nuevo Herald solo para las masas latinas. Wolfe descuartiza a una ciudad chamuscada por el sol, dividida y volátil, donde todos odian a todos y con la digitalización de un tabloide como telón de fondo.

Bloody Miami

Bloody Miami

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» Llevas un Mr. Hyde dentro y lo sabes, querid@. Lee Dr. Jekyl y Mr. Hyde «

Quien no haya querido ser otr@ alguna vez que levante la mano. Es un anhelo tan primario como punzante, y aquí todos buscamos la manera de soltarnos el pelucón, sacar a pasear a ese reverso «100% yo, sin máscaras ni corsés«, y darnos una vueltecita en todo nuestro salvaje esplendor por el wild side. Y yo la primera.

(Victor o Victoria, 1982 /M.G.M.)

(Victor o Victoria, 1982 /M.G.M.)

Hay quien bebe, se traviste, baila, se droga o se disfraza, o todo a la vez, pero siempre a tiempo parcial, y después, entre excursión y excursión, los bibliófilos nos damos a la ficción pura para poder ser otros entre líneas y con discreción, y de paso sedar a la bestia a librazos. La mía es tan poderosa que he terminado atrincherada entre libros en reginaexlibrislandia.

Y justo esa ha sido la tertulia libresca que improvisamos hoy en la librería, a raíz de la visita de una reginaexlibrislandiana asidua. Lleva un Club de lectura, y no estaba segura de si trabajar con El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, como le habían sugerido algunos miembros. No se lo había leído porque conoce de sobra la historia, y aunque agendarlo es la ocasión de saldar esa deuda con la Literatura venía a ver hacia qué lado impulsábamos nosotros la balanza esta vez.

Clienta: Pero, a ver ¿una de terror? Vale, dicen que es un clásico, no lo discuto, y me lo leeré cuando se tercie. Pero, ¿más allá de eso?

Regina ExLibris: ¿Terror? No, suspense y del bueno. Y tú llevas un Mr. Hyde dentro y lo sabes, querid@. Así que lee El extraño caso del Dr. Jekyl y Mr. Hyde y entenderás más de tu naturaleza dual de lo que imaginas.

Clienta: ¡Ja, ja, ja! No te sigo del todo, Regina. Dame algo más.

Regina ExLibris: Pues que esa, la de nuestra dualidad, es justo la tecla que pulsó como nadie Robert Louis Stevenson. Por eso, querid@, si no lo has leído, despójate de cualquier idea preconcebida sobre El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y abalánzate sobre una de las novelas más espectaculares y extrañas jamás escritas que, además, nació de un mal sueño. En él R. L. Stevenson vio cómo un caballero entraba en un armario y allí tomaba una droga que le convertía —literalmente— en alguien distinto y desbocado que se perdía en la bruma londinense para satisfacer a saber qué inconfesables necesidades.

Clienta: Pero, ¿qué tipo de necesidades? No sé, ¿matar? Porque al ser de terror pensaba que iban por ahí los tiros

Regina ExLibris: No, verás: a qué tipo de vicios desviados -según la etiqueta victoriana de la época- se entrega Hyde… no se concreta en el texto. Pero, ¡qué más da! Podía ser homosexual, sadomaso, drogadicto o a saber qué, y eso casi es lo de menos. Refleja la dualidad bajo la epidermis, el yo que mostramos frente al que nos esforzamos en mantener a raya.

Clienta: ¿y qué más?

(Richard Mansfield, Jekyll y Hyde / British Library's)

(Richard Mansfield, Jekyll y Hyde / British Library’s)

Regina ExLibris: Pues que dicho eso, y sin dejar de lado el contexto del corsé victoriano, la trama es conocida: el intachable abogado Utterson investiga la sospechosa relación que vincula a su amigo y cliente, el Dr. Henry Jekyll, y al repulsivo y amoral Edward Hyde. Y lo que descubrirá es que el Dr. Jekyll ha inventado una poción que le permite extraer la parte más vil de sí mismo y materializarla en otra persona. Ese nuevo ser es Mr. Hyde, un completo desconocido que disfruta llevando una vida sin ataduras escudado en su anonimato en el lado más sórdido de “la City”.

Clienta: Mmmm, vale, vale. Me va picando el gusanillo, sí

Regina ExLibris: Y después la cosa se tuerce cuando Hyde comienza a tomar el control: escasea un ingrediente clave de su pócima con el que mantenía a raya al Mr. Hyde que lleva dentro y el doctor Jekyll, horrorizado, es incapaz de revertir a su estado inicial y su rostro refleja una curiosa mueca con algo de ambos…. Se queda, con Hyde, encerrado en su armario, Ay, ay, ay, ay, como diría la Carrá.

Clienta: ¡Ja, ja, ja, la Carrá! Vale, me rindo. Me lo llevo, me lo leo y a ver si es como lo cuentas. Me has pillado por el tema de ser otros, nunca lo había visto así.

Regina ExLibris: Ya me lo dirás… Por cierto que la muerte de R.L. Stevenson en 1894, curiosamente, tiene bastante que ver con el final de su Jekyll/Hyde. Vivía en Samoa, junto a su mujer, y mientras preparaban la cena Stevenson bajó a su bodega a por una botella de vino. Al descorcharla, gritó: “¿Qué es esto? ¿Qué me ocurre? ¿Qué le pasa a mi cara?” Y se desplomó. Horas más tarde fallecía por un derrame cerebral con la cara desfigurada.

Clienta: ¡No me jodas! ¿En serio?

Y se fue con  El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en la edición ilustrada de Nórdica. Y a mi la bibliofilia me rebosaba del pelucón dibujándome una sonrisa que me daba la vuelta a la cara. Es la reacción que suelo experimentar cuando rescato a un lector de esos momentos «no me lo leo porque ya sé de qué va».

NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

El extraño caso de. Dr. Jekyll y Mr.Hyde

El extraño caso de. Dr. Jekyll y Mr.Hyde

La trama de El extraño caso del Doctor Jekyl y Mr. Hyde ha calado tanto en la imaginería popular que hay quienes ni se plantean leer la novela original. Gran error que, quizás, con el reclamo de esta maravillosa edición ilustrada por Marta Gómez-Pintado haya quien esté dispuesto a subsanar para adentrarse por fin en el universo creativo de un Robert Louis Stevenson que, colocando estratégicamente al pobre abogado Utterson entre el Dr. Henry Jekyll y el misántropo Edward Hyde, regala al mundo una obra maestra en la que la lucha entre el bien y el mal tiene un cuerpo, dos rostros y una carga simbólica tan deslumbrante como sobrecogedora. Pero más allá del anverso y el reverso, del lado oscuro y de la ambigüedad moral, Stevenson desbroza una trama de suspense cargada de imágenes sugerentes y demoledoras, de escenas que más parecen fotogramas que párrafos que, además, por su prosa directa y limpia se leen de un tirón. En su breve novela no hay vísceras, sangre, ni escenas de depravación explícita, pero hay algo más eficaz: la hipocresía desenmascarada y ese punto y final que te resuena en la conciencia como si fuera un guijarro que te arrojan contra la ventana.

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Surfin’ Reginaexlibrislandia: 6 novelas de surf para surfear con libros y sin agua

Yo sé que tú sabes que todos sabemos en reginaexlibrislandia que la visión de Úrsula Andrews en la piel de Honey Rider emergiendo por entre las olas en su mítico bikini blanco, con ese buen par de caracolas, la piel perlada bajo el sol y con un cuchillo jamonero en la cintura dejó literalmente clavados en la butaca a legiones de espectadores del Dr. No desde su estreno en 1962 (y clavada esa estampa en sus retinas y en pósters a escala en todo tipo de paredes).

(Dr No, 1962 / United Artists)

(Dr No, 1962 / United Artists)

A mí también, claro, que yo soy muy de ficción, sí, pero para nada de piedra, y aunque es cierto que al filmar se tomaron algunas licencias con respecto a la novela de Ian Fleming (ella se llamaba Honeychile Rider, no Honey, así como un par de detalles más), no me negaréis que esa imagen no es icónica.

Bueno, para mí lo es, y además me ha venido de perlas porque un reginaexlibrislandiano asiduo me retó hace unos días a que montara una selección de novelas de surf.

Y yo, que tengo casi todos los vicios y el del juego no iba a ser menos, acepté el reto libresco, entre otras cosas porque sabía que hay buena literatura surfera.

Y tras un par de semanas de investigación y de atracones bibliosurferos, llego al día señalado sobradita y cargada de títulos que valen la pena.

Ah, y de paso he aprovechado el filón temático para darme un homenaje y materializarme triunfal y deslumbrante a lo Honey Rider en reginaexlibrislandia, sin las dos caracolas pero con tres novelones de surf en cada mano, y con los Beach Boys de fondo:

Everybody’s gone surfin’…

Surfin’ Reginaexlibrislandia

¿Listos? Pues vamos a cabalgar olas con libros, queridos:

1. Años Salvajes. William Finnegan. Los libros del Asteroide. Galardonado con el Pulitzer es una fascinante historia de aventuras y una autobiografía literaria de primer nivel sobre la obsesión de William Finnegan por el surf y por cabalgar la ola perfecta. Explora todas las aristas del surf -la técnica, las emociones que despierta, la cultura que lo envuelve y sus códigos tribales-, y engancha tanto si eres surfero como si no, porque escribe con pasión sobre su pasión. Tras empezar a surfear de niño, al terminar la Universidad lo dejó todo menos su tabla y emprendió un viaje iniciático por Samoa, Indonesia, Fiyi, Java, Australia y Sudáfrica. A su vuelta a EEUU se convirtió en corresponsal de guerra, y sin dejar de buscar olas aunó el surf y la pluma en este libro que te engancha hasta el final. Una maravilla que te inocula las ganas de coger una tabla y lanzarte al mar.

Años Salvajes

Años Salvajes

2. El Gran Miércoles. John Milius y Dennis Aaberg. The Fishbone Project. Novela-guión de la película homónima de 1978, donde los autores proyectan con nostalgia su juventud durante la Cafifornia de los 50 y la pasan por el tamiz del mejor Hollywood de los 70, el hippismo, la Guerra de Vietnam y los albores de la era moderna. California, verano de 1961. Jack, Matt y Leroy son los reyes de The Point, en Malibú. Tienen chicas, hacen las fiestas más salvajes, duermen en la playa o en sus  coches desvencijados, viajan a Tijuana y cabalgan las olas como los ángeles. Bear, viejo surfista, les cuenta la historia de El Gran Miércoles: ese día, siempre en miércoles, que es el que todo surfista espera porque se forman las olas más brutales. Pero tendrá que pasar más de una década hasta que se les presente la oportunidad de demostrar que todavía pueden ser los reyes. Una novela de iniciación que es, también, el retrato de una época y de una generación: la del surf en Malibú.

El gran miércoles

El gran miércoles

3. Trilogía del surf. Willy Uribe. Los Libros del Lince. Tres trepidantes nouvelles negras con el surf como telón de fondo. En Más allá del Ganzug, mientras un surfista coge olas frente a la costa sahariana ve un vehículo a lo lejos, quizás un todoterreno, probablemente militar. Un thriller contado desde el punto de vista de un hombre solitario en su tabla que sabe que quien conduce ese vehículo, va a por él. Doce poemas de amor en Zicatela cuenta la investigación del inspector Nogales, que investiga las desapariciones de dos jóvenes  y un asesinato. Surf y marihuana, historias de celos y venganza, amoríos playeros, un concurso de poesía y un alijo de cocaína desatan la trama. Nanga es la historia de un viajero que, junto a su tabla, busca la soledad en una isla en Indonesia. Lleva una vida pacífica hasta que, un día, su anonimato y su vida se ven amenazados al aparecer una foto de su cara en un diario local. Ofrecen dinero por localizarle, y eso desata una persecución a muerte.

Trilogía del Surf

Trilogía del Surf

4. El amante de olas. José Pellón. Popum Books. Erik Martín es un surfista que vive en un pueblecito pesquero llamado Sietepiedras donde nada ni nadie es lo que parece, pero un día conoce a una periodista madrileña, Ruth, enviada allí por la revista del corazón para la cual trabaja siguiendo a una pareja de famosos. Sin moverte de Sietepiedras, emprenderás un apasionante viaje a través de los sentidos y las sensaciones de Erik Martín, por momentos el Bertolt Brecht del surfing, a ratos un sinvergüenza inadaptado al que todo le da igual. Tubos caleidoscópicos, tablas mágicas, spots secretos donde rompen olas alucinantes y surfers que se mueven siempre por la tangente; verano, aventura, sensualidad y hedonismo a raudales. Trepidante y divertida.

El amante de las olas

El amante de las olas

5. Todo por un puñado de olas perfectas: Miki Dora, l’enfant terrible del surf. David Rensin. The Fishbone Project. Pocas veces calificativos tan dispares han recaído en una única persona a lo largo de su vida: Da Cat, El Caballero Negro, El Rey de Malibú, El Chico Fiasco, El Albóndiga, El Gitano de Malibú… Pero aun así, ninguno de ellos pudo concentrar toda la esencia del impenetrable Miki Dora, ese gitano supersónico autocondenado a vagar errante por el mundo en busca de olas perfectas. Más allá de sus peripecias delictivas y de traer en jaque al FBI, la historia de Miki Dora es un lamento descarnado por ese paraíso perdido, cualquiera que sea éste: el hogar, la patria, la familia, un puñado de olas solitarias o una inocencia de la que Miki Dora tuvo que desprenderse demasiado pronto. Pero mientras tuviera el surf…

Todo por un puñado de olas

Todo por un puñado de olas

6. Pasión por el peligro. Norman Ollestad. Salamandra. Atención: son unas memoras, pero se leen como un thriller de alto voltaje. Bajo la tutela de un padre incansable y carismático, el pequeño Norman Ollestad se crió en el mundo del surf y el esquí de alta montaña. Exigido por su padre hasta el extremo, esos tiempos de difícil aprendizaje forjaron un carácter tenaz y entrenado en la superación que fue crucial cuando el destino lo puso a prueba con 11 años en un accidente aéreo en las montañas, a 2.600 metros de altitud. En medio de una fuerte tormenta de nieve, la avioneta donde viajaban se estrelló y quedó suspendida en la ladera helada del monte. Norman fue el único superviviente de la tragedia. ¿Cómo pudo, con 11 años, sobreponerse al dolor, la conmoción y las brutales inclemencias atmosféricas? El afectuoso retrato del padre, combinado con la pasión por la naturaleza y las adictivas emociones que procura el deporte de riesgo, conforman una historia de unión espiritual que conmueve por su proximidad y autenticidad.

Pasión por el peligro

Pasión por el peligro

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¡Que te cooorten la cabeza si no lees Alicia en el País de las Maravillas!

No sé a vosotros, queridos, pero a mi me cuesta un imperio reprimir las ganas de ir periódicamente en pos de Alicia, esa niña que crece y decrece en función de lo que ingiere y que capea los entuertos de gloriosas criaturas mientras le planta cara a una reinona grotesca e histriónica obsesionada con descabezar a discreción.

(Alicia, 2010 / Walt Disney Pictures)

(Alicia, 2010 / Walt Disney Pictures)

Obsesión que, como imaginaréis, hago mía cuando se adentran en reginaexlibrislandia lectores reticentes de zambullirse en las páginas de Lews Carroll, por considerar que ya conocen la trama o incluso desdeñándola como libro infantil.

¿Libro infantil? Es una aventura que de infantil tienen lo justo o, como matizaba Virginia Woolf, entra en la dimensión de ese tipo especial de historias que no es que sean infantiles, es que leerlas “nos convierte en infantes“.

Os cuento esto porque esta mañana se adentraron dos chicas en mis confines. Debían tener poco más de veinte años, parloteaban en voz muy alta entre ellas pero sin dejar de teclear a velocidad de crucero en sus smartphones, y fueron directas a mi mostrador:

Clienta 1: Oye, perdona

Regina ExLibris: ¿Sí?

Clienta 1: Es que, mira… verás. Hay una serie en la que uno de los personajes habla de su libro favorito, y yo quiero leerlo, pero ella dice que es de niños.

Clienta 2: Tía, es que es de críos. Que «la Pussy o Poussey esa» va de sobrada y se queda con la peña. Porque, vamos, no me digas que va a flipar con el de la niña esa que se mete por un agujero en el bosque siguiendo a un mapache o algo así. ¿En seeeeeeeeeerio?

Regina ExLibris: Ah, ya veo. ¿Habláis de Alicia en el País de las maravillas, no?

Clienta 1: Sí, ese mismo. Y Carola, tía, ¡qué coño un mapache! Se te va la olla, era un conejo. Al menos es lo que recuerdo de la peli de Disney. Yo es que la vi de cani.

Clienta 2: Bueno, pues un conejo. ¡Ya ves qué subidón de historia, tía!

Clienta 1: ¡Qué pesadita estás! Mira, yo me lo quiero leer… ¿o es verdad que es muy de canis, señora?

Regina ExLibris: Bueno, verás. Si te apetece leerte un libro olvida si es para niños o no… Te sorprendería la cantidad de historias maravillosas que se pierde la gente por etiquetarlas. Y en cuanto a Alicia en el País de las Maravillas si yo fuera tú no dejaría de leerla. Tiene una trama fantástica engarzada sobre historias dentro de otras historias, diálogos endemoniados y, sobre todo, una impagable galería de personajes. Es muy divertida y te sorprenderá.

Clienta 1: ¿Cómo que personajes? ¿más que la niña y el conejo?

Clienta 2: Joder, tía, si que estás off… ¿No te suena una reina, o algo así?

Regina ExLibris: Sí, hay más personajes. Son criaturas estrafalarias, mezquinas, divertidas, grotescas, taimadas o bobaliconas que se desenvuelven como pueden en su entorno y ridiculizan el encorsetamiento victoriano, que es la época de su autor.

Clienta 1: ¿Y lo tienes aquí?

Regina ExLibris: Sí, en varias ediciones. Te las enseño y eliges tú.

Clienta 2: ¡No me lo creo! Para que luego me venga mi abuela con que me paso el día viendo la tele. ¿Verás cuando le cuente que OITNB ha logrado que tú te compres y hasta pienses en leerte un libro en vacaciones? ¡ Y con tu propia paga!

Clienta 1: ¡Ja, ja, ja! Es verdad, lo va a flipar tu abuela. Y en mi kelly igual.

Regina ExLibris: Perdonad, ¿qué es OITNB?

Clienta 1: Es Orange is the new Black. Una serie americana de unas presas entre rejas. ¿No la conoces? Pues ya va por la temporada 5. ¡Es una pasada!

Y se fueron con el libro. Yo me quedé con ganas de contarles que, además de ser fantástica per se, Carroll, anticipaba entre las líneas de las disparatadas aventuras de esa niña respondona y curiosa menudencias venideras como el surrealismo, la interpretación freudiana y la alucinación psicodélica. Ahí es nada. Y que el libro y sus personajes han inspirado a bandas del rock (Aerosmith) y a estrellas del pop (Robbie Williams). Pero, bueno, tampoco las quería agobiar. Y además me dejaron con un muy buen regustillo catódico en el paladar libresco.

Conozco la serie Orange is the New Black y me gusta, y no es la única referencia literaria que muestra. Pero si además ha logrado que esta chica venga a reginaexlibrislandia, compre la edición de Valdemar (la eligió por su cubierta y diseño, descartando una de Cátedra y la de Nórdica, ambas muy recomendables también) y se anime a leer Alicia en el País de las Maravillas que la Providencia Librera bendiga a OITNB.

Palabra de Regina ExLibris.

Alicia, Valdemar

Alicia, Valdemar

NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

Cuando Charles Dogson improvisó las Aventuras subterráneas de Alicia, no sabía que esa puerta que daba acceso a millones de niños y de adultos lectores a un mundo cargado de personajes irreverentes, sátiras extravagantes, retos lingüísticos y pulsos a la lógica extrema era la misma que le conduciría a él, como Lewis Carrol, y a su novela, como Alicia en el País de las Maravillas al olimpo de las deidades literarias. Conocer al Gato de Cheshire, tomar el té con el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo o jugar al croquet con la mismísima Reina de Corazones es una experiencia que nadie, nadie, debería perderse. Mágica y genial.

 

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«Siempre tendremos París… al menos en estas 6 novelas»

Ah, aquí estamos otra vez mis licencias biblio-cinéfilas y yo, queridos. Pero es que es muy, muy difícil pensar en París y no visualizar a Rick Blaine (Humphrey Bogart) soltándole a Ilsa Lund (Ingrid Bergman) ese mítico «Siempre tendremos París» en los últimos fotogramas de la no menos legendaria Casablanca.

(Casablanca, 1942 / Warner Bros)

(Casablanca, 1942 / Warner Bros)

Pues bien, imaginar que esto no es reginaexlibrislandia sino un aeródromo en plena noche. ¿Ya? Añadirle niebla. ¿Lo tenéis? Ahora visualizarme con el pelucón apelmazado dentro de un sombrero de ala, el rostro humphreybogarizado y dirigiéndome entre desesperado y decidido a vosotros, mis legiones de reginaexlibrislandianos, todos embutidos en la piel de la Bergman. ¿Listo?

Pues entonces es ahora cuando os derrito con mi «Siempre tendremos París, al menos en estas 6 novelas». Sí, una selección reginaexlibrislandiana de títulos donde la eterna «Ciudad de la Luz» es aún más que un simple escenario para una trama, puesto que es un personaje en sí misma. París se vive, se imagina, se recrea y, por supuesto, se lee más allá del punto y final de una de las novelas parisinas por excelencia: Los Miserables, de Victor Hugo.

Y esta selección temático-parisina es mi itinerario libresco particular dedicado a María, una de mis reginaexlirbrislandianas de pro, que necesitaba pegarse un viajecito de libros a la capital francesa. Y, ya puestos, pues nos vamos todos con ella ;P

1.  París. Edward Rutherfurd. Roca. Legiones de lectores rutherfurdmaniacos se sumergen sin titubear en cada uno de los destinos que al señor Rutherford le da por ficcionar, siempre articulando sus libros sobre hechos reales y sobre criaturas de la intrahistoria de la ciudad, o del país de turno. Y, claro, París no iba a ser menos. Así que adentraros sin temor a un París diseccionado a través de las pasiones, lealtades, traiciones y secretos que mueven a personajes ficticios y reales, que habitan esta gloriosa ciudad y la hacen ser lo que es. De la construcción de Notre Dame a las peligrosas maquinaciones del cardenal Richelieu; de la resplandeciente corte de Versalles a la violencia de la Revolución francesa; del hedonismo de la Belle Époque al horror de la  Primera Guerra Mundial; de los escritores de la Generación Perdida a la ocupación nazi, los luchadores de la Resistencia y la revuelta estudiantil de mayo de 1968… Un mosaico impresionante, sensual, trepidante y tan arrebatador como la propia ciudad que lo inspira.

París

París

2. París era una fiesta. Ernest Hemingway. Lumen. Publicada póstumamente en 1964, es la obra más personal y reveladora de Hemingway, quien, ya en el crepúsculo de su vida, narra aquí los dorados, salvajes y fructíferos años de su juventud en el París de los años veinte, en compañía de escritores como Zelda y Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, Joyce o Ezra Pound, la llamada «generación perdida». Crónica de la formación de un joven escritor, retrato de una ciudad perdida, oda a la amistad y verdadero testamento literario, es uno de los libros capitales para entender el siglo XX, así como el universo y la personalidad de uno de sus más grandes creadores. El amor, la amistad, el deseo, la resaca continua, las ganas de vivir al límite y, sobre todo, las calles de París llenan las páginas de este testamento literario que te sumerge en cafés y rincones de un París tan mágico como real y agridulce. “París es una fiesta que nos sigue”, decía Hemingway, y ese es el espíritu que destila en cada salto de línea.

París era una fiesta

París era una fiesta

3. La elegancia del Erizo. Muriel Barberi. Seix Barral. El gran milagro de la literatura se agazapa como en pocas en La elegancia del erizo, una novelita de esas que te cauteriza la melancolía y te cautiva a golpes de ironía, ternura y píldoras sobre el amor, la sociedad, el arte y la felicidad. Sus protagonistas, la portera de un edificio del París burgués y la niña superdotada de uno de los apartamentos, diseccionan su entorno mientras se empeñan en pasar inadvertidas para el resto del mundo, hasta que aparece un nuevo vecino japonés para poner sus existencias patas arriba. Muriel Barbery teje una trama maravillosa y divertida, cargada de verdades veladas que todos miramos, pero que sólo algunos ven, a la que vuelves una y otra vez con la certeza de una sonrisa y el temor del inevitable punto y final. Conmovedora, divertida y deliciosamente inesperada.

La elegancia del erizo

La elegancia del erizo

4. En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano. Anagrama. París, años sesenta. En el café Condé se reúnen poetas malditos y estudiantes fascinados por la bohemia parisina. Y aunque la nostalgia de aquellos años perdidos parecería ser el tema central de la novela, Modiano le da un giro sorprendente. Porque En el café de la juventud perdida es también una novela de misterio. Todos los personajes, todas las historias, confluyen en la enigmática Louki. Cuatro hombres nos cuentan sus encuentros y desencuentros con la hija de una trabajadora del Moulin-Rouge. Algunos la buscan, otros la aman, y para casi todos ellos la chica encarna el inalcanzable objeto del deseo. Louki, como todos los que la acompañan en su vagabundeo por un París espectral, es un personaje sin raíces, que vive inventando identidades, renaciendo una y otra vez, luchando por construir un presente perpetuo. Modiano recrea alrededor de la fascinante y conmovedora figura de Louki el París de su juventud, al mismo tiempo que construye con su estilo inconfundible una hermosísima novela sobre el poder de la memoria y la búsqueda de la identidad, dos grandes ejes de la obra del escritor francés.

En el café de la juventud perdida

En el café de la juventud perdida

5. La delicadeza. David Foenkinos. Seix Barral. Nathalie es una mujer afortunada. Está felizmente casada con François, y pasa los días rodeada de amor, de risas y de libros. Pero todo cambia cuando su marido muere de forma repentina. Ese momento es un punto de inflexión para Nathalie, que empieza a languidecer entre las paredes de su casa y se vuelca en la oficina. Pero justo cuando ha dejado de creer en la magia de la vida, ésta vuelve a sorprenderla y revelarse en su forma más maravillosa. La delicadeza es la novela de la esperanza y la imaginación, la novela de ese París fascinante en el que el dolor y la vulgaridad se transforman en poesía. Un libro que querrás tener siempre cerca, para deleitarte de nuevo con su elegancia literaria o sonreír con su mordaz ingenio, pero, sobre todo, para recordar que siempre, incluso en los momentos más inesperados, cualquier cosa es posible. Y especialmente en París.

La Delicadeza

La Delicadeza

6. Fluye el Sena. Fred Vargas. Siruela. Cargadas de un humor delicioso y estrafalario, de investigaciones tan absorbentes como perfectamente construídas y protagonizadas por el carismático comisario Adamsberg, estas tres historias policiacas tienen el común denominador de tener el Sena, los clochards y los bajos fondos parisinos como elementos esenciales de sus tramas. En «Salud y libertad», un estrafalario vagabundo se instala en un banco, con todo su ajuar, ante la comisaría de Adamsberg mientras éste recibe misteriosos anónimos amenazadores y una mujer aparece muerta sobre las vías del tren. En «La noche de los brutos», Danglard y el comisario investigan la extraña muerte de una mujer que aparece ahogada debajo de un puente del Sena. En «Cinco francos unidad», un estrambótico vendedor ambulante de esponjas presencia el intento de asesinato a una rica dama, y el comisario conseguirá que colabore con la policía de un modo realmente ingenioso. Otra forma de redescubrir un París que, aún contemplándolo desde sus lugares más sórdidos y con el hilo de las más bajas pasiones, resplandece y cautiva por igual.

Fluye el Sena

Fluye el Sena

¿Adivinas cómo imagino el servicio de habitaciones del Hotel de El resplandor?

Ay, esta vena pelín turbia que me impulsa hacia lo macabro me va a traer problemas estando como estoy cara al público. Es ella y no yo la que ha hablado cuando un reginaexlibrislandiano asiduo que vino a por un ejemplar de El resplandor me comentaba que Stephen King hiló toda la trama en la habitación de un hotel en Colorado.

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

Claro, a mi lo primero que me ha venido a la mente (y que desafortunadamente he soltado por esta bocaza sin filtros) ha sido:

«¡Anda! Pues imagino cómo debe ser la llamada a tu puerta del servicio de habitaciones. ¡A hachazos! JAJAJAJAJAJA (risotadas histéricas)»

El pobre hombre se ha quedado mirándome sin saber muy bien cómo reaccionar. Por suerte he logrado serenarme a tiempo y, mientras improvisaba un torniquete por debajo del escritorio aplastando la grapadora de hierro sobre la vena turbia de la muñeca para taponar la hemorragia de verborrea gore, continué parloteando como la réplica perfecta de La Serenísima con una muy medida caída de párpados:

«Quiero decir… que sería un buen filón para fanáticos de la historia, ¿no?»

Él me miró con cierta cautela y una vez comprobó que las venas de mis sienes habían dejado de parecer morcillones de Burgos y que ya no echaba espumarajos por la boca, continuó con su charla:

Cliente: Bueno, si tú lo dices, Regina… Hay gustos para todo. Yo a lo que iba es a que Stephen King se alojó con su mujer en 1974 en The Stanley, un hotel en Colorado con vistas a las Rocosas. Él mismo ha contado que eran los únicos huéspedes porque al día siguiente el hotel cerraba por final de temporada. En los próximos meses iba a estar cerrado, hasta el deshielo de primavera.

Regina ExLibris: ¡Ah, y de ahí la trama! ¿NO?

Cliente: Sí y no, porque aún hay más. De entrada ese hotel ya estaba «encantado» desde poco después de su inauguración en 1909. Supongo que entre eso y el momento en que le pilló su estancia -con todo vacío y desmantelado- King cuenta que paseando por el Hotel vio fantasmas, y que incluso en el gran bar y sala de fiestas presenció un baile con gente de otra época o, mejor dicho, del más allá.

Regina ExLibris: ¿Cómo?

Cliente: Lo que oyes es lo que Stephen King cuenta. Que después de su tour por el hotel se fue a su habitación a dormir. Tuvo una pesadilla en la que vio a su hijo de 3 años corriendo delante de una manguera de fuego y pidendo ayuda. Se despertó acojonado y se levantó para encendrerse un pitillo. Se lo fumó mirando por la ventana a la entraña de las Rocosas… y para cuando se consumió ya tenía en su cabeza toda la trama y los personajes de su novela, aunque finalmente el hotel en la ficción se llamaría el Overlook. El resto ya fue darle a la tecla en tiempo récord para firmar una de las mejores novelas de terror que he leído.

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

Regina ExLibris: Entonces su vomitona creativa no se pareció en nada al protagonista, Jack Torrance, sumido en pleno síndrome de la página en blanco… La verdad es que siempre me ha fascinado el talento de Stephen King para inventar y contar historias escalofriantes.

Cliente: Si, y parece que no se le seca el dique, por suerte. Por cierto, ¿viste la adaptación de Kubrick?

Regina ExLibris: Sí y, ¿sabes qué? Me fasidia mucho porque, como película desligada de la novela me gusta mucho. La atmósfera, los personajes, el papelón de Jack Nicholson… Pero si la comparo con el texto original me dan ganas de abofetear al director. En la novela hay cuatro personajes bien definidos (el hotel, Wendy, Jack y Danny), cada cual con una historia propia y potente que avanza y se enreda con las del resto. Quiero decir que no se limita a narrar la historia de un padre de familia que acepta un trabajo en un entorno aislado y hostil y se vuelve loco. El personaje de Jack es mucho más complejo, real y creíble que eso.

Cliente: Es verdad, es un tipo que arrastra su lucha contra el alcoholismo que casi destroza su vida y la de su familia, y que para colmo está en plena crisis creativa. Para él la idea de estar 5 meses en ese entorno con su mujer, su hijo y su libro es la oportunidad perfecta para solucionar  sus problemas de una tacada.

Regina ExLibris: ¡Exacto! Con lo que no contaba el bueno de Jack es que el Hotel en sí, ese que iba a ser el escenario propicio para lidiar con sus problemas, acoge una fuerza demoníaca que va mucho más allá que los fantasmas que lo recorren. Esa fuerza maligna detonará una verdadera batalla mental con él y con su hijo Danny.

Cliente: Sí, y de hecho el final poco tiene que ver con el de la película

(Nota de Regina: A partir de aquí no reproduzco la conversación para no reventar el final de este novelón a quienes aún no la hayáis leído)

Lo que sí os digo es que si no habéis leído El resplandor (Debolsillo) dejar lo que estéis leyendo y meteros en harina con él. Os aseguro que una vez lo empecéis y por más veces que hayáis visto la película pasaréis todas y cada una de las páginas con la sensación de que un dedo flaco y gélido os presiona el corazón. Cada personaje -el hotel incluido- es brutal, el ritmo es endemoniado y su lectura os absorbe a una atmósfera y unos hechos que no olvidaréis una vez sobrepasado el punto y final.

El resplandor

El resplandor

Mi reginaexlibrislandiano se fue con su ejemplar y yo me puse como una loca a bucear por Internet para dar con el hotelito… y dos o tres clicks después ¡ahí estaba! The Standley. Ojo, no confundir ese hotel (en el que Stephen King concibió El resplandor en la habitación 217) con los exteriores de otro establecimiento similar que eligió Kubrick para filmar su versión de la historia. En The Standley no solo presumen de su influencia en la trama de El resplandor, sino que tienen su propio «fondo de armario» paranormal.

Ah, y esto sí que me ha entusiasmado, queridos: para Halloween organizan un gran baile temático.

The Stanley Hotel (El Resplandor)

The Stanley Hotel (El Resplandor)

Yo, si puedo, voy. Palabra de Regina ExLibris.