Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
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Si buscas un manual de supervivencia social lee ‘Las amistades Peligrosas’

Pocos personajes de ficción me han cautivado de una manera tan absoluta como en su día lo hizo la Marquesa de Merteuil, protagonista de una novelita epistolar que aún hoy es todo un manual avanzado de supervivencia social. Vamos, que sales doctorad@ tras el punto y final.

(Las amistades peligrosas, 1988 / Warner Bros)

(Las amistades peligrosas, 1988 / Warner Bros)

Así que sí, queridos, soy devota de la Merteuil. La pérfida y joven viuda de rostro hierático y mirada de acero que se hace a sí misma en un entorno hostil, y logra ser la emperatriz del libertinaje a puerta cerrada mientras en sociedad resplandece parapetada en su halo de pulcritud moral y decoro extremo.

Esa que con sus impúdicas y venenosas cartas reta al Marqués de Valmont, ex-amante y compañero de correrías en su maquiavélico dueto, a ver quién de los dos es capaz de masacrar –primero por diversión, después por venganza- la felicidad y la virtud ajena de quien el otro proponga. Así es como, reginaexlibrislandianos de pro, empieza su juego. O, mejor dicho, así es como se desencadena una guerra. Y la Merteuil tiene clara su estrategia: Vencer o Morir. Si eso no promete biblio-diversión ya me diréis qué otra cosa lo hace.

Años después vi la adaptación homónima de la novela de Pierre Choderlos de Laclos que filmó Stephen Frears con una inmensa Glenn Glose, y la mimetización extrema de la Glose con la Merteuil de mi imaginación no solo me erizó hasta el último pelo del pelucón, sino que me regaló el que es, aún a día de hoy, uno de mis tantras vitales:

» Y aprendí a sonreír mientras bajo la mesa me clavaba un tenedor en el dorso de la mano».

Y aunque la película me pareció magnífica –mejor que otras tantas versiones de celuloide, teatro y hasta ballet- sigue palideciendo al lado del texto original. Una novelita publicada por primera vez en 1782 y firmada por un lugarteniente del ejército francés, que escandaliza y fascina a partes iguales. Una novelita que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida y que hoy ha sido la protagonista absoluta en reginaexlibrislandia, cuando uno de mis libreros me comentaba lo delicado que puede llegar a ser para los jóvenes el moverse y comunicarse por redes sociales:

Librero: Lo de los veinteañeros con las redes sociales no tiene parangón, Regina. Están expuestos, su intimidad y su vida, y ellos no son conscientes. Pueden destrozarles la reputación con un par de whatsUp o con algún comentario en Facebook. Y lo que hoy es una broma molesta puede afectarles mañana, porque en la Red nada desaparece. Se lo digo a mi hermana y como si no…

Regina ExLibris: Sí, es cierto. Bueno, casi todo lo que dices, porque, aunque el medio sea distinto y más potente hoy, siempre hubo mentideros y formas de pulverizar socialmente a otro. Es innato al ser humano, me temo. De todas formas, si quieres que reflexione llévale un ejemplar de Las Amistades Peligrosas.

Librero: A ver, Regina, ilumíname, ¿por qué debería leer Las Amistades peligrosas mi hermana ahora?

Regina ExLibris: Uy, querido. Tu hermana o cualquiera. Esa novelita epistolar es un curso avanzado de supervivencia social. Lo que en la Francia dieciochesca eran las cartas a pluma, son hoy las redes sociales. La cuestión es el contenido, las intenciones que lo inspiran, a quién vaya esa información y cómo la utilice.

Librero: Yo, la verdad… es que no me lo he leído. Vi la película, eso sí, hace años ya.

Regina ExLibris: Pues deja el libro que tengas entre manos y ponte con él. YA. Y después para tu hermanita. Se lee muy rápido porque cada carta es tirando a breve y misiva a misiva irás viendo cómo el maquiavélico dúo de Choderlos de Laclos consagra su vida a saciar un ansia irrefrenable de seducción y sometimiento. La negación de la afectividad en beneficio de la sensualidad es la clave de su alianza. Una alianza que terminará por romperse porque ni Merteuil ni Valmont vieron venir que el peor y más letal de sus enemigos no era el otro ni los demás, sino que estaba agazapado dentro de uno de ellos. Y dejarlo salir iba a ser el principio de su final. Es demoledor, y es uno de los libros más divertidos, descarados y seductores de la literatura universal.

Librero: Mmm, visto así. Lo tenemos en Cátedra y en Mondadori, ¿no?

Regina ExLibris: Sí, cualquiera de las dos traducciones es buena. Y ya sabes, la diferencia es el formato y, claro, el análisis que precede a la edición de Cátedra.

Y se fue finalmente con el ejemplar de Mondadori. Y yo decidí que, como cualquier excusa es buena para perderme por entre ese perverso y clarividente epistolario, la de leerlo a la vez que mi librero es tan buena como cualquier otra.

Así que eché el cierre, me empolvé el pelucón y la cara y me di a su relectura. Y, lo hice poseída por el espíritu de  la mismísima Madame de Merteuil, que “No buscaba el placer, sino el conocimiento”. Palabra de Regina Exlibris.

Las amistades peligrosas

Las amistades peligrosas

NOTA DE REGINA:

Las Amistades Peligrosas es un novelón de esos que te arden en las manos y que encierran un curso acelerado de supervivencia social. Si, porque más allá de que la adaptación al celuloide de 1988 fuera sublime y con un reparto de escándalo, la novelita epistolar es una auténtica maravilla que radiografía el alma de dos seres tan maquiavélicos como seductores de la alta nobleza de una ya decadente Francia dieciochesca. Las cartas, impregnadas de sus pasiones -altas, pero especialmente las más bajas– revelan al lector una a una el pulso entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dispuestos a todo por masacrar al rival y salir airosos en un entorno en el que cada beso sabe a un veneno, en cada gesto late una traición y donde la inocencia se paga con la vida. Regia y fundamental.

  • Y vosotros, queridos, ¿leisteis Las Amistades Peligrosas?
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‘A 84 Charing Cross Road, por favor’

Hay libros y LIBROS, y la norteamericana Helene Hanff firmó uno de éstos últimos cuando editó la correspondencia que mantuvo durante dos décadas con los empleados de una librería de viejo londinense.

Así nació 84 Charing Cross Road, uno de los libros de cabecera de todo bibliófilo de corazón que, además de ir de mano en mano, de tener adaptaciones cinematográficas, televisivas, como musical en Broadway y hasta videojuego, hoy un reginaexlibrislandiano asiduo me pidió en mi librería para hacer un regalo especial.

Y sin quererlo eso dio pie a que la novelita llegara a una tercera persona que se paseaba por entre mis baldas sin saber que lo que realmente había venido a buscar era un ejemplar, el que sin duda la Providencia Librera le tenía reservado, de 84 Charing Cross Road:

– Cliente: ¡Hola, Regina! ¿Qué tal?- Regina: Aquí, con la Navidad al acecho…

– C.: Sí, este año tampoco nos libramos

– R.: Tendremos que llevarlo con dignidad, me temo. ¿Buscas algo?

– C.: Pues mira, sí. Quiero 84 Charing Cross Road, pero imagino que no tendrás ejemplares aquí.

– R.: Me subestimas. De según qué libros siempre tengo ejemplares en mi recámara

– C.: ¡No me digas! Yo ya contaba con encargártelo…

– R.: Aquí lo tienes, y aún me quedan dos más.

– C.: La quiero para alguien especial, ¿sabes? Alguien que adora los libros y las librerías.

– R.: Es una maravilla… la historia, los personajes, los diálogos, ¡todo!

– C.: ¡Y encima real! ¿Viste la película con la misma de Mr. Robinson?

– R.: Sí, con Anne Bancroft y Anthony Hopkins. Otra joya, la película.

– C.: Pues nada, me lo llevo. ¡Gracias, Regina!

Y se fue, y yo me quedé con la mirada clavada en la portada de uno de los dos ejemplares del libro que aún tenía en mi poder, recordando el subidón bibliófilo que supuso para mi su lectura en su día, cuando una voz de mujer me sacó de mis cavilaciones helenehanffianas:

– Cliente2: Estooo, disculpe- Regina: ¿Si? Ah, hola, ¿dígame?

– C2: No pude evitar oír su conversación con el señor que se acaba de ir… y, bueno, me preguntaba sobre el libro del que hablaban, el que se llevó

– R.: ¿84 Charing Cross Road, de Helene Hanff?

– C2: Sí, sí, ese mismo. ¿Es realmente tan bueno?

– R.: Para mi es de lo mejorcito que hay, uno de esos libros que te reconcilian con el universo

– C2: ¿Y de qué va?

– R.: La novela epistolar de Helene Hanff, que lleva circulando de mano en mano desde hace casi cuatro décadas, recoge la correspondencia que durante veinte años mantuvieron una extravagante, irónica y brillante guionista norteamericana y los libreros de una librería de viejo londinense al término de la II Guerra Mundial. La insaciable sed de ella por hacerse con los libros más imposibles y el empeño de ellos, especialmente de Frank Doel, por conseguírselos, da pie, con los años, a una intimidad cargada de ternura e ironías proyectadas sobre el fondo de una misma pasión: los libros y las librerías.

– C2: Suena bien, sí señor, pero que muy bien

– R.: Además tiene una carga de ironía y humor que no te borra la sonrisa de la cara prácticamente de principio a fin, aunque tiene su parte dura también. ¡El justo equilibrio!

– C2: Definitivamente me la quiero leer. ¿Tiene otro ejemplar?

– R.: Sí, aquí mismo. ¡Que la disfrute!

Y ella también abandonó mis confines con su 84 Charing Cross Road bajo el brazo, y me dejó a mi sola con el último ejemplar de mi reserva y una sonrisa escandalosa plantada en la cara pensando en el bombazo literario que tienen entre manos ahora mismo esos dos inocentes destinatarios de mis ejemplares… ¡Así da gusto echar el cierre, queridos!

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis 84 Charing Cross Road? ¿Conocíais a su autora, Helene Hanff? ¿Habíais oído hablar de la novela? ¿Y de sus adaptaciones varias?

Como colofón el trailer a la película homónima rodada en 1987 y protagonizada, como dije, por Anne Bancroft y Anthony Hopkins:

«No me engañe, sé que el de Cornelia Funke ya se vende»

Qué injusta es la vida, queridos. Apenas llevaba unos minutos flotando tras uno de mis subidones libreros cuando llegó a mis confines un desaprensivo con vocación de acupuntor emocional y me reventó la burbuja, atravesándola con dos frases cargadas de alfileres.

Empecemos por lo bueno: la visita mañanera y fugaz de un reginaexlibrislandiano que había estado en la librería el jueves pasado.

Como aquel día buscaba ‘un novelón de esos que te arden en las manos y que encierran un curso acelerado de supervivencia social’, yo no titubeé y le di Las amistades Peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos.

Parece que acerté, y él tuvo el detallazo de pasarse para contármelo:

«Perdona… pero tenía que venir a decírtelo: me pasé todo el fin de semana pegado a Las Amistades Peligrosas. ¡Vaya libro! Yo no sé cómo no di con él antes, de verdad. Ufff. Ahora tengo prisa, pero quería que lo supieras. Me paso otro rato esta semana y lo comentamos si quieres…»

Y se fue, y me dejó plácidamente acomodada en mi pompa gigante, meciéndome en mi ego librero a metro y medio sobre el suelo con una sonrisa de satisfacción que me daba la vuelta a la cara, y pensando en el librito y en cómo lo disfruté yo en su día, queridos.

Si, porque más allá de que la adaptación al celuloide de 1988 fuera sublime y con un reparto de escándalo, la novelita epistolar es una auténtica maravilla que radiografía el alma de dos seres tan maquiavélicos como seductores de la nobleza de una ya decadente Francia dieciochesca.

Las cartas, impregnadas de sus pasiones -altas, pero especialmente las más bajas– revelan al lector el pulso entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dispuestos a todo por masacrar al rival y salir airosos en un entorno en el que cada beso sabe a un veneno, en cada gesto late una traición y donde la inocencia se paga con la vida.

Así que ahí me tenéis a mi, empolvándome el pelucón dentro de mi burbuja de autosatisfacción para metamorfosearme durante un rato en la Marquesa de Merteuil, cuando llegó el cliente-acupuntor:

– Cliente: Oiga, ¡OIGA!- Regina: Si, buenos días, ¿qué desea?

– C.: Quiero Muerte de Tinta, de Cornelia Funke.

– R.: Ah, si, el que cierra la trilogía de Sangre de Tinta y Corazón de Tinta. Pues lo siento, caballero, pero sale a la venta el día 23… aún no está en las librerías. Quizá en algunas ofrezcan pre-venta, pero nada más.

– C.: Se equivoca.

– R.: A ver, un segundo que lo compruebe… Justo, Muerte de Tinta sale a la venta el 23 de Mayo y un par de semanas después Cornelia Funke vendrá a Madrid a presentarlo. Al menos es lo que me escriben desde Siruela, que es quien lo edita en castellano.

– C.: OIGA USTED SEÑORA O SEÑORITA, NO ME MIENTA SOLO PORQUE USTED NO LO TIENE AÚN O PORQUE NO ME LO QUIERE VENDER, PERO SÉ QUE EN OTRAS TIENDAS YA ESTÁ AGOTADO. ¡ADIÓS!

¡CHOFFF! A mi se me reventó la burbuja y caí de morros sobre mi regio suelo con una mueca de interrogación en el rostro y el pelucón del revés.

Para cuando reaccioné él ya se había esfumado, dejando tras de sí una estela de energía negativa reconcentrada que pulvericé aferrándome a otro ejemplar de Las Amistades Peligrosas.

Además la escenita me dio pie para recordar uno de los grandes momentos de mi adorada Marquesa de Merteuil que es toda una clase magistral sobre cómo actuar de cara al público cuando éste no te muestra su lado más, ejem, agradable y una tiene que capear el chaparrón de grosería e irracionalidad con elegancia:

“Aprendí a sonreír mientras por debajo de la mesa me clavaba un tenedor en la palma de la mano”

Decidme, queridos, ¿hace falta ser tan desagradable en esta vida? ¿Cuelgo un cartel invitando a que la gente deje fuera de reginaexlibrislandia sus neurosis? ¿Habéis leído Las Amistades Peligrosas? ¿Y algo de Cornelia Funke?