Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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“Dame una novela para leer antes de mi safari por Kenia”

África significaba para Karen Blixen lo mismo que reginaexlibrislandia significa para mi.

(Memorias de África, 1985 / Universal Pictures)

(Memorias de África, 1985 / Universal Pictures)

A ella le daban la vida sus paisajes, colores, y gentes, y a mi me la inoculan mis confines atestados de libros. A las dos nos embarga esa certeza que ella puso negro sobre blanco: «Te despertabas por la mañana y pensabas: Estoy donde debo estar».

Además y para ser fieles a la verdad, ambas nos desenvolvemos en entornos unas veces leoninos y otras sofocantes y polvorientos. Pero, aún así, no abandonamos.

Y es que, qué queréis que os diga. A mi siempre me fascinaron por igual su vida y su obra. Tras su fracaso matrimonial ella, una joven e indomable aristócrata danesa decide permanecer diecisiete años sola en Kenia, cautivada por África y por un carismático aventurero inglés.

Os cuento esto porque hoy vino a mis confines un reginaexlibrislandiano asiduo con una curiosa y encantadora petición. Se casa en breve y la pareja viajará de luna de miel a un safari en Kenia. La afortunada, también reginaexlibrislandiana asidua y lectora voraz, no sabe lo que trama lo, aún hoy, su prometido:

Cliente: Regina, dame una novela para que la lea antes de irnos a Kenia

Regina ExLibris: Ahh ¡por supuesto, ya la tengo!

Cliente: ¿Cuál es?

Regina ExLibris: Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong…

Cliente: ¿Perdona? Eso me suena de algo, pero no a un título.

Regina ExLibris: Es el arranque de Memorias de África

Cliente: ¡Grande, Regina! Es perfecto. No se lo ha leído, ni yo tampoco. ¿Está bien, no? A ella le encanta la película, esa con con Meryl Streep y Robert Redford

Regina ExLibris: Sí, sí, a mi el libro me fascina. Pero, ojo, Memorias de África no es un relato tan lineal como sí lo es la versión que filmó Sydney Pollack en 1985. La grandeza de la novela, aunque es cierto que en su conjunto se cimenta sobre tres pilares argumentales (retrata el principio de la desaparición del imperialismo europeo, su historia de amor con el aventurero inglés y los paisajes y costumbres que la deslumbran), estriba en innumerables personajes, anécdotas y momentos que atraviesan esas tres grandes tramas como vívidas y electrizantes corrientes subterráneas. Ese es su punto fuerte. El toque de genio de la Blixen.

Cliente: Menudo personaje debió de ser, ¿no?

Regina ExLibris: Memorable, la mires por donde la mires…

Karen Blixen-Finecke (1885-1962), alias Isak Dinesen

Karen Blixen-Finecke

Se llamaba Karen Christence Blixen-Finecke (1885-1962) y era otra de esas criaturas de ficción pura, genéticamente dotada para transformar fragmentos de realidades y de personas en relatos absolutamente cautivadores. De familia aristocrática, se casó con un primo al que apenas conocía en un matrimonio que a ella le permitiría abandonar Dinamarca y a él montar, con la dote de su mujer, una granja cafetera en Kenia, y vivir bien.

La pareja, que nunca llegó a estar bien avenida, se divorció en 1925 y ella quedó a cargo de la plantación cafetera -sobreponiéndose a desastres naturales, presiones sociales y conflictos bélicos- hasta que la caída de los precios en 1931 la arruinó, por lo que tuvo que venderla a su pesar y regresar a Dinamarca.

Si bien ya había publicado alguna que otra pieza, es a su regreso de África cuando la nostalgia de “su hogar keniata” la empuja a destilar, atrincherada en el gélido refugio nevado del hogar familiar, su añoranza y sus recuerdos en forma de vívidas crónicas de los paisajes, la luz, los colores, las costumbres, la cultura y las personas con las que convivió en África.

Memorias de África

Memorias de África

Se publicarían como Memorias de África (Alfaguara) y Sombras en la hierba (Debolsillo), ella decidió firmarlas como Isak Dinesen, y le valieron la nominación al Nobel de Literatura en 1954. Finalmente se lo llevó Hemingway, quien siempre afirmó que era ella más merecedora del premio que él, fascinado por la obra, por el espíritu indómito y por el talento creativo de esta inigualable mujer. De hecho también son colosales sus relatos breves, como los volúmenes Cuentos de invierno, Siete cuentos góticos y Anécdotas del destino.

Leed a la Blixen/Dinesen, queridos, si no lo habéis hecho aún. Además de cautivaros con sus cuentos si leéis Memorias de África os aseguráis un viaje bibliófilo a sus impresionantes paisajes, sus colores, sus días cálidos y sus noches gélidas, sus lluvias y sus sequías, su flora, su fauna, sus gentes. Llenareis los pulmones con aire límpido, escuchareis el rugir de las fieras, os sobrecogerán las milagrosas tonalidades del cielo keniata y hasta danzaréis con los kikuyos. No os hará falta viajar al continente africano, aunque, eso sí, una ves sobrepasado el punto y final decidiréis que mataríais por ir allí.

  • Y vosotros, queridos, ¿leisteis Memorias de África, o algo de la Dinesen?
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¿Adivinas cómo imagino el servicio de habitaciones del Hotel de El resplandor?

Ay, esta vena pelín turbia que me impulsa hacia lo macabro me va a traer problemas estando como estoy cara al público. Es ella y no yo la que ha hablado cuando un reginaexlibrislandiano asiduo que vino a por un ejemplar de El resplandor me comentaba que Stephen King hiló toda la trama en la habitación de un hotel en Colorado.

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

Claro, a mi lo primero que me ha venido a la mente (y que desafortunadamente he soltado por esta bocaza sin filtros) ha sido:

«¡Anda! Pues imagino cómo debe ser la llamada a tu puerta del servicio de habitaciones. ¡A hachazos! JAJAJAJAJAJA (risotadas histéricas)»

El pobre hombre se ha quedado mirándome sin saber muy bien cómo reaccionar. Por suerte he logrado serenarme a tiempo y, mientras improvisaba un torniquete por debajo del escritorio aplastando la grapadora de hierro sobre la vena turbia de la muñeca para taponar la hemorragia de verborrea gore, continué parloteando como la réplica perfecta de La Serenísima con una muy medida caída de párpados:

«Quiero decir… que sería un buen filón para fanáticos de la historia, ¿no?»

Él me miró con cierta cautela y una vez comprobó que las venas de mis sienes habían dejado de parecer morcillones de Burgos y que ya no echaba espumarajos por la boca, continuó con su charla:

Cliente: Bueno, si tú lo dices, Regina… Hay gustos para todo. Yo a lo que iba es a que Stephen King se alojó con su mujer en 1974 en The Stanley, un hotel en Colorado con vistas a las Rocosas. Él mismo ha contado que eran los únicos huéspedes porque al día siguiente el hotel cerraba por final de temporada. En los próximos meses iba a estar cerrado, hasta el deshielo de primavera.

Regina ExLibris: ¡Ah, y de ahí la trama! ¿NO?

Cliente: Sí y no, porque aún hay más. De entrada ese hotel ya estaba «encantado» desde poco después de su inauguración en 1909. Supongo que entre eso y el momento en que le pilló su estancia -con todo vacío y desmantelado- King cuenta que paseando por el Hotel vio fantasmas, y que incluso en el gran bar y sala de fiestas presenció un baile con gente de otra época o, mejor dicho, del más allá.

Regina ExLibris: ¿Cómo?

Cliente: Lo que oyes es lo que Stephen King cuenta. Que después de su tour por el hotel se fue a su habitación a dormir. Tuvo una pesadilla en la que vio a su hijo de 3 años corriendo delante de una manguera de fuego y pidendo ayuda. Se despertó acojonado y se levantó para encendrerse un pitillo. Se lo fumó mirando por la ventana a la entraña de las Rocosas… y para cuando se consumió ya tenía en su cabeza toda la trama y los personajes de su novela, aunque finalmente el hotel en la ficción se llamaría el Overlook. El resto ya fue darle a la tecla en tiempo récord para firmar una de las mejores novelas de terror que he leído.

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

(El resplandor, 1980 / Warner Bros)

Regina ExLibris: Entonces su vomitona creativa no se pareció en nada al protagonista, Jack Torrance, sumido en pleno síndrome de la página en blanco… La verdad es que siempre me ha fascinado el talento de Stephen King para inventar y contar historias escalofriantes.

Cliente: Si, y parece que no se le seca el dique, por suerte. Por cierto, ¿viste la adaptación de Kubrick?

Regina ExLibris: Sí y, ¿sabes qué? Me fasidia mucho porque, como película desligada de la novela me gusta mucho. La atmósfera, los personajes, el papelón de Jack Nicholson… Pero si la comparo con el texto original me dan ganas de abofetear al director. En la novela hay cuatro personajes bien definidos (el hotel, Wendy, Jack y Danny), cada cual con una historia propia y potente que avanza y se enreda con las del resto. Quiero decir que no se limita a narrar la historia de un padre de familia que acepta un trabajo en un entorno aislado y hostil y se vuelve loco. El personaje de Jack es mucho más complejo, real y creíble que eso.

Cliente: Es verdad, es un tipo que arrastra su lucha contra el alcoholismo que casi destroza su vida y la de su familia, y que para colmo está en plena crisis creativa. Para él la idea de estar 5 meses en ese entorno con su mujer, su hijo y su libro es la oportunidad perfecta para solucionar  sus problemas de una tacada.

Regina ExLibris: ¡Exacto! Con lo que no contaba el bueno de Jack es que el Hotel en sí, ese que iba a ser el escenario propicio para lidiar con sus problemas, acoge una fuerza demoníaca que va mucho más allá que los fantasmas que lo recorren. Esa fuerza maligna detonará una verdadera batalla mental con él y con su hijo Danny.

Cliente: Sí, y de hecho el final poco tiene que ver con el de la película

(Nota de Regina: A partir de aquí no reproduzco la conversación para no reventar el final de este novelón a quienes aún no la hayáis leído)

Lo que sí os digo es que si no habéis leído El resplandor (Debolsillo) dejar lo que estéis leyendo y meteros en harina con él. Os aseguro que una vez lo empecéis y por más veces que hayáis visto la película pasaréis todas y cada una de las páginas con la sensación de que un dedo flaco y gélido os presiona el corazón. Cada personaje -el hotel incluido- es brutal, el ritmo es endemoniado y su lectura os absorbe a una atmósfera y unos hechos que no olvidaréis una vez sobrepasado el punto y final.

El resplandor

El resplandor

Mi reginaexlibrislandiano se fue con su ejemplar y yo me puse como una loca a bucear por Internet para dar con el hotelito… y dos o tres clicks después ¡ahí estaba! The Standley. Ojo, no confundir ese hotel (en el que Stephen King concibió El resplandor en la habitación 217) con los exteriores de otro establecimiento similar que eligió Kubrick para filmar su versión de la historia. En The Standley no solo presumen de su influencia en la trama de El resplandor, sino que tienen su propio «fondo de armario» paranormal.

Ah, y esto sí que me ha entusiasmado, queridos: para Halloween organizan un gran baile temático.

The Stanley Hotel (El Resplandor)

The Stanley Hotel (El Resplandor)

Yo, si puedo, voy. Palabra de Regina ExLibris.

«Cualquier momento es bueno para un Desayuno en Tiffany’s con Capote»

Siempre me fascinó el lema del buzón del apartamento de Holly Golightly en Desayuno en Tiffanys: «Miss Holiday Golightly, de viaje». Así que, deslizándome peligrosamente entre el tributo y el plagio al texto de Truman Capote, le he dado una vuelta bibliófila a mi cartel de aviso de ausencia temporal en Reginaexlibrislandia.

(Breakfast at Tiffany's, 1961 / Paramount)

(Breakfast at Tiffany’s, 1961 / Paramount)

Ahora es reversible. Por un lado, el que indica que fui a hacer un recado, reza «Miss Regina ExLibris, de viaje (a la dura realidad)«. Y por el otro, que señala que estoy en mis confines librescos, «Miss Regina ExLibris, de viaje (a la ficción pura)«. Pero, eso sí, con un asterisco y una llamada al libro editado por Anagrama, que cualquier vía es buena para liarme a librazos con terceros. Y más si es este libro.

Pero no quedó ahí la cosa, porque tres o cuatro cafés después y con la B.S.O de Breakfast at Tiffanys inundando reginaexlibrislandia me he venido arriba alentada por uno de esos temibles momentos «¿Y si…?», e impulsada como por resortes en forma de «¿Y si lo pongo también en..?» me he liado a estampar la frase en las tarjetas de la librería como si no hubiera un mañana.

Por suerte para todos un reginaexlibrislandiano asiduo se materializó en mis confines en pleno frenesí de marcado, a tiempo de impedir que sellara cada anaquel, mesa o cabecera, e incluso el ordenador y la cafetera con mi recién-estrenado lema regino grabado en mi tampón de tinta. Yo creo que con un café más incluso se lo hubiera estampado a él mismo en la frente. Y, sí, queridos, a esas alturas yo iba embadurnada entera, pero mejor dejemos eso ahora…

El caso es que el caballero, que venía a buscar un ejemplar de Rendición, de Ray Loriga (Alfaguara), me preguntó entre curioso y divertido qué me traía entre manos:

Cliente: ¿Qué bien te lo pasas, no, Regina?

Regina ExLibris: Ya ves, cuando viene la Musa hay que actuar. Así que aquí estoy, ahora recortando papelitos y formando pelotillas viscosas de este adhesivo del demonio, que no daña libros ni muebles, pero se pega a cualquier sitio menos a donde tiene que ir.

Cliente: Pero, ¿qué te ha dado a ti hoy con la Holly esa?

Regina ExLibris: Pues, nada, que ayer noche me estuve releyendo Desayuno en Tiffanys y esta mañana amanecí creativa. Lo que estoy haciendo es una versión de una cita del libro vinculada al personaje para, ejem, mis fines reginaexlibrislandianos.

Cliente: Yo no me leí la novela, pero me encantó la película. ¿La viste?

Regina ExLibris: ¡Sí! Es una buena adaptación, aunque se toma sus licencias con respecto al original de Capote. Pero, bueno, también es verdad que algunas de ellas fueron forzadas para satisfacer los requisitos moraloides del Hollywood de la época.

Cliente: ¿A qué te refieres?

Regina ExLibris: Bueno, verás, la novela es mucho más dura y atrevida que la película de 1961, en la que se desdibuja bastante el hecho de que Holly es una mujer muy liberada y promiscua para la época -mediados de los años 50-, que se gana la vida como escort, y también que el Escritor es gay. Pero el resto de personajes secundarios no se quedan atrás. Vamos, que la película es una adaptación edulcorada del texto de Capote.

Cliente: ¡Vaya! No tenía ni idea… Es verdad que ahora que lo dices de alguna manera sabes a qué se dedica ella, pero no lo asumes en toda su crudeza. Es, cómo te diría, sí, algo sórdido reflejado de forla edulcorada, sí. Pero, bueno, lo que es cierto es que Audrey Hepburn está espléndida.

Desayuno en Tyffanys

Desayuno en Tyffanys

Regina ExLibris: Sí, la Hepburn está maravillosa, pero es que Capote nos legó a una de las heroínas de ficción más encantadoras, genuinas y carismáticas, siempre viviendo al límite, hedonista hasta el delirio, inalcanzablemente próxima y sexualmente libre. Ella vive literalmente al día y se confecciona su propia moral sobre la marcha, negándose a pertenecer a nada ni a nadie, superponiéndose al decorado de glamour que le rodea como una sombra chinesca, con escapadas furtivas a su propio paraíso: Tiffanys, mítica la joyería. Es una criatura indomable e irresistible. A mi me fascina, y con todos los peros de la película es incuestionable que la Hepburn lo bordó. Y sin embargo en los mentideros del celuloide se decía que Capote quería a Marilyn Monroe para su Holly. Tenía un feeling especial con Marilyn, y lo refleja muy bien en el esbozo que hace de ella en sus Retratos.

Cliente: Uy, eso no lo sabía. Pues fíjate que, con eso de la película, nunca me dio por leer el original. ¿Me lo recomiendas?

Regina ExLibris: Sin duda, querido. Yo siempre digo que cualquier momento es bueno para un Desayuno en Tiffany’s con Capote. Además se lee muy rápido, porque está cargada de diálogos muy ágiles y afilados, con mucho ingenio y que fluyen con naturalidad. Aquí evolucionó frente a lo que yo llamo «el primer Capote», lleno de melaza, porches con limonada y lírica sureña, como en El harpa de hierba, o en Otras voces, otros ámbitos.

Cliente: Pues ya está todo dicho, Regina: me llevo los dos, éste y el de Ray Loriga.

Y me dejó allí, tarareando Moon River, con la piel embadurnada de mi nuevo lema y el escritorio infestado de recortes impresos y sellados a lo Holly, pero con la bibliofilia henchida pensando en Desayuno en Tiffanys como lo que realmente es: una fábula moderna maliciosa y encantadora, a veces turbia y a veces entrañable, adelantada a su tiempo, provocadora y algo ácida, y cuyo encanto crece, como el genio creativo del propio Capote, por días.

Confesiones de una groupie de Tom Ripley

Mea culpa. Soy patriciahighsmithiana hasta la médula. Y más aún, soy una groupie de Tom Ripley. Ay, ese hombre es mi debilidad. Daría hasta el último pelo de mi pelucón por pasar una temporadita con uno de los psicópatas más logrados de la literatura, un joven diabólicamente brillante, amoral, camaleónico y obsesionado con el estatus y el dinero. Ya nos visualizo a los dos quemando la Costa Azul a lo Bonny&Clyde.

Plein soleil / 1960

Plein soleil / 1960

Os digo esto porque hoy le cayó la perorata a uno de mis libreros, cuando me contó que a su mejor amiga no le gustó nada el personaje de Ripley.

Para colmo, su fuente no era la novela original A pleno Sol, ni tan si quiera la adaptación francesa homónima  de 1960… ¡su fuente era la versión que Anthony Minghella destrozó fotograma a fotograma en 1999! (Perdonadme, queridos, pero para mí Alain Delon ES Ripley. Por los siglos de los siglos).

Pero volvamos al personaje y las filias y las fobias que despierta. Vale, él es un asesino y un ladrón. Sí. Se mete en situaciones turbias. También. Pero más allá de crímenes, criminales y moralinas el interés que Patricia Highsmith focalizó en Ripley –y el mío propio- es el engranaje psicológico del malhechor, sus motivaciones, y no tanto lo que siembra o cercena a su paso. Eso son menudencias.

Plein Soleil 1960

Plein Soleil 1960

Y mi antihéroe, queridos, posee una determinación y un extraño encanto que ponen a cualquier lector de su parte y a mi postrada a sus pies calzados con zapatos de otro.

Mi Tomy es el protagonista de cinco novelas de un quinteto magistral, que arranca con A pleno sol (más tarde El Talento de Mr. Ripley). En ella, cuando un magnate le pide que viaje a Italia para devolverle a su heredero descarriado, Ripley inicia un baile de máscaras en el que el asesinato y la suplantación son, además de una ausencia total de empatía con las víctimas, sus señas de identidad. Y todo eso engarzado en una prosa a ratos frenética a ratos letárgica, que es marca de la casa.

Después llegarían cuatro obras más: La máscara de Ripley; El amigo americano; Tras los pasos de Ripley; Ripley en peligro.

En todas y cada una de ellas Tom Ripley es exquisito, impenetrable, audaz, insolente y con algún que otro estallido de violencia, sin ápice de remordimientos y capaz de ejecutar a cualquiera con una eficiencia feroz por la pura necesidad de ser otro. Ahí radica su encanto.

Tom Ripley

Tom Ripley

Bueno, radica ahí y en que la de la Highsmith es ficción de suspense, no policiaca, negra ni detectivesca: en sus historias hay intriga, crímenes y víctimas, pero no hay héroes justicieros ni callejones sórdidos.

Porque Patricia Highsmith te sumerge en una atmósfera cargada donde la sospecha te envuelve como una masa viscosa de la que no logras desprenderte. Estás atrapado hasta el final junto a un personaje cercado por la policía, por acreedores, por sus vecinos, por sus obsesiones o por a saber qué demonios. Pero ¡qué más da! De tener que sentirme atrapada en un entorno asfixiante, ¿con quién mejor que con mi Tom Ripley?

Y eso sin olvidar la exquisita dosis de humor perverso y ácido 100% Patricia Higsmith que aligera la carga y descongestiona el ambiente, de forma que el lector se divierte mientras comparte el tormento del personaje al que acompaña hasta el punto y final. ¿Es o no es un planazo libresco este que os propongo?

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6 novelas de brujas para un aquelarre de libro

Cada vez que un reginaexlibrislandiano abandona mis confines deja tras de sí una estela de personajes literarios sueltos por mi librería. Unas veces me hablan, otras cuchichean entre ellos y algunos simplemente corretean.

(El mago de Oz / MGM)

(El mago de Oz / MGM)

La última visita me dejó cara a cara con la Malvada Bruja del Oeste de El maravilloso Mago de Oz. Paraguas en mano me observaba fijamente con su enorme ojo multifunción, y para variar fui yo quien rompió el silencio:

¡Elphaba, querida, eres tú!

Debí pillarla con la guardia baja, porque soltó un alarido ininteligible y se esfumó. Una lástima, porque aunque en la novela de L.F. Baum es la mala malísima, desde que Gregory Maguire ficcionara sobre cómo había sido la vida de la bruja hasta llegar a su encuentro con Dorothy en la exquisita Wiked el mundo dejó de verla como un ser tan grotesco y retorcido.

Y entonces yo, como movida por un resorte –lo más probable es que la maldita Elphaba me lanzara un hechizo a traición antes de irse– me puse a corretear por entre mis anaqueles como alma que lleva el diablo y no paré hasta tener sobre el mostrador seis libros encarados y los pulmones en la boca.

Los miré tratando de recuperar el aliento y me dije, «Regina, cielo, ¿qué demonios piensas hacer ahora con éstos?» y antes de que pudiera responderme Elphaba se me adelantó vociferando desde su anaquel:

¿Es que TODO lo tengo que hacer yo, Regina? ¡Vas a montarte un aquelarre de libro conmigo y con unas cuantas brujas más! Que ya está bien de sacarnos solo en Halloween y, además, las noches de verano son también cosa de brujas.

(Witches drinking tea /Wikimedia Commons)

(Witches drinking tea /Wikimedia Commons)

Total, que eso hice, no vaya a ser que le de por maldecirme otra vez.

Así que aquí tenéis mi selección de seis novelas de brujas de todos los pelajes y para todos los apetitos librescos para pasar un aquelarre de libro:

1. Wiked, memorias de una bruja mala. Gregory Maguire. Booket. Hay veces en que ser la pérfida del cuento no es tan sencillo. En Wicked, memorias de una bruja mala Gregory Maguire narra las peripecias de Elphaba, la hija del predicador local de una aldea de pescadores que nace con la piel verde y dientes de tiburón. Con esta apariencia y semejante panorama familiar su vida no será un camino de rosas. Ingeniosa, irreverente, deslenguada e incomprendida, así se forja una bruja mala. Fantástico hasta aquí, pero eso no es todo. Memorias de una bruja mala es el primero de una tetralogía al que siguen Hijo de Bruja (Son of a Witch), Un León entre los Hombres (A Lion Among Men) y, finalmente, Fuera de Oz (Out of Oz). Ah, y es el germen del ya mítico musical homónimo Wicked. ¿Alguien da más?

Wicked, Booket

Wicked, Booket

2. Las Brujas. Roald Dahl. Alfaguara. Las brujas de todo el mundo están celebrando su Congreso Anual en la costa de Inglaterra. Capitaneadas por la idolatrada y temida Gran Bruja planean aniquilar a todos los niños sirviéndose de un ratonizador mágico. El problema añadido es que estas brujas no son las típicas que aparecen en los cuentos tradicionales, sino que son unas mujeres corrientes que se visten con ropa corriente y llevan una vida corriente, como la de cualquier mujer corriente. Si es así, ¿conseguirán vencerlas un niño de 7 años y su abuela? En 1990 filmaron una divertida adaptación cinematográfica, The Witches protagonizada por Anjelica Huston.

Las Brujas. Alfaguara

Las Brujas. Alfaguara

3. Las Brujas de Salem. Arthur Miller. Tusquets. Año 1692, en Salem, Massachusetts, vive una pequeña comunidad dedicada al servicio de Dios. Un grupo de jovencitas, cohibidas e irritadas a la vez por la sofocante atmósfera puritana a la que las someten sus mayores, se ponen a bailar desnudas en los bosques. Así es como arranca el rumor de un obsceno maleficio con ofrenda a Bercebú. Pronto una histeria colectiva cae sobre todos los miembros de la comunidad como una masa gelatinosa y arrancan las confesiones forzadas, los cruces de acusaciones infundadas, venganzas y traiciones y los juicios por brujería. Pese a estar basada en la caza de brujas real de Salem de finales del S.XVII, la grandeza de la obra constituye en su doble lectura, puesto que Arthur Miller la concibió para explicar el trasfondo de la «caza de brujas» política durante el macartismo de los años 50 y 60 en EEUU.

Las Brujas de Salem, Tusquets

Las Brujas de Salem, Tusquets

4. Las Brujas de Eastwick. John Updike. Tusquets. Cuando el enigmático Darryl Van Horne llega a un pueblecito de Rhode Island en los años sesenta y seduce a tres de sus divorciadas más irreverentes no se imagina –o quizá sí– que lo que está haciendo es declarar una guerra entre tres de Las brujas de Eastwick. Sí, porque Jane, Alexandra y Sukie, además de sobrellevar divinamente sus divorcios y de que una esculpe, otra toca el violonchelo y la tercera escribe, son hechiceras y llevan años desperdiciando sus poderes para liarse con hombres casados del pueblo. Pero ahora, heridas donde más les duele, aúnan fuerzas para pulverizar a Van Horne en una novela exquisita, irónica y corrosiva en la que John Updike demuestra por qué es uno de los cronistas más ácidos de la sociedad estadounidense de la segunda mitad del XIX.

Las Brujas de Eastwick, Tusquets

Las Brujas de Eastwick, Tusquets

5. Trilogia Las brujas de Mayfair, Anne Rice. Ediciones BSaga integrada por La hora de las brujas, La voz del diablo y Taitos, y protagonizadas por Rowan Mayfair. Es una guapa y neurocirujana de éxito que, además, es consciente desde la infancia de que tiene poderes especiales. Un día encuentra a un hombre que acaba de morir ahogado en la costa de California y, valiéndose de esos extraños dones, consigue devolverlo a la vida. Ambos establecen una apasionada alianza para desentrañar el misterio del pasado de ella y dominar un don maligno que le ha sido conferido a él tras su accidente. Rowan, aunque no lo sabe aún, desciende de una dinastía de brujas que se remonta al siglo XVII y cuya historia empezó con una escocesa quemada en la hoguera. Un más que entretenido relato que clava al lector en un universo mitológico hipnótico, oscuro y, al mismo tiempo, seductor.

Las brujas de Mayfair, Ediciones B

Las brujas de Mayfair, Edicines B

6. El libro de las Brujas. Katherine Howe. Siruela. Este magnífico libro repasa uno de los períodos más oscuros de la historia a través de una galería de hechos y personajes escalofriantes. Katherine Howe, profesora de la Universidad de Cornell y descendiente de tres brujas acusadas en los juicios de Salem de 1692, recoge un gran número de documentos relacionados con la brujería y los procesos por brujería desde finales del siglo XVI hasta principios del XIX. El pánico de Salem, que llevó a la horca a veinte personas (catorce de ellas mujeres), no fue una anomalía, sino la consecuencia de un largo proceso de tipificación de la figura de la bruja y de su castigo por poner en peligro la fe y la cohesión de la comunidad.

El libro de las Brujas, Siruela

El libro de las Brujas, Siruela

Y vosotros, queridos, ¿os animáis a este aquelarre libresco? ¿qué libros protagonizados por brujas y brujería sugeriríais?

«¿Pero entonces no eran Rojos los zapatos de la Dorothy de Oz?»

(El Mago de Oz, MGM)

(El Mago de Oz, MGM)

La Providencia Librera es gloriosamente imprevisible. Una pequeña bibliófaga detona un artefacto cinéfilo-libresco en la cabeza de su madrina, y a mi la onda expansiva me lleva directa a la Tierra de Oz. Igualita que a la pequeña Dorothy, pero sin su Totó y nada de Kansas: Reginaexlibrislandia. Os lo cuento.

Estaba yo dándole a la tecla para evitar que mis baldas estén melladas, cuando se materializó sobre el mostrador una reginaexlibrislandiana asidua con un apetito voraz por novelas negras que alterna con intriga histórica y algún que otro escritor contemporáneo.

Y abrió fuego sobre mi:

Clienta: Regina, oye, … Regina: ¡Ah, hola! ¡Dime!

C: Una cosa, a ver si tu me sabes decir: ¿pero no eran rojos los zapatos de Dorothy, la niña de El Mago de Oz?

R: ¿Perdona? ¿Qué?

C: Sí, verás. Le pregunté a mi ahijada qué quiere que le regale por su cumpleaños, y me dijo, literalmente :»Quiero unos zapatos plateados como los de Dorothy». Y yo le respondí, «vale, cielo, pero son rojos y brillantes. ¿Seguro que los quieres así?» Y ella me respondió: «que no, madrina, que no te enteras: ¡que son plateados, PLA-TE-A-DOS!». Me ha descolocado. Es su libro favorito, y lo ha leído varias veces, pero a mi eso de plateados no me suena nada.

R: Pues me temo que tu ahijada tiene toda la razón.

C: ¿Seguro? ¿No son rojos? Pues menudo papelón he hecho con la niña.

R: ¡JAJAJAJAJA! Sí, querida, me temo que te ha traicionado el celuloide. Es en la película con Judy Garland donde los zapatos mágicos son rojos y con rubíes. Pero en el libro original El maravilloso Mago de Oz son plateados. Fue la productora de El Mago de Oz la que metió el cambio para que destacaran, porque con los primeros tiempos del Technicolor los plateados no «cantaban» lo suficiente.

(El Mago de Oz, 1939) / M.G.M

(El Mago de Oz, 1939) / M.G.M

C: Calla, Regina, que eso no es lo peor. Es que ahora ya dudo hasta de si me llegué o no a leer el libro. A ver, la historia la conozco de sobra, pero si trato de recordar me vienen fogonazos de la película.

R: Mmmmm, eso es fácil. ¿Recuerdas cómo era la bruja mala?

C: Sí, eso sí. Era verde -pero verde, verde-, y vestía de negro con el típico traje de bruja y el enorme sombrero puntiagudo. Con su escoba y su bola de cristal. ¿no? Y aquellas risotadas histriónicas. Sí, la Bruja Mala.

R: Vale. Y otra cosa: ¿Dorothy fue realmente a Oz, o lo soñó? C: Creo recordar que con el tornado se dio un golpe en la cabeza… y, bueno, la dejó K.O. y resultó que todo lo soñó.

R: Y para terminar… si te pregunto por unas «gafas verdes», ¿qué me dices?

C: Uy, a ver, recuerdo seres bajitos y monos que vuelan, pero nada particular sobre unas gafas. ¿Las llevaba el Mago quizás?

R: Bueno, querida… me temo que o andas muy mal de memoria o tus temores son ciertos y no llegaste a leer El maravilloso Mago de Oz. Por lo que me has respondido tu referencia es la película de 1939. En el libro de Baum la Malvada Bruja del Oeste solo tiene un ojo -superpotente, sí, pero uno- y por su fobia al agua utiliza un paraguas, no una escoba. Además, el viaje de Dorothy a la Tierra de Oz es real, mientras que en la película fue, efectivamente, un sueño. Y en cuanto a las gafas verdes, todos en Ciudad Esmeralda ya sean residentes o visitantes tienen que llevarlas sí o sí. Cosas del Mago…

C: Vaya tela, Regina. En fin, ¿tienes algún ejemplar? Me lo llevo y me lo leo esta misma tarde. Y ya estoy buscando unos zapatitos plateados para mi ahijada y un bozal rojo con rubíes para mi… jajajajajaja.

Y se fue corriendo y siguiendo por el camino de Baldosas Amarillas con su ejemplar del libro de L. Frank Baum.

Y, una vez más, yo me quedé con un sabor agridulce. Siempre me ocurre cuando se trata de alguna novela original que hiberna entre anaqueles eclipsada por sus múltiples adaptaciones teatrales, cinematográficas e incluso musicales. Su historia ha calado tanto en el imaginero popular que muchos desoyen su llamada por creer conocer la historia de sobra. Y se equivocan… ay, pero cuánto se equivocan, queridos. Y lo peor es que se pierden libros de órdago.

NOTA DE REGINA:

El Mago de Oz, Alfaguara

El Mago de Oz, Alfaguara

La novela de L. Frank Baum se publicó en 1900 y marcó un antes y un después en la literatura infantil estadounidense. Por primera vez un autor escribía un cuento de hadas moderno y ambientado en el medio oeste norteamericano, en un escenario copado por personajes y ambientes de la mitología del viejo continente. Creó un viaje literario alucinante a un mundo de color y fantasía que aislara a sus pequeños lectores del dolor, la pobreza y la miseria diarios, al tiempo que levantaba una fábula sobre los peligros del American Dream a cualquier precio, materializada en el más que turbio Mago de Oz. Y lo logró. Legiones de niños y adultos acompañaron a Dorothy, a su perrito Totó en su gloriosa odisea post-tornado desde su granja en Kansas a la Tierra de Oz, para recorrer el camino de Baldosas Amarillas rumbo a la Ciudad Esmeralda junto al León Cobarde, el Espantapájaros y el Leñador de Hojalata, superando mil retos, cazando brujas, cantando con enanos cantarines y esquivando monos voladores, y añorando cada uno su particular anhelo, ese para el que el Gran Mago tendría una respuesta. Una gloriosa fábula que tiene más aristas de lo que quien aún no la haya leído puede imaginar y que está cargada de aventuras, diversión, crueldad, ternura y mucha, mucha imaginación. Una novela que bien merece una lectura y varias relecturas. Palabra de Regina.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis El maravilloso Mago de Oz? ¿visteis la película de la Metro-Goldwyn-Mayer ?

El bit que habito (vuelve Regina ExLibris)

Reginaexlibrislandianos del mundo, he vuelto.

Durante años diseccioné mi día a día entre anaqueles mientras aprendía el oficio de librera, y post a post caísteis en mi red de libros por leer. Pero un buen día eché el cierre de Reginaexlibrislandia y me esfumé. Se acabó. Sin un adiós, sin una nota y, más preocupante aún, sin una última recomendación. Nada. Adiós a Regina ExLibris

Pero, ¿Qué me ocurrió en enero de 2010? Os lo cuento rápido con ayuda de Almodóvar y de Thierry Jonquet, que ya sabéis que si no hablo en términos de referencias literarias y de celuloide ardo por combustión espontánea.

Por aquel entonces alboreaba el sector del libro digital, y con más recelos que curiosidad fui a unas jornadas. ¿Quién demonios me iba a decir a mi que ese lapso suelta entre gurús, plataformas y tecnologías terminarían conmigo encerrada en un sótano lleno de cables, instrumental quirúrjico y prototipos de dispositivos de lectura, sin un puñetero libro en papel que llevarme a los ojos?

La piel que habito

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

Pues así fue. Un fundamentalista de la ciberlectura decidió que, como los editores ignoraban su mensaje papel-apocalíptico, su mejor baza era convertir a un librero en su profeta digital a medida. Y como no encontró mejor lugar para buscar víctima que la cafetería del evento allá que me pilló a mi, Regina ExLibris, con la guardia baja y hasta las cejas de cafeína.

Total, que he pasado siete años de encierro sometida a un pulso agotador: él emperrado en convertirme en un prototipo de librera digital, y yo erre que erre que Regina ExLibris es más pro-imprenta que Gutenberg. Y mientras él no ha escatimado en terapias invasivas ni cirujías de implantación de microchips y vete tú a saber qué más ardides para «digitalizarme«, yo he sobrevivido como buenamente he podido.

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

Porque lejos de rendirme yo me dije: Reina, cualquier día a éste mamarracho se le va la mano y te fríe el cerebro, así que lo mejor es adoptar el modo alerta máxima del glorioso tigre de  Elías Canetti en Libro de los muertos:

«El ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación».

Y, por fin, ese momento llegó y me liberé. Pero eso es otra historia. Ahora lo importante es que yo, Regina ExLibris, he vuelto. Cargadita de secuelas y de traumas, eso sí. Tantos que lo más terapéutico para todos es que por ahora me desdoble en dos libreras: la analógica y la digital. Al menos hasta que logre unificar ambas facetas sin masacrarme en el intento.

Así que por el día seré la Regina Exlibris de siempre, con mi querencia a la cafeína, mis delirios antropológicos y esta obsesión enfermiza por alimentar la bibliofilia de cualquiera que se me ponga a tiro en Reginaexlibrislandia.

Pero al echar el cierre me travestiré en iRegina para soltar a la librera digital que me han inoculado a la fuerza y tratar de conciliar ambos mundos silueteándome bit a bit y con vuestra ayuda la versión digital de Reginaexlibrislandia.

Porque, total, si lo mío es dar de leer ¡qué más da el formato! El quid, queridos, es cómo hacerlo. ¿O no? ¿Quienes de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, a estas alturas no habéis pecado en digital en mayor o menor grado?

NOTA DE REGINA:

Si buscas emociones bibliófilas intensas deja lo que tengas entre manos y hazte con Tarántula, de Thierry Jonquet. Esas poco más de 130 páginas te colocan en una guillotina para dejar caer sobre tu nuca una enorme cuchilla de una aleación de acero, horror, sadismo, amor, sexo y venganza. Te aseguro que al llegar al final tu cabeza reposará en un saco con una mueca bobalicona congelada para la posteridad. 

Tarántula, de Thierry Jonquet

Tarántula, de Thierry Jonquet

En ella un delincuente cuyo mejor amigo lleva años desaparecido cree que la vía de escape para sus problemas es pasar por las manos de un brillante cirujano plástico local. Lo que no sabe es que su «salvador» es un ser corroído por una obsesiva sed de venganza, que alterna su tiempo con su hija enferma mental y con una sinuosa mujer fatal, a la que adora y humilla según el día. Si eso ya es un campo minado, pronto emergerá otra voz en la narración: la del amigo desaparecido, recluido y vejado sistemáticamente en un oscuro sótano por alguien que se hace llamar Tarántula. Vertebrada en tres partes y con un uso magistral de cuatro voces narrativas, la trama se precipita a velocidad de crucero hasta un final tan inesperado como demoledor. Esta Tarántula literaria es uno de los artefactos narrativos más inquietantes, siniestros, elegantes y retorcidos que puedas encontrar entre anaqueles. Almodóvar adquirió los derechos y filmó La piel que habito, su particular versión.

Muriel Barbery pega el ‘ERIZAZO’

Yo. Regina Exlibris, soy como Terminator… que siempre vuelve. Así que, reginaexlibrislandianos míos y ajenos, héteme aquí de nuevo tras una pausa forzosa en mis quehaceres blogueros.

Gracias por esperarme a pie de blog-roll y por no relegarme al olvido cibernético pese a la atrocidad de ésta mi descortesía hecha de ausencias y silencios encadenados.

Dicho lo cual centrémonos en lo esencial: nuestra bibliofilia congénita y, muy especialmente, en eso que ahora me reverbera en el pelucón y que he bautizado como ‘EL ERIZAZO‘ de Muriel Barbery.

Sí, queridos. Se trata de un curioso fenómeno que no sólo azota las apacibles costas de mis dominios libreros, sino que afecta a cinco de las cinco librerías que he consultado al azar: a día de hoy en algunas zonas es imposible conseguir un ejemplar de La elegancia del erizo.

¡Está agotado! A-GO-TA-DO. Y lleva así desde antes de Reyes, cuando se trata de una novela que Seix Barral editó en España en 2007.

A ver, como a finales de 2009 se estrenó El erizo, su afortunada adaptación al celuloide, era de esperar que su demanda se avivara un poco. Por eso en reginaexlibrislandia hicimos acopio de 20 ejemplares a mediados de diciembre que no llegaron más allá del día 24… un escándalo, y una buenísima noticia para bibliófilos del mundo y, como no, para mis cuentas de resultados.

Lo malo es que aún espero la reposición, y aunque probablemente entrará a principios de la semana que viene (desde Seix Barral me dicen que hay una reedición de 4.000 ejemplares en el horno), a mi llevan pidiéndomelo diez días.

La última y una de las más divertidas, poco antes de echar el cierre regino:

 

– Clienta: ¡Oiga!- Regina: Sí, dígame

– C.: ¿Tiene ‘la estratagema’ del erizo?

– R.: ¿Cómo? ¿Se refiere a La elegancia del erizo, quizás?

– C.: Uy, esa, sí, debe ser esa… La elegancia del erizo. ¿La tiene?

– R.: No, me temo que está agotada.

– C.: Vaya con el librito, ¡no hay en ningún lado! Igual no voy tan desencaminada con eso de la estratagema… ¿no será una treta de esas de las editoriales para vender más?

– R.: Mmm, creo que en este caso no. Simplemente no esperaban esta demanda.

– C.: ¡Pero si estrenaron hace nada la película!

– R.: Ya, pero… misterios del universo editorial. de todas formas la semana que viene ya los verá de nuevo en todas las librerías.

– C.: Brrrr, ¡pues vaya! Llevo una semana tras el librito…

 

Y se fue, y yo revisé sus cifras de ventas y casi se me salta el pelucón y entro en shock librero: La elegancia del erizo lleva más de 400.000 ejemplares vendidos y la que circula es su edición nº 30… No sé vosotros, pero si esto no es dar un erizazo que venga San Underwood y lo vea.

Y veremos en unos meses cuando salga en formato bolsillo…

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿llegásteis a leer La elegancia del erizo? ¿Qué os parece? ¿Se lo habéis regalado a alguien? ¿Lo buscasteis sin éxito estas navidades?

Para quienes aún os resistís a la ironía de la Barbery os recuerdo cómo veo yo la novela:

 

NOTA DE REGINA EXLIBRIS: El gran milagro de la Literatura se agazapa como en pocas en La elegancia del erizo, una novelita de esas que te cauteriza la melancolía y te cautiva a golpes de ironía, ternura, humor y píldoras sobre el amor, la sociedad, la amistad, el Arte y la felicidad. Sus dos protagonistas, la portera de un edificio del París burgués y la niña superdotada de uno de los apartamentos, diseccionan su entorno mientras se empeñan en pasar inadvertidas para el resto del mundo, hasta que aparece un nuevo vecino que desencadenará la catarsis espiritual de estas dos almas gemelas. Muriel Barbery teje una trama maravillosa y tremendamente divertida, cargada de esas verdades veladas que todos miramos pero que sólo algunos ven a la que vuelves una y otra vez con la certeza de una sonrisa y el temor del inevitable punto y final. Conmovedora y deliciosamente inesperada.

 

 

 

Si tiene un ‘toy boy’ que lea a Somerset Maugham

Uno de los efectos secundarios de mi bibliofilia extrema es apoyar sin fisuras cualquier causa orientada a promover, incentivar o despertar el apetito lector en terceros. Vamos que, como en cualquier otra guerra, todo vale.

Pero eso es una cosa y otra que haya motivos tan inesperados o surrealistas que, cuando menos, me abomben el regio pelucón.

Por ejemplo, el otro día la Providencia Librera materializó ante mí a una reginaexlibrislandiana asidua que me disparó a bocajarro su particular ardid bibliófilo:

 

– Clienta: ¿Qué tal, Regina?- Regina: ¡Muy bien, XXX! ¿Y tú? ¿Te gustó El lamento del perezoso?

– C.: Mmmm, sí, pero tengo que reposarlo un poco, ya te contaré.

– R.: Uy, me intrigas. ¿Necesitas algo?

– C.: A ver cómo te digo esto… ¿Qué tal andas de adúlteras de novela?

– R.: ¿Perdona?

– C.: Mira. Mi prima está, ¿cómo te lo digo? Con un ‘toy boy’ en plan Madonna: dejó atrás hace un par de años los cincuenta, lleva casada 25 años y va y se lía con un chulazo de gimnasio de la edad de su hijo. ¡Y no veas que aires tiene! Así que en lugar de charletas morales he decidido hacerla leer una novela para que simplemente sopese las consecuencias de lo que está haciendo ¿sabes? ¡Que reflexione un poco, aunque sólo sea porque le está comiendo el suelo a regalazos!

– R.: Ahhh, bueno, pues… sí, nunca nadie me había pedido algo así, pero entiendo lo que pretendes hacer.

– C.: Lo que pasa es que tampoco quiero machacarla con un dramón en plan Madame Bovary, ¿sabes? Querría para ella algo ligero de leer, pero con lo que se identifique sin darse cuenta

– R.: Mmm, sí. Así que descartamos a Flaubert y, por lógica, La Regenta, Anna Karénina y la Therese Raquin de Emile Zola descartadas también…

– C.: Sí, sí, me temo que esas maravillas no son lo que necesitamos.

– R.: Pues entonces deberíamos centrarnos en las plumas más bífidas de los años 20, 30 y 40…

– C.: ¿Por ejemplo?

– R.: Pues mira, una opción sería Un puñado de polvo, de Evelyn Waugh. La reeditó RBA hace meses, y es una maravilla, aunque quizá demasiado agridulce.

– C.: ¡Claro! ¿Cómo no caí? Sí, la conozco, lo que pasa es que la trama da un giro para centrarse más en el marido, no?

– R.: Cierto… veamos…

– C.: Pero sí, sería algo así lo que busco…

– R.: ¡JULIA!

– C.: ¿Julia? No, se llama Marta.

– R.: No, mujer, que la novela Julia, de William Sommerset Maugham sería lo más aproximado a lo que buscamos que se me ocurre…

– C.: ¿El de El filo de la Najava?

– R.: Exacto. Que yo recuerde también trata el adultero en El Velo pintado, pero yo ahora apostaría por Julia, que en inglés se editó como Theatre.

– C.: ¿Y de qué va?

– R.: Pues plantea algo muy curioso: ¿Qué hay de real en quien nace para actuar? ¿Dónde acaba la actriz y empieza la mujer? El incisivo e inato don de W.Somerset Maugham moldea su respuesta a palabras en Julia, una diva del teatro londinense de mediana edad a punto de perderlo todo por un joven dandy. Fascinante perfil de quien, nacida para actuar y cautivar, pone la misma pasión en el escenario que en el amor y la venganza…

– C.: ¡Anda! Pero, ¿no hay película? Me suena muchísimo…

– R.: Sí, hace cinco años estrenaron Conociendo a Julia (Being Julia) que, por cierto, es una buenísima adaptación de la novela…

– C.: ¡Sí! Con Annette Bening y Jeremy Irons, ¿no? Joder, pues no sabía que era de Maugham…

– R.: Pues sí, y el libro es maravilloso, cargado de humor inglés, ironía y verdades. Por lo que me dices, plantea una situación muy similar a la de tu prima, sólo que al estar disfrazada la trama con el tema del artisteo no le va a cantar tanto a ella

– C.: Mmmm, sí, veo por donde vas. ¿Lo tienes?

– R.: Sí, justo hace unos meses Ediciones B lo reeditó en bolsillo, aunque me queda un ejemplar en balda en rústica

– C.: Mejor en bolsillo, que viaja bastante y así se lo lleva. ¡Gracias, mi reginaaaa!

 

Y se fue con el ejemplar en bolsillo de Julia, de William Somerset Maugham, y a mi me dejó pensando en cómo reaccionaría la tal Marta al descifrar entre líneas el mensaje de su prima.

Yo, la verdad, no sé cómo reaccionaría… Pero lo que sí sé es que horas después me teníais revisando compulsivamente mi biblioteca en busca de motivos e intenciones ocultos en libros que en su día me regalaron para forzarme a leerlos. Dos horas después estaba desquiciada y al borde del colapso emocional…

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis Julia, de Somerset Maugham? ¿Y algo del escritor? ¿Qué libro le hubiérais sugerido vosotros a mi clienta? ¿Alguna vez regalasteis libros con intenciones veladas? Y a la inversa, ¿descubrísteis intenciones veladas en libros que os regalaron en según que circunstancias?

Y no sin antes sugeriros la lectura de la maravillosa Julia, de Somerset Maugham, me retiro a mi laberinto de anaqueles para dejaros a solas con el trailer de Being Julia:

 

Capote en Un cadáver a los postres

Cuando tres de las cosas que más me gustan convergen en un mismo punto mi pelucón irradia más destellos luminosos que el Faro de Alejandría en sus mejores tiempos. Así que cuando mi haz de luz sensorial se topó hace años con Truman Capote, una trama de intriga detectivesca y una parodia inteligente casi me inmolo de emoción contenida frente a la pantalla que me proyectaba la mítica Un cadáver a los postres (Murder by death).

Nadie me había advertido de que aquella curiosa película de 1976 con un reparto de escándalo era lo que en efecto es: una gloriosa comedia policíaca que esconde una brillante disección del género detectivesco a través de los clásicos de tinta hechos celuloide. Risas, risas y más risas, palabra de Regina.

Pus bien, llevaba años sin pensar en ella hasta que hace unas horas un reginaexlibrislandiano asiduo me la despertó de su letargo mental. Hablábamos, como no, de la literatura de Capote, de cómo reinventó el periodismo literario con A Sangre fría o le dió una nueva dimensión al arte de perfilar personajes a palabras en sus Retratos:

 

– Cliente: Sí, me impactó sobre todo el perfil de Marlon Brando en su hotel de Japón mientras rodaba Sayonara. O Marilyn Monroe…- Regina: La verdad es que para eso Capote tenía un don.

– C.: Con la lengua bífida que tenía fijo que si vive ahora hasta tendría su propio talk show, ¡ja, ja, ja!

– R.: Mmm, pues tal y como está el patio catódico no sé si me gusta la idea…

– C.: Lo que me extraña es que no escribiera algo para el cine, ¿no?

– R.: Pues yo creo que no, aunque algún cameo sí que hizo.

– C.: ¿Un cameo? ¿Capote?

– R.: Si, en una comedia buenísima llamada Un cadáver a los postres, o Murder by death, de 1976. Y, bueno, fue más que un cameo: le nominaron a los Globos de Oro como mejor actor secundario…

– R.: Alucino…

– C.: UY, pues hazte con ella, es una de mis favoritas. Es suna parodia de las tramas clásicas de intriga detectivesca, pero muy bien hecha y con un repartazo.

– C.: No me digas que Capote es el mayordomo…

– R.: ¡Ja, ja, ja! No, verás, Capote es Lionel Twain, un excéntrico millonario que organiza una cena en su mansión e invita a la élite de los investigadores: Sidney Wang de China, Dick Charleston de Nueva York, Jessica Marbles de Inglaterra, Milo Perrier de Bélgica y Sam Diamond de San Francisco. ¿Te suenan?

– C.: Sí, pero ¿no les cambiaron los nombres?

– R.: ¡Claro! Son parodias de Miss Marple, Hércules Poirot, Sam Spade, Nick y Nora Charles, y Charlie Chan con sus inseparables ayudantes…

– C.: ¡Tiene un pintón! ¿Y quienes actúan?

– R.: Pues junto a Capote ni más ni menos que Peter Sellers, David Niven, Peter Falk, James Coco, Elsa Lanchester, Maggie Smith, Alec Guinness, Eileen Brennan, Nancy Walker, James Cromwell y Estelle Winwood, orquestados Neil Simon.

– C.: Pues sí que es todo un cartel, sí. Iré a buscarla, que con estos calores una buena carcajada nocturna no viene mal, y si de paso veo a Capote ‘en vivo’ mejor que mejor…

– R.: !Pues ya me contarás qué tal!

Y se fue con la promesa de volver en un par de días a conterme qué tal su visionado de Un cadáver a los postres. En cuanto a mi me ha entrado el apretón de verla de nuevo y, de paso, de releerme algo del mítico Sam Spade de Dashiell Hammett… Así que, además de un rato divertidísimo igual la película logra despertar a alguien más el apetito lector por los mejores sabuesos de tinta.

De momento y como homenaje regino aquí os dejo el tráiler original de Un cadáver a los postres, para abrir boca:

 

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿Visteis Un cadáver a los postres? ¿Qué os pareció? ¿Os gusta la literatura de Capote? ¿Leísteis intrigas protagonizadas por Miss Marple, Hércules Poirot, Sam Spade, Philip Marlowe o Charlie Chan?