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Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
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Archivo de octubre, 2017

6 personajes literarios de los que disfrazarse este Halloween

Quieras o no es prácticamente imposible sustraerse al oscuro encanto de la Noche de Difuntos, querid@s.

Rooney Mara es Lisbeth Salander (Columbia Pictures)

Rooney Mara es Lisbeth Salander (Columbia Pictures)

Y menos ahora que, sin saber muy bien cómo, cada 31 de octubre la tradición anglosajona nos envuelve como una substancia gelatinosa y color calabaza de la que no logramos desprendernos y calles, locales, comercios y gentes están -estamos- absolutamente halloweenizados. No hay escapatoria.

Pero hartos de toparnos con réplicas cutres de zombis, vampiros, brujas, momias, niñas del exorcista pasadas de vueltas, monstruos de andar por casa, psicópatas de pacotilla y a saber qué otra turbia criatura del Averno, en Reginaexlibrislandia hemos optado este año por darle un toque literario a nuestros disfraces.

Así que, con la premisa de que sí o sí el disfraz tiene que ser el de un personaje de novela y que no debe requerir una caracterización excesivamente compleja, hete aquí en qué 6 personajes literarios basados en novelones que nos encantan nos vamos a metamorfosear los reginaexlibrislandianos de pro este año por Halloween en mis confines librescos:

1. Hester Prynne. Letra escarlata, Nathaniel Hawthorne. Penguin. Con La letra escarlata Hawthorne alcanzó una de las cimas de la literatura del siglo XIX. En la ultrapuritana Nueva Inglaterra del siglo XVII, la irreverente Hester Prynne es objeto del escarnio público por haber engendrado un bebé con su marido ausente, y obligada a llevar bordada y visible una «A» de «adúltera color escarlata. Mientras tanto, su amante secreto, un reverendo devorado por la culpa, es digno de la estima general y un ser siniestro maquina contra ellos. Regia novela y maravilloso personaje el de una Hester tan fuerte como indómita que afronta un destino atroz con una dignidad inquebrantable.

Sugerencias de atuendo para Hester Prynne: Pelo recogido en moño, tocado blanco, vestido o capa negra hasta los tobillos con una letra A roja en el pecho, y un muñeco-bebé en los brazos.

La letra escarlata (Hollywood Pictures / Penguin)

La letra escarlata (Hollywood Pictures / Penguin)

2. Ignatius J. Reilly. La conjura de los necios, John Kennedy Toole. Anagrama. El mundo parece estar contra Ignatius Reilly, uno de los personajes más memorables, excéntricos, glotones, mordaces e irreverentes de la literatura que llena una disparatada, ácida e inteligentísima novela ambientada en los bajos fondos de Nueva Orleans. Aunque agridulce, la carcajada escapa por sí sola ante las situaciones desproporcionadas de esta gran tragicomedia, en la que Ignatius, atrincherado en su cuarto, se atiborra de comida basura mientras despotrica y escribe miles de páginas de esa gran obra que redimirá a la humanidad del capitalismo rapaz que la consume. Pero todo cambia cuando se ve obligado a salir al mundo real a ganarse la vida y a codearse con todo y todos a quienes detesta.

Sugerencias de atuendo para Ignatius Reilly: Imprescindible ir desaliñado, con bigote, gorro con orejeras, bufanda, camisa de franela, guantes sin dedos, chaquetón o gabardina, pantalones raídos y botas de montaña. Simular ser corpulento con relleno bajo la camisa si uno no lo es «de serie». Libreta en un bolsillo, hojas sueltas garabateadas  y perritos calientes (reales, o de gomaespuma) en las manos.

La conjura de los necios (Anagrama)

La conjura de los necios (Anagrama)

3. Alex DeLarge. La naranja mecánica, Anthony Burguess. Booket. Precedido por la polémica y eclipsado por la versión en el celuloide de Kubrick, La naranja mecánica es una de esas citas pendientes cuya lectura se aplaza sin fin. Error fácilmente subsanable y que proporciona satisfacción inmediata, ya que la novela de Anthony Burguess, pese a la aparente crudeza del mundo que describe, es un alegato a la libertad entendida como la posibilidad de elegir entre el bien y el mal. En ella, Álex, un joven apasionado de Beethoven, sale cada noche junto a su trío de drugos  a dar rienda suelta a lo que llaman «ultraviolencia» hasta que ocurre algo que le hace cambiar… o no.

Sugerencias de atuendo para Alex DeLarge: La cara empolvada de blanco, ojeras difuminadas y el ojo derecho con pestañas postizas. Bombín negro o similar y botas militares. Calzoncillos blancos largos o pantalón blanco (para nota un suspensorio blanco sobre los pantalones), camisa blanca y tirantes blancos. Bate de béisbol, botella con leche y algún dispositivo con el que reproducir la Sinfonía nº 9 en re menor 4º mov.

La naranja mecánica (Warner Bross / Booket)

La naranja mecánica (Warner Bross / Booket)

4. Jack Torrance. El Resplandor, Stephen King. Debolsillo. Si el terror tiene nombre -Stephen King-, una de sus cimas es El Resplandor. Se haya visto o no la adaptación al cine de Kubrick , la novela es estremecedora e inquietante de principio a fin. En ella un escritor llamado Jack Torrance, su mujer y su hijo se mudan a un hotel asilado para gradarlo hasta el fin del invierno. Pero el pequeño Danny tiene un don que despierta fuerzas diabólicas y advierte del peligro que les acecha. Una obra maestra de esas que pasaréis cada página con la sensación de que un dedo flaco y gélido os presiona el corazón. Cada personaje -el hotel incluido- es brutal, el ritmo es endemoniado y su lectura os absorbe a una atmósfera y unos hechos que no olvidaréis más allá del final.

Sugerencias de atuendo para Jack Torrance: Pelo enmadejado, barba de dos días, camisa de franela, chaqueta roja o granate, pantalón vaquero, botas de montaña y hacha en mano. Ir gritando como un poseso: «Weeendy, Wendy, honey» . Quienes quieran darle un toque diferente pueden introducir la cabeza en un cartón o cartulina color marrón para simular la escena de la puerta.

El Resplandor (Warner Bros / Debolsillo)

El Resplandor (Warner Bros / Debolsillo)

5. Lisbeth Salander. Trilogía Millenium, Stieg Larsson. Destino. Con Los hombres que no amaban a las mujeres, primera entrega de la trilogía Millenium, Stieg Larsson dibujó dos investigadores de órdago: la hermética, indomable y exótica Lisbeth Salander y el sagaz Mikael Blomkvist. Ella, de veintipocos, flaca, sembrada de tatuajes, asocial y hacker nata y él, periodista de mediana edad, quijotesco y con un olfato infalible para la corrupción. Un tándem tan original como inesperado que se topa con la desaparición de una chica tres décadas atrás en el seno de una poderosa familia de industriales, que es además la pista de un asesino en serie, mientras airean las vergüenzas de Suecia en la revista Millenium y comparten cama y más. Un thriller de muy alto voltaje.

Sugerencias de atuendo para Lisbeth Salander: Cara empolvada de blanco, ojos con líneas marcadas en negro y sombra negra difuminada. Imprescindible cigarrillo y vestir de negro, con chaqueta de cuero tipo motero, pantalones holgados de hombre o pitillos, botas militares, camiseta raída y simular piercings y tatuajes si es que no se tienen de serie. Llevar mochila con un macbook de pega y pelo negro corto, en cresta o, en su defecto con la cabeza cubierta por capucha negra. Cualquier adorno punk encajará.

Millenium I (Columbia Pictures / Destino)

Millenium I (Columbia Pictures / Destino)

6. Jack Griffin. El hombre invisible, H. G. Wells. Alianza. Un joven científico vive por y para una obsesión: lograr la invisibilidad. Tras años de experimentos fallidos da por fin con una fórmula que funciona con animales, por lo que solo le resta que sea efectiva en humanos, empezando por él. Es así como Jack Griffin llega a un pueblecito de West Sussex (Inglaterra) dispuesto a atrincherarse en la posada local para trabajar de día y optimizar su fórmula de noche. Pero pronto ese desconocido que sale a hurtadillas embutido en su abrigo, con el sombrero bien calado, guantes, lentes oscuras y el rostro oculto tras lo que parece una venda se convertirá en la comidilla local… hasta que el terror se apodera de todos cuando Griffin, además de perder su corporeidad, pierde la cordura y da rienda suelta a sus peores instintos.

Sugerencias de atuendo para Jack Griffin: Cabeza vendada a excepción de ojos, orificios nasales y boca (o, en su defecto, un verdugo blanco-carne), sombrero calado, gafas de sol, nariz de pega, traje, abrigo o gabardina, guantes y zapatos. Petaca o frasco bien cargado de «la pócima».

El Hombre Invisible (Universal Pictures / Alianza ed.)

El Hombre Invisible (Universal Pictures / Alianza ed.)

 

  • Y vosotros, queridos, ¿de qué personaje literario os disfrazaríais? 
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6 psicópatas de novela con los que no querrías pasar el rato en la vida real

Si tuviera que montar una cenita con un grupo de selectos psicópatas literarios me embutiría en la piel de Lizzie Borden para, hacha en mano, presidir la velada.

(Lizzie Borden Chronicles, 2005 / Sony Pictures)

(Lizzie Borden Chronicles, 2005 / Sony Pictures)

Que soy algo turbia y pelín sanguinaria, querid@s, pero no tonta. Y como hay razones más que suficientes para pensar que con semejante compañía la velada bien podría culminar en un orgiástico y feroz apocalípsis de sangre, miembros y vísceras, pues que sea yo quien despedace, empale y descabece a mis comensales, en lugar de que alguno de ellos se haga un pudding con mis sesos o se pegue un homenaje regino con mi carne trémula.

Y no, no es que haya enloquecido, es que hoy uno de mis libreros, que al parecer está preparando una tesis sobre el temita de los asesinos más sanguinarios de las letras, tuvo a bien soltarme antes incluso de mi tercera taza de café mañanero:

«Oye, Regina, ¿con qué asesinos en serie de ficción te quedas tú?»

Y, claro, lo de Lizzie Borden, alias «la asesina del hacha» me vino al pelucón para la puesta en escena de mi respuesta regina por lo maravillosamente bien que la encarna Christina Ricci en la serie catódica que ficciona sobre la vida y obra de quien fuera la única sospechosa de los asesinatos de su padre y su madrastra, en la casa familiar en 1892 en Fall River, Massachusetts.

Total, que una vez estuve perfectamente lizziebordenizada tuve bien clarito a qué grandísimos y letales antihéroes, a qué 6 asesinos en serie literarios sentaría a mi mesa o, mejor dicho y para que no penséis que estoy si cabe aún más perturbada, con qué 6 psicópatas de novela la que suscribe como que no querría pasar el rato en la vida real:

Norman Bates, Hannibal Lecter, Dexter Morgan, Patrick Bateman, Lou Ford y Tom Ripley.

 ¿Os suenan? Vamos, querid@s, no seáis tímidos. Os los presento uno a uno:

1. Norman Bates. Psicosis, Robert Bloch. Factoría de ideas. Norman es un hombre taciturno y solitario que regenta junto a su madre el Motel Bates. Ahora apenas tienen huéspedes, porque la apertura de una vía rápida condenó la carretera comarcal y cercenó el continuo trasiego de viajeros que antaño se hospedaban allí. Pero a pesar de estar aislados, Norman y su madre lo mantienen abierto, y viven en el caserón sobre el Motel. Pero una noche de tormenta, cuando Norman está a punto de apagar las luces, llega una mujer en busca de alojamiento. Ella tiene su propia historia y, aunque recela del lugar porque es decadente y húmedo, está agotada y nerviosa y no desconfía del encargado que, aunque un poco raro, no parece un mal tipo. Cuánto se equivoca. Para ella la pesadilla acababa de empezar. Y el relato también. Una novelita de muy fácil lectura que engancha de principio a fin, que te deja suelto como lector en un enclave aterrador y bajo la sombra amenazadora de una galería de personajes tirando a espeluznantes con un sobrecogedor Norman Bates a la cabeza. Años después de Psicosis Robert Bloch volvería a dejar suelto a Norman en Psicosis 2 y La Mansión Bates (Psicosis 3.)

Norman Bates. Psicosis

Norman Bates. Psicosis

2. Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos. Thomas Harris. El mundo cayó rendido al perverso y refinado encanto de Hannibal Lecter con El Silencio de los corderos, o, mejor dicho, tras la espléndida adaptación homónima que desató la hanniballectermanía. Pero Harris narró la evolución de su voraz criatura en una pentalogía cuyos títulos no escribió en orden cronológico: El dragón rojo; El silencio de los corderos; Hannibal y, por último, Hannibal, el origen del mal, todas ellas ya con su versión en celuloide. Para retratarlo nos centraremos en la segunda, un potente thriller psicológico en el que a Clarice Starling, joven y ambiciosa estudiante de la academia del FBI, le encomiendan entrevistar a Hannibal Lecter, brillante psiquiatra y despiadado asesino aficionado a convertir a sus víctimas -o más bien algunas partes de ellas- en delicatessen culinarias para maridarlas con el mejor vino. El objetivo es que les ayude a cazar a un asesino en serie. El asombroso conocimiento de Lecter del comportamiento humano y su poderosa personalidad cautivarán a Clarice, quien, incapaz de dominarse, establecerá con él una ambigua, inquietante y peligrosa relación. Trepidante encuentro de Clarice con una mente tan brillante y enferma como exquisita y perversa. Brutal.

Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos.

Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos.

3. Dexter Morgan. El oscuro Pasajero. Jeff Lindsay. Books4pocket. Educado, atractivo, tímido, pulcro por fuera y vacío por dentro. Así es Dexter Morgan, el magnético psicópata que perfila Jef Lindsay en El oscuro pasajero, una novelita gloriosamente inesperada con la que el lector emprenderá un morboso viaje al día a día de un asesino en serie que, aunque odia la sangre, trabaja como especialista en restos de sangre para la Policía de Miami. De su trabajo Dexter, que canaliza sus pulsiones asesinas a su manera, obtiene información sobre sus víctimas: criminales escurridizos o erróneamente absueltos con los que sigue un meticuloso ritual y jamás incumple su particular código de conducta Pero su macabra rutina es interrumpida por el reguero de cadáveres que deja un alte-ego anónimo que no solo parece tener un estilo idéntico al suyo, sino que invade su coto de caza e incluso quiere jugar con Dexter. Brillantemente adaptada a serie televisiva homónima, es una novela tan trepidante como cautivadora que continua en Querido Dexter, Dexter en la oscuridad, Dexter por decisión propia, Dexter el asesino exquisito, Dexter por dos y Dexter, cámara, ¡acción!

Dexter Morgan. El oscuro Pasajero

Dexter Morgan. El oscuro Pasajero

4. Patrick Bateman. American Psycho. Brett Easton Ellis. Punto de Lectura. Patrick Batterman es un yuppie del Wall Street de los 80: tiene 27 años, vive en Manhattan, y todo lo que hace, tiene, come, bebe, viste, calza, se trajina y se esnifa es de altísimo standing. Graduado en Harvard es vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones de Pierce & Pierce. Por el día trabaja, despilfarra en locales exclusivos y cuida su cuerpo y su imagen hasta el delirio. Y por la noche -o incluso a plena luz del día- rebana cuellos de otros yuppies, de indigentes y de niños, tortura a prostitutas y trepana cráneos de animales. Es sádico y caníbal. Tal cual. Y la American Psycho donde Bret Easton Ellis lo deja suelto es un despliegue extraordinariamente visual de violencia obscena, salpicado de comentarios sobre la música y la moda de los 80. Unos y otros son descritos de forma minuciosa y aséptica: tan pronto te cuenta su rutina diaria de ejercicios como la forma en que tortura, mutila y masacra a dos chicas mientras lo filma todo. Aunque no es apta para cualquier paladar bibliófilo (más bien es solo para unos pocos y, de hecho, la película homónima es un cuento de hadas al lado de la novela) no deja de perfilar a uno de los psicópatas más memorables de las letras.

Patrick Bateman. American Psycho

Patrick Bateman. American Psycho

5. Lou Ford. El asesino dentro de Mi. Jim Thompson. RBA. Jim Thompson silueteó en Lou Ford su propia visión sesgada e inquietante de la vida estadounidense de los 50. Ford es un joven adjunto al shérif del oeste de Texas, lleno tanto de la cordialidad propia de una ciudad pequeña como de una furia asesina. Así, en tan solo unas cuantas páginas, los modales afables y el encanto casero de Ford se desvanecen para revelar algo más sombrío, salvaje e insondable. Porque Ford es una bestia fascinante, cuyos actos son violentos y repugnantes, pero como desde el primer momento nos abre su mente y estamos presentes antes, durante y después de comenterlos, se crea una inesperada empatía criminal. Y en este sentido la habilidad narrativa de Thompson es tal que, a medida que avanza el relato, la identificación del lector con Ford no se resquebraja del todo ni cuando le da una paliza mortal a su prometida. La anomalía feroz de Ford, que arrastra una compleja historia familiar detrás, no es una manifestación de una tara individual, sino de los males de la sociedad estadounidense de posguerra. Una obra maestra.

Lou Ford. El asesino dentro de mi.

Lou Ford. El asesino dentro de mi.

6. Tom Ripley. A pleno sol. Patricia Highsmith. Anagrama. Como ya sabeis, queridos, no solo soy patriciahighsmithiana hasta la médula, sino que soy una groupie de Tom Ripley. Por eso él no podía faltar aquí. Por eso y porque es uno de los psicópatas más logrados de la literatura, un joven diabólicamente brillante, amoral, camaleónico y obsesionado con el estatus y el dinero. Un asesino y un ladrón con el que la Highsmith disecciona el engranaje psicológico del malhechor. Mi Tomy es el protagonista de cinco novelas magistrales que arranca con A pleno sol (El Talento de Mr. Ripley). En ella, cuando un magnate le pide que viaje a Italia para devolverle a su hijo descarriado, Ripley inicia un baile de máscaras en el que el asesinato y la suplantación son, junto a una ausencia total de empatía con las víctimas, sus señas de identidad. Y todo eso engarzado en una prosa a ratos frenética a ratos letárgica, marca de la casa. Después llegarían La máscara de Ripley; El amigo americano; Tras los pasos de Ripley; Ripley en peligro. En todas Tom Ripley es exquisito, impenetrable, audaz, insolente y con algún que otro estallido de violencia, sin remordimientos y capaz de ejecutar a cualquiera con una eficiencia feroz por la pura necesidad de ser otro. Ahí radica su encanto.

Tom Ripley. A pleno sol.

Tom Ripley. A pleno sol.

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