Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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iRegina y otros 6 personajes desdoblados de novela

Así es la vida de perra. Sin comerlo ni beberlo yo, Regina ExLibris, me vi forzada a abandonar los confines de mi librería para emprender un viaje sin retorno de digitalización y pesadilla hasta desdoblarme en dos libreras: Regina Exlibris de día, iRegina cuando echo el cierre. Llegados a este punto debo plantearme cómo manejar la situación. Si logro mantener a las dos criaturas en equilibrio de fuerzas, quizás saquemos algo positivo de mi -y que Rimbaud me perdone- temporadita en el infierno.

Entonces, ¿Qué puedo hacer con iRegina, ya que está aquí? Pues, obviamente, dar de leer. Como librera y bibliófaga sigo teniendo reticencias a la lectura en pantalla, pero en algún momento de lucidez me planteé si mis recelos obedecen al libro digital en sí, o si como sospecho ya superé esa fase y lo que me incomoda y frustra ahora son las alternativas reales que ofrece el sector en bloque.

Lo peliagudo, queridos, es que el temita tiene más aristas que un puñetero prisma pentagonal.

La piel que habito (Warnes Bros. / El Deseo)

La piel que habito (Warnes Bros. / El Deseo)

De hecho lo primero que se me viene al pelucón en términos de e-books es una ráfaga de palabros que, de entrada, me incomodan e irritan hasta el delirio:

formatos, edición digital, e-reader, incompatible, nube, DRM, app de lectura, descarga, dispositivo, ePub, sistema operativo, ePub, Adobe, pulgadas, sincronizar, e-ink, credenciales de usuario, wifi, mobi, marca de agua, tableta, y bla, bla, bla.

La piel que habito (Warner Bros. / El Deseo)

La piel que habito (Warner Bros. / El Deseo)

Porque, la verdad, para sentirse realmente cómodo en ese entorno «algo punto cero» o se es «tecnológico» y se vive en perpetuo estado de «updating», o te digitalizan a la fuerza como a mi y te desdoblas para sobrellevarlo. No, queridos, en esto no hay término medio.

Entonces me dije, Regina, ¿y si pasas a la acción? ¿y si tu desdoblamiento entraña una misión libresca? ¿y si te montas tu Reginaexlibrislandia de e-books? ¿ Y si destilas lo que has aprendido en tu cautiverio, lo aderezas con tu experiencia en la librería y algo de sentido común, y levantas a bits una alternativa digital libresca a tu medida y a la de tus reginaexlibrislandianos para dar de leer en todos los frentes y formatos?

Y en eso estamos, queridos. Vais a ser testigos de mis andanzas «con nocturnidad y alevosía» en el entorno hostil -perdón, digital-.

Y para motivarnos voy a encomendarme a 6 personajes travestidos, desdoblados y/o disfrazados de novela que, como yo, cambiaron su piel a tiempo parcial voluntaria o forzosamente en pos de una u otra causa.

¿Listos? ¡Allá vamos!

Edmundo Dantés, El Conde de Montecristo. Alejandro Dumas. Publicada por entregas la novela arranca con la reclusión del joven Edmon Dantés en las mazmorras del castillo de If, después de que un amigo le traicionara para arrebatarle a su prometida. Despojado de todo, Edmundo sobrevive trece años alimentándose de su ansia de venganza. Allí conoce a un abad que lo instruye y le revela la existencia de un tesoro en la isla de Montecristo. Tras fugarse de la prisión y hacerse con el botín, regresa parapetado en su nueva identidad: el Conde de Montecristo, un hombre rico, poderoso y con un único objetivo: vengarse uno a uno de quienes le traicionaron. Uno novelón-cepo que te atrapa como lector de principio a fin.

El conde de Montecristo, Alejandro Dumas

El conde de Montecristo, Alejandro Dumas

Gurb y su supervisor. Sin noticias de Gurb. Eduardo Mendoza. Dos extraterrestres -un supervisor y otro raso llamado Gurb- aterrizan en la Barcelona preolímpica con la misión de estudiar a los seres humanos. Mientras Gurb anda suelto por Barcelona y transmite sus descubrimientos, su supervisor lleva una bitácora interdigital. Todo va bien hasta que llegan a un punto de inflexión y se cortan las comunicaciones. Gurb se ha perdido y decide metamorfosearse en Marta Sanchez para sobrevivir en un entorno desconocido. Por su parte, el jefe desesperado sale en busca de Gurb y para pasar desapercibido adopta apariencias de lo más estrambóticas: S.S. Pío XII, Gary Cooper, el duque y la duquesa de Kent al mismo tiempo, y el mítico Conde Duque de Olivares, entre otros. Una desternillante caricatura de un momento y de una vida donde pequeñas rutinas -comer, emborracharse o incluso coger un taxi- experimentadas desde el pellejo de un extraterrestre arrancan la carcajada a cada salto de línea.

Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza

Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza

Jekyll y Hyde. El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Por más que hayan reventado la historia, merece una lectura. Más allá del anverso y el reverso, del lado oscuro y de la ambigüedad moral, R. L. Stevenson crea una ficción que desbroza una trama de suspense cargada de imágenes sugerentes pero demoledoras. No hay vísceras ni sangre, hay algo más eficaz: el mal hecho hombre y acción. Y su logro narrativo es haber colocado estratégicamente al pobre abogado Utterson entre el Dr. Henry Jekyll y el misántropo Edward Hyde, para regalar al mundo una obra maestra en la que la lucha entre el bien y el mal tiene un cuerpo y dos rostros. O  donde, como Jekyll y Hyde, refleja que cada persona entraña dos personalidades antagónicas, cada una con sus apetencias en continua lucha.

El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de R. L. Stevenson

El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de R. L. Stevenson

Alonso Quijano y Don Quijote. Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes. Siglos después de que Cervantes diera a la imprenta la primera parte del Quijote, el famoso hidalgo sigue su cruzada sin conquistar el corazón de su dama, pero sí el de lectores en todo el planeta. Por eso cualquier momento es bueno para leer y/o releer el grandioso Don Quijote de La Mancha, que no solo es la novela con mayúsculas de las letras hispánicas, sino que es, para muchos, la gran novela de la historia de la literatura. Y no les falta razón: páginas y páginas cargadas de aventuras trepidantes, de amores imposibles, de humor, de sueños, de realidades, de luchas, de traiciones y de verdad protagonizadas por el personaje desdoblado más universal de la literatura. La eterna lucha entre el realista Alonso Quijano y su antagónico e idealista ilustre Hidalgo Don Quijote de la Mancha sigue siendo tan encarnizada como necesaria.

 

Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes

Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes

Marés y Faneca, en El Amante Bilingüe, de Juan Marsé. Marés es Faneca, y ambos son El Amante Bilingüe, en la que Juan Marsé deslumbra con la singular esquizofrenia de quien, para reconquistar a su ex-mujer, cuelga su piel de burgués y se reinventa, se desdobla y se embute en el pellejo de un charnego barriobajero, hasta que el disfraz devora al hombre y su lengua en una sátira sobre la dualidad social y lingüística catalana y sobre la nostalgia de ser otro para realizar un sueño. Magistral.

El amante bilingüe, Juan Marsé

El amante bilingüe, Juan Marsé

Myra y Myron. Myra Breckinridge. Gore Vidal. Es la primera parte de la saga protagonizada por Myra-Myron, el transexual más glorioso de la literatura, donde Gore Vidal deja a su amazona suelta en el corazón de la maquinaria hollywoodiense para pulverizar estereotipos  y pisotear con su taconazo de aguja todo atisbo de comportamiento moraloide, decente y educado. Myron es insulso, acartonado y mojigato como la América pre-Watergate en la que vive. Myra es impetuosa, voraz, excesiva y egocéntrica, como el dorado Hollywood que anhela, ahora eclipsado por la televisión. Para reinstaurar el ‘orden natural’ donde el cine ha de volver a ser lo que era y para emprender su ascensión al olimpo de las deidades de celuloide, Myra necesita rehacerse a sí misma en Copenhague a golpe de bisturí, con la peluca adecuada, un buen fondo de armario y la supremacía hormonal del cuerpo que comparte con Myron, que de vez en cuando emerge para exasperarla. Pero ella es más fuerte y va directa a su objetivo como un obús.

Myra Breckinridge, Gore Vidal.

Myra Breckinridge, Gore Vidal.

Y vosotros, queridos, ¿sugerís algún otro personaje «desdoblado» de novela? ¿qué porvenir le auguráis a iRegina en su misión interlibrera?

El bit que habito (vuelve Regina ExLibris)

Reginaexlibrislandianos del mundo, he vuelto.

Durante años diseccioné mi día a día entre anaqueles mientras aprendía el oficio de librera, y post a post caísteis en mi red de libros por leer. Pero un buen día eché el cierre de Reginaexlibrislandia y me esfumé. Se acabó. Sin un adiós, sin una nota y, más preocupante aún, sin una última recomendación. Nada. Adiós a Regina ExLibris

Pero, ¿Qué me ocurrió en enero de 2010? Os lo cuento rápido con ayuda de Almodóvar y de Thierry Jonquet, que ya sabéis que si no hablo en términos de referencias literarias y de celuloide ardo por combustión espontánea.

Por aquel entonces alboreaba el sector del libro digital, y con más recelos que curiosidad fui a unas jornadas. ¿Quién demonios me iba a decir a mi que ese lapso suelta entre gurús, plataformas y tecnologías terminarían conmigo encerrada en un sótano lleno de cables, instrumental quirúrjico y prototipos de dispositivos de lectura, sin un puñetero libro en papel que llevarme a los ojos?

La piel que habito

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

Pues así fue. Un fundamentalista de la ciberlectura decidió que, como los editores ignoraban su mensaje papel-apocalíptico, su mejor baza era convertir a un librero en su profeta digital a medida. Y como no encontró mejor lugar para buscar víctima que la cafetería del evento allá que me pilló a mi, Regina ExLibris, con la guardia baja y hasta las cejas de cafeína.

Total, que he pasado siete años de encierro sometida a un pulso agotador: él emperrado en convertirme en un prototipo de librera digital, y yo erre que erre que Regina ExLibris es más pro-imprenta que Gutenberg. Y mientras él no ha escatimado en terapias invasivas ni cirujías de implantación de microchips y vete tú a saber qué más ardides para «digitalizarme«, yo he sobrevivido como buenamente he podido.

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

La piel que habito (Warner Bros. /El Deseo)

Porque lejos de rendirme yo me dije: Reina, cualquier día a éste mamarracho se le va la mano y te fríe el cerebro, así que lo mejor es adoptar el modo alerta máxima del glorioso tigre de  Elías Canetti en Libro de los muertos:

«El ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación».

Y, por fin, ese momento llegó y me liberé. Pero eso es otra historia. Ahora lo importante es que yo, Regina ExLibris, he vuelto. Cargadita de secuelas y de traumas, eso sí. Tantos que lo más terapéutico para todos es que por ahora me desdoble en dos libreras: la analógica y la digital. Al menos hasta que logre unificar ambas facetas sin masacrarme en el intento.

Así que por el día seré la Regina Exlibris de siempre, con mi querencia a la cafeína, mis delirios antropológicos y esta obsesión enfermiza por alimentar la bibliofilia de cualquiera que se me ponga a tiro en Reginaexlibrislandia.

Pero al echar el cierre me travestiré en iRegina para soltar a la librera digital que me han inoculado a la fuerza y tratar de conciliar ambos mundos silueteándome bit a bit y con vuestra ayuda la versión digital de Reginaexlibrislandia.

Porque, total, si lo mío es dar de leer ¡qué más da el formato! El quid, queridos, es cómo hacerlo. ¿O no? ¿Quienes de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, a estas alturas no habéis pecado en digital en mayor o menor grado?

NOTA DE REGINA:

Si buscas emociones bibliófilas intensas deja lo que tengas entre manos y hazte con Tarántula, de Thierry Jonquet. Esas poco más de 130 páginas te colocan en una guillotina para dejar caer sobre tu nuca una enorme cuchilla de una aleación de acero, horror, sadismo, amor, sexo y venganza. Te aseguro que al llegar al final tu cabeza reposará en un saco con una mueca bobalicona congelada para la posteridad. 

Tarántula, de Thierry Jonquet

Tarántula, de Thierry Jonquet

En ella un delincuente cuyo mejor amigo lleva años desaparecido cree que la vía de escape para sus problemas es pasar por las manos de un brillante cirujano plástico local. Lo que no sabe es que su «salvador» es un ser corroído por una obsesiva sed de venganza, que alterna su tiempo con su hija enferma mental y con una sinuosa mujer fatal, a la que adora y humilla según el día. Si eso ya es un campo minado, pronto emergerá otra voz en la narración: la del amigo desaparecido, recluido y vejado sistemáticamente en un oscuro sótano por alguien que se hace llamar Tarántula. Vertebrada en tres partes y con un uso magistral de cuatro voces narrativas, la trama se precipita a velocidad de crucero hasta un final tan inesperado como demoledor. Esta Tarántula literaria es uno de los artefactos narrativos más inquietantes, siniestros, elegantes y retorcidos que puedas encontrar entre anaqueles. Almodóvar adquirió los derechos y filmó La piel que habito, su particular versión.

¿Qué hace un e-book en una librería?

Ahora resulta que mi bibliofilia es bicéfala. Amo el libro como objeto, ya sabéis, su olor, su tacto, su lomo… y mi entorno natural es cualquier espacio polvoriento y abigarrado de volúmenes. Pero los tiempos cambian y, lo quiera o no, lo cierto es que la transformación del negocio tradicional del libro es inminente, como lo es la forma en que leeremos en el futuro. E incluso nuestros hábitos. Yo jamás renunciaré a mi biblioteca, pero la idea de tener al menos gran parte de ella volcada en un aparatito es tan práctica como irresistible. ¿O no?

Las cosas como son: la fabricación de dispositivos electrónicos se está disparando, y esto son sólo los albores de una nueva era. Me apuesto el pelucón a que de aquí a un año la oferta de aparatos será mucho más amplia y, como en su día ocurrió con los iPod de Apple, lo habitual será ojear la pantalla del ebook del tipo con el que compartimos asiento en el bus o en el metro en lugar de su periódico o libro en formato papel.

De hecho hay quien augura que estas navidades uno de los artículos más regalados será el e-reader, pero que sin duda en 2010 será ‘EL REGALO’. Y hete aquí el problema: una vez que tengo mi e-reader, ¿dónde compro mis libros digitales, o e-books?

 

 

La asincronía entre el desarrollo tecnológico y las editoriales y distribuidoras es tan escandalosa que parecemos no haber aprendido nada de lo que ocurrió con el cine y la música. La oferta de libros digitales es tan escasa como turbia y la diversidad de formatos es proporcional al número de fabricantes de dispositivos, así que lo más sencillo es bajárselos gratis de la red. Y una vez que te acostumbras a hacerte tu e-biblioteca gratis, ¿por qué pagar luego por ellos?

Y en medio de toda esta espiral estamos nosotros, los libreros. Si la omnipresencia de las grandes cadenas ha pulverizado a las pequeñas librerías el golpe de gracia para el negocio parece que va a ser más bien un e-golpe. Así que en Reginaexlibrislandia antes que morir aplastados por la Realidad bibliófilo-digital casi que preferimos renovarnos.

La pregunta es, ¿cómo lo hacemos? Después de darle muchas vueltas me dije eso de si no puedes con el enemigo, únete a él. Por eso creo que, de entrada, en mis confines habilitaré una esquinita para colocar unos cuantos lectores de varios fabricantes, y que sea lo que la Providencia Librera quiera…

En un mundo librero ideal quizá llegue el día en el que las editoriales digitalicen su fondo en un formato universal y que yo, Regina ExLibris, pueda ofrecer el mismo libro en sus dos versiones, papel y electrónica, a mis reginaexlibrislandianos. ¿Cómo? Bien volcando mi fondo en una web donde puedan comprarlos directamente, bien haciéndolo físicamente en mis confines, es decir, que se vengan con su aparato puesto y se bajen el libro en ordenadores reginos pagándolmelo en cash…

Pero esto son solo elucubraciones de quien habrá de capear como buenamente pueda un temporal que, aunque muchos se nieguen a ver, está justo encima de nosotros.

Mientras tanto, decidme, vosotros mis reginaexlibrislandianos de pro ¿cómo encajaríais que vuestro librero ofreciera también lectores de e-books? ¿Os compraríais un e-book en una librería, o acudiríais directamente a una tienda de electrónica? ¿Creeis que de aquí a un par de décadas el librero estará en vías de extinción?

Amazon borra libros de Orwell de los Kindle sin preaviso

Cómo encajaríais que yo, vuestra librera, cada noche me embutiera en neopreno negro a lo Gata Negra y me colara a hurtadillas en vuestra casa para llevarme de vuelta a reginaexlibrislandia los títulos que previamente me comprasteis.

En su lugar encontraríais el importe exacto del libro, sí, pero ni rastro del ejemplar ni, por tanto, de las posibles notas al margen, separadores y demás elementos con los que personalizáis vuestros volúmenes. Eso sí, un par de días más tarde recibiríais un telegrama mío en el que leeríais atónitos alguna explicación que probablemente elevara el surrealismo de mi proceder a cotas inexploradas por la ficción literaria.

Pensadlo un minuto queridos, porque por mucho que se me haya ido el pelucón con el ejemplo eso es precisamente lo que les ha pasado a unos cuantos propietarios del Kindle de Amazon o, lo que es lo mismo, del dispositivo para leer libros electrónicos de la megalibrería on line norteamericana. Resulta que, sin preaviso, Amazon eliminó de la memoria de los Kindle dos ediciones de dos títulos de George Orwell: 1984 y Animal Farm (Rebelión en la granja). Los propietarios, que en su día adquirieron legalmente sus libros en Amazon, se encontraron con el reintegro de su compra, pero ni rastro de sus libros.

 

 

Al parecer, Amazon no tenía en regla los derechos sobre esas ediciones en concreto de 1984 y Animal Farm, y cuando detectó el fallo cortó por lo sano eliminando los archivos de los e-books, y reembolsando el importe a sus propietarios. El e-mail con explicaciones y disculpas llegó a posteriori, pero abrió el debate tanto en Internet, como en la prensa como en reginaexlibrislandia, donde comentábamos la noticia uno de mis libreros, un cliente y yo:

 

– Librero1: ¡Me parece muy fuerte, Regina, muy fuerte que hagan eso!- Regina: Ya, en el New York Times contaban que un chico de Detroit que preparaba un trabajo sobre 1984 se quejaba no sólo porque le habían borrado el archivo sin permiso, sino porque con él se cargaron todas las notas que había ido tomando en su Kindle…

– Cliente: Yo lo que no entiendo es cómo esos de Amazon tienen acceso libre a un aparato que, en teoría, es mío. ¿Eso quiere decir que pueden borrar lo que quieran cuando quieran?

– R.: Sí, va a ser que te pueden husmear la biblioteca de tu ebook a sus anchas

– Librero1: ¡Joder, pues ya no se si quiero un e-book!

– C.: Claro, no se trata de que te devuelvan el dinero… ¡sino de que invaden tu privacidad y se apropian de algo TUYO!

– R.: Ya, queridos, pero imagino que los gigantes de los e-book irán limando esas cosas. ¡Deberían haber aprendido algo de los errores de las Discográficas y de las distribuidoras de cine!

– C.: Pues, Regina, visto lo visto parece que hasta lo están haciendo peor…

– Librero1: ¡Y seguro que ahora salen muchos más casos!

– R: Lo grandioso es que precisamente sean dos títulos de Orwell

– C.: ¿Por qué dices eso?

– R.: Hombre, nadie como él, demiurgo creador del concepto de Gran Hermano, para ficcionar y denunciar sobre el control estatal, la alienación y demás verdades del sometimiento silencioso del hombre moderno…

– Librero1: ¡Coño, es verdad! Ja, ja, ja… A eso le llamo ironía ciberbiblófila…

 

Y así seguimos nuestro diálogo a tres bandas, y mientras echaba el cierre allí seguíamos dale que dale. Ah, eso sí, gracias al palique mi cliente se llevó un ejemplar de Rebelión en la granja y mi librero otro de 1984, lo que me hizo pensar que igual la noticia ha animado a algún que otro lector más a adentrarse en el universo literario orwelliano.

Lo que por cierto me llevó a mi a preguntarme cómo se hubiera tomado George Orwell la noticia…

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿qué opináis de la noticia? ¿Y si tuvierais un Kindle y Amazon eliminara sin más uno de los libros que os habíais comprado? ¿Os fiais de los sistemas actuales de e-book? ¿Leísteis a Orwell? ¿Os gustó?

«¿Cómo que El Padrino está descatalogado?»

Si fuera la viuda de Don Corleone encargaría unos zapatos de hormigón para el majadero que ha consentido que pasara lo impensable: cuando celebramos las cuatro décadas de la publicación de El Padrino resulta que no hay ejemplares. E Finitto. Caput. R.I.P.

Escribo porque no puedo ni llorar: el espanto me cristalizó las lágrimas a este lado de mi mosquitera y en mis labios se dibuja la «V» de vendetta.

Sí, queridos, El Padrino, la obra magna de Mario Puzo y una de las cimas de la mitomanía moderna está descatalogada en español. DES-CA-TA-LO-GA-DA.

Primero se fue en rústica, pero siempre nos quedaban esos ejemplares en bolsillo que, aunque impresos con cuentagotas, el Grupo Zeta incluía en su colección Byblos, de la que en reginaexlibrislandia procurábamos tener un par de ejemplares siempre a mano.

Y siempre nos los pedían. Dos o tres veces al mes algún reginaexlibrislandiano asiduo o casual se internaba en mis confines libreros preguntando por el novelón sobre el clan Corleone.

Pero la reciente desaparición del sello Byblos desterró a El Padrino al limbo de los títulos incomprensiblemente descatalogados. Y, aunque lo sabía, fue hace unas horas cuando la Providencia Librera me ha colocado frente al hueco que su ausencia ha dejado en mi balda.

Y no contenta con eso me remató con un bombardeo lumínico que silueteaba en mi monitor la endemoniada palabreja: DESCATALOGADO.

La desafortunada reginaexlibrislandiana que buscaba el novelón de Mario Puzo fue testigo de mi desmoronamiento librero primero, y detonante sin quererlo después de mi estallido de ira cuando, ajena al nubarrón en forma de hongo que mi ira condensada iba materializando sobre nuestras cabezas, exclamó:

 

– «Pero, ¿cómo que El Padrino está descatalogado? Vamos, Regina, no pueeeeeede ser. Si hay película y hasta videojuego, ¿cómo no voy a poder hacerme con el libro?¿Estás segura? ¡Alguno habrá por ahí!»

Os ahorraré el chaparrón verbal que le cayó a ella. Y no, no se pueden conseguir ejemplares de El Padrino por los cauces libreros al uso. Salvo volúmenes sueltos que queden en el fondo de alguna balda o en los circuitos de segunda mano es materialmente imposible.

Aunque, eso sí, queridos, en la web de la ciberlibrería Amazon dicen que tienen ejemplares de la edición española de Byblos en stock… ¡y también en formato electrónico para su Kindle2!

Esa sí que debería empezar a ser la utilidad positiva de los ebook: evitar que según qué títulos se hundan en el mar de los descatalogados.

Así que señores capos del mundillo editorial, haceros y hacernos un favor a los bibliófilos del mundo y…

¡¡¡¡PONEOS A DIGITALIZAR LAS OBRAS QUE NO PENSÁIS REEDITAR ANTES DE QUE SE PIERDANNNNNNNNNN!!!!

Y vosotros, queridos, ¿leísteis El Padrino? ¿Os parece normal que el libro que inspiró los peliculones de Coppola, el videojuego y series televisivas tipo Los Soprano esté descatalogado? ¿Qué haríais para salvarlo?

Para quienes no os lo hayáis leído corred a la biblioteca o a la librería más próxima en busca de alguno de esos ejemplares sueltos… El Padrino es una maravilla se mire por donde se mire: intensa, sombría, legible y gloriosa disección del poder en la sombra, lección magistral de cómo funcionan en realidad las cosas, amén de la fascinante evolución de los Corleone y, por ende, del día a día de los inmigrantes italoamericanos en la Tierra Prometida. No os arrepentiréis, palabra de Regina ExLibris.

Como tributo a el ‘Don Puzo’ va el trailer de su fabulosa adaptación cinematográfica homónima. En concreto el de la primera parte, estrenada en 1972:

Kindle2 no se dobla, ¡pero habla!

«Los libros no están muertos, sólo se están haciendo digitales», declaraba hace unos días J. Bezos, dueño y señor de Amazon, la librería electrónica más grande del planeta.

Qué queréis, fue leerlo y a mi se me dispararon los niveles de bibliofilia hasta el infinito y más allá. Por muy gurú y hacha del sector editorial electrónico que sea el tal Bezos, su dialéctica me escandaliza y hace aguas en mares de tinta impresa, especialmente si lo que pretende es destilar positivismo y doblegar recelos como los míos, atrincherados entre baldas, polvo y miles de volúmenes.

Vale, sé que la intención era buena, pero al leer eso se me llevaron los demonios. Fue terminar su frasecita y oírme vociferar:

«No, querido, claro que los libros NO están muertos. BRRRRRRRR. Ojalá naufragues en tus mares de bits»

El caso es que don Bezos hablaba así a los medios norteamericanos pocas horas antes de mostrarle al mundo la versión mejorada de su Kindle, el libro electrónico que lanzó al mercado hace poco más de dos años.

Desde reginaexlirbislandia seguimos on line el acontecimiento entre rabiosos e intrigados, y con las apuestas centradas en una sola cuestión: ¿será o no será flexible el nuevo Kindle?

Poco tardamos en averiguar que no: el Kindle2 tampoco se puede doblar. Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. De momento, una de las características más esperadas parece que tendrá que esperar.

Aunque para compensar esa carencia de flexibilidad total el nuevo Kindle2 dicen que es más fino que un lapiz, tiene mejor resolución de pantalla y almacena una biblioteca de 1.500 títulos que pueden, además de leerse, escucharse como ‘audiolibros’.

Ahí me han dado, queridos. Eso no me lo esperaba. Como tampoco que el maestro del terror Stephen King estuviera en la presentación del ebook de Amazon y que, tal y como hiciera su maestro de ceremonias, insistiera hasta la saciedad en eso de que:

«Todas las mejoras del Kindle2 están dirigidas a hacer más placentera la experiencia de leer»

¿CÓMO QUE MÁS PLACENTERAAAA?

Desde mi regino punto de vista e incapaz de negar lo obvio reconozco que los libros electrónicos son prácticos. Pero por mucho que me estrujo el pelucón no visualizo cómo demonios puede un cachivache quemaretinas hacer ‘más placentera las experiencia lectora‘.

Y vosotros, queridos, ¿cómo lo veis? El Kindle2 saldrá a la venta solo en EEUU el 24 de febrero. De poder conseguirlo, ¿os haríais con uno? ¿Por qué o, en su defecto, por qué no?

¿Puedo ser bibliófila y pro Google Books?

A quienes tenemos el corazón en forma de libro, las venas cargadas de tinta y el alma sedienta de historias no hay biblioteca ni librería que se nos escape. Es algo deliciosamente incorregible. Tanto que a mi, que me paso el santo día entre volúmenes en reginaexlibrislandia, la cosa me va a más.

Sí, queridos. Me temo que de haber nacido roedor de laboratorio más le valdría al científico de turno colocarme un buen libro al otro extremo del laberinto, porque dudo que reaccionara a cualquier otro tipo de estímulo no relacionado con la literatura.

Hablando con un colega de esta nuestra dulce enfermedad llegó un tercer librero con un recorte de periódico. Venía visiblemente exaltado, y antes de que pudiéramos decir nada él descargó toda su rabia perfectamente dosificada en once palabras:

» GOOGLE PAGA 96 MILLONES DE € POR COLGAR LIBROS EN INTERNET»

Después plantó el papel sobre mi escritorio y se cruzó de brazos, como esperando nuestro inminente estallido de ira. El texto decía:

Librero2: ¿Y BIENNNNNN? ¿NO DECÍS NADA?Librero1: Pues que se veía venir.

Regina: Sí, llevaban dándole vueltas mucho tiempo.

L2: ¡Pero que se van a liar a colgar librossssssss!

Regina: Ya, ¿y qué? ¡Vaya novedad!

L1: Sí, mucho están tardando, de hecho.

L2: ¡Que a este paso se cargan las librerías, y os recuerdo que Reginaexlibrislandia es una LIBRERÍA! ¡Y nosotros LI-BRE-ROS!

R.: Si, querido, pero por eso no moriremos. Es como si dijeras que las bibliotecas públicas son una gran amenaza para nosotros. ¡Nada más lejos de la realidad!

L1: ¡Claro, hombre! A mi me parece perfecto que se optimice la tecnología para que todos, TODOS, tengamos acceso a los libros.

R.: El libro es un objeto de culto, algo táctil, mágico… puedes bajarte cien títulos o leer on line otros cien, pero si te gusta la literatura siempre te comprarás alguno. Es el mismo debate que con los libros electrónicos.

L1: Sí, o como cuando decían que la prensa on line acabaría con las ediciones en papel.

R.: ¡Exacto! Son soportes que coexisten, y por mucho que nos duela no puedes ir contra el viento…

L2: Yo no lo veo tan claro, si tienes un libro ahí, a un golpe de ratón, ¿para qué demonios se lo comprarían?

R.: Para tenerlo… es un objeto. Un libro es la historia que contiene, pero también el momento en que se lee, el olor de las páginas, la portada. Todos los elementos enriquecen la experiencia lectora.

L1: ¡Si! En un momento dado es maravilloso saber que tienes acceso inmediato a tantísimos libros. Pero dudo que por eso la gente deje de acudir a las librerías ni a las bibliotecas físicas.

L2: Ojalá me equivoque, pero mirad lo que pasa con la música y cada vez más con el cine…

R.: Mira, L2, el peor enemigo de las librerías es el propio mercado editorial, cómo se fabrican best sellers y se modela el apetito lector de la gente a base de campañas mediáticas. Los libros son cada vez peores, los títulos cada vez se descatalogan antes porque el mercado está saturado de basura… y así es como la gente realmente cada vez comprará menos libros.

L1: ¡Exacto, ese es el quid, Regina! Pero para eso estamos nosotros…

R.: Sí, nosotros y que mientras haya bibliófilos como nosotros habrá esperanzas libreras…

Y así pasamos la tarde. Cuando llegó el momento de echar el cierre me

quedé contemplando mis confines. Baldas cargadas de letras, de vida. Maravillas encuadernadas, impresiones de aventuras, de pasiones -altas y bajas-, de viajes, de introspecciones. Mares de letras por surcar.

Y me dije de nuevo eso de:

‘Sí, Regina cielo, sin duda mientras quedemos bibliófilos habrá esperanza librera’.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro y bibliófilos de corazón, ¿creéis que es posible amar los libros y ver en Google Books o similares una iniciativa positiva? ¿Terminarán las bibliotecas digitales abiertas con las librerías? ¿Dejaríais de compraros un libro si lo tuvierais disponible a un golpe de click?