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Seis novelas de Evelyn Waugh para leer y disfrutar de la mejor prosa mordaz

Se cumplen 52 años de la muerte de Evelyn Waugh, otro santo bibliopatrón de mi librería y uno de los titanes de las letras anglosajonas del SXX. Escasamente admirado como ser humano pero venerado como escritor y como cronista despiadado de la frívola generación de entreguerras, yo siempre pensé en él como en una flapper atrapada en el cuerpo de un católico converso, gruñón, soberbio, misógino y snob de bofetón con la mano abierta, pero con un talento portentoso para la literatura.

Evelyn Waugh

Evelyn Waugh

Alguien atormentado por una feroz lucha interna y en perpetuo pie de guerra contra el mundo que implosionó en artefactos literarios cargados de veneno, de ironía y de verdad. De ahí que la ‘marca Waugh’ se materialice en novelas divertidas y alocadas con espacio para el desencanto y la crítica, pero, eso sí, de forma perversamente sutil.

Adoro su obra, su sentido del humor, su lucidez mordaz y esa gloriosa lengua bífida con la que describe esos entornos en los que se maneja como pez en el agua: la aristocracia con toda su pompa, los círculos diplomáticos y las corruptelas, el ejército y los conflictos bélicos, la flema universitaria y la prensa.

Así que con ese bibliocuadro entenderéis por qué siempre que puedo prescribo sus novelas a discreción.

Y ahora más que nunca, puesto que con la biblioefeméride de peineta atornillada al pelucón me he venido arriba y he montado un escaparate evelynwaughiano con seis novelas de Evelyn Waugh que ningún lector debería perderse según Regina ExLibris. No están todas las que son, pero si son todas las que apuntalan su universo literario al completo.

¿Listos? Van:

1. Retorno a Brideshead. Evelyn Waugh. Tusquets. La vuelta de Charles a la elegante mansión de lord Marchmain, convertida ahora en cuartel por la guerra, le devuelve a un pasado en que recorría embelesado sus jardines y salones, y se dejaba seducir por sus singulares habitantes, en especial por el ambiguo y cautivador Sebastian y su fascinante hermana, lady Julia, y el misterio que envuelve a toda la estirpe. Un libro soberbio, se mire por donde se mire. Cuenta con una ya mítica adaptación catódica de la BBC británica y, ya en los 2000, una película homónima.

Retorno a Brideshead

Retorno a Brideshead

 

2. ¡Noticia Bomba! Evelyn Waugh. Anagrama. Un magnate de la prensa de Fleet Street llamado Lord Copper presume de la infalibilidad de su olfato para descubrir talentosos reporteros que inundan de exclusivas su tabloide y ganarle así lectores a la competencia. Sin embargo, a causa de una confusión de apellidos, envía a «cubrir» la guerra civil en una remota república africana a uno de los periodistas más improbables para tal misión. A partir de ese equívoco, Evelyn Waugh se lanza a una feroz y desopilante sátira sobre el mundo del periodismo, los enviados especiales, la información, la desinformación y la confusión. Considerada como una de las grandes novelas de humor del siglo XX, es también un vívido y corrosivo retrato de la profesión y del sector que arrancará las carcajadas tanto de quienes la sufren a diario como de los ajenos al mundillo.

¡Noticia Bomba!

¡Noticia Bomba!

3. Izad más banderas. Evelyn Waugh.  RBA. Tanto si aún no han leí­do a Evelyn Waugh como si sólo se perdieron por las páginas de Retorno a Brideshead o de Noticia bomba no dejen de hacerse con Izad más banderas, y les aseguro que caerán rendidos ante el particular y acerado sentido del humor con el que el escritor inglés recrea sus propias experiencias y desventuras en el frente en la II Guerra Mundial. Así, a través de su carismático y caradura Basil Seal, levanta a palabras un fresco del periodo en el que Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Hitler, incidiendo en el desconcierto generalizado que supuso tanto para la sociedad -especialmente la alta, que es el ecosistema natural de Waugh- como para el ejército pasar de la euforia inicial a un baño de realidad y crudeza con las primeras derrotas del bando aliado. Realismo, humor y un giro de tuerca a los acontecimientos verí­dicos hacen de este libro un artefacto narrativo de alto voltaje y risa continua.

Izad más banderas

Izad más banderas

4. Un puñado de polvo. Evelyn Waugh.  RBA. Cuando se trata de diseccionar la decadencia de la alta aristocracia británica de los años veinte no hay lengua más bífida que la de Evelyn Waugh. Ya fuera con una exquisita melancolía o con un hilarante sentido del humor, el trasfondo siempre era el mismo: las grandezas y miserias de quienes añadían a su martini varios lingotazos de cinismo e hipocresía. Pues bien, con Un puñado de polvo. Waugh depura su tema, su técnica y su estilo para ofrecernos un cóctel de infidelidad conyugal: la de Lady Brenda Last que, tras siete años de aséptico matrimonio, tiene un tórrido affaire con una sanguijuela social mientras el cornudo Tony trata de encajar el golpe emprendiendo una huida en compañía de un lector que se dará de bruces con un final tan inesperado como demoledor.

Un puñado de polvo

Un puñado de polvo

5. Una merienda de negros. Evelyn Waugh. Anagrama. Destructiva farsa colonial que ataca tabto a los salvajes de la jungla como a los de las ciudades modernas, y en la que abundan personajes inolvidablemente cómicos como el inepto y petulante embajador inglés o las dos damas que se presentan para observar el tratamiento dado a los animales en ese país «bárbaro». En ella Seth, el nuevo emperador de Azania, «tirano de los mares y licenciado en Oxford», ofrece a su antiguo condiscípulo Basil Seal –insolente, sofisticado y amoral, una perfecta garantía contra la estabilidad– el cargo de «ministro de modernización» de su africano país. A partir de ahí se emprenden las más descabelladas innovaciones, provocándose un sinfín de intrigas tribales y diplomáticas que desembocan en la anarquía y el caos, y en un auténtico festín caníbal absolutamente despiadado, hilarante y veraz.

Merienda de negros

Merienda de negros

6. Cuentos completos. Evelyn Waugh. RBA. Si lo que buscas es una dosis reconcentrada de hastío, crítica mordaz, esnobismo caricaturizado y satirización extrema de personajes hazte ipso facto con los Cuentos completos de Evelyn Waugh. Son 39 relatos del escritor británico que pulverizó la escritura decimonónica con un estilo literario que marcará toda la novela del siglo XX y en el que, con su prosa estilizada e incisiva pero siempre inteligente, no deja títere con cabeza mientras arranca cada relato con frases-garfio que enganchan al lector al texto sin darle opción a abandonarlo hasta el punto y final.

Cuentos Completos

Cuentos Completos

Échate unas risas de libro con ‘La hija de Robert Poste’, de Stella Gibbons

Pocos lectores se resisten a una buena carcajada de novela. Tanto es así que reírse leyendo un libro es la mejor, la menos invasiva y la más infalible de las fórmulas de prescripción que, como libreros, practicamos en reginaexlibrislandia.

Lo acabo de verificar una vez más hace apenas unos instantes cuando, café en mano y tras finiquitar un maratón de papeleo, decidí tomarme un bibliorespiro de ficción con la hilarante La Hija de Robert Poste, de la gran Stella Gibbons.

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Su protagonista, Flora Poste, es una criatura tan tozuda y descarada como divertida, y más allá de las múltiples relecturas que yo haya podido hacer es una de las biblioterapias de risas que me autoprescribo de vez en cuando para espantarme el tedio, la angustia, la rabia o la desgana a librazos.

Total, que me puse a leer La Hija de Robert Poste en la impecable edición de Impedimenta y en apenas un par de páginas reía y temblaba toda yo como un flan de gelatina dejado a su suerte sobre la mesa coja del vagón-restaurante de una locomotora, que es como servidora se ríe “para adentro”, mientras me encapsulaba las carcajadas en lágrimas para poder reírme a gusto, sí, pero en silencio y con la máxima discreción para evitar perturbar la quietud de reginaexlibrislandia.

Sin embargo parece que mis esfuerzos resultaron inútiles, porque al poco rato un débil carraspeo me sacó de las entrañas lóbregas de Cold Confort Farm:

Clienta: Oye, perdona

Regina: estooo, ¿sí? ¿dígame?

Clienta: No he podido evitar verla leer y…

Regina: ¿sí?

Clienta: Y, bueno, que no ha parado de reírse con ese libro, y me ha intrigado mucho, la verdad

Regina: ¡Claro! ¿le suena eso de «hay algo sucio en la leñera»?

Clienta: No, para nada.

Regina: ¡Es del libro, jajaja! ¡de La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons! Es divertidísimo. Lo de la frase de la leñera tiene su miga, pero no le diré más.

Clienta: Por cómo se reía no lo dudo. ¿Y de qué va? ¿es de humor? No conozco a la tal Gibbons, la verdad.

La hija de Robert Poste

La hija de Robert Poste

Regina: Pues verá, Stella Gibbons es una escritora británica de la primera mitad del S.XX. La Hija de Robert Poste, que es su libro más famoso, se publicó en 1933. Con él pretendía satirizar las historias rurales y de corte costumbrista y romántico que arrasaban entonces. Y vaya si lo logró… de la mano de Flora Poste, que es todo un PERSONAJE, la verdad. De esos para “darles de comer a parte”. La historia es simple: Flora Poste, que nunca había convivido con sus padres tras haber encadenado internados, se queda huérfana y con una renta muy limitada. En lugar de buscar trabajo y asentarse en Londres decide hacer un “casting” entre parientes a quienes no conoce para acoplarse con ellos. Los afortunados son una lejana, turbia y rústica rama de la familia Poste atrincherados en Cold Confort Farm, una destartalada granja que la matriarca controla con mano de hierro.

Clienta: ¡Ahh! ¿Y entonces lo divertido es cómo se adapta a la vida rural?

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Regina: No exactamente. Flora Poste viaje con la idea de civilizar a esos parientes asilvestrados. NO de adaptarse ella, sino de que ellos se adapten a ella y su forma de vida refinada. No solo se les acopla, sino que pretende reventar su existencia desde dentro. Así que las escenas que monta son antológicas, y no solo las escenas: los personajes y las ideas de la propia Flora.

Clienta: Pues tiene buena pinta, sí. Pero, vamos, que solo con verla reírse ya había decidido llevármelo… ¡jajajaja!

Y se fue de mis confines librescos con su ejemplar de La hija de Robert Poste bajo el brazo y una enorme sonrisa estampada en la cara.

Y a mi, justo antes de regresar a lo mío con Flora Poste, me vino a la mente la adaptación que filmó la BBC a mediados de los años 90, que tiene mucho del mordaz encanto de Stella Gibbons:

Yo me apuesto el pelucón y parte de mi biblioteca personal no solo a que se echa unas risas de libro con esta grandísima novela, sino a que no será lo único que lea de Stella Gibbons.

Porque, queridos, una vez pasas el rato con la Gibbons siempre quieres más. ¿O es que hay algo más atractivo que la promesa de una buena carcajada de libro?

Échate unas risas leyendo ¡Noticia bomba! de Evelyn Waugh

Mira que es contagiosa e irreprimible la pasión por un libro.

(Quemar después de leer, 2008 / Focus Features)

(Quemar después de leer, 2008 / Focus Features)

Y más aún si es de esos en los que la carcajada te aguarda a cada salto de línea. De ahí que el mejor prescriptor libresco es cualquier lector con el que te cruzas y al que pillas poseído por un título. Supura éxtasis libresco por cada poro de su epidermis y es absolutamente incapaz de reprimir su necesidad de gritarle al universo en pleno que deje lo que sea que esté haciendo y corra a por un ejemplar activado por un histriónico «¡TIENES QUE LEER XXXX!».

Ni si quiera yo, que mi oficio es prescribir a diario, soy inmune a ese poderoso efecto secundario de un episodio de biblioposesión en mi tiempo libre. Y más de una vez (y de dos, y de tres), he montado el biblionumerito estando suelta allende los confines de mi librería.

De hecho esta misma tarde lo he vuelto a hacer. Y sí, ha sido con uno de esos libros con los que me río de principio a fin: ¡Noticia bomba! de el grandísimo Evelyn Waugh.

Mira que me lo he releído veces y nunca falla: carcajadas continuas. El caso es que como amanecí algo turbia y renegando del mundo, decidí apaciguar a la bestia y autoprescribirme algo de mi propia biblioterapia de risas para evitar males mayores.

Apenas tres horas después estaba completamente transformada. Parecía otra. O, mejor dicho, estaba extasiada y poseída por la novelita. Pero es que, queridos, menudo festival de carcajadas con el amigo Waugh. Me sentía radiante y relajada, tanto que decidí salir -poseída y todo- a derrochar buenrollismo histérico por el barrio.

Y fue justo ahí, apenas unos metros después de plantar el pie regino en la calle, cuando me topé con una reginaexlibrislandiana de pro:

Clienta: Uy, Regina, muy contenta se te ve hoy, ¿no?

Regina: ¡Sí, si, si, querida!

Clienta:Pero, ¿te ha pasado algo?

Regina: ¡Uy! ¿Que si me ha pasado algo? ¡ALGO! ¡SÍ!

Clienta: ¿De qué hablas?

Regina: TIENES QUE LEERTE ¡NOTICIA BOMBA! DE EVELYN WAUGH

Clienta: ¡Acabáramos! ¡Un libro, cómo no!

Regina: En serio, mujer, TIENES QUE LEERTE ¡NOTICIA BOMBA! Mira cómo tengo el cutis. ¿Sabes por qué? De la jartá de reirme que me he pegado esta mañana. Me he quedado nueva. En serio, ¡LÉETELO YA!

Clienta: Pero qué son, ¿monólogos? ¿o qué?

Regina: Noooo. Evelyn Waugh es un escritor británico de la primera mitad del SXX. ¿Te suena Retorno a Brideshead?

Clienta: Sí, sí, me leí Retorno a Brideshead. De hecho te lo compré a ti, Regina

Regina: Pues este tiene poco que ver con aquel. Los dos son excepcionales, pero en ¡Noticia Bomba! destila todo su ingenio y talento para la sátira con un relato desternillante que pulveriza el sarao de la prensa y las corresponsalías de guerra.

Clienta: ¿Ah, sí?

Regina: Sí, y sabe del tema, porque él fue corresponsal de guerra. Pero aquí levanta una comedia de enredos maravillosa, en la que un tabloide manda por error a cubrir una guerra en un país remoto a un colaborador de temas de botánica. Es hilarante, en serio. ¡AY, TIENES QUE LEÉRTELO!

Clienta: vale, vale, CÁLMATE UN PO-QUI-TO, REINA. ¿Lo tienes en reginaexlibrislandia? Que voy mañana a por él

Regina: Sí, sí. En serio, es que TIENES QUE LEERTE ¡NOTICIA BOMBA!

Y se fue (más bien salió huyendo, todo sea dicho, menos mal que ya sabe que no suelo ser peligrosa) y yo continué dándole rienda suelta a mi episodio de biblioposesión noticiabombiana compulsiva a discreción. Conocidos, reginaexlibrislandianos de distinta graduación, familiares, amigos, en persona, en los bares, por teléfono, a gritos. Me faltó darme al grafiti, ahora que lo pienso. Pero es que en serio, querid@: ¡TENÉIS QUE LEEROS NOTICIA BOMBA, DE EVELYN WAUGH. Y más si queréis echaros unas risas de libro. Palabra de Regina ExLibris.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

¡Noticia bomba!

¡Noticia bomba!

¡Noticia Bomba! Evelyn Waugh. Anagrama. Un magnate de la prensa de Fleet Street llamado Lord Copper presume de la infalibilidad de su olfato para descubrir talentosos reporteros que inundan de exclusivas su tabloide y ganarle así lectores a la competencia. Sin embargo, a causa de una confusión de apellidos, envía a «cubrir» la guerra civil en una remota república africana a uno de los periodistas más improbables para tal misión. A partir de ese equívoco, Evelyn Waugh se lanza a una feroz y desopilante sátira sobre el mundo del periodismo, los enviados especiales, la información, la desinformación y la confusión. Considerada como una de las grandes novelas de humor del siglo XX, es también un vívido y corrosivo retrato de la profesión y del sector que arrancará las carcajadas tanto de quienes la sufren a diario como de los ajenos al mundillo.

 

Viva el ‘humor inglés’ de Anagrama

Tenía que ser Jorge Herralde, cuerpo y alma de la editorial Anagrama, quien impulsara una gloriosamente inesperada promoción bibliófila más de las que se incluyen en el programa de celebraciones del 40 aniversario del sello.

La cosa va así: al comprar dos títulos de Anagrama el cliente se lleva de regalo un ejemplar de ‘El mejor humor inglés’, que recoge fragmentos de 11 novelas de las lenguas y los ingenios más afilados, hilarantes y certeros de las letras de la Gran Bretaña.

Sí, queridos, sin duda una iniciativa a la medida de Reginaexlibrislandia, donde como firmes defensores de las propiedades terapéuticas del humor hecho letras, recibimos la iniciativa herraldiana a lo grande: con un lingotazo extra de café.

Tan contenta estaba yo con este oasis promocional en medio de la aridez estival sembrada de reediciones de los mismos títulos de siempre con cubiertas renovadas y en formato bolsillo –así, entre nosotros os diré que como vea otra reedición más de La sangre de los inocentes creo que me voy a poner a gritar– cuando la Providencia Librera arrojó a mis confines a una mujer que, parapetada al otro lado de un bolso descomunal, me soltó a media voz:

 

– Clienta: Buenas, ¿puede ayudarme?- Regina: Sí, claro, ¡usted dirá!

– C.: Verá, el humor inglés me gusta, y quisiera leer libros de humor inglés.

 

A ver, queridos, una petición tan singular a bocajarro no es fácil de encajar con gracia, y a veces el estupor me bloquea la neurona y retarda mi capacidad de reacción bibliófila.

En esos momentos me quedo en ‘modo regina automática», programada para no dejar de sonreír y para parpadear cada dos segundos, mientras de epidermis para adentro me entrego a una frenética actividad cerebral…

… Y en esas estaba, cuando ella prosiguió:

 

– C.: Me refiero a algo de un tal Barnes, o de Gudhose… y de alguno más que no recuerdo.

¡Plim! Campanilla cerebral a lo juego de pim-ball que me desactivó el automatismo y me retrotrajo a la realidad bajo mi regio pelucón. Ella misma me dió la clave:

 

– Regina: ¿Julian Barnes?- C.: Sí, ese.

– R.: ¿Y Wodhouse, quizás?

– C.: Sí, sí, me equivoqué. Y también un tal Jornby.

– R.: Mmm, ¿Hornby? ¿me permite una indiscreción?

– C.: Sí, dígame.

– R.: ¿Tiene usted un ejemplar de El mejor humor inglés, de Anagrama, que recoge fragmentos de británicos dados al humor?

– C.: Uy, si, ¿cómo lo sabe? En realidad se lo vi a un compañero de trabajo, me lo prestó a la hora de la comida y me hizo tanta gracia lo que leí que decidí comprarme los libros de donde sacaron esos textos. Es que, verá, con tanto problema y tanta crísis esa será una buena terapia de choque, ¿no cree?

– R.: Sin duda. Pues, mire, le enseño los títulos para que los vea:

 

 

Wilt no se aclara, de Sharpe; Relatos de los inesperado, de Roald Dahl; Con lo puesto, de A. Bennet; El loro de Flaubert, de Julian Barnes; Mar gruesa, de Martin Amis; Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan; Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, y Alta fidelidad, de Nick Hornby.

 

 

Ella se llevó ¡Pues vaya!, de P.D. Woodehouse, Merienda de negros, de Evelyn Waugh y, como no, su ejemplar de regalo de El mejor humor inglés no sin antes decirme:

 

«Mira qué bien, así ya sé los que me puedo seguir comprando. ¡Gracias!»

En ese momento fue en el que decidí montar una mesita veraniega dedicada al ‘Humor Inglés» con los títulos seleccionados por Herralde (gracias de antemano, caballero), con el ejemplar de regalo en medio.

Y vosotros, regianexlibrislandianos de pro, ¿vísteis en alguna librería la promoción de Anagrama? ¿Conocíais el volumen ‘El mejor humor inglés’? ¿Qué títulos de autores británicos editados o no por Anagrama me sugeriríais para mi mesa temática?

Retorno a Brideshead: novelón, serie mítica … ¡y ahora la película!

Érase una vez en los albores de reginaexlibrislandia cuando hablé por primera vez de uno de los grandes novelones del S.XX: Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh.

Pues bien, yo sí que he retornado a mi Retorno a Brideshead. Por aquel entonces un par de clientas hoy asiduas a mis confines buscaban un libro con la única pista de una serie de la BBC de finales de los 80, con un reparto encabezado por un jovencísimo Jeremy Irons.

Era, obviamente, la producción televisiva homónima de la novela del escritor británico, también autor de Una merienda de negros:

En su día pensé que eran un milagro de la Providencia Librera:

¡Ay, nena, casi tres décadas después de la serie sus ecos catódicos siguen empujando a algún que otro lector a las páginas de la novela!

Sí, tan real como que ahí estaban mis dos clientas para dar fe.

Pues bien, justo hoy una de ellas me decía:

Clienta: Regina, ¿sabes que ya han estrenado la película de Retorno a Brideshead? Bueno, aquí no, pero imagino que estará al caer.

Regina: Sí, lo sabía.

C.: ¿Piensas verla?

R.: Mmmm, pues no sé. Vi el trailer y tiene buena pinta.

C.: Ya, pero… ¿No sería demasiado?

R.: ¿A qué te refieres?

C.: Bueno, yo vi la serie y me enganchó. Después leí el libro nada más comprártelo y es uno de mis favoritos. Y ahora la película… como esté bien va a ser algo histórico: ¡una especie de triplete!

R.: ¡Uy, pues tienes razón! Novelón, serie mítica y peliculón… Habrá que verla y juzgar

C.: En cualquier caso, ¿crees que lanzarán una nueva edición de Retorno a Brideshead con la cubierta del cartel de la película?

R.: Pssss, supongo que sí. Aunque la verdad es que en su día Tusquets no utilizó fotogramas de la serie de la BBC para editarla en España. La lógica me dice que sí, pero sinceramente espero que la reediten tal cual está, que está muy bien.

Mira que soy permeable, fue irse ella y volver yo cabeza al trailer de Brideshead Revisited (2008):

Y vosotros, queridos, ¿leísteis Retorno a Brideshead? ¿Visteis la serie de la BBC? ¿Pensáis ver la adaptación a celuloide? ¿Habrá triplete? Y, bueno, ¿reeditaran la novela de Waugh con el cartelito de turno? ¡Hagan juego!

Nota de Regina: para los afortunados que aún no han disfrutado de la primera lectura de Retorno a Brideshead reposteo mi reseña:

Ese libro es una auténtica joya, una de esas novelas-mosquitera que te envuelve, aísla y protege del día a día entre la primera y la última página. Narra el regreso de Charles a la elegante mansión de lord Marchmain, convertida en cuartel por la guerra, y él, en soldado, para revivir la época en que la habitó mientras se dejaba seducir por el ambiguo y cautivador Sebastián, su fascinante hermana, lady Julia, y el misterio y la decadencia autodestructiva que envuelve a toda la estirpe).

¿La lectura de qué novelas haría de Zapatero un mejor presidente?

No hay manera, queridos, el día que amanezco en plan mántrica con una idea en el pelucón no hay quien me saque de ahí.

Cuando eso ocurre, el resto del universo se diluye en sombras chinescas ante las que mis cinco sentidos ni se inmutan. Unos lo llaman personalidad obsesiva, pero a mi me gusta llamarlo focalización, ya que proyecto el haz de luz de mi inteligencia sobre un único punto. Si, algo así como una bandera japonesa mental.

El caso es que la reciente sobreexposición a debates electorales, bombardeos mediáticos y demás estímulos no-literarios marca 9-M sumada a mi permeabilidad espiritual congénita forjaron en mi la inesperada pero firme necesidad de tomar parte activa como librera vocacional en esta nuestra Democracia.

Decidido eso ya sólo me quedaba saber cómo demonios hacerlo. ¿Cómo?

Y en esas estuve mentalmente varada día y noche ayer y hoy hasta que, de pronto, la respuesta se materializó ante mi en boca de un cliente que vino en busca de Vida de Pi, de Yann Martel.

Sólo cuando el caballero se fue con el libro yo vi la luz:

¡Claro, Yann Martel! Regina, cielo, pareces boba… ¿cómo ibas tu a hacer algo por la Democracia? ¡A librazo limpio, por supuesto! ¿De qué otra forma si no?

Si, queridos, resulta que hace casi un año leí que Yann Martel decidió ‘ilustrar’ y ‘sensibilizar’ públicamente al conservador Stephen Harper, recién elegido primer ministro canadiense.

Su idea era enviarle durante un año y cada dos semanas un libro, con su correspondiente misiva a modo de prólogo. A día de hoy, la web ‘¿Qué lee Stephen Harper?’ en la que Martel da cuenta de sus envíos, sigue on line.

Así que esta reinona que en su día cayó rendida a los pies de la iniciativa letrada de Martel se ha pasado la tarde pensando qué lecturas podrían hacer de Zapatero un mejor presidente, qué libros le harían reflexionar, o de la mano de qué autores podría afrontar más lúcidamente los próximos cuatro años de legislatura.

Y si, divinos, hubiera hecho lo mismo de haber ganado ‘el otro’. La cosa es modelar espíritus a librazos, da igual de qué lado bailen los condenados.

Ahí van mis 24 sugerencias de lecturas para Zapatero, de aquí a marzo del 2009:

La Metamorfosis, de Kafka.

Los Miserables, de Victor Hugo.

Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell.

La invasión de Sicilia por los osos, de Dino Buzzati.

El Quijote, de Cervantes.

Las uvas de la ira, de John Steinbeck.

Tao Te King, de Lao Tse.

Moby Dick, de H. Melville.

Calígula, de Albert Camus.

El emperador, de R. Kapuscinski.

Merienda de negros, de Evelyn Waugh.

El Principito, de Antoine de Saint Exupery.

Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke.

La Regenta, de Clarín.

Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato.

El festín de Babette, de Isak Dinesen.

Ricardo III, de W. Shakespeare.

Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez.

El hombre que sabía demasiado, de G.K. Chesterton.

El Aleph, de Borges.

Cándido, de Voltaire

Memorias del subsuelo, de F. Dostoievski

El beso de la mujer araña, de Manuel Puig

Carta de una desconocida, de S. Zweig

Y vosotros, queridos, ¿qué libros recomendaríais a Zapatero para hacer de él un mejor presidente? ¿Qué lecturas podrían orientarle en su mandato?

La sombra del librero es alargada

Aunque llevo poco tiempo suelta por la librería creo que atiné al apostar por un discreto segundo plano cara al público. La idea es hacerles saber que existo sin que mi afán por ayudarles se condense sobre sus cabezas como una nube cargada de electricidad.

Así que yo, Regina ExLibris, siempre saludo, jamás retiro la mirada y me dedico a mis quehaceres libreros (reponer volúmenes, inventariar, colocar) mientras intercepto mensajes cifrados de socorro que envían los más tímidos. A esos, como a los actores, basta con darles el pie para que se suelten.

Sin ir más lejos ayer dos mujeres buscaban un libro para una tercera que estaba en casa inmovilizada y a punto del colapso nervioso por aburrimiento y sobredosis de bazofia catódica mañanera. Situada a una distancia prudencial, captaba retazos de su conversación:

-Amiga A: Había una serie, ¿te acuerdas? Yo me enganché tarde, pero fue un bombazo. Joder, si salía el actor este británico taaaaan atractivo… ¿cómo se llama? Ese que es como fibroso, con el pelo castaño.

-Amiga B: ¿Quién, Hugh Grant?

-Amiga A: No, mujer, esteee… ¡Jeremy Irons!

-Amiga B: Ay, si, que salía con otro rubio que tenía una hermana, que eran aristócratas… ¿No era de la BBC? Pero, ¿cómo se llamaba?

-Amiga A: No sé, pero creo que se basaba en una novela. Anita me habló alguna vez de él porque quería leérselo pero…

‘Jeremy Irons’, ‘Rubio y hermana aristócratas’, ‘BBC’, ‘novela’… cuando mi radar captó las señales en mi cerebro se dispararon más alarmas que en un reactor en plena guerra fría y tuve que contenerme para no levantarme y gritar: ¡Hablais de RETORNO A BRIDESHEAD, de EVELYN WAUGH (Tusquets, en ediciones rústica y de bolsillo)!

(Nota de Regina.: Ese libro es una auténtica joya, una de esas novelas-mosquitera que te envuelve, aísla y protege del día a día entre la primera y la última página. Narra el regreso de Charles a la elegante mansión de lord Marchmain, convertida en cuartel por la guerra, y él, en soldado, para revivir la época en que la habitó mientras se dejaba seducir por el ambiguo y cautivador Sebastián, su fascinante hermana, lady Julia, y el misterio y la decadencia autodestructiva que envuelve a toda la estirpe).

Respiré hondo y opté por dirigirme hacia ellas en cámara lenta para que repararan en mi en lugar de irrumpir yo en su debate.Y cuando las sobrepasé ocurrió.

-Amiga A: Perdona… buscamos un libro, igual nos puedes ayudar.

-Regina ExLibris: Si, claro, dígame.

-Amiga A: Sabemos que hicieron una serie en los 80 con Jeremy Irons

-Amiga B: Sí, que eran dos amigos y luego estaba la hermana de uno de ellos, que eran muy ricos.

-Regina ExLibris: Creo que hablan de Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh.

-Amiga A: ¿Lo teneis?

-Regina ExLibris: Si, ahora mismo se lo doy…

Y se fueron con el libro, y yo volví a experimentarlo… ese subidón que me da cuando alguien viene buscando un ejemplar, cualquiera, y lo tenemos, y se lo lleva. Y si la novela es de las grandes la sensación es tan buena que no puede ser sana.

En pleno éxtasis librero miré al cielo, que en Reginaexlibrislandia cabe en las baldas de narrativa en español, y mis ojos se toparon con la obra de Miguel Delibes. Y dirigiéndome él dije: ‘Si, maestro, la sombra del librero es como la de su ciprés: alargada. Tanto que hoy llegó hasta Brideshead’.

Aquí va un recuerdo de la serie de la BBC: