Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Seis libros para leer y sucumbir al ingenio mordaz de G.K. Chesterton

Abran paso al príncipe de las paradojas, Gilbert Keith Chesterton. Un titán literario con una gloriosa querencia al género de detectives, creador del mítico Padre Brown y escritor todo-terreno movido por su obsesión por sanear las conciencias y las cloacas de las élites políticas de la Europa del cambio de siglo a golpe de ingenio y de humor.

En reginaexlibrislandia somos gekachestertonianos devotos y confesos y, como tales, hincamos la bibliorodilla ante este maestro de la intriga y del uso del diálogo ingenioso, corrosivo y humorístico.

A su paso “G.K.” dejó un reguero de textos penetrantes, inteligentes, venenosos, mordaces, hilarantes, inconformistas, lúcidos, escépticos e instructivos, que siempre encierran una ingeniosa paradoja sobre la condición de la sociedad, del pensamiento o de la naturaleza humana.

Su personaje insignia es el mítico Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia entre ingenua y bobalicona, pero con una agudeza psicológica demoledora que hace de él un formidable detective, y que aparece en más de cincuenta historias publicadas entre 1911 y 1935.

Por sus métodos hay quien lo considera sabueso antagónico de Sherlock Holmes. Lo sea o no, en la librería siempre prescribimos sus biblioandanzas y adoramos a ese condenado curita del enorme paragüas, pero en el anaquel consagrado a G.K. Chesterton hay mucha bibliovida más allá del Padre Brown.

Así que cuando en reginaexlibrislandia nos preguntan por dónde empezar a leer a G.K. Chesterton nosotros siempre descargamos un arsenal de seis títulos fundamentales y representativos del universo gekachestertoniano.

¿Listos? Pues aquí van nuestros seis títulos para leer y engancharse a G.K. Chesterton:

1. Los relatos del Padre Brown. G.K. Chesterton. Acantilado
Permítanme invitarlos a la relectura de una de esas exquisiteces impresas que pocas veces defraudan: Los relatos del Padre Brown, de C. K. Chesterton. Caerán rendidos ante la silueta de ese párroco rechoncho y a veces atolondrado que, embutido en su sotana y aferrado a su enorme paraguas, se enfrenta a los más cruentos asesinatos, a los enigmas más opacos y a los crímenes más inexplicables con su mejor y más infalible arma: un conocimiento tan profundo de los claroscuros del ser humano que, cuando él lleva las riendas del caso, pone en jaque a la lógica deductiva propia, por ejemplo, del mítico Sherlock Holmes.

2. El arte del asesinato. G.K. Chesterton. Valdemar.
¿Qué tienen en común el padre Brown, Horne Fisher, Gabriel Gale o Mr. Pond? Pues que, aunque cada uno despliega su excentricidad a su manera, todos han sido tocados por el genio cuando se trata de resolver crímenes aparentemente irresolubles. Bueno, eso, que todos son hijos literarios de G. K. Chesterton y que algunas de sus andanzas aparecen recogidas en El arte del asesinato, 11 relatos de crimen e investigación. Este volumen es un impagable muestrario de su gloriosa galería de investigadores enredados a perpetuidad en tramas cargadas de suspense, humor e ingenio que son la marca de la casa del escritor inglés.

3. El hombre que fue jueves. G.K. Chesterton. Valdemar.
El detective y poeta idealista Gabriel Syme trabaja en Scotland Yard para luchar contra el anarquismo que corroe la Europa de cambio de siglo. Cuando logra infiltrarse en la entraña del anarquismo organizado, y ocupa el puesto de Jueves en su consejo supremo detona un trepidante devenir de aventuras encaminadas a evitar un magnicidio en Paris, pero que en realidad son la vía que Chesterton utiliza para tipificar y pulverizar las corrientes de pensamiento emergentes, con Schopenhauer y Nietzsche a la cabeza. Con un toque filosófico y absurdo y gran sentido del humor, El Hombre que fue Jueves arrastra al perplejo lector en una comedia alegórica sobre el mal y el libre albedrío que le obliga a balancearse entre la realidad y la fantasía onírica. Brutal.

4. El hombre que sabía demasiado. G.K. Chesterton. Acantilado.
Pasen y lean esta gloriosa colección de relatos detectivescos bajo la que subyace un tratado político encubierto tan colosal y lúcido como corrosivo. El nexo de unión entre las historias son dos personajes: Harold March y Horne Fisher. El primero es un periodista que derrocha ingenuidad. El segundo, sin oficio conocido, carece de la ingenuidad que a March le sobra. A través de sus ojos se van dibujando las turbias bambalinas de la escena de la política británica de principios del siglo XX. La combinación de estas dos visiones antagónicas y complementarias surge efecto para desenmascarar sin aspavientos a las élites políticas, formadas por corruptos, débiles, mentirosos y cobardes, y movidas por casi cualquier cosa menos el bien común. Escrito en 1922, El hombre que sabía demasiado mantiene toda su vigencia y su lectura debería ser obligatoria… al menos en los tiempos políticos que corren.

5. La esfera y la cruz. G.K. Chesterton. Valdemar.
De entre los elegidos para que sus genios literarios destilen humor, filosofía y suspense en proporciones áureas, G. K. Chesterton sobresale por méritos propios materializados negro sobre blanco. La esfera y la cruz narra las disparatadas aventuras de un católico y un ateo que recorren el mundo en busca de un lugar en el que puedan batirse en duelo a muerte sin que las autoridades se echen encima de ellos para impedírselo. De una lucidez y una ironía a prueba de bombas.

6. Cómo escribir relatos policíacos. G.K. Chesterton. Acantilado.
Como ha quedado demostrado a librazos el ingenio bibliodetectivesesco de Chesterton iba mucho más allá de su ya legendario Padre Brown. Tanto que, como conocedor y estudioso del género policíaco, consagró diversos ensayos y artículos periodísticos al género, que fueron publicados en muy diversos lugares. En este volumen se reúnen todos ellos. El lector encontrará un manual entusiasta, culto y espiritoso del perfecto escritor de relatos de misterio, donde uno de sus más titánicos creadores analiza, comenta y disecciona con su colosal inteligencia y su modalidad a prueba de balas el llamado a ser uno de los géneros literarios más leídos en todo el mundo desde el S.XIX. Instructivo, hilarante y demoledor recorrido, donde pone en jaque incluso a Auguste Dupin y a la astuta señorita Marple. ¿Algún devoto del género da más?

«¿Tienes el libro Mi prima nosequé, de la autora que escribió Rebeca?»

Bibliocanelita en rama, queridos. Ni más ni menos. Adictivo, inquietante, sobrecogedor y magistral. Así es el novelón de la grandísima Daphne du Maurier con el que hace un rato una reginaexlibrislandiana esporádica le ha insuflado sin querer un glorioso chute libresco a mi bibliofilia. Es lo que tiene poder prescribir un título que no suelen pedir en la librería y cuya lectura no siempre puedo sugerir, pero que a mi me dejó en jaque como lectora y me mantuvo literalmente aferrada al ejemplar de principio a fin.

(Mi prima Rachel, 2017 / Fox)

(Mi prima Rachel, 2017 / Fox)

La cosa fue más o menos así: estaba yo correteando entre anaqueles plumero en mano y decididamente sobrecafeinada cuando la mujer, que llevaba un rato deambulando por la librería, se decidió a hablarme:

Cliente: ¡Oiga, perdone, buenos días!

Regina: Buenos días, ¿puedo ayudarla?

Cliente: Sí, sí, mira, verás… ¿Tienes Mi prima nosequé?

Regina: ¿Cómo? ¿Tal cual? ¿Mi prima nosequé?

Cliente: No, no, es que se me ha ido el nombre de «la prima» en cuestión. Pero sé que es un libro de la misma que escribió Rebeca, ya sabe, la de la película, que resulta que también es una novela.

Regina: ¡Ahhh, sí, Daphne du Maurier!

Cliente: Sí, sí, esa. Pues por lo visto también escribió otra novela que me han recomendado: Mi prima... y un nombre de mujer.

Regina: Mmm, ¿a ver? ¡Sí! Creo que el que busca es Mi prima Rachel. Lo editó Alba en su colección Rara Avis el año pasado.

Cliente: ¡Vaya, menos mal! ¿Y lo tiene usted?

Regina: Sí, aquí lo tiene.

Cliente: ¿Y qué tal está el libro?

(Y aquí es donde yo pierdo pie y es mi regio pelucón el que, rebosante de pura bibliofilia, me eleva hasta dejarme pegada al techo de la librería, para hacerme descender unas milésimas de segundo después metamorfoseada en la enigmática Rachel lista para soltar, candelabro en mano, mi biblioperorata de daphnedumarierfílica confesa y Miprimaracheliana de pro)

(Mi cousin Rachel, 1951 / 20th Century-Fox)

(My cousin Rachel, 1951 / 20th Century-Fox)

Regina: Pues es una bomba. Es de esos libros que no puedes parar de leer, de verdad. De esos que te llevas a todas partes para, ZAS, a la primera de cambio apurar unas líneas más. ¡Pura intriga!

Cliente: Sí, algo así me habían dicho.Pero no es actual, ¿no?

Regina: Bueno, no, lo escribió en los años 50. Y aunque en el estilo parece una novela decimonónica con su exposición, su nudo y su desenlace, la verdad es que se lee a velocidad de crucero porque Daphne du Maurier dosifica al milímetro la información que te va dando, y tú necesitas saber más. En realidad te da todas las piezas en las 80 primeras páginas, y el resto es pura adrenalina silenciosa, porque vas tratando de montar el puzzle mano a mano con el narrador. Y de pronto una anécdota trivial detona la trama y todo se precipita hasta el final.

Mi prima Rachel

Mi prima Rachel

Cliente: Dicho así, suena bien, sí. Pero, ¿de qué va?

Regina: Verá, es la historia de Philip Ashley, un terrateniente inglés del Cornualles del siglo XIX. Se quedó huérfano y lo crió su primo Ambrose, un solterón empedernido que conoce en un viaje a Florencia a Rachel, viuda de un conde, enigmática y endeudada y, contra todo pronóstico, se casa con ella y se quedan en Italia. Pero las cartas que recibe Philip pasan de rezumar felicidad a inquietarle, y antes de que reaccione recibe la noticia de la muerte de Ambrose. Philip, lleno de dolor por la pérdida y de recelo hacia Rachel, quiere desenmascarar a su nueva prima, porque cree que o lo ha envenenado, o al menos no cuidó como debiera a Ambrose. Pero la joven viuda se le adelanta y se presenta sin más en su caserón de Cornualles, y aquí es donde el joven e inocente Philip, totalmente descolocado por Rachel, irá olvidando su desconfianza y sucumbiendo a los encantos de su nueva prima… Porque Rachel, ¿es buena? ¿es una viuda negra de manual? Amor, secretos, intrigas y un personaje tan manipulador como enigmático que te roba la cartera a cada salto de linea.

Cliente: ¡Uhhhhhh! ¡Hija, dicho así dan ganas de leerlo ya, ja, ja, ja!

Regina: ¡Tal cual!

Cliente: Pues, venga, me llevo Mi prima Rachel. Si es tan bueno como dice quizá vuelva a por Rebeca, que solo vi la película en blanco y negro.

Y así fue. Mi reginaexlibrislandiana esporádica abandonó mis confines ojeando, entre intrigada y ansiosa, su flamante ejemplar de Mi prima Rachel (Alba -Rara Avis) y a mí me dejó rogándole a la Providencia Librera que lo llegue a disfrutar aunque solo sea una mínima parte de lo que yo lo disfruté en su día. Porque solo con eso estoy segura que bastará para dafnedumarierizarla del todo.

Y es que, reginaexlibrislandianos queridos, Dafne du Maurier es mucha Dafne du Maurier. Si os gustó Rebeca leeros Mi prima Rachel, de la que, por cierto, ya en 1953 Henry Koster filmó la primera adaptación, y hace apenas un añoRoger Michell estrenó la segunda, también homónima. Si tenéis oportunidad, ver ambas. 

Hitchcock filmó una versión.

Y si no os gustó Rebeca, o si no la llegasteis a leer porque visteis la adaptación de Hitchcock,  todo un dafnedumarierizado confeso, ¡leer cualquiera de las dos! Me apuesto el pelucón a que, leída una, os abalanzaréis después sobre la otra. Palabra de Regina ExLibris.

Capote en Un cadáver a los postres

Cuando tres de las cosas que más me gustan convergen en un mismo punto mi pelucón irradia más destellos luminosos que el Faro de Alejandría en sus mejores tiempos. Así que cuando mi haz de luz sensorial se topó hace años con Truman Capote, una trama de intriga detectivesca y una parodia inteligente casi me inmolo de emoción contenida frente a la pantalla que me proyectaba la mítica Un cadáver a los postres (Murder by death).

Nadie me había advertido de que aquella curiosa película de 1976 con un reparto de escándalo era lo que en efecto es: una gloriosa comedia policíaca que esconde una brillante disección del género detectivesco a través de los clásicos de tinta hechos celuloide. Risas, risas y más risas, palabra de Regina.

Pus bien, llevaba años sin pensar en ella hasta que hace unas horas un reginaexlibrislandiano asiduo me la despertó de su letargo mental. Hablábamos, como no, de la literatura de Capote, de cómo reinventó el periodismo literario con A Sangre fría o le dió una nueva dimensión al arte de perfilar personajes a palabras en sus Retratos:

 

– Cliente: Sí, me impactó sobre todo el perfil de Marlon Brando en su hotel de Japón mientras rodaba Sayonara. O Marilyn Monroe…- Regina: La verdad es que para eso Capote tenía un don.

– C.: Con la lengua bífida que tenía fijo que si vive ahora hasta tendría su propio talk show, ¡ja, ja, ja!

– R.: Mmm, pues tal y como está el patio catódico no sé si me gusta la idea…

– C.: Lo que me extraña es que no escribiera algo para el cine, ¿no?

– R.: Pues yo creo que no, aunque algún cameo sí que hizo.

– C.: ¿Un cameo? ¿Capote?

– R.: Si, en una comedia buenísima llamada Un cadáver a los postres, o Murder by death, de 1976. Y, bueno, fue más que un cameo: le nominaron a los Globos de Oro como mejor actor secundario…

– R.: Alucino…

– C.: UY, pues hazte con ella, es una de mis favoritas. Es suna parodia de las tramas clásicas de intriga detectivesca, pero muy bien hecha y con un repartazo.

– C.: No me digas que Capote es el mayordomo…

– R.: ¡Ja, ja, ja! No, verás, Capote es Lionel Twain, un excéntrico millonario que organiza una cena en su mansión e invita a la élite de los investigadores: Sidney Wang de China, Dick Charleston de Nueva York, Jessica Marbles de Inglaterra, Milo Perrier de Bélgica y Sam Diamond de San Francisco. ¿Te suenan?

– C.: Sí, pero ¿no les cambiaron los nombres?

– R.: ¡Claro! Son parodias de Miss Marple, Hércules Poirot, Sam Spade, Nick y Nora Charles, y Charlie Chan con sus inseparables ayudantes…

– C.: ¡Tiene un pintón! ¿Y quienes actúan?

– R.: Pues junto a Capote ni más ni menos que Peter Sellers, David Niven, Peter Falk, James Coco, Elsa Lanchester, Maggie Smith, Alec Guinness, Eileen Brennan, Nancy Walker, James Cromwell y Estelle Winwood, orquestados Neil Simon.

– C.: Pues sí que es todo un cartel, sí. Iré a buscarla, que con estos calores una buena carcajada nocturna no viene mal, y si de paso veo a Capote ‘en vivo’ mejor que mejor…

– R.: !Pues ya me contarás qué tal!

Y se fue con la promesa de volver en un par de días a conterme qué tal su visionado de Un cadáver a los postres. En cuanto a mi me ha entrado el apretón de verla de nuevo y, de paso, de releerme algo del mítico Sam Spade de Dashiell Hammett… Así que, además de un rato divertidísimo igual la película logra despertar a alguien más el apetito lector por los mejores sabuesos de tinta.

De momento y como homenaje regino aquí os dejo el tráiler original de Un cadáver a los postres, para abrir boca:

 

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿Visteis Un cadáver a los postres? ¿Qué os pareció? ¿Os gusta la literatura de Capote? ¿Leísteis intrigas protagonizadas por Miss Marple, Hércules Poirot, Sam Spade, Philip Marlowe o Charlie Chan?

Millenium 3, en librerías el 05/06/09

Los Stieglarssonmaniacos tendremos que esperar tres meses más para devorar La reina en el Palacio de las Corrientes de aire, última entrega de la trilogía Millenium del sueco Stieg Larsson. Desolada me hallo toda yo.

El comercial de Planeta que lleva Destino me confirmaba hoy, a su paso por reginaexlibrislandia, que desde dentro del grupo tienen marcado el 05 de junio como «Día M3» o, lo que es lo mismo,«Día Millenium 3».

Aunque mi experiencia librera no descarta posibles bailes de fechas con el que es sin duda el libro más esperado del 2009, lo que parece un hecho es que no oleremos una sola página de la tercera de las aventuras protagonizadas por Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander en marzo ni, probablemente, en abril.

Así que adiós a mis esperanzas bibliófilas que que la inminencia del Día del Libro agilizara la maquinaria editorial para que La reina en el Palacio de las Corrientes de aire estuviera en mis baldas para el 23 de abril.

En fin, tratando de ver el tintero medio lleno me obligo a pensar en que, barajando junio como fecha más que probable, cualquier modificación ulterior en el calendario sería hacia adelante, por lo que rezaré a la Providencia Librera para que se apiade de ésta nuestra sed larssoniana y nos materialice ejemplares de La reina en el Palacio de las Corrientes antes de lo previsto.

Lo que os puedo ofrecer por ahora es la portada de una edición francesa de La Reine Dans Le Palais Des Courants D’Air, disponible para los que dominen la lengua gala en un tomo de 710 páginas…

Yo sé que vosotros como reginaexlibrislandianos de pro sabéis que todos sabemos lo afortunados que son quienes aún no han leído Los hombres que no amaban a las mujeres ni La chica que soñaba con cerillas y un bidón de gasolina, porque aún tienen esas casi 1300 páginas de Millenium para perderse…

En fin, queridos, ¿os haréis con La reina en el Palacio de las Corrientes el mismo día que salga? ¿Cuál os gustó más, Los hombres que no amaban a las mujeres o La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina?

¿Habéis recomendado o regalado volúmenes de Millenium a alguien? ¿Por qué?

Stieglarsson-adicta en tiempo récord

«Hola, me llamo Regina ExLibrs, soy librera y estoy enganchada a la trilogía Millenium, del sueco Stieg Larsson. Tienes que leerte Los hombres que no amaban a las mujeres. TIENES QUE LEÉRTELA».

Así de acelerada y estupenda irrumpí esta mañana en mis confines, para desconcierto de otro de los libreros que pueblan reginaexlibrislandia, único testigo de mi delirio. El pobre hombre no supo si darme los buenos días o atizarme un valium en el cafelito para amansar a la fiera que el final de una novela con mayúsculas despertó en mí de madrugada.

Pero es que el primer volumen de la triple saga me ha impactado tanto como en su día lo hizo visualmente su magnífica portada.

Tanto que me siento como si tuviera el pelucón desdoblado entre esta realidad y la que late en las más de 600 páginas de Los hombres que no amaban a las mujeres.

Y ahora quiero más, necesito más, aunque las tres novelas se pueden leer de forma independiente. En unos meses llegará a España La muchacha que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y después La reina en el palacio de las corrientes de aire, que cierra el tríptico colosal de un autor de apenas cincuenta años que literalmente se dejó el corazón en su obra.

Si, Larsson murió fulminado por un paro cardíaco un mes antes de la salida a la venta en Suecia de Los hombres que no amaban a las mujeres, allá por el 2005.

Así me ha dado de fuerte a mi con el Larsson, y especialmente con sus dos protagonistas: la indomable y exótica Lisbeth Salander y el sagaz Mikael Blomkvist, dos de los investigadores más cautivadores de cuantos he tenido el gusto de conocer literariamente.

Ella, de veintipocos, flaca, bajita, sembrada de tatuajes, asocial y hacker nata y él, periodista de mediana edad, quijotesco y bonachón pero con un olfato infalible para detectar la basura a kilómetros, especialmente en el mundillo de las altas finanzas.

Un tándem tan original como inesperado que se topa con la desaparición de una muchacha tres décadas atrás en el seno de una poderosa familia de industriales suecos, mientras hacen frente a una rata engominada y vestida de Armani y luchan por la supervivencia e imparcialidad de la revista Millenium, famosa por destapar escándalos económicos. Y entre medias sexo en todas sus variantes, sádicos, psicópatas, desapariciones, trampas e intereses cruzados.

Larsson hila perfectamente varias tramas mientras Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist hacen frente, cada uno a su manera, a los bajos fondos y el reverso más sórdido de la Suecia actual y comparten, de vez en cuando, cama y algo más.

Un puzzle alucinante que mantiene al lector absorto en la siguiente pieza a colocar, y la fórmula magistral para evadirse de todo y de todos estas vacaciones. Palabra de Regina.

Mi librero reginaexlibrislandiano ha decidio hacerle un sitio a Larsson en la maleta que ya anda ultimando a estas horas.

«En fin, algo tiene que tener si te ha revolucionado así, Regina», dijo mientras se iba con ella bajo el brazo.

Y vosotros, queridos, ¿conocíais Los hombres que no amaban a las mujeres? ¿Qué opináis de ella?

Para los más curiosos aquí os dejo el primer capítulo, cortesía de Destino, su editora en España.

Vuelve Anne Perry: ayer criatura celestial, hoy gran dama del crimen

Hay que ver cuánta inocencia me cabe entre los pies y el pelucón, queridos. El día en que me embutí en esta piel de librera organicé un pomposo y dramático funeral: el último adiós a mis curvas en lo que creí iba a ser el inicio de un ensanchamiento descontrolado de mi corporeidad, nimio precio a pagar por una nueva existencia consagrada en alma y cuerpo a la lectura. Y es lo que yo tengo, amigos, que cuando me equivoco… me Equivoco.

Claro, en mis imágenes mentales con una reginaexlibrislandia rebosante de volúmenes olvidé visualizar el momento en que los tomos entran y salen de mis confines. Obviamente ni aparecen por generación espontánea ni tienen patitas y, lo que es mejor aún, nunca llegan solos.

De ahí que las cajas atestadas de libros sean, junto al polvo, los papelotes, los comerciales, los proveedores y, como no, los clientes, el pan nuestro de cada día.

Y en eso precisamente pensaba yo esta mañana mientras me masajeaba los riñones después de trasladar al mostrador un par de cajas que pesaban como muertos. Pero el dolor se desvaneció cuando descubrí la identidad de ‘mi cadáver’: Las trincheras del odio, el cuarto título de la saga de Anne Perry ambientada en la I Guerra Mundial.

«Divina», me dije, «no todos los días te llevas literalmente puesta a una grandísima dama del crimen, las cosas como son»

Así que abrí las cajas y desparramé todos los ejemplares por el mostrador para verificar, etiquetar y decidir dónde colocarlos cuando entraron dos mujeres -madre e hija-. Venían a recoger un encargo que me hicieron la semana pasada:

Madre: Hola, buenas tardes.Regina: ¡Hola! ¿Qué tal? Venís a por El Guiness de los Records. Un segundo, lo tengo por aquí.

Hija: Tranquila, no tenemos prisa ninguna.

Madre: Uy, pero no me digas que éste es el nuevo de Anne Perry, el que sigue a Las tumbas del mañana, El peso del cielo, y, a ver si me acuerdo. ¿Cómo era el otro¿ Por Dios, pero si es el último suyo que me leí. Era algo de los Ángeles..

R.: Ángeles en las tinieblas. Y, si, este es el cuarto de la saga: Las trincheras del odio, sale ahora a la venta.

H.: Pero, ¿Anne Perry no era la de los vampiros?

M.: Qué va, nena, esa es Anne Rice. Ésta es Anne Perry, y escribe novela policíaca.

R.: Bueno, en realidad se llama Juliet Hulme.

M.: Ah, pues no sabía que utilizaba seudónimo. Yo creo que en las contras siempre figura como Anne Perry, ¿no?

R.: Si, es que se cambió el nombre porque, bueno… ¿Os suena la película Criaturas Celestiales?

M.: Pues no, la verdad

H.: ¿No es una que dirigió Peter Jackson?

R.: Justo, si, esa es. La protagonizaba Kate Winslet.

H.: Si, si, la recuerdo perfectamente. Hacía de colegiala que se enamoraba de otra chica y juntas matan a la madre de una de ellas para que no las separen.

R.: Pues estaba basada en hechos reales, y las dos jovencitas se llamaban Pauline Parker y Juliet Hulme.

H.: NOOOOOOO, ¿qué me dices?

M.: Creo que me he perdido…

H.: Ay, mamá, pues que la Anne Perry se cambió el nombre porque de adolescentes ella y su amiga mataron a la madre de ésta y, según recuerdo de la película, lo hicieron a pedradas en un bosque…

M.: Por favor…

R.: Así es. Ambas fueron a la cárcel unos años y parte de su condena consistía en no verse más. Juliet se cambió el nombre por Anne Perry y se fue a EEUU, donde empezó a publicar a finales de los setenta y ya no paró. Y ahí sigue, dándole a la tecla, solo que ya lleva unos años viviendo en Escocia.

H.: Qué fuerte, ¿y esa mujer escribe novelas de crímenes?

M.: Si, hija, y tiene muchas. Yo las que me estoy leyendo son unas ambientadas en la I Guerra Mundial sobre dos hermanos, los Reavley. Sus descripciones de las trincheras y de todo eso son terriblemente sobrecogedoras, pero ya sabes que yo todo lo que sea la Gran Guerra…

H.: Ay, a mi es que eso no me va mucho.

R.: Yo esas no me las he leído, porque a mi me va más su ‘vena victoriana’. Hace una labor de investigación impresionante, te clava a finales del SXIX a través de detalles como los trucos que usaban las costureras para remendar carísimos trajes de seda, los menús que se servían en grandes casas y tabernuchas y, sobre todo, los conflictos sociales de la época: luchas de clases, la figura de la mujer, la hipocresía moral. Todo eso con crímenes y misterios de por medio, claro.

H.: ¿Y cuál me recomiendas?

R.: Bueno, tiene dos series protagonizadas por sus respectivas parejas: Thomas y Charlotte Pitt en la década de los 80 del SXIX con ventitantos títulos, y

en la de los sesenta, creo que ya con quince episodios. Quizá empezaría por las de Monk…

M.: Yo de momento me llevo ya ésta, la de Las trincheras del odio. Y el libro Guiness que te encargué

H.: Pues yo casi que me vengo con calma el sábado y veo por cuál empiezo, porque aún tengo que terminarme la de Trueba que me recomendaste.

Y ellas se fueron, y me dejaron cercada por los ejemplares del último parto literario de Anne Perry. Allí estaba ella, observándome entre voraz, curiosa y milenaria desde la contra de uno de los ejemplares.

Y yo, como para acallar una vocecilla que me recriminaba el haber aireado como una vulgar chismosa el oscuro pasado de una mujer por entre cuyas líneas me refugio a menudo, solté toda solemne:

A sus pies, grandísima dama del crimen, a sus pies. Esta misma semana mi pelucón y yo nos leemos los cuatro títulos de los hermanísimos Reavley.

 

Y vosotros, queridos, ¿habéis leído algo de Anne Perry? ¿Conocíais su historia?

Aquí os dejo el trailer de Heavenly Creatures, de 1994:

Noqueada por la deshojadora de libros

Tengo que dejar de ser tan escandalosamente permeable a estímulos literarios y/o cinematográficos, queridos. O eso o enloquezco del todo.

Es como si mi regia existencia estuviera vertebrada en tres que se despliegan en paralelo: la de las ficciones de libros y películas que me llenan las horas ajenas a la librería, la vida propia de reginaexlibrislandia y la carga vital de quienes se adentran en mis confines. Mientras cada una de ellas permanezca en su espacio no hay problema. Pero cuando hay escapes y encuentros fortuitos entre elementos de las tres a mi se me cortocircuita el pelucón y me pierdo en una dimensión desconocida: la cuarta.

Mi última visita a esa cuarta dimensión fue hace unas horas. Resulta que la noche anterior volví a ver la Rebeca de Hitchcock, porque tengo un debate pendiente con reginaexlibrislandiano asiduo sobre la adaptación del maestro británico de la novelita de Daphne Du Maurier, cuya relectura terminé hace un par de días.

Así que ahí me teníais a mi, de nuevo plumero en mano, tejiendo mentalmente mi red argumental sobre la comparativa entre novela y su versión en celuloide y mascando una de las gloriosas frases de la película:

«¿Verdad que no se puede estar cuerdo viviendo con el diablo?»

Ya que estamos os diré que ambas, novela original y adaptación, logran inquietarme hasta el delirio, así que mentiría si no os dijera que tenía el ánimo ligeramente desbocado.

Y ahí fue cuando entró ella en mis confines, una mujer de mediana edad, pelo encanecido y unas facciones tan duras que parecían horadadas en granito y que enmarcaban una mirada entre vacua y ausente. Cuando me habló lo hizo con una carga de autoridad tal que os juro por la pluma de Shakespeare que hubiera podido detener en seco una espantada de búfalos en el medio oeste norteamericano:

Clienta: Buenas tardes, señortita.

Regina: Buenas tardes, ¿puedo ayudarla?

C.: Eso espero. Quiero dos ejemplares de Nada, de Carmen Laforet; dos de El hereje, de Delibes; dos de Calígula, de Camus. Ah, si, y dos del nuevo de Ruiz Zafón.

R.: Disculpe, ¿dos de cada, o solo del de Zafón?

C.: No, dos de cada uno de ellos.

R.: Bien, a ver qué puedo hacer, un segundo.

Mientras recopilaba lo que me pidió trataba de separar mentalmente las dos figuras que mi enfermiza mente cuatridimensional acababa de solapar. Eran, claro, las de la mujer y la de la Señora Danvers, la perversa y oscura ama de llaves de la mansión Manderley obsesionada con la primera señora de la casa.

Claro, queridos, que la buena mujer aún no hubiera hecho nada definitivamente sospechoso no era obstáculo para que yo la arrastrara a mi cuarta dimensión ni para que yo me hubiera metamorfoseado en la joven e inocente segunda esposa de Maximilian de Winter…

R.: Bueno, parece que hubo suerte: aquí los tiene.

C.: Perfecto, muchas gracias. Lo normal es que me toque ir de una librería a otra porque no es fácil que siempre tengan más de un ejemplar salvo que se trata de una novedad.

R.: Disculpe pero, ¿siempre compra dos ejemplares de cada?

C.: Si, siempre.

R.: ¿Y puedo preguntarle por qué?

C.: Verá, mi biblioteca es como un santuario, así que uno de los ejemplares va directo a sus baldas. El otro es el que me leo y el que llevo encima porque me muevo mucho, tanto dentro de la ciudad como a otras ciudades. Por eso lo que hago es ir arrancando páginas según me las voy leyendo.

R.: ¿Arrancándolas dice?

C.: Si, las voy arrancando. Y cuando termino la última la tiro, junto con las pastas, al cubo de basura más próximo. Si ya me leí el libro y si el otro ejemplar ya está en mi biblioteca, ¿para qué iba yo a quererlas? Dígame usted, ¿Para qué IBA YO A QUERERLAS, SE-ÑO-RI-TA?

Ay de mi, queridos, sólo le faltó rematarme con la también mítica frasecita de Rebeca:

«Y otra cosa: no se ponga nunca un vestido negro, ni un collar de perlas, ni tenga nunca 36 años.»

Me dejó aterrada y muda, con las facciones congeladas en una mueca de estupor total.

Me hubiera gustado preguntarle que cómo podía deshojar libros impunemente, descuartizar historias y reconocérmelo con esa frialdad. Quise saber por qué no cedía esos ejemplares sobrantes a bibliotecas o cómo era que no los llevaba a librerías de ejemplares usados…

Pero no pude, la deshojadora-Danvers me noqueó, queridos. Me temo que hoy soñaré con ella…

Y vosotros, ¿qué opináis de su afición por descuartizar novelas? ¿Habíais oído algo semejante? ¿Qué diríais a la buena señora? Es más, ¿qué le digo si vuelve?