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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Una cueva burgalesa esconde el secreto de los primeros agricultores (y también está en Atapuerca)

Exterior de la cueva de El Mirador en la Sierra de Atapuerca. Foto: Jordi Mestre / IPHES-CERCA

La burgalesa Sierra de Atapuerca está empeñada en convertirse en la cuna de nuestra especie, pero también de nuestra civilización.

Ya sabíamos que en sus cuevas y famosa trinchera se atesoran los registros fósiles y materiales de las especies humanas antecesoras a la nuestra, en una serie casi ininterrumpida que se remonta desde hace 1,2 millones de años hasta la llegada del Neolítico.

Pero una pequeña cueva cercana a los famosos yacimientos, el yacimiento de El Mirador, con sus cerca de 6 metros de sucesión estratigráfica holocena, se ha convertido en un enclave fundamental para el estudio de la llegada y desarrollo de la agricultura y la ganadería en el interior peninsular. El momento en el que dejamos de ser esforzados cazadores recolectores y pasamos a ser sufridos agricultores y ganaderos, hace no tanto, unos 7.000 años.

Un libro recién publicado resume este extraordinario viaje hacia nuestros orígenes sin salir de esa pequeña cueva burgalesa a orillas del río Arlanzón.

Restos humanes de la cueva de El Mirador. Foto: Jordi Mestre / IPHES-CERCA

De cazadores a ganaderos

Las primeras ocupaciones humanas documentadas en el yacimiento se remontan a los 13.500 años, cuando grupos humanos de cazadores y recolectores magdalenianos utilizaron la cueva para establecer su campamento.

Después de esta fase de ocupación, la cueva fue abandonada durante más de 5.000 años, convirtiéndose en lugar de refugio para lobos, los cuales aprovecharon las grietas generadas por la caída de grandes bloques en la entrada para establecer sus cubiles.

Hace unos 7.200 años, grupos especializados en la ganadería y agricultura neolíticos irrumpieron en la submeseta norte en busca de espacios de pasto y tierras de cultivo, colonizando rápidamente las fértiles tierras del valle del Arlanzón.

Y llegan los metales y los enterramientos

Rápidamente, la cueva de El Mirador fue ocupada por estas comunidades para establecerse y guardar sus rebaños, que utilizaron la cueva durante todo el neolítico y el Bronce Medio.

Con la aparición de los primeros metales durante el Calcolítico se produce un cambio importante en relación al uso de la cueva de El Mirador. La cavidad deja de ser utilizada como hábitat y establo, para ser utilizada como cueva sepulcral.

Las primeras inhumaciones, con una antigüedad en torno a los 4.700 años, se realizan en un sepulcro colectivo, con más de 25 individuos.

Tiempos de caníbales

Posteriormente, durante el Bronce inicial y medio, hace unos 4.400 y 3.700 años, las tumbas pasan a ser individuales y se documenta la práctica del canibalismo, probablemente de carácter ritual.

Por razones que aún no se conocen, la cueva dejó de ser utilizada para fines sepulcrales, recuperándose hacia los 3.600 años su uso de hábitat y establo. Y siguió siendo así hasta aproximadamente 3.200 años, momento en el que la sucesión estratigráfica aparece cortada.

En época contemporánea sigue siendo todavía utilizada para pastores y como establo ocasional de rebaños.

Libro citado: Prehistoric Herders and Farmers. A Transdisciplinary Overview to the Archeological Record from El Mirador Cave. Editores: Ethel Allué, Patricia Martín, Josep Maria Vergès. Springer Cham (2022).

 

2 comentarios

  1. Dice ser Ever Capital

    Increíble, anda que no he estado veces en Burgos..por el paseo del Abad Maluenda. Sin palabras.

    19 diciembre 2022 | 16:10

  2. Dice ser Jacob

    Menudo encuentro. Hay tanta historia por descubrir y preservar. Podemos aprender mucho de estas cosas y sobre todo a respetar la evolución y los patrimonios históricos.

    23 diciembre 2022 | 12:04

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