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Dicen que la cafeína te desvela por la noche. Que la teína tampoco te deja dormir. Que el chocolate contiene un estimulante, la teobromina, responsable de algún que otro insomnio. Pero a mí, lo que de verdad me quita el sueño es el terrible impacto social y ambiental de estas tres bebidas de compulsivo consumo mundial, tropicales las tres y en su gran mayoría procedentes de territorios económicamente poco desarrollados, pero con grandes reservas naturales donde se refugia la mayor parte de la biodiversidad planetaria.
El café, por ejemplo, es el producto primario más comercializado en el mundo después del petróleo. 25 millones de personas, países tropicales enteros, dependen de su cultivo en cerca de 12 millones de hectáreas, una superficie más grande que Portugal, en su mayoría terrenos ocupados por ricos bosques de niebla.
Algo parecido ocurre con el té, cuya recolección es un duro trabajo manual en los cerca de 2,4 millones de hectáreas dedicadas a este cultivo en todo el mundo.
Y el cacao, el divino chocolate, nos llega gracias al terrible esfuerzo de cinco millones de pequeños productores, la mayoría en Costa de Marfil. Su trabajo nutre un consumo en imparable ascenso donde, como siempre, el coste de su producción es una ínfima parte de lo que al final pagamos los consumidores.
Pero hay una solución para dormir a pierna suelta. Comprar productos de Consumo Justo o de la Rainforest Alliance. Etiquetas que certifican el pago de sueldos dignos a los agricultores y sus comunidades, rechazando mano de obra infantil. Que preservan la tierra y los acuíferos en plantaciones bajo árboles nativos, reduciendo el uso de productos químicos, manteniendo corredores de vida silvestre, conservando los recursos naturales.
Certificados de conciencia tranquila y dulces sueños.
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Una gran iniciativa. Ojalá las cooperativas de pequeños productores anularan completamente a las grandes multinacionales que nos imponen sus criterios, tantas veces cuestionados y cuestionables. Y sus intereses, tan dudosos en algún caso, por no decir demasiados.
Ya sé, ya sé, «la empresa bla bla bla, no es una ONG bla bla bla, se crea para ganar bla bla bla…». Ya. Lo he oído muchas veces y el hecho de que el mismo argumento se utilice desde hace más de un siglo para mí es más que indicativo. No son ONGs, ni las personas, pero podemos elegir dar un codazo a la persona que tenemos al lado para sentarnos antes en el metro/autobús, o no hacerlo. Podemos escoger entre comer todo lo rápido que podamos antes que nadie para llenarnos, o repartir entre los que haya. Podemos meternos en la casa de nuestro vecino para coger su comida cuando no nos vé y podmeos comprar la nuestra.
En fin, muchas elecciones que tomamos como personas pero no se considera inteligente como empresa. ¿Es tan impensable hacer las cosas pensando en algo más que mi ombligo? Eso parece.
Lo que no entiendo es porqué si en el Comercio Justo se eliminan todos los intermediarios (vampirizados) el precio final a los consumidores es incluso mayor que el del tercer o cuarto intermediario. ¿¿Ein?? No lo entiendo. Y nunca me han sabido responder. En lugar de 6 pirañas en la cadena hay un productor honrado y es más caro??
De verdad que me encantaría, pero no lo entiendo.
16 mayo 2014 | 09:26
Con las tierras tan exuberantes que hay en Africa a veces no entiendo porque quieren venir a Europa donde solo tenemos problemas Las iniciativas como la de este artículo es la mejor solución que veo para estas personas.
Clica sobre mi nombre
16 mayo 2014 | 11:57
hace tiempo q consumo comercio justo,os animo a todos a q lo hagais,merece la pena,hay tiendas físicas y virtuales en las webs de las ongs
21 mayo 2014 | 16:15