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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Bajo el lema “Soy Comercio Justo”, miles de personas de un centenar localidades españolas se unirán a los más de 50 países que celebran el próximo 14 de mayo el Día Mundial del Comercio Justo. La jornada apelará a la ciudadanía a participar en este movimiento internacional de lucha contra la desigualdad y por la justicia global, que nació en los años 50 y hoy es una red consolidada en todo el mundo. Y a beber mucho café. Lee el resto de la entrada »

Cambio a san Valentín por unas camelias

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Mañana, día de san Valentín, los enamorados regalarán rosas. Quizá también orquídeas, antes tan imposibles como hoy asequibles. Pero yo no. Mi flor de amante es la camelia. Y no la corto. La disfruto descubriéndola en los jardines. Especialmente en esos románticos pazos gallegos y casonas asturianas donde, con un esplendor único, se muestran algunas de las colecciones más importantes del mundo.

Hay hasta 8.000 variedades diferentes originarias de China y Japón, en todos los tamaños, formas y colores; arrogantes primas de la humilde planta del té, espectacularmente aclimatadas al benigno clima atlántico del norte español hasta convertirse en singular motivo de peregrinación para los amantes de la jardinería.

Viéndolas en su hermosura invernal, con la altiva frialdad de unas divas, es imposible no acordarse de la Dama de las Camelias. A mediados del siglo XIX, Marie Duplessis volvió locos a nobles e intelectuales de Francia, Inglaterra y hasta Rusia. Alérgica al olor de las flores, las camelias, por carecer de perfume, eran sus favoritas. Tan sofisticadas y delicadas como ella, siempre las tuvo a su lado.

Dickens la frecuentó, Dumas la veneró y Liszt la entronizó, pero fue Verdi quien la elevó a los altares del amor romántico con La Traviata, compuesta en su recuerdo.

“Gocemos”, nos aconseja la atribulada protagonista de esta maravillosa ópera, “que fugaces y rápidos son los placeres del amor”. ¿Por qué no hacerle caso?

Flores, jardines y palacios, música, estrellas. Este fin de semana os propongo pasar de san Valentín, a fin de cuentas un obispo italiano con pinta de aburrido, y entregarnos a los placeres mundanos de las camelias. A ser posible acompañados de un buen vino, por eso que nos decía su enamorado de que “el amor entre las copas hallará besos más cálidos”.

Anna Netrebko y Rolando Villazón interpretan maravillosamente La Traviata en Salzburgo (2005). La protagonista, Violeta Valery, sería el alter ego verdiniano de La Dama de las Camelias de Alejandro Dumas hijo.


Y una idea para celebrar mañana a san Valentín por todo lo alto. Los Días de amor y camelias que organiza el Pazo de La Saleta (Pontevedra) con música, flores, buenos alimentos y mejores bebidas. Una deliciosa experiencia para los cinco sentidos.  ¡No te lo pierdas!

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Consigue que el café no te quite el sueño

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© Wikimedia Commons

Dicen que la cafeína te desvela por la noche. Que la teína tampoco te deja dormir. Que el chocolate contiene un estimulante, la teobromina, responsable de algún que otro insomnio. Pero a mí, lo que de verdad me quita el sueño es el terrible impacto social y ambiental de estas tres bebidas de compulsivo consumo mundial, tropicales las tres y en su gran mayoría procedentes de territorios económicamente poco desarrollados, pero con grandes reservas naturales donde se refugia la mayor parte de la biodiversidad planetaria.

El café, por ejemplo, es el producto primario más comercializado en el mundo después del petróleo. 25 millones de personas, países tropicales enteros, dependen de su cultivo en cerca de 12 millones de hectáreas, una superficie más grande que Portugal, en su mayoría terrenos ocupados por ricos bosques de niebla.

Algo parecido ocurre con el , cuya recolección es un duro trabajo manual en los cerca de 2,4 millones de hectáreas dedicadas a este cultivo en todo el mundo.

Y el cacao, el divino chocolate, nos llega gracias al terrible esfuerzo de cinco millones de pequeños productores, la mayoría en Costa de Marfil. Su trabajo nutre un consumo en imparable ascenso donde, como siempre, el coste de su producción es una ínfima parte de lo que al final pagamos los consumidores.

Pero hay una solución para dormir a pierna suelta. Comprar productos de Consumo Justo o de la Rainforest Alliance. Etiquetas que certifican el pago de sueldos dignos a los agricultores y sus comunidades, rechazando mano de obra infantil. Que preservan la tierra y los acuíferos en plantaciones bajo árboles nativos, reduciendo el uso de productos químicos, manteniendo corredores de vida silvestre, conservando los recursos naturales.

Certificados de conciencia tranquila y dulces sueños.


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