La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Las islas de biodiversidad no salvan a los náufragos

El primer Parque Nacional del mundo se declaró en 1872. Fue Yellowstone, la casa del popular Oso Yogui. Al mismo tiempo Monet iniciaba el impresionismo, ese arte empeñado en captar el instante del paisaje. Desde entonces protección y paisaje han ido unidos en la meritoria misión de preservar la naturaleza. Paradójicamente llevamos 139 años equivocados, salvando un puñado de espacios supuestamente bellos pero condenando al resto a la destrucción.

La política de crear islas de biodiversidad rodeadas de territorios cada día más degradados es una mala política. Sin interconexión entre ellas no tienen futuro, pues la vida necesita mantener un activo flujo genético para seguir su incesante camino evolutivo. Pero en lugar de ampliarlas las reducimos o convertimos en diminutas microrreservas, apenas unos guetos de flora y fauna rodeados de agresivas urbanizaciones a modo de mar muerto.

La otra opción, la del todo protegido menos donde se ubiquen suelos urbanos o industriales, resulta quimérica. La famosa ardilla (de la que en realidad nunca habló Estrabón pues fue una invención de Rodríguez de la Fuente) seguiría hoy sin poder cruzar España a través de la red de espacios protegidos. Demasiadas autopistas y casas, venenos y tendidos eléctricos se lo impiden.

Pero es que encima de ser pocas, estas tristes islas de biodiversidad han sido muy mal elegidas. Una reciente investigación concluye que el 95% de las zonas de alta concentración de vertebrados de la Península Ibérica está fuera de áreas protegidas. Y ello es así porque a la hora de seleccionarlas sólo se ha tenido en cuenta determinados grupos de mamíferos y aves, olvidándose de anfibios, reptiles o peces. En conclusión, con tan sólo protegido un 5% de esos sitios fundamentales, nuestra actual red de espacios protegidos resulta tan ineficiente como ineficaz. Pobre ardilla.

Referencia bibliográfica:

Pascual López-López, Luigi Maiorano, Alessandra Falcucci, Emilio Barba, Luigi Boitani (2011): “Hotspots of species richness, threat and endemism for terrestrial vertebrates in SW Europe”. Acta Oecologica, 37(5): 399-412.

Puedes leer el artículo completo en este enlace.

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5 comentarios

  1. Dice ser Jose M.

    Ardillas hay en Francia, en Uk, en Londres, en Alemania…

    Si no hay ardillas en España no es por la tala de arboles y bosques.

    23 septiembre 2011 | 05:08

  2. Dice ser me rio de janeiro

    Totalmente de acuerdo con el Sr. Palacios, nuestros esfuerzos para la conservación deben reorientarse. Como critique en otros de sus blog, me parece estupido e ineficaz destinar 70 millones a multiplicar la población de linces sin antes acondicionar correctamente sus futuros habitats.

    El esfuerzo ha de dirigirse a habilitar ecosistemas, con el desarrollo de los habitats se originarán los nichos ecológicos específicos y necesarios para el establecimiento de nuevas poblaciones y nuevas especies.

    Admás como defendia Margalef hace ya varias décadas, vamos que es algo que se sabe desde hace tiempo, recuperar el estado anterior a la antropización de un ecosistemas no suele ser posible y por tanto no es la opción correcta. Lo ideal, es buscar un nuevo equilibrio un nuevo óptimo o climax.

    23 septiembre 2011 | 08:45

  3. Dice ser Rasputin

    Si quieres ardillas vente a las sierras del Alicante que te vas a hartar.

    23 septiembre 2011 | 10:46

  4. Dice ser javier

    en mi campo (Bétera, Valencia) se ven Ardillas, el tema de los linces, hay unas declaraciones muy famosas en el senado hace unos años de una senadora hablando de que el lince no era todo lo listo que cabria esperar, porque se les habian construidos pasos para pasar por debajo y sin embargo seguina pasando por arriba, sisi tal cual, buscadlas que te meas de la risa (por no llorar)

    23 septiembre 2011 | 12:34

  5. Dice ser Cocu

    El parque del oso Yogi era «Jellystone», no Yellowstone, un parque de ficción, cuyo nombre es un juego de palabras entre “jelly” (gelatina) y el famoso parque norteamericano verdadero.

    Y sí, estoy de acuerdo, la protección de la biodiversidad se debe reorientar, pero con los paletos del liberalismo galopante dominando a la Humanidad, lo tenemos muy difícil.

    23 septiembre 2011 | 12:45

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