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En comunicación, ¿la mujer tiene más ventaja que el hombre? La ciencia responde

Se ha investigado mucho sobre quién tiene más ventaja en la comunicación humana… ¿Será el hombre o la mujer? Aunque lo cierto es que Darwin ya nos dio la respuesta hace más de 150 años…

Fotografia CCO

Fotografia CCO

En la sociedad existen muchos estereotipos al respecto, tales como que las mujeres tenemos más sensibilidad, que los hombres son más racionales, que las mujeres somos enrevesadas, los hombres más sencillos, o que las mujeres mentimos más que los hombres (ya refutamos este mito).

La realidad es que la comunicación y la conducta humana es el resultado de la suma de factores culturales y sociales, pero también biológicos, y hay diferencias de género según los estudios.

Existen ciertas evidencias que demuestran que mientras ellos son más eficientes en tareas relacionadas con la resolución de problemas visoespaciales y de razonamiento numérico, ellas son mejores en pruebas de velocidad perceptiva y fluidez verbal, lo que supone cierta ventaja en lo que a habilidades comunicativas se refiere.

La resonancia magnética ha evidenciado que cuando la mujer se comunica cara a cara, se activan entre catorce y dieciséis zonas clave en ambos hemisferios cerebrales, que se usan para decodificar palabrascambios en el tono de voz y señales del lenguaje corporal. En cambio, el hombre presenta activación entre cuatro y siete de estas zonas.

Tal y como apuntan algunos estudios, las mujeres tienen un 11% más de neuronas que los hombres en los centros especializados en el lenguaje y la escucha.

«El principal centro de la formación de emociones y recuerdos, el hipocampo, es también más grande en ellas, del mismo modo que los circuitos para el lenguaje y para percibir emociones».

Pero como decíamos al principio de este post, Charles Darwin en 1871 fue el primer autor que puso de manifiesto diferencias ventajosas de la mujer sobre el hombre. Según sus estudios, las hembras de todas las especies observadas (inclusive la nuestra) tienen capacidades cognitivas superiores a la de los machos y una autonomía asombrosa en la elección de sus parejas para el apareamiento.

Por supuesto, las conclusiones de Darwin no fueron bien recibidas en la época y recibió un sinfín de críticas por describir ciertas habilidades femeninas superiores.

Hoy día encontramos muchos datos que apoyan aquellas controvertidas teorías de Darwin, por ejemplo que las mujeres se comunican mejor que los hombres y, de hecho, hablan menos, según un estudio de la Universidad de Manchester realizado en el año 2010.

«Los hombres articulan más palabras que las mujeres en un día, pero tienen un dominio más débil de la lengua en situaciones sociales, lo que les hace utilizar las mismas palabras varias veces y parecer poco convincentes», explicaron los investigadores británicos.

Según destaca Lescano, las sucesivas investigaciones permiten explicar al menos dos “ventajas” en comunicación de la mujer sobre el hombre: su capacidad discursiva argumental y su habilidad semiótica.

«En una discusión, las mujeres generalmente suelen focalizarse en aspectos argumentales que no son los centrales del tema en cuestión. La estructura discursiva se desplaza hacia temas tangenciales y hasta inconexos con el tema central, pero con una coherencia irrefutable. Esto sucede sutilmente y es complicado regresar al punto inicial».

La habilidad semiótica (manejo de signos y símbolos) se refiere a la capacidad de comprender las “señales” del entorno sin necesidad de explicaciones verbales. Un cajón a medio cerrar, un ticket de una compra olvidado o un dato cualquiera registrado en un papel, será suficiente para hilvanar hechos y sacar conclusiones con un margen de error reducido.

Lenguaje no verbal de Putin: su cuerpo muestra la conducta de ataque de la forma más primitiva

La comunicación no verbal se explica de forma biológica y de forma cultural. Ambas variables influyen y son importantes a la hora de realizar cualquier análisis de comportamiento.

Vladimir Putin siempre ha destacado por su mueca impasible, por lo parco en gestos con manos y brazos, por ser tacaño en sonrisas y por su mirada firme y sostenida.

Pero esta descripción corresponde realmente con la sociedad rusa, una cultura de baja expresividad corporal de cara al exterior, por supuesto que sienten como todos, pero contienen más sus emociones a los demás.

Por ejemplo, solo ríen cuando realmente están felices, la sonrisa para ellos no es un indicador social de afabilidad, educación o aprobación.

Para la cultura rusa, sonreír sin razón a extraños en público, a menudo se juzga como un signo de enfermedad mental o inteligencia inferior.

Entonces, ¿Putin es una persona carente de emociones? ¿No sonríe? Sí que lo hace, pero cuando está cómodo de verdad, de hecho, lo vimos hace poco días en su encuentro con el Presidente de Argentina.

Evidentemente, en su declaración de guerra no esperaremos que muestre emociones positivas. Pero emociones aparecen y no tanto como una ‘filtración emocional’ sino como toda una declaración de intenciones.

¿Qué nos encontramos? Decenas de microexpresiones de asco, desprecio e ira. Las emociones compatibles y esperadas al hablar de guerra, las sensaciones que mueve el odio, el rencor, el poder ambicioso…

Porque aquí entra en juego la biología, además del desarrollo cultural, todos somos animales, mamíferos, simios, que se culturizaron y desarrollaron un lenguaje, pero con bastante posterioridad a la comunicación no verbal que nos conectaba con el medio y con la manada.

Tal y como apunta acertadamente mi admirado compañero Mario Russo: «Putin es todo un simio agresivo«. Su cuerpo no hace más que mostrarse continuamente en disposición a la conducta de ataque de la forma más primitiva.

Abre los brazos para ocupar más espacio, para parecer más grande, fuerte e imponente, baja la cabeza pero manteniendo la mirada directa, desafiante, abre sus fosas nasales, se inclina hacia adelante.

Los pocos gestos que realiza son autoritarios e inquisitivos, por ejemplo cuando dice: «Quien quiera detenernos…», aquí utiliza el dedo acusador, amenaza y amedrenta no verbalmente, dándole potencia a su advertencia verbal.

Algo que también maneja y realza en su oratoria a través de los silencios, que no pausas, ejecuta largos silencios tras las frases que para él son importantes y contienen un significado de alto impacto.

Hasta el psicópata más puro es capaz de sentir emociones y hasta de experimentar empatía, aunque las gestiona y expresa de forma diferente al resto.

 

 

 

La comunicación no verbal también fue protagonista en el debate electoral

En cuanto a lenguaje corporal se refiere, anoche hubo dos debates, hasta la primera mitad los cinco representantes políticos aparecían serios, tensos, inmóviles y presos del papel y la lectura, demasiado encorsetados y preparados, pensé que se avecinaba el debate más aburrido de la historia, pero todo cambió hacia el final.

Para empezar fuerte el post, sin duda, los ganadores del debate fueron Abascal e Iglesias, ambos salieron reforzados, ahora explicaré el porqué. Casado fue el mejor orador y los que quedan al final del ranking son Sánchez y Rivera.

‘Me gustas cuando callas porque estás como ausente’ decía Neruda’. Así se mostró Pedro Sánchez. En mi opinión, el actual presidente del gobierno no puede quedarse en un segundo plano, no debería esconderse en la sombra, tiene que ‘mojarse’, luchar con energía y proyectar fuerza y seguridad. Su lenguaje corporal era el de ‘a mí todo me resbala’, es muy injusta esa posición. Mientras hablaban sobre él, bajaba la mirada, leía sus apuntes, ignoraba por completo a sus adversarios.

Solo se detectaban algunas miradas de reojo y sutiles expresiones de superioridad con la elevación unilateral de la comisura de la boca. Curiosamente cuando más reacciona, negando con la cabeza y sonriendo con desprecio, se produce cada vez que Iglesias pronunciaba el “usted y yo”, le molestaba, rechaza esa unión verbal, le incomoda escuchar esa ‘relación’. Inquietante…

Pablo Iglesias continúa con su varita mágica, sigue aferrándose a su ‘bolidependencia‘ en cada aparición pública, un recurso que le resta seguridad como orador preparado. Pero también continúa con algo más positivo para su imagen, su rol conciliador, esa nueva actitud que ya mostró en la anterior campaña y nos sorprendió a todos. Y es que su discurso fue siempre agresivo, palabras de alto impacto, voz enérgica, ceño fruncido de ira, dedos acusadores y gestos arrolladores.

De repente, parecía que no había ‘roto un plato’ en su vida. Adoptó una postura totalmente contraria, no sé si forzada o espontánea y coherente con un discurso natural más mesurado y prudente. Pero lo mantiene. Su gesto protagonista ahora son los brazos abiertos con las palmas de las manos hacia arriba, la postura de la moderación, cuando todos alzan la voz, él la baja notablemente y así ‘queda bien’, sin duda.

Pierde fuerza en su discurso aunque gana en concordia, ya no proyecta la agresividad de sus comienzos. Es el que más ha cambiado su estilo de comunicación y ha aprendido a proyectar templanza, armonía, convivencia, rasgos muy valorados y esperados en los tiempos que corren…

Iglesias se pone la corbata (de aquella manera) y Abascal se la quita. ¿Cómo podemos interpretarlo? Realmente es una decisión que se puede utilizar para diferenciarte o no del resto. El líder de Unidas Podemos ya no reniega de una imagen más tradicional en sus apariciones públicas, no le interesa desmarcarse y prefiere volver al ‘redil’. Ahora es el representante de VOX quien quiere poner ese límite diferencial, un ‘yo no soy como ellos’.

Fue el primer debate para Santiago Abascal y estaba feliz. Tiene una personalidad introvertida, de baja exteriorización emocional pero en momentos de alto impacto el cuerpo habla, grita, y pudimos apreciar la dicha que experimentaba de verse allí.

¿Por qué? Encajaba los ataques directos con sonrisas de oreja a oreja, incluso intentaba reprimirlas para que no se le notara, ya que realmente no corresponde, pero no podía evitarlo, le hacía ilusión que le nombraran, experimentaba un verdadero deleite, le agradaba sentirse por fin protagonista, que le hayan dado su sitio, haberlo conseguido, aunque sea el foco de la polémica, le da igual, está ahí, es el que más ha disfrutado y el que sale más reforzado de todos.

Pablo Casado tiene el don de la racionalidad y la buena oratoria, avasalla con datos y agilidad mental sin perder los nervios ni alterarse, es el que más controla el debate de manera natural, con maestría. Se exhibe seguro, solvente, experimentado… Las mejores cualidades que se pueden esperar ver en un líder político. Fue muy generoso en cuanto a comunicación no verbal se refiere, el más dinámico con constantes gestos ilustradores, el más expresivo en el rostro, el más expuesto y sentido, por tanto, el que se proyecta con mayor credibilidad.

Es interesante el momento con mayor intensidad emocional para él: Muestra extrema sorpresa (casi se le salen los ojos de las órbitas) cuando Rivera le discute o le ataca mínimamente, casi no puede ni creerlo, es el instante en el que se le ve más desconcertado.

Si Albert Rivera utilizara más las pausas y los silencios tendría mucho más poder en conectar con el público; se acelera demasiado, no controla el ritmo, no da sentido a las palabras con el paralenguaje (tempo, tonalidad, ritmo del lenguaje) y no interiorizamos lo que expresa.

Además, el líder de Ciudadanos sigue fiel a los recursos visuales para captar la atención del público y marcar sus ideas en la memoria de la audiencia. Por supuesto, los objetos de impacto llegan más que las palabras, es una buena estrategia, pero si abusa, en cantidad de elementos y en tiempos de exposición, le acaba restando seguridad y fuerza al contenido verbal, pareciera que ya ‘necesita’ de ese recurso para defender su discurso. Pierde seriedad, coherencia y convicción.

¡Espero vuestras opiniones! ¿Qué os pareció el debate? ¿Quién pensáis que lo hizo mejor?

La sonrisa incoherente de Rocío Monasterio en el debate de Telemadrid

El debate entre cuatro de los candidatos a presidir la Comunidad de Madrid celebrado este domingo por la noche en Telemadrid fue bastante plano en lo que a expresiones emocionales se refiere. Más que un debate, parecía una concentración de breves mitines de cada uno de los partidos políticos, no había enfrentamiento ni se rebatían prácticamente nada.

El representante de Ciudadanos, Ignacio Aguado, quizá fue el más fluido de todos, con miradas directas a cámara, más gestualidad coordinada con lo que decía y recursos visuales para apoyar su discurso. En contraposición, la representante de Podemos y el respresentante del PSOE, muy encorsetados a nivel emocional, sin dinamizar el discurso y con un lenguaje bastante aprendido, basado en datos, nada espontáneo.

Lo que más llama la atención fue la sonrisa descontextualizada de Rocío Monasterio, en representación del partido VOX. Le ocurrió algo parecido a Pablo Casado en el debate electoral en el que participó. Supongo que son personas más serias a quienes los asesores les aconsejan ‘sonreír más’ y al final queda bastante forzado. No es mal recurso, una sonrisa siempre transmite positividad y optimismo pero hay que saber regular las emociones.

Anoche Monasterio sonreía mientras nombraba problemáticas serias del país, mientras escuchaba acusaciones. Y esto ya no es lógico, es incoherente y proyecta una sensación extraña en el espectador, provocando desconfianza. Normalmente, Monasterio es muy expresiva y espontánea a nivel emocional y utilizar este recurso tan forzado no beneficia en ningún caso a su imagen.

No os perdáis el análisis de mi compañero José Luis Martín Ovejero para Telemadrid, en éste se ejemplifican estos detalles con secuencias concretas.

 

Si tienes que hablar en público recuerda las 5 fases de Cicerón:

La Gala de los Goya o cualquier evento público de tal magnitud deja entrever a los mejores oradores pero también a los no tan buenos. No hay que alarmarse tampoco ¿eh? Todo es cuestión de práctica para los que no tenemos ese don natural. Nuestra experta, Carmen Acosta, fundadora de OHLAVOZ continúa con su artículo de ayer, en esta ocasión, ofreciéndonos unas breves claves para poder mejorar nuestra batalla con la oratoria más eficiente, poniendo como ejemplo el lenguaje corporal del Director de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.

Mariano Barroso. Fotografía Wikipedia

Mariano Barroso se sabía perfectamente su discurso, se lo había preparado a conciencia, y en principio, tal y como argumenté en un artículo anterior (Jesús Vidal) , eso está muy bien. Sin embargo, su modo de hablar delata que el discurso ha sido memorizado, que no es “fresco”, y eso ya no está tan bien.

Para aclararnos, cuando un buen actor enuncia su texto, sentimos que es el personaje el que va improvisando. Y aunque sabemos que ello no es así, no hay nada en el actor que delate que está diciendo un texto repetido mil veces.

Sin embargo, las frases poco hiladas, la melodía repetitiva, las autocorrecciones cuando espontáneamente había surgido un sinónimo, las pausas motivadas por necesidades respiratorias y no por el sentido, la escasez de acentos enfáticos, el ritmo constante… delatan un proceso de memorización que, si bien ha sido eficaz , no ha logrado quedar disimulado por la dinámica de la expresión porque le faltó contar con el ingrediente clave: el cuerpo.

Un cuerpo activo que participa del discurso “refresca” las frases memorizadas dotándolas de matices de viveza que lo traen al presente y nos hacen creer que se está generando en ese momento, allí, en directo, para nosotros.

Si observamos el video sin el audio, veremos que los nervios y la falta de ensayo dinámico le han gastado una muy mala pasada al Sr. Barroso porque los repetidos balanceos laterales con los brazos caídos y las manos asidas casi podrían evocarnos la imagen de un escolar recitando las tablas ante su profesor.

Y, como no solo los espectadores recibimos esa sensación, sino que también el cerebro del propio Sr. Barroso la está recibiendo, se retroalimenta y no le permite, pasados los nervios del principio, ir asentando un discurso más fluído y fresco. Y es una pena, porque un contenido de tanto valor hubiese merecido una puesta en escena que le hiciera más justicia.

Si tienes que hablar en público recuerda incluir en tu preparación las 5 fases de las que hablaba Cicerón:

1. Inventio: búsqueda de argumentos apropiados.
2. Dispositio: distribución de esos argumentos.
3. Elocutio: arte de utilizar la expresión formal, las palabras y las figuras más convenientes.
4. Memoria: para recordar cada cosa en el lugar apropiado.
5. Actio: todo lo relacionado con el aspecto físico en el momento de pronunciar el discurso (gestos, tono de voz, etc.).

Un PERO en la comunicación no verbal de Inés Arrimadas

Inés Arrimadas ante los medios (GTRES).

La evolución en el lenguaje corporal de Inés Arrimadas ha sido meteórica. Tiene un perfil de personalidad introvertido emocional; a estas personas normalmente les suele costar bastante exponerse como oradores y lograr transmitir eficazmente. Aquí tenemos el claro ejemplo de su ‘antes y después’ en el momento de enfrentarse a un discurso. Su comunicación no verbal ahora es ‘casi’ perfecta pero nuestra experta en logopedia, comportamiento no verbal y fundadora de OHLaVoz, Carmen Acosta, detecta en ella una limitación importante a la hora de expresarse:

Inés Arrimadas muestra con mucha frecuencia problemas con su voz. Durante el proceso de las elecciones catalanas su voz fue deteriorándose, hasta que incluso llegó a perderla al principio de un debate en la sexta Tv.

En la actualidad suena áspera, destimbrada y forzada, es decir , padece lo que los logopedas llamamos una disfonía.

Es tanta la tensión que tiene que hasta al inspirar podemos apreciar el ruido que el aire produce al rozar en las paredes de una faringe estrecha y deshidratada. Su voz está fatigada.

Contrariamente a lo que mucha gente piensa, la voz no se estropea o se gasta por hacer un uso continuado de ella. Hablar es una actividad muscular, como caminar o escribir. ¿Acaso se nos estropean las piernas si caminamos muchas horas? No, claro que no, siempre y cuando caminemos de manera funcional y vayamos progresivamente aumentando nuestras horas de entrenamiento. Pues lo mismo ocurre con la voz, si la utilizamos adecuadamente se irá volviendo cada vez más fuerte y resistente.

Una voz disfónica es, generalmente, una voz maltratada, y eso es un grave problema, no solo porque puede dejarnos “tirados” cuando más falta nos hace, sino por el tipo de inferencias que una voz enferma puede activar en la mente de los oyentes.

Porque hablar con sobresfuerzo, lo que probablemente ha provocado la disfonía de Inés Arrimadas, es un comportamiento habitual en personas que necesitan hacerse oír, o que se han acostumbrado a que si no fuerzan la voz no se les oye, o no se les tiene en cuenta. Personas que se han acostumbrado a llamar la atención más por el volumen de su voz que por la fuerza de sus ideas.

Por si fuera poco, el sobresfuerzo genera más y más sobreesfuerzo porque el sistema se va volviendo cada vez más rígido, cada vez cuesta más trabajo hablar y cada vez exige más esfuerzo. Este círculo de rigidez creciente merma las capacidades expresivas porque provoca que el hablante sea cada vez menos capaz de matizar su habla con las emociones, por lo que aún más se verá fortalecida la idea de encontrarnos ante un orador rígido.

«Prefiero a Irene Montero que a Pablo Iglesias». Moción de censura y gazapos no verbales

De verdad que no me gusta ser tan crítica con algo tan personal como es la comunicación no verbal. Pero es que nuestros políticos suspenden en oratoria y lenguaje corporal. Prácticamente no se salva ninguno de caer en la verborrea y artificialidad al expresar sus ideas o rebatir la posición contraria.

Pablo Iglesias ha perdido mucha fuerza, mide y racionaliza demasiado, perdiendo esa esencia espontánea y vehemente de hace años. ¿Las manos en los bolsillos? Sí, Iglesias ha intervenido en el hemiciclo, en su momento más álgido, con una mano en el bolsillo. Esta acción se asocia al pasotismo, la indiferencia, e incluso a cierta chulería, desde luego, no es la postura más idónea para dirigirse a una audiencia. Igualmente este recurso ha sido utilizado por Rafael Hernando, del Partido Popular, muy socarrón y con desprecio en sus palabras y actitud.

Mariano Rajoy, a pesar de sus ya virales lapsus linguae, se ha manifestado bastante natural para lo que nos tiene acostumbrados. En palabras del experto J.L Martín Ovejero:

«He analizado muchísimas veces tanto a Iglesias como a Rajoy, pues en esta ocasión, a nivel no verbal ha comunicado mejor Rajoy, excepcional en esta contienda cara a cara. Tampoco es que haya sido un modelo comunicativo, pero ha sido menos esclavo del papel, sus manos han estado mas libres, ha sido menos plano en su paralenguaje. Iglesias casi no levanta la mirada de los folios y su postura es muy estática, le veo el más nervioso, con el recurso al vaso de agua en cada parada, como un gesto apaciguador más que para hidratarse la garganta.»

Sin embargo, me ha sorprendido gratamente Irene Montero, ha sido sin duda la intervención más emocional, vehemente y con ira, emoción negativa, pero emoción al fin y al cabo; ha expresado la fuerza de sus convicciones, al menos su lenguaje corporal es totalmente congruente con su discurso verbal. Recordemos que en la transmisión del mensaje no es sólo importante lo que se está diciendo, sino como la voz del orador te guía y te dice como deberías sentirte.

Las palabras no son tan relevantes, puede que no recuerdes el mensaje cuando deje de hablar, pero sí que sientes algo muy potente dentro de ti asociado a una idea. Hay que evitar ciertas expresiones negativas y potenciar las positivas para completar el discurso y, en general, nos encontramos con excesivas expresiones faciales de ira y desprecio, dedos acusadores, esclavos de la lectura del papel y del bolígrafo en la mano, principales enemigos de un buen orador, de un líder.

¿Serán conscientes del poder que tiene su comunicación no verbal? Desde luego hay mucho que mejorar y un largo camino por delante…