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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Morir para contar: Carsten Thomassen, periodista noruego asesinado en Kabul

Dos circunstancias me han acercado a la trágica historia de Carsten Thomassen: mi inminente partida hacia Afganistán y el encuentro la semana pasada con varios colegas noruegos que estaban presentes en el momento de su muerte.

“Lo conocí hace años en Helsinki, donde yo trabajaba como corresponsal”, me explica Morten Jentoft, reportero de NRK, la radio nacional noruega. “Era uno de los pocos periodistas especializados en política exterior. Sus artículos eran muy seguidos y respetados. Muchas de sus historias tuvieron impacto en nuestros políticos”.

Según Morten Jentoft, que entre otros conflictos cubrió las dos guerras de Chechenia, Carsten Thomassen comenzó su carrera en una publicación de izquierdas: Klassekampen (lucha de clases). Luego se pasó al periódico Dagbladet, afiliado al partido liberal, y el tercero más leído en Noruega.

“Era muy tranquilo y directo. Modesto. Todo el mundo sabía que estaba bien informado. Todavía hacía largas entrevistas, algo que ya casi no se encuentra en la prensa”, agrega.

El hotel Serena

Carsten Thomassen tenía 38 años y dos hijos. Durante años se había desplazado para cubrir noticias en América latina, Oriente Próximo y África. En Noruega era respetado por su periodismo incisivo, sin conseciones, y por su integridad profesional. Realizaba tanto reportajes en zonas de guerra como artículos de opinión.

El 14 de enero de 2008 llegó a Kabul junto a media docena de periodistas de su país en un viaje oficial para acompañar a Jonas Gahr Støre, Ministro de Asuntos Exteriores. Al igual que sus compañeros, se suponía que debía estar algo menos de una semana en Afganistán antes de volver a Oslo.

“Acabábamos de llegar. Nos registramos en el hotel Serena. Parece que él dejó las maletas y bajó a la recepción para encontrarse con el ministro”, dice Per Olav Odegard, del periódico Verdens Gang(VG), que había viajado con él anteriormente a Afganistán. “Yo me había quedado en la habitación. Estaba escribiendo cuando escuché las explosiones y los disparos”.

Fue justamente aquella recepción el objetivo elegido por dos talibanes que lograron sortear la seguridad de la entrada usando granadas de mano. Se estima que los miembros de la policía noruega que estaban allí podrían haber sido tomados por sorpresa debido a que al menos uno de los hombres llevaba un uniforme afgano.

El peso de las decisiones

El más rápido en bajar para auxiliar a los heridos fue el prestigioso fotógrafo Harald Henden, que también cuenta con una vasta experiencia en conflictos armados.

En el año 2001 recibió un disparo con bala de goma cuando estaba en Cisjordania. En 2003 fue uno de los primeros periodistas en entrar a Bagdad tras la caída del régimen de Saddam Hussein.

Desde Kuwait, Harald viajaba empotrado la misma unidad militar que Julio Anguita Parrado: la Segunda Brigada de la Tercera División de Infantería. Durante la noche del 7 de abril habían estado debatiendo si era seguro acompañar a los soldados de EEUU en su ataque final contra la capital iraquí.

Julio Anguita Parrado decidió quedarse. Harald Henden avanzó con las tropas en un carro blindado, asustado, lamentándose a lo largo del camino de haber esa decisión. Aún hoy afirma que fue uno de los momentos que más miedo pasó en su carrera.

Sin embargo, el destino quiso que fuera la opción acertada, ya que el campamento desde el que habían partido fue atacado y Julio Anguita Parrado, de 32 años, murió junto al periodista Christian Liebig, que acaba de cumplir 35 años y trabajaba para la revista alemana Focus, y a dos soldados de EEUU.

Continúa…

Los talibán retomarán Kabul en tres años

Existe la teoría de que la historia se repite de forma circular. Personalmente, creo que vivimos anclados en el presente, de espaldas a las lecciones de tiempos pretéritos, ignorando el legado de nuestro pasado, y por eso repetimos los mismos errores una y otra vez.

La historia de Afganistán, que resistió durante siglos las invasiones extrajeras, podría ser un buen ejemplo. Durante los tiempos de El Gran Juego, en el que varias potencias coloniales se disputaron el control de Asia Central, los británicos fueron derrotados por los afganos. Todo comenzó cuando en 1838 se lanzaron a la guerra para imponer el régimen marioneta de Shuja Shah.

En 1842, los ataques contra las tropas del Reino Unido en las calles eran de tal magnitud que finalmente decidieron retirarse de Kabul. Más de 16 mil soldados murieron cuando huían hacia la India. En su libro Kim, Rudyard Kipling traza un retrato no demasiado fidedigno, pero literariamente apasionante, de este periodo de lucha por el frustrado domino colonial de la región.

En 1979, el Ejército soviético entró en el país de los señores de la guerra y el opio para apoyar, teóricamente, al gobierno marxista del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). Aunque lo cierto es que se trató de una ocupación militar en toda regla. Muyahidines de toda la zona, entrenados y financiados por la CIA a través de los servicios de inteligencia paquistaníes (ISI), lucharon contra los comunistas.

Tras nueve años de combates, las tropas de Moscú también se tuvieron que marchar. No lograron vencer a las fuerzas musulmanas, entre las que se contaba un joven Osama Bin Laden, llegado desde Arabia Saudí para liderar la yihad contra el imperio soviético y gracias al apoyo del amigo americano.

Un reciente informe del centro de estudios Senlis Council señala que los talibán ya dominan el 54% de Afganistán, y que en menos de tres años podría tomar la capital. Una vez más, las fuerzas extranjeras, en este caso llegadas en noviembre de 2001, se verían obligadas a tener que retirarse.

Converso por teléfono con un oficial de la ONU, experto en desactivar minas antipersona al que conocí en Líbano, y que lleva desde 2001 trabajando en Afganistán. Le pido consejo logístico sobre el viaje que pretendo realizar a la zona. “Por el día las tropas de la coalición dominan el país, por la noche los talibán mandan, se mueven por las carreteras sin que nadie se anime a detenerlos. Y la situación va de mal en peor. Cada día tenemos más atentados con coche bomba. Esto ya parece Irak”, me explica.

Un estudio de Oxfam afirma que los niveles de pobreza que sufre la población afgana son similares a los que predominan en el África subsahariana. La ayuda internacional, que nunca llegó a alcanzar las cuantías previstas antes de la invasión de 2001, está dando pocos resultados, en parte por la presión de los talibán, pero también por la corrupción, las escasez de fondos y la mala gestión.

El informe de Oxfam también señala que 1.200 civiles murieron en bombardeos de la OTAN en lo que va de año. Conjunción de errores que serviría para explicar el creciente apoyo de la población a los talibán que, sin el apoyo de la gente de a pie, no podría estar ganando la batalla contra las tropas de la coalición.

El régimen de estos supuestos musulmanes, fanáticos y delirantes, fue uno de los más nefastos y retrógrados de la humanidad. Evitar que vuelva al poder requiere articular una estrategia inteligente y eficiente. Dejar de centrar la atención en Irak y comenzar a hacer las cosas bien en Kabul. También por la seguridad de los soldados españoles destacados en la región.

En definitiva: aprender de una vez por todas de los errores del pasado.