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Cómo saber cuándo ir al hospital

Una de las cosas que nos estuvieron enseñando en la clase de preparación al parto de este lunes fue cómo identificar que estabas de parto y cuándo ir al hospital. Si es que vas a tener a tu hijo en el hospital claro.

Creo que todas las primerizas nos hemos planteado cómo será eso de notar que comienza un parto, si nos daremos cuenta (cualquier madre responderá que no te preocupes), en qué momento será y de qué manera.

No sé a vosotros, pero en eso de ir al hospital las películas (no sólo Hollywood, también las de cine de barrio) ha hecho mucho daño.

La escena es siempre parecida. Estás en tu casa, en un museo, en la oficina… y de repente esa embarazada que estaba fresca como una rosa rompe aguas de golpe y aquello es como las cataratas del Niágara o se agarra la barriga presa de una contracción de rinoceronte.

¡Ala! corriendo al hospital. Y siempre llegan justo a tiempo y de milagro. Ya en el hospital el parto está tan avanzado que va derecha al paritorio, la vemos u oímos gritar mucho y a los diez minutos ya tiene un bebé en brazos (que no al pecho).

No sé como fue en vuestro caso, pero dudo mucho que a la mayoría les pase algo semejante.

Lo primero es que días o semanas antes el cuerpo da señales de estar preparándose: se puede expulsar el tapón mucoso (una mezcla de sangre y moco) y se tienen con frecuencia contracciones de Braxton Hicks o falsas contracciones de partos (vienen y van, son irregulares y suelen desaparecer si descansamos).

En ninguno de los dos casos hay que ir corriendo al hospital. El parto se acerca pero puede tardar mucho en llegar.

¿Cuándo sí hay que ir?

Si se rompe aguas (si son claras podemos ir con más calma, si están teñidas de meconio hay que salir pitando) y cuando las contracciones en caso de las primerizas se producen aproximadamente cada cinco minutos (dos cada diez minutos) y con regularidad.

Es mejor pasar la primera etapa de las contracciones en casa, tranquila y relajada, que acudir al hospital y que te devuelvan a casa o tengas que pasar más horas de la cuenta en la sala de dilatación, siempre más incómoda que en tu sofá.

¿Cómo fue en vuestro caso?