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Las ventajas de los juegos de mesa para los niños, también en vacaciones

imageCuando nos vamos de vacaciones, aunque sea por todo un mes y llevemos el coche hasta los topes, siempre hay espacio para meter unos cuantos juegos de mesa.

Este año no ha sido una excepción y mi santo ha estado condensando en tres cajas ocho juegos (sí, hay tanto aire en las cajas como en las bolsas de patatas fritas) cinco de ellos para jugar con Julia, todos muy recomendables. Son:

    • Virus, del que os hablé hace un tiempo y que sigue siendo uno de los favoritos de Julia. De hecho está entusiasmando a todos los niños de más de cinco años con los que lo probamos. Además, al ser un mazo de cartas ocupa muy poquito.
    • Camel Up. Una de las últimas adquisiciones. Realmente divertido, es una carrera de camellos con tendencia a encaramarse unos encima de los otros en el que hay que apostar tanto al perdedor como al ganador. Los dados se tiran accionando una pirámide, que es algo que chifla a todos los niños.
    • O zoo le mío. En el que tenemos que pujar por losetas que incluyen distintos tipos de animales para que nuestro zoo sea más espectacular que el de nuestros contrincantes y así atraer más visitantes.
    • Carcassone en su vertiente prehistórica. Vamos poniendo losetas y colocando nuestros cazadores, cabañas de pesca, pescadores y leñadores entre mamuts, tigres dientes de sable y construcciones neolíticas para sumar puntos. Una variante muy divertida de un juego clásico.
    • Dungeon Raiders. Otro juego de cartas en el que convertirnos en magos, caballeros, ladrones o exploradores que tienen que recorrer unas mazmorras en las que se encontraran tesoros, trampas y monstruos de todo tipo.

Sé que a veces da pereza esto de los juegos de mesa, que es a los adultos a los que toca aprenderse las reglas (y a veces adaptarlas) montarlos y, con frecuencia, animar a que se jueguen en familia. Pero es un mínimo esfuerzo que merece la pena. Es un tiempo disfrutado en familia, en el que todos nos divertimos y, con frecuencia, estamos igualados. Sin contar con que es una estupenda gimnasia para nuestro cerebro.

Hay todo un universo de entretenimiento a nuestro alcance, hasta que no te adentras en este mundo no te das cuenta de lo amplio que es, de la enorme oferta existente, que va muchísimo más allá de los típicos Stratego, Trivial o Pictionary que todo el mundo conoce o de juguetes camuflados de juegos de mesa que se anuncian sin parar de cara a Navidad y que son poco mas que un timo.

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Os dejo para terminar con parte de un texto del Observatorio del Juego Infantil, que promueve la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) en el que se habla precisamente de las ventajas de los juegos de mesa.

Los juegos de mesa estimulan la participación, priman el disfrute del proceso frente a los resultados, contribuyen al desarrollo físico, cognitivo y social, y favorecen la comprensión de las reglas y normas deportivas. Éstas son algunas de las ventajas de los juegos de mesa que destacan expertos del juego infantil a nivel mundial como el español José Luis Linaza, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.

En los juegos de mesa se reproduce el juego predeportivo para que el niño solucione mentalmente lo que realiza físicamente cuando juega. Por ello, los juegos de mesa, al igual que los deportivos, fomentan la salud psicológica. El tablero reproduce la cancha de juego de manera que se vinculan diferentes componentes del universo intelectual como la inteligencia motriz, las nociones espaciales, las capacidades táctico-estratégicas o los procesos de las jugadas.

Los juegos de mesa también fomentan: la concentración, el desarrollo cognitivo, la capacidad de asociación y agilidad mental, la aceptación de las reglas, la resolución de problemas, las habilidades sociales, la participación, la constancia, el juego en equipo y la autonomía.

Otro de los beneficios de los juegos de mesa que señala Linaza es que evitan la didcriminación infantil: “si bien con los juegos deportivos adquirimos habilidades físicas que a la larga podemos utilizar, los juegos de mesa ofrecen las mismas oportunidades a todos los jugadores independientemente de su nivel de habilidad lo que evita la discriminación infantil. Son útiles porque son un modelo en miniatura de competir y de aplicar habilidades”. Además, los juegos de mesa aportan una mayor comprensión y una mayor eficiencia táctica, lo que permite encauzar al niño a una mayor participación en los juegos motores.

En España algunas escuelas como los C.P. “Cavite”, “Blasco Ibáñez” y “Ballester Fandos” de Valencia, o el IES “Ausiás March” de Manises, ya utilizan los juegos de mesa como material curricular de la asignatura de Educación Física, en el último ciclo de Primaria y Secundaria.

Según José Luis Linaza los juegos de tablero promueven la comprensión de las reglas mentales a una edad muy temprana “pero no es hasta las edades de entre 5 y 6 años, cuando los niños están capacitados para comprender las reglas del juego. Antes, los niños juegan de modo simbólico y por imitación”.

Por cierto, hay algo que también dicen estos expertos con lo que no estoy de acuerdo. Ellos hablan de que los niños deben jugar con sus iguales, no con adultos que tendemos a dejarles ganar. Hay suficientes juegos como para elegir aquellos en los que las tornas queden igualadas.

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Colt Express, asalto al tren del dinero en familia

Los juegos de mesa siguen siendo uno de nuestros pasatiempos favoritos con Julia. La semana pasada os hablaba de Virus, un juego de cartas en realidad, pero hay más que nos gusta jugar. Uno de los que más éxito tienen en casa últimamente es Colt Express.
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Es un juego fantástico, realmente divertido a partir de cuatro jugadores (aunque se puede jugar con dos) y hasta un máximo de seis que hemos disfrutado con niños a partir de cinco años, aunque en la caja la edad mínima recomendada es diez años. A todos los que disfrutan de los tableros les ha encantado, que también es verdad que hay niños que a esas esas no tienen paciencia o interés en los juegos de mesa, para ellos es preferible tirar de juegos algo más sencillos.

El juego ideado por Christophe Raimbault e ilustrado por Jordi Valbuena es realmente llamativo. Se despliega un tren en el que se colocan bolsas de dinero por diferente valor y se sitúa a los forajidos, cuyo objetivo es desvalijar el tren. Aquel que acabe con más dinero ganará, tan sencillo como eso. Quedarte sin balas en el cargador te da mil dólares. Cada jugador tiene dos mazos, uno con seis disparos y otro de acciones: subir o bajar del techo del vagón, moverse, disparar (lo que desplaza al jugador), coger dinero, pegar un puñetazo (que hace ques le caiga una bolsa de dinero) o mover al Sheriff, que suelta una bala y manda al techo a todo forajido que se encuentre.

Se cogen seis cartas de acciones y se decide qué hacer en función de lo que indique la carta de turno. Imaginad que cada jugador tiene que jugar cuatro cartas, una de ellas boca abajo. Pues yo decido moverme por el techo, bajar al vagón con más bolsas de dinero, coger una y disparar. Todos vamos entregando las cartas según nuestro plan, que se puede ir modificando sobre la marcha si vemos que los demás hacen algo que choca con nuestra idea inicial, y cuando están todas las cartas dadas se coge el mazo y empieza lo divertido: ver a modo de película del salvaje oeste lo que ha pasado con nuestro particular asalto al tren del dinero.
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‘Virus’, un juego de cartas la mar de recomendable para niños

jugandoEl domingo estuve gran parte del día en el último Jugando por ellos, un evento que se realiza dos veces al año con el objetivo de reunir fondos para distintas asociaciones protectoras de animales en el que por apenas diez euros se disfruta de diferentes juegos de mesa, se aprende a pintar figuras y se desayuna y se come lo que la gente ha llevado allí. Todo en el centro de Madrid, en un colegio con un patio precioso y un ambiente de lo más agradable.

Estuve presentando Galatea y jugando. Y me arrepentí de no haber llevado a Julia, allí había unos cuantos niños y se lo hubiera pasado muy bien, pintando y jugando, que ya os he contado en anteriores posts que en casa nos gustan mucho los juegos de mesa y solemos jugar con ella. A sus seis años ya hay muchos con los que puede jugar, con los que podemos jugar todos.

barajaEn Jugando por ellos descubrimos un juego de cartas cuyos tres autores han editado y que nos pareció tan divertido y adictivo, tan apropiado para Julia, que lo compramos sin dudarlo. Se llama Virus y ayer ya estuvimos echando unas cuantas partidas después de cenar. A Julia le gustó tanto que estaba dispuesta a renunciar al cuento por jugar un par de manos más.

El objetivo es conseguir un cuerpo humano completo, que en el juego consiste en tener un corazón, un estómago, un cerebro y un hueso sanos. El primero que lo logre, gana. Para evitarlo el resto de jugadores tienen virus que pueden lanzar a esos órganos, con dos virus el órgano queda inutilizado. También nos podemos defender con medicamentos, con dos curas ese órgano ya no puede ser atacado. Y hay un puñado de cartas especiales que nos permiten robar órganos, intercambiarlos, tener un órgano comodín…
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Juegos de mesa para niños, los favoritos de Julia

10460804_1568623580015744_6363969262802540301_nYa os he contado un par de veces que tenemos la casa llena de juegos de mesa, desde que se acabara el jugar al baloncesto la gran afición de mi santo es sentarse solo o acompañado a echar una partida. De hecho lleva dos años escapándose a la feria internacional de Essen, en Alemania, y transita foros, podcasts y webs varias dedicadas a la materia.

Es una buena afición cuyo único inconveniente es lo que ocupan las cajas en un piso y de la que Julia, con apenas cinco años y medio, está ya inoculada. Le encanta sentarse a la mesa con nosotros y jugar a diferentes juegos. Un pasatiempo constructivo y educativo, ideal en tardes de frío, lluvia o calor aplastante.

Eso sí, requiere que los padres nos sentemos y dediquemos tiempo a la actividad, no es algo que puedan hacer solos. Ni siquiera cuando hay más niños en casa que quieren jugar y saben las reglas les dejamos a solas con las cajas, siempre hay un adulto supervisando que el juego se desarrolla bien y que luego se recoge todo con cuidado.
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Julia, que no es especialmente ordenada (hereditario por ambas partes, tenemos que reconocerlo), con estos juego es muy cuidadosa, así que también sirve para eso, además de aprender a razonar, mejorar el pensamiento espacial, ser constante, concentración, psicomotricidad fina, matemáticas, agilidad mental… Y todo ello pasándolo bien.

Os aseguro que jugamos con ella sin favoritismos, que muchas veces nos gana, que hay juegos que se le dan mejor que otros y que nosotros también nos divertimos.

Por redes sociales subo a veces fotos de nuestras partidas y varios me habéis pedido que os recomiende algunos juegos, en parte teniendo en cuenta que se acerca la Navidad y pueden ser unos regalos recomendables y diferentes.

Ayer estuve haciendo fotos de los juegos favoritos de Julia, todos seleccionados inicialmente por su padre, que es realmente el que merece el reconocimiento por esta afición familiar. Se podría decir que este post es suyo y yo me limito a escribirlo por poderes.

Hoy solamente os dejo las imágenes, ya iremos hablando de los mejores más pormenorizadamente y uno a uno como ya hice con Mice & mystics, una maravilla y que es un estupendo juego de rol para niños. De hecho creo que va a ser diferente, porque va a ser Julia con sus propias palabras la que os vaya contando qué le parecen.

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Ajedrez y niños: lo importante es divertirse en el proceso de aprender a jugar

Sí, quiso ser Sauron y manejar a sus hordas.

Sí, quiso ser Sauron y manejar a sus hordas.

Ayer, por primera vez, estuve jugando con Julia al ajedrez. La partida de ajedrez mágico de Ron al final del primer Harry Potter ha sido lo que la ha animado a pedirlo. Y os reconozco que yo estaba deseando que lo hiciera. Ya sabéis que en nuestra casa abundan los juegos de mesa y el ajedrez tiene una complejidad y una magia a la que merce la pena asomarse.

Bueno, en realidad a lo que hicimos no se le puede llamar jugar al ajedrez, aunque sí jugar a secas. Y pasarlo bien que es lo más importante.

Por recomendación de un amigo que sabe mucho de esto de enseñar a los niños a manejarse en el tablero, lo que estuvimos haciendo fue conocer cómo se mueven algunas de las piezas: peones, reina y caballo (el más difícil) mediante los siguientes juegos:

  • El baile de las reinas. Lo que había un intentar era movernos por todo el tablero pero sin comernos, poniendo nuestra reina fuera del alcance de la otra reina.
  • La batalla de los peones. Sólo con los peones, a comerse y avanzar. Los pusimos todos y creo que deberíamos haber usado sólo cuatro.
  • El duelo de los caballos. Uno contra otro. Con aprender bien sus saltos ya es bastante.

Lo importante a sus cinco años es familiarizarse con las piezas y sus movimientos y divertirse en el proceso.

El baile de las reinas.

El baile de las reinas.

Quiere repetir y seguir aprendiendo. Es probable que dentro de poco sea ella la que me enseñe a mí, que apenas soy una novicia del ajedrez. Mi santo lo juega mucho mejor que yo y cuando ayer al volver de la piscina con Jaime nos vio jugando en la mesa del salón se entusiasmó: «Vamos a ir a casa de la abuela a por un cuento de ajedrez con el que yo aprendí a jugar, ya verás qué chulo es». Sí, hay muchos libros infantiles que ayudan. Incluso aplicaciones.

Y sí, ya lo veis en las fotos, lo hicimos con un juego de ajedrez de El señor de los anillos. Soy consciente de que no se puede ser más ‘friki’, pero esos ajedreces nada clásicos pueden hacer más atractivo el juego a los niños.

Los hobbits cercados.

Los hobbits cercados.

Además, me sirvió para hablarle por primera vez del universo de Tolkien, de los hobbits con sus pies peludos, los ents, pastores de árboles, el poderoso mago Gandalf, la reina Galadriel y el guerrero Aragorn.

Ahora lo que está pidiendo es ver la película de El señor de los anillos, pero no estoy muy segura de si es adecuada para ella. Claro que ese ya es otro tema.

Si tenéis  algún consejo para seguir adentrándonos en el campo de batalla que es el ajedrez, serán muy bien recibidos.

‘Mice & mystics (ratones y magia)’, su primer juego de rol

Sí, yo jugué al rol de niña. Bueno, más bien de adolescente. Cuando tenía unos 14 años y estaba completamente enamorada del mundo ideado por Tolkien (ya años antes de las películas se me había pasado la fiebre pero sí que la padecí) me cayó el libro de rol como regalo. Estaba deseando jugar con alguien, y en mi colegio (exclusivamente femenino), nadie tenía el menor interés. Ni siquiera se sabían bien qué era eso del rol. Os estoy hablando de hace unos 24 años (ejem…), mucho antes de lo del tristemente célebre ‘asesino de la katana‘. Un año después me atreví a escribir a una revista que había por aquel entonces sobre el tema, la ‘Dragón’, buscando compañeros de juego. Aún recuerdo a los del equipo de la revista diciendo algo así como «la ira del dragón caerá sobre los que no se porten caballerosamente». La cosa es que durante un par de meses tenía el buzón lleno de cartas (sí, cartas, de esas con sello. Ni Internet había), entablé varias partidas por escrito y logré contactar con un pequeño club en el que participé durante tres o cuatro años. Al empezar la universidad mi relación con el rol acabó, que no el cariño que tengo por esa actividad que te hace leer, escribir, imaginar, socializar, interpretar e incluso descubrir el arte de los pinceles.

imageHasta aquí la batallita de esta madre cada vez menos reciente. Me apetecía explicarlo para que pongáis en contexto lo que os voy a contar a partir de este momento: este fin de semana hemos estado jugando en tres ocasiones a lo que es, sin lugar a dudas, el primer juego de rol de Julia. Se llama ‘Mice & mystics (ratones y magia)’, está editado en español por Masqueoca y ha sido mi santo, el experto de la casa en juegos de mesa, el que lo compró y se estuvo estudiando la noche del jueves las reglas.

Yo me senté a jugar con él y con mi hija sin saber muy bien qué me encontraría. Mi sorpresa fue considerable al darme cuenta nada más verlo que era un auténtico juego de rol cooperativo. Antes de jugar hay leer un cuento, ejerciendo de máster o director de juego o como queráis decir. Un cuento al que habrá que volver según avancemos y que es extenso e interesante. Nuestros personajes, un grupo clásico inicial de héroes (mago, curandera, dos guerreros bien distintos y un ladrón) convertidos en ratones, van logrando nuevas habilidades y armas. Podemos decidir qué hacer, cuándo y cómo. Tiene sus dados, sus fichas de personaje, la historia de cada uno de los personajes y sus figuritas (de hecho tendríamos que pintarlas, hasta eso tiene el juego, a ver si nos ponemos).

Y como un buen juego de rol, no lo hemos terminado de una sentada. Tal vez esta tarde continuemos dónde lo habíamos dejado.
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Julia, que acaba de cumplir los cinco años, está encantada con él. Es cierto que tal vez un niño de a partir de siete años sea el que le saque todo el partido, pero ella está pasándoselo divinamente y avanza inmersa en el juego tan solo con un poco de asesoramiento y algo de teatro, que es intrínseco al rol.

Creo que ya hay menos prejuicios con el rol que en mis tiempos mozos, aunque me da que aún deben quedar bastantes. El rol no es nada raro, preocupante o peligroso. Este fin de semana hemos sido la prueba de que es una actividad familiar diferente, educativa y divertida.

También un regalo diferente y poco trillado si os veis en la tesitura de tener que hacer un regalo a un niño con algún padre rolero o ex-rolero o, simplemente, con unos padres abiertos a probar cosas nuevas.

Y si tenéis más sugerencias de juegos similares, aquí me tenéis dispuesta a escuchar vuestras recomendaciones.

Un nuevo entretenimiento para las tardes de invierno: el Stratego

Julia jugando al Stratego con su padre.

Julia jugando al Stratego con su padre.

Estas fiestas Julia nos ha sorprendido con su afición por jugar al Stratego, un juego de mesa clásico donde los haya. A mi santo, que le encanta, se le ocurrió proponerle una partida, ella aceptó y jugaron ocho seguidas.

Resulta que ya es perfectamente capaz de comprender las reglas, tanto en su versión abreviada (únicamente diez piezas: bandera, mariscal, general, espia, dos bombas, dos minadores y dos exploradores) como en la convencional.

Y no creo que sea porque Julia esté especialmente dotada. Me da la impresión de que, si ella lo ha hecho, cualquier niño de cuatro años con interés también puede.

Obviamente lo que aún no tiene es la picardía, la estrategia, la visión de jugadas sucesivas. Todo llegará.

Si tenéis algún viejo Stratego por casa, probad a desempolvarlo, tal vez tengáis un nuevo entretenimiento para las tardes de invierno.

El parchís y la oca los conoce desde hace tiempo y también le gustan. Los juegos clásicos lo son por algo…

¿Hay que dejarles ganar siempre?

cromagnonEstos días de frío pelón he caído enferma. Primero fue Julia la que estuvo malita, perdiéndose la semana de carnavales del cole en la que iba a ir disfrazada de cavernícola cantando y bailando la peculiar canción infantil El hombre de Cromagnon (vosotros mismos, oirla supone tenerla incrustada en el cerebro de esa manera aguda e insidiosa que solo las canciones infantiles saben). Tras ella caímos casi todas las mujeres de la familia. Mi padre bromea con que es el virus de la gripe femenina.

A lo que íbamos. Entre el frío y que andamos recuperándonos del ataque de los virus malignos, estamos jugando mucho a los juegos de mesa infantiles que tanto nos gustan y que ya os recomendé en el pasado en este blog. Son breves, entretenidos, pasamos de uno a otro, y así transcurre un buen rato de tarde.

Como todos los niños pequeños que conozco (y todos los adultos que se atreven a reconocerlo), Julia quiere ganar a toda costa. Con cierta regularidad intenta hacer trampas al tirar el dado, al contar casillas… No hay que esforzarse en pillarla, las hace mirándote y dedicándote esa sonrisita pillina de «yo sé que esto no se hace así». Te sientes tentado de dejarla salirse con la suya, pero aunque tampoco revista una importancia enorme no la dejo. Hay que jugar según las reglas. Y, salvo causa de fuerza mayor, las partidas que hemos comenzado siempre se acaban. Por supuesto, antes de pasar a otro juego, recogemos el que hemos utilizado.

Y tampoco la dejo ganar en la mayoría de los juegos de mesa. Si queda segunda, o tercera, que no es perder, no pasa nada. Analizándome a mí misma, resulta curioso que sí que la deje ganar casi siempre cuando echamos una carrera o realizamos cualquier otro juego físico. He llegado a la conclusión de que lo que sucede es que no la dejo ganar cuando estamos en igualdad de condiciones (un juego que depende de un dado, es decir, de la pura suerte) y sí lo hago cuando en esa competición no está igualada. Si claramente yo estoy en ventaja por mi psicomotricidad fina (hay juegos de mesa de destreza, como el Animal sobre animal que intentamos transformar en cooperativos) o gruesa o mi capacidad de raciocinio adulta, entonces no me importa.

Ella no tiene ni un pelo de tonta. Sabe perfectamente cuando gana por sus méritos y cuando me estoy dejando. Por eso precisamente me parece importante no dejarla ganar siempre. ¿Qué aprendizaje obtendría? ¿Que quejarse y no tolerar alguna pequeña frustración tiene premio?

También es verdad que Julia tiene un carácter muy dulce, poco dado a las rabietas y asume bien no quedar la primera.

Mejor. En la vida, si nos paramos a pensarlo, muy pocas veces podemos colgarnos la medalla de oro. ¿No creéis?

Juegos de mesa infantiles, otra forma de jugar con nuestros hijos

Mi santo es un fanático de los juegos de mesa. No hablo del trivial o del scattergories, hablo de juegos de todo tipo, muchos de estrategia. Si no estás dentro de ese mundo, ni imaginas la variedad de juegos que hay, inspirados en temas conocidas por todos como ‘Juego de Tronos’, ‘Los pilares de la tierra’ o ‘El señor de los anillos’; en momentos históricos, como las elecciones estadounidenses, la guerra civil, el medievo, o las guerras napoleónicas; en deportes como la escalada o las carreras de coches (o de cuádrigas)… La lista, las temáticas, los tipos de juego son interminables. Hay que meterse un poquito en ese charca para darse cuenta de la profundidad que tiene. Y como afición, salvo por el espacio que ocupan las cajas (a la primera foto me remito), es estupenda: social, de darle al coco y aprender (incluso idiomas, que muchos están en inglés y alemán).

Dado que mi santo es un friki de estos juegos, yo he jugado bastante (menos de lo que el querría) ganándome el apodo de «muevecubos sin alma» por el tipo que prefiero (Agrícola o Caylus). Y ahora que Julia va creciendo, también ella va descubriéndolos en su versión infantil. Y yo con ella.

En casa tenemos varios juegos infantiles: Frutalito, con un cuervo que quiere comer unas cerezas, Maguitos (segunda imagen), para descubrir animales, Mi primer tesoro de juegos, que incluye varios (es el de la última foto), todos divertidos, todos que potencian aprendizajes, todos recomendables y no son caros (la mayoría no llegan a los 20 euros).

Y me encantan y se los recomiendo a todo el mundo como una actividad diferente, un regalo posible de Reyes o cumpleaños. Hay varias páginas online que los venden, algunas extranjeras.

Enlazo a 100 doblones en este post porque tiene un programa de donación a los hospitales infantiles Infantil Universitario Niño Jesús y 12 de Octubre.

Por cierto, estoy escribiendo este post en la misma mesa en la que mi santo y un amigo de toda la vida están jugando a La guerra del anillo. A nuestro lado también juegan cuatro niños, Julia y Jaime y los dos de nuestro amigo. Con ellos, que tienen dos y cinco años, también hemos tenido nuestras partidas a esos juegos infantiles. Siempre les gusta intentar lo que ven hacer a los mayores.