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Dejad que los niños se acerquen a Harry Potter

El primer libro de la saga de Harry Potter llegó a las librerías un día como hoy de hace 20 años. El 26 de junio de 1997 el joven mago y sus amigos dieron sus primeros pasos para convertirse en iconos de la cultura popular, al nivel en el imaginario colectivo moderno de Luke SkyWalker, Han Solo y Leia. También tres, también una chica entre ellos y también un romance por medio y elementos que se podrían considerar mágicos.

No imaginaba J.K. Rowling, a la que sigo en Twitter porque derrocha inteligencia, sensibilidad y sentido común, la que iba a liar a nivel mundial con esos niños nacidos de su imaginación de madre reciente británica. Igual que George Lucas no soñó con el éxito que tendría Star Wars, ni mi querido Tolkien o el inigualable Stan Lee con sus creaciones. Los padres no conocemos de antemano hasta dónde llegaran nuestros vástagos, ningún tipo de vástago.

Para leer en español el primer libro, uno de los más vendidos de la historia (y seguramente más leído que otros que se han vendido más), hubo que esperar casi dos años. Fue en 1998 cuando se editó traducido Harry Potter y la piedra filosofal. A mis manos llegó en agosto por recomendación de un amigo, gran lector. Por aquel entonces yo tenía 22 años. No fui de esa generación que creció al mismo tiempo que el mago, aunque hubiera sido bonito.

– Léelo, que está muy bien.
– Pero si es un libro para niños…

Le hice caso y lo leí. Lo devoré de una sentada, porque, efectivamente, por temática y estilo es un libro infantil; el más infantil de una saga cuyos personajes y forma de narrar fueron oscureciéndose, volviéndose complejos según crecían, según crecíamos sus lectores enganchados a una historia aparentemente simple, a unos protagonistas carismáticos pese a ser poco revolucionarios, a un mundo que parecía inspirado en cierto modo en las novelitas de internados ingleses tipo Torres de Malory que heredé de niña de manos de mis primas mayores (y que, por cierto, han vuelto a reeditarse) e incluso un poco a Los cinco, pero en tres y con búho en lugar de perro.

Voldemort, Hagrid, Private Drive, Draco Malfoy, Dumbledore, Hogwarts, el autobús noctámbulo, Fawkes, Luna Lovegood, el callejón Diagon, Hedwig, Olivander, Neville Longbotton… Probablemente el gran mérito de J.K. Rowling fuera idear un mundo y unos seres que lo poblaban con recovecos, detallados, con personalidad. No teníamos tres héroes sobre un fondo gris interactuando con figuras fantasmales. Todo era rico, casi masticable.

Y se quedaba grabado.

Resulta curioso que las críticas fueran mayoritariamente muy positivas para los primeros libros, sobre todo para el primero. Según su éxito se disparó, proliferaron las reseñas negativas, las que tachaban la escritura de Rowling de poco pulida, de comercial, de producto de consumo, de tener agujeros e incongruencias.

Para mí, que no considero que sean libros perfectos ni mucho menos, pesa más que la posible falta de excelencia literaria lo mucho que la escritora ha hecho por afianzar el amor por la lectura entre niños y jóvenes. Según una encuesta elaborada en 2006 por Kids and Family Reading Report y Scholastic, el 51% de los lectores de Harry Potter de entre 5 y 17 años que no había leído nunca nada antes por placer, siguió leyendo y disfrutando al hacerlo.

Acabo de cambiar de idea. Probablemente el mayor mérito de J.K. Rowling sea haber creado un pequeño ejército de lectores.

Las películas llegaron antes de que fuera madre. La primera en 2001. Las vi con el que ahora es el padre de mis hijos religiosamente según iban llegando a los cines. Y las volvería a ver hace casi tres años con mi hija, que quedó hechizada por la misma magia, tanto que su séptimo cumpleaños estuvo centrado en el mundo de Potter.

Las películas también han creado lectores. Hace dos años, cuando Julia tenía seis, leímos el primero de los libros por la noche, en su cama. Capítulo a capítulo en voz alta. Yo, redescubriéndolo como un libro infantil que sigue siendo recomendable. Mi hija descubriendo que su imaginación unida a la de un escritor supera cualquier experiencia cinematográfica, por buena que sea.

Leed Harry Potter y la piedra filosofal. Leedlo con vuestros hijos. Regalad este libro a los niños. Dejad la puerta abierta a su magia, para que cuaje el amor por los libros, por soñar acunado por palabras ajenas.

‘Warner Bros. Studio Tour London’, la magia tras el hechizo de Harry Potter

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Desde que Julia cumplió tres años mi santo y yo decidimos que, al menos un fin de semana al año, nos escaparíamos sin niños; que dedicaríamos una noche y dos días en marzo, en torno a nuestro aniversario, para estar solos. Y así lo hemos estado haciendo hasta este año en el que, rompiendo la tradición, nos fuimos a Londres en compañía de Julia. Jaime se quedó triscando felizmente en una granja escuela, porque para él, con su autismo, un viaje-paliza como el que planteamos habría sido excesivo. También porque subir al avión con él nos da miedo, no voy a engañaros.

Fueron tres días y dos noches en una ciudad maravillosa que los tres desconocíamos y que nos enamoró, pero de lo que quiero hablaros es de la mañana entera que pasamos en lo que coloquialmente todos llamamos «los estudios de Harry Potter en Londres» y cuyo nombre oficial es Warner Bros. Studio Tour London. The Making of Harry Potter.

Si me leéis con regularidad tal vez sepáis que Julia, que coincidiendo con el viaje cumplió los ocho años, es una pequeña gran entusiasta del universo creado por J.K.Rowling. Ha visto todas las películas, aunque sus favoritas son las cinco primeras antes de que la cosa se ponga demasiado turbia y adolescente, hemos leído juntas el primer libro, fuimos a ver Animales fantásticos en una sesión especial para fans de Potter, fue a un taller de varitas al Festival de Fantasía de Fuenlabrada (que pronto tendrá lugar de nuevo y es un buen plan con niños), de lo que más le gusta disfrazarse es de Hermione y su séptimo cumpleaños convirtió nuestra casa en Hogwarts. Mi santo y yo, sin llegar a ser fans, vimos las películas y leímos los libros en su momento y somos conscientes de ese algo que tiene Potter y que ha hechizado a millones de personas en todo el mundo.

Entenderéis que con esos antecedentes, si íbamos a Londres y teníamos oportunidad de visitar los estudios que tiene allí Warner, teníamos que acudir y llevarla con nosotros.

¿Qué son exactamente los estudios de Harry Potter en Londres? Se trata de la transformación de los estudios en un enorme espacio, casi todo a cubierto (solo hay una pequeña zona a la intemperie, lógico teniendo en cuenta dónde está ubicado), en el que se pueden ver escenarios de las películas (en gran salón comedor de Hogwarts, el despacho de Dumbledore, Privet Drive, la casa de los Weasley, el tren, fragmentos del ministerio de magia, la clase de pociones, el callejón Diagon…), vehículos emblemáticos como el autobús nocturno, el coche volador o la moto de Hagrid, todo tipo de criaturas empleadas en el rodaje, los trajes que llevaban…

Pero vayamos por orden. Lo primero que veremos es una gran nave (que en la segunda guerra mundial se dedicó a la fabricación de aviones), aparentemente en medio de la nada, con varias de las grandes figuras del ajedrez mágico de la primera película casi como único elemento que nos dice que hemos llegado al lugar correcto. Al entrar veremos a nuestra izquierda una cafetería, a la izquierda la tienda de recuerdos, a nuestra espalda el lugar en el que se pueden coger las audio guías y de frente el acceso.

Las entradas indican la hora a la que podremos adentrarnos del todo en el mundo de Harry Potter. Escalonar los accesos nos obliga a estar allí puntuales para poder pasar cuando toca, pero es buena idea para que dentro haya siempre un número razonable de gente, que permita moverse, ver todo y hacer fotos sin agobios. Una vez dentro no hay límite de tiempo, se puede estar tanto como uno desee. La media de la visita ronda las cuatro o cinco horas, pero si se quiere leer todo, ver todo, hacer todo y escuchar la audioguía entera, fácilmente se puede estar todo el día.

Conviene llegar con tiempo. Nosotros así lo hicimos y aprovechamos para cotillear tranquilos la tienda, que es enorme, perfectamente ambientada e invita a hacer fotos. Peluches, varitas, camisetas, trajes, joyas, libros, ranas de chocolate… Hay de todo y no precisamente barato, también es cierto. Por esa tienda, por la tienda de varitas de Olivander en concreto, saldremos cuando concluya la visita.

La visita en sí arranca con la bienvenida de uno de los trabajadores y un pequeño vídeo en una sala de cine. Nosotros nos sentamos en la primera fila y acertamos, porque cuando acabó la proyección se desplegaron ante nosotros las puertas de entrada a Hogwarts y nuestra anfitriona invitó a un puñado de niños, entre ellos la nuestra, a que bajaran con ella a empujarlas. Al abrirse, de repente, estábamos en el impresionante comedor del castillo. Exactamente igual a las películas y un comienzo por todo lo alto.

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Y tras el comedor, toca seguir andando y descubriendo la magia tras el hechizo de Harry Potter. El siguiente gran espacio muestra vestimentas, objetos y lugares emblemáticos. Se miran, se fotografían, pero que nadie espere poder sentarse en la silla de Hagrid o en la cama de Harry.

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No obstante, aunque casi todo es ver, también hay cosas que hacer. A los niños se les entrega un pasaporte que indica distintos lugares en los que buscar snitchs doradas. Una vez localizadas se pueden ir poniendo los sellos hasta completarlo.

En esa zona también es posible subir y volar sobre una escoba con un croma detrás y llevarse las fotos o el vídeo recuerdo.


Hay clases de cómo lanzar conjuros con la varita o una escoba a la que se puede llamar para que vuele hasta nuestra mano. Por cierto, también hay trabajadores en todas las zonas disponibles para responder a nuestras preguntas con toda amabilidad.

Tras esa zona llegamos a la estación 9 3/4 y al expreso de Hogwarts. Allí también podemos sentarnos y actuar ante lo que sucede por la ventanilla. Después del tren hay una zona al aire libre con el puente de Hogwarts, más piezas de ajedrez, el coche de los padres de Ron y la moto de Hagrid y la casa de los tíos y de los padres de Harry.

Esa zona está justo al lado del restaurante, en el que se puede hace parada y fonda para reponer fuerzas. No solo hay comida (tirando a especiales y al precio ligeramente inflado habitual de estos sitios), también hay la famosa cerveza de mantequilla y helados con ese sabor.

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¿Es ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’ una película para ir con niños?

Harry Potter y la piedra filosofal fue, sin la menor duda, una película a la que se podía acudir con niños de la edad que ahora tiene mi hija, siete años. Incluso con niños más pequeños, Julia lleva ya dos años enganchada a las primeras aventuras del joven mago.

Yo la vi en el cine en su momento siendo veinteañera y la disfruté, igual que había disfrutado con anterioridad los libros, pese a ser lecturas infantiles. Las novelas, igual que las primeras películas de la saga, conseguían atraer tanto a niños como a jóvenes adultos. Precisamente aquello conformaba gran parte de la magia que llevó al éxito las creaciones de J.K.Rowling.
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Animales fantásticos y dónde encontrarlos es el nuevo inicio de otra saga basada en el mismo mundo pero anterior en el tiempo y ubicada en Estados Unidos en lugar de en el muy británico Hogwarts y en Londres. Acaba de llegar a los cines y viene recomendada por la Motion Picture Association of America para mayores de trece años, pero también tenía la misma recomendación Harry Potter y el cáliz de fuego y en casa es nuestra película favorita de la saga. Las indicaciones de edad recomendada son fiables solo hasta cierto punto según mi experiencia.

¿Es también una película que disfrutarán y enganchará a niños pequeños?

No lo creo. Ni lo uno ni lo otro. Es una película que entretendrá e incluso emocionará (¡ay ese arranque en pantalla grande del logo de Warner y la banda sonora clásica!) a los que fueron niños con Harry Potter y ahora son adultos, pero a la que acudir con chavales que tengan a partir de diez años. tal vez los trece que esta vez recomienda, con razón, la MPAA.

Julia estaba como loca por ir, pese a la gripe que nos tiene a todos tumbados desde el jueves. Le gustó sin entusiasmarse. No la asustó, pero en momentos se perdió, el arranque se le hizo largo y encontró poco del mundo mágico ideado por Rowling y personajes que no la enamoraron.

La película tiene sus luces y sus sombras. Es un buen entretenimiento pero está lejos del sobresaliente. Si despojas a la película de la morriña de Potter, si la imaginas ajena al mundo de Rowling, los defectos afloran aún más.

Los animales fantásticos están muy bien hechos, pero ceden el protagonismo que merecerían frente a tramas paralelas y no demasiado bien hiladas entre sí. El elenco es magnífico, pero hay demasiados actores en papeles secundarios que no se aprovechan. De hecho, ni siquiera se aprovecha bien a los protagonistas; Newt Scamander no brilla, no tiene el carisma necesario y no hay química con su coprotagonista. La pareja más interesante es la del muggle (nomag para los magos yanquis, perdón), y la ingenua rubia explosiva que sabe leer la mente y no tiene un pelo de tonta. No hay un malvado claro y bien aprovechado y  la presentación del universo mágico estadounidense es atropellada.

Por cierto tiene un par de diálogos que, no sé si por culpa de la traducción, son de lo más vergonzante y despiertan risas a destiempo en la sala. Del nivel «cuanto más te miro, más me crece» que le dice Anakin a Amidala en un supuesto contexto romántico en la ignominiosa Star Wars Episodio II.

A ver cómo evolucionan los personajes y las tramas a lo largo de las próximas cuatro películas, porque el arranque no ha estado mal, pero tampoco bien del todo.

Películas que nos vienen esta Navidad y en 2017 para ir al cine con nuestros niños

Este post lo suelo hacer todos los años el mes de septiembre, en esta ocasión casi lo publico encima de las navidades, una época propicia para los estrenos infantiles potentes. Cosa del frío y las vacaciones escolares supongo.

El retraso ha hecho que ya no tenga mucho sentido hablar de Kubo y las dos cuerdas mágicas, Cigüeñas, Trolls y Ozzy, los estrenos que hemos tenido este otoño y del que yo destaco dos: Trolls, de Dreamworks, por el buen rollo que transmite y que ahora es ahora número 1 en taquilla y Kubo, una absoluta belleza, la mejor de todas ellas, que ha pasado discretamente por nuestros cines.

A continuación os voy a hablar de los próximos estrenos que más me llaman la atención. Algunas son películas que se pueden ver con niños más que películas infantiles, pero es que Julia va creciendo y disfrutando también de esos títulos. De hecho, este viernes iremos a ver la nueva entrega de Harry Potter, Animales fantásticos y dónde encontrarlos.

Hablo solo de Julia. Jaime, aunque le llevamos cuando era bastante más pequeño al cine, lo cierto es que no lo disfruta. No le gusta estar sentado a oscuras, pronto se aburre, protesta y quiere irse. El cine es uno de esos ejemplos en los que tener un hijo con autismo en la familia supone dividirse. No pasa nada. Nos parece lo lógico que Julia no tenga que renunciar a ciertos entretenimientos y que respetemos los deseos de Jaime.

Bueno, vayamos al lío.
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