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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Piden una casilla en la declaración de la Renta contra el maltrato de los toros

Las cifras son apabullantes. El Estado español se gasta al año 564 millones de euros (94.000 millones de pesetas) en subvencionar los espectáculos taurinos. Un patético espectáculo de tortura y muerte animal que pagamos todos, queramos o no, a pesar de que a un 70 % de los españoles no nos interesa y hasta nos repugna el supuesto arte de la tauromaquia.

Por eso la idea lanzada por el equipo del programa televisivo de La Sexta, Caiga Quien Caiga (CQC) no puede ser más original. Pedir al Gobierno que, igual que nos permite destinar parte de nuestros impuestos a la Iglesia católica o a las ONG, se incluya en la próxima Declaración de la Renta una casilla donde podamos poner una equis los que no queremos subvencionar más torturas de animales.

Como explica la guerrera y provocadora presentadora Estíbaliz Gabilondo,

Cultura y tradiciones sí, subvencionar el maltrato animal, con mi dinero por lo menos, no.

Con mi dinero tampoco, añado yo.

Si estás de acuerdo con esta propuesta, te invito a apoyar la ciberacción que nos propone CQC. Envía un correo electrónico al Ministerio de Economía y Hacienda, solicitando a sus responsables que se incluya en la próxima Declaración de la Renta una casilla donde se especifique que no deseas que el dinero de tus impuestos se destine a la sangrienta barbarie taurina y el maltrato animal. A la dirección del Ministerio: secretaria.prensa@meh.es

Toda la propuesta, y la opinión de la gente de la calle, la tienes en este vídeo del programa.

Fiestas de sangre y salvajismo

Esta mañana, al alba, tras una horrible agonía, volvió a morir un inocente en Coria (Cáceres).

Una masa enardecida lo persiguió incansable por las calles del casco histórico durante toda la noche, lanzándole miles de dardos que se clavaron como dolorosas agujas sobre su negra piel. Finalmente un valiente se le encaró, descerrajándole entre gritos de entusiasmo un tiro de escopeta en la cabeza. No fue su final. Sedientos de sangre y brutalidad, los más jóvenes se lanzaron con navajas para lograr el trofeo más preciado: arrancarle los testículos.

Esta madrugada, a las 3,30 horas, otro inocente será torturado y muerto en las calles de Coria. Los niños caurienses no se perderán el espectáculo, pues tan salvaje tradición se apoya en una bellísima leyenda medieval de la que todos se sienten orgullosos. Dicen que antes lo hacían con un joven, al que sólo le daban dos cuchillos como única defensa para esquivar a la muerte. Pero un año le tocó en suerte al hijo de una rica dama, quien cambió a su primogénito por un toro. Desde entonces, los cornúpetos pagan con su sangre el mantenimiento de la vieja tradición.

El año pasado se recogieron 60.000 firmas que pedían la abolición de esta salvajada. Protesta inútil. Las autoridades lo justifican aduciendo que es una “atávica lucha” de gran interés turístico y cultural.

Está claro. Nos gusta la sangre. Disfrutamos con el dolor ajeno. Nos hace sentir más primarios, más auténticos.

A lo largo de todo el verano que ahora comienza nos divertiremos como siempre lo hicimos, en plan bestia, torturando toros, persiguiéndolos, golpeándolos, maltratándolos en encierros, plazas, calles. El Toro de la Vega de Tordesillas, los toros de fuego o embolados, los ensogados, los «toros al mar», las vaquillas,…

Si no pesaran tanto los toros los tiraríamos desde lo alto de la torre del pueblo, sólo para ver cómo se parten la crisma contra el suelo. Es la fiesta nacional. Nuestra vergüenza nacional.

Árboles contra toros, un mensaje antitaurino de hace un siglo

¿Toros o árboles?

La pregunta puede parecer absurda, pero se la hizo hace exactamente cien años Ricardo Codorníu y Stárico (Cartagena, 1846 – Murcia, 1923), el conocido como “Apóstol del Árbol”.

Acabo de encontrar el extracto de una conferencia suya pronunciada en Murcia en 1909 y les confieso mi asombro al leerla. Esos hombres sí que eran valientes, y modernos, y clarividentes. Opinen si no ustedes:

Hace ya bastantes años se habló no poco de lo conveniente que sería para la cultura del pueblo suprimir las corridas de toros, espectáculo repugnante en alto grado para todo espíritu noble y que lleva consigo no pocos elementos de incultura y aun de perversión moral, por lo que es en sí, y por que dio vida y sostiene el denigrante flamenquismo. ¿Y con qué las substituiréis?, preguntaba el admirado periodista D. Mariano de Cavia. Con la Fiesta del Árbol, se le respondió desde las columnas de un periódico murciano. Efectivamente, la desaparición de la sangrienta fiesta y su reemplazo por la del árbol, representaría un señalado triunfo de la civilización.

Recién inaugurada la primavera, en las próximas semanas políticos y colegiales se lanzarán con fervor a celebrar por toda España el Día del Árbol. A plantar los tan necesarios árboles, pero sobre todo a promover el amor hacia ellos.

Ricardo Codorníu nos marcó el camino correcto. Acabemos con las corridas de toros. La nueva fiesta nacional debe ser la plantación de árboles, el respeto al medio ambiente, y no la sangrienta masacre de inocentes animales.

El mensaje nos llega un siglo después, pero sigue siendo igual de actual. Yo estoy absolutamente de acuerdo con el cambio

¿Y tú qué fiesta prefieres, la de los árboles o la de los toros?

Los cazadores españoles matan 30 millones de animales al año

Más de 1,2 millones de españoles salen estos días al campo a cazar, mayoritariamente hombres. Es el deporte con más licencias federativas y uno de los de mayor impacto económico y medioambiental. Para poder matar 30 millones de animales gastan al año 9.000 millones de euros y disparan 5.000 toneladas de contaminante plomo a través de 250 millones de cartuchos.

La temporada cinegética que ahora comienza se presenta espléndida para ellos, en algunos lugares una de las mejores de los últimos 30 años. Hay más conejo, perdiz, jabalí y paloma que nunca. De esta última, en el famoso paso de Etxalar, en el Pirineo navarro, sólo el pasado domingo cayeron en las redes 29 docenas de palomas, confiando los guardas en poder llegar este año a las 100 docenas, algo que no ocurre desde hace un lustro. Y el conejo está comenzando a recuperarse milagrosamente tras décadas frisando la extinción por culpa de dos terribles enfermedades, la mixomatosis y la neumonía hemorrágico-vírica. Su declive fue también el de especies bandera como el lince ibérico o el águila imperial, igualmente empeñadas ahora en la dura tarea de intentar reconquistar sus muchos territorios perdidos.

Pero las que siguen sin levantar cabeza son las liebres. Los nuevos sistemas de cultivo y exceso de productos agroquímicos, junto con los estragos provocados por la turalemia, están acabando con ellas. En Ávila los cazadores se las encuentran muertas por el campo, y las cazadas no se atreven a comérselas por miedo a envenenarse con toda la porquería arrojada por la Junta de Castilla y León para controlar a los topillos.

A pesar de todo ninguno se queda en casa. Dicen que es afición. Como la de los toros. Por eso seguramente ningún cazador estará nunca en contra del arte de Cúchares. Quien disfruta matando animales no puede criticar la crueldad de unas banderillas.