Parecen limpios, naturales, rebosantes de vida, pero están enfermos. Los ríos de Europa sufren una grave contaminación. Y la culpa no la tienen las fábricas ni los vertederos. La culpa la tiene una agricultura industrial que riega los campos de insecticidas, productos sintetizados que al final acaban en la red fluvial arrastrados por las lluvias o vertidos directamente por incorrectos manejos de los agricultores.
La tendencia futura es mucho más alarmante. Según recoge el servicio Euroalert de la Unión Europea, se espera que los ríos cada vez estén más afectados por los plaguicidas.
Los resultados de este estudio, llevado a cabo por científicos del Centro Helmholtz de Investigación sobre el Medio Ambiente (UFZ), han sido publicados en la revista Ecological Applications y demuestran cómo el uso de insecticidas para fines agrícolas puede poner en serio peligro los ríos europeos. Tras realizar comparaciones de proyecciones climáticas y cambios en el uso del suelo, los miembros del proyecto concluyeron que el uso de este tipo de sustancias podría provocar que extensas áreas entren a formar parte en los próximos años del 40% de la superficie continental donde los ríos ya no gozan de una situación ecológica óptima.
¿La razón? El cambio climático aumentará las poblaciones de insectos, estos acabarán convirtiéndose en plagas, y el empleo de insecticidas para luchar contra ellos se disparará. Se prevé que en 2090 el uso de plaguicidas se multiplique por 23 en Europa, dependiendo del grado de aumento de la temperatura y de los cambios en el uso del suelo.
Para mitigar este impacto los científicos recomiendan crear zonas de amortiguación a lo largo de los ríos. Y aunque no lo señalen, esas zonas deberían apostar por la agricultura ecológica, la única que logrará dejar de emponzoñar el campo, el agua y nuestros alimentos.
Estas reservas se convertirían así en refugio para las especies amenazadas, desde donde iniciar futuras repoblaciones una vez se lograra reducir las elevadas concentraciones actuales de insecticidas. Imprescindibles custodios de biodiversidad y salud.
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