Se apellida cenizo por el color gris ceniza que lucen los machos de este espectacular aguilucho europeo, pero bien podría llamarse así por lo mal que le va en las últimas décadas. Ya es mala suerte que esos humanos, cuyos cultivos de secano tanto le beneficiaron antiguamente para permitirle prosperar en sus campos agrícolas de trigo y cebada, se hayan convertido en eficientes fábricas de producir alimentos donde una vida tan natural como la suya tiene poco hueco. Porque con el adelanto de las cosechas, las máquinas cosechadoras no ven sus nidos y, directamente, los hacen picadillo; bellos pollos incluidos.
Por suerte, hay muchos voluntarios y voluntarias empeñados en utilizar drones o el vallado de sus nidos para garantizar que las crías crezcan y vuelen sin sobresaltos. Tanto los miembros del grupo local SEO-Segovia como los de SEO-Extremadura, intensifican estas semanas sus esfuerzos, trabajando codo a codo con los agricultores locales para localizar estos nidos antes de cosechar el cereal.