Los neutrinos esquivan el telescopio europeo (y España esquiva el futuro gran telescopio europeo)

No ha habido suerte. ANTARES (acrónimo de Astronomy with a Neutrino Telescope and Abyss environmental Research project), el gran telescopio europeo de neutrinos, no ha podido emular al IceCube, la instalación antártica que el pasado año confirmó por primera vez la detección de este tipo de partículas procedentes del espacio lejano. El observatorio europeo, fruto de la colaboración de unos 150 científicos, ingenieros y técnicos de ocho países, acaba de dar a conocer los resultados de seis años de investigación en un estudio enviado a la web de prepublicaciones arXiv.org, como paso previo a su difusión en una revista científica.

Los neutrinos son partículas subatómicas sin carga y con una masa muy pequeña que apenas interaccionan con otros elementos, por lo que atraviesan el espacio e incluso la materia sin desviarse. Los físicos calculan que cada centímetro cuadrado de la Tierra sufre el bombardeo de unos 65.000 millones de neutrinos solares por segundo. Otras fuentes lejanas que disparan rayos cósmicos producen los llamados neutrinos astrofísicos o de alta energía, lo que convierte a estas partículas en testigos que pueden delatar el origen de esta misteriosa radiación. En palabras del viceportavoz de ANTARES, Juan José Hernández Rey, investigador del Instituto de Física Corpuscular (IFIC) del CSIC y la Universidad de Valencia, “el neutrino es la pistola humeante que te dice: sí, hay rayos cósmicos”.

 

Ilustración artística de ANTARES. J. A. Aguilar.

Ilustración artística de ANTARES. J. A. Aguilar.

Para evitar la interferencia de los rayos cósmicos y otras radiaciones de fondo en la detección de los neutrinos, estos telescopios suelen construirse bajo tierra, hielo o agua. El IceCube está compuesto por un kilómetro cúbico de sensores enterrados bajo el Polo Sur, mientras que ANTARES, con una disposición similar de módulos unidos por cables, está sumergido en el Mediterráneo, a 2,5 kilómetros de profundidad frente a la costa francesa de Tolón. Estos detectores pueden revelar el paso de los neutrinos gracias a la llamada radiación de Cherenkov, un chispazo de luz que se produce en raras ocasiones por la interacción de estas partículas con el hielo o el agua.

Desde el corazón de la galaxia

En noviembre de 2013, los investigadores del IceCube publicaron en la revista Science la detección de 28 neutrinos astrofísicos, más difíciles de atrapar que los solares. “Ahora dicen que ya han llegado a 35”, señala Hernández a Ciencias Mixtas. “El anuncio de IceCube nos entusiasmó, porque el fondo del mar dispersa menos luz que el hielo y por tanto tiene mayor resolución de detección”.

Los científicos de ANTARES han tratado de verificar siete eventos detectados por el IceCube que se concentraban en dirección al centro de la galaxia, “un lugar muy interesante por lo que ocurre allí, como la posible existencia de un agujero negro supermasivo”, apunta Hernández. Sin embargo, el telescopio ha logrado pescar neutrinos solares, pero no astrofísicos. “Vemos pequeñas fluctuaciones, pero no son significativas para decir que hemos visto algo. No tenemos una señal clara”, admite el investigador.

La decepción es solo relativa, ya que ANTARES, un enano en comparación con el IceCube, ha probado su valor. “Hemos demostrado la tecnología y la física, que hace una década estaban en discusión. En el fondo marino podemos ver neutrinos con la precisión adecuada y gracias a una estructura que era un reto técnico, ya que nunca se había construido algo así en el mar”, alega Hernández. Siendo así, ¿cuál será el siguiente paso? “Hacerlo más grande”, afirma. “Ya sospechábamos que necesitábamos algo mayor”.

Y ese “algo mayor” ya está en marcha. Será el KM3NeT, el Kilómetro Cúbico, aunque en realidad sus sensores llegarán a ocupar un volumen marino de cinco a seis kilómetros cúbicos una vez que su construcción se haya completado. El nuevo telescopio europeo de neutrinos será “50 veces mayor que ANTARES y casi diez veces más sensible que el IceCube en su configuración actual”, detalla Hernández. El KM3NeT repartirá sus sensores entre dos emplazamientos en las costas de Italia y Francia.

España no participa

¿Y España? “Hay fosas marinas adecuadas, en torno a los 2.500 metros, por ejemplo en la costa balear”, reseña Hernández. Pero la norma es sencilla: el que paga, manda. Y de la financiación aprobada de 30 millones para la Fase 1, que finalizará en 2016, España no aportará un solo euro, ni ha promovido la campaña de estudios y mediciones que se habría precisado para proponer una localización idónea en nuestra costa mediterránea. “En Francia e Italia incluso participan las regiones concernidas, pero aquí la administración no se ha comprometido. No hemos dado el paso adelante”, se lamenta Hernández. “Se ha producido un parón de muchas infraestructuras de ciencia debido a la crisis, incluso de aquellas que ya estaban aseguradas”.

Pese a todo, Hernández y el resto de sus colegas del IFIC y de las Universidades Politécnicas de Valencia y Cataluña continuarán participando a través de sus propios presupuestos de investigación. “Estamos en un impass a ver qué ocurre, pero no queremos descolgarnos”, relata el físico, seguro de que el KM3NeT logrará replicar la señal del IceCube y descerrajar los secretos que ocultan las fuentes de rayos cósmicos. “Es una nueva era para la astronomía”, concluye.

2 comentarios

  1. Dice ser serdna

    Que raro que no participemos en un proyecto por no querer aportar dinero, a ver cuando se dan cuenta nuestros políticos que Europa ya solo puede competir en ciencia y desarrollo, el campo de las manufacturas con mano de obra barata hace tiempo que lo perdimos

    28 febrero 2014 | 16:29

  2. Dice ser Postpucio

    Aquí en España todo lo que suene a tecnología causa repudio a la mayoría de la gente. Es mejor gastarse el dinero en hacer nuevos campos de fúrbo, verdad? Anda que no nos queda morterá ni nada en este país de pandereta.

    28 febrero 2014 | 18:14

Los comentarios están cerrados.