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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Parque sí, marisma no

Cristina, una lectora cántabra, me escribe una preocupante carta donde explica el problema que está viviendo en su pueblo por culpa de una sentencia que obliga al ayuntamiento a desmantelar un parque construido ilegalmente.

Ocurrió hace 30 años en el corazón de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, la zona húmeda más importante de todo el norte de España, donde la corporación decidió desecar dos hectáreas del valioso humedal (propiedad de Costas) para levantar ilegalmente sobre él el primer parque público del municipio. Tras un larguísimo proceso judicial, una serie de sentencias obligan ahora a la restauración del lugar. Pero los vecinos están en contra.

¿Quien tiene razón, Cristina o los vecinos protestones?

Os copio a continuación su carta:

Hola! Lo primero que te voy a decir es: me encanta tu blog!!!

Me hace reflexionar, entretenerme y saca algo dentro de mí, que cada vez es más fuerte, ver el otro lado de las cosas, las que de verdad importan, en fin…

Quería comentarte con este mensaje lo que está ocurriendo en mi pueblo, Escalante, Cantabria.

Está rodeado de marismas. Y el parque que tenemos es un terreno ganado a la marisma; encima de ella está situado nuestro campo de fútbol y zona verde, preciosa, de verdad.

Desde hace unas semanas, los vecinos no paran de convocar reuniones, sentadas, protestas, fiestas protesta, etc. Todo esto -y más- porque se va a aplicar la ley que dice que hay que levantar el parque y darle su espacio a nuestra marisma.

Me gustaría aclarar que muchas tardes visito el susodicho parque, ¡al que no va nadie! Los niños no hacen uso de él, ni sus madres, si acaso los abuelos, que tienen ahí su petanca.

Me indigna salir a la calle y leer pancartas que rezan así: «No soy un pájaro y no puedo volar, no soy un pez y no puedo nadar, soy un niño y quiero el parque para jugar» (o algo similar, he olvidado la rima).

Ésta es muy fuerte: «Parque sí, marisma no». ¿¿¿¿Cómo que marisma no?????

«¿Dónde jugarán los niños?»

«Los jóvenes pelearemos por lo que es nuestro».

«Ecologistas cabrones».

Y así están empapelados los alrededores del parque y casi todos los balcones de este pueblo,y el parque sólo ha sido utilizado para hacer las fiestuquis antilevantamiento.

Estoy profundamente decepcionada con el mundo en general, ¿hasta cuándo este atropello hacia nosotros mismos?

No tengo palabras para expresar el malestar que me produce ver el desconocimiento, la desinformación, el borreguismo, etecé, etecé.

He pensado en escribírtelo a ti, no sé si te servirá para algo, que espero que sí. A mí me ha servido de desahogo.

Gracias!

Muchas gracias a ti, Cristina. Estoy contigo.

Fotos: Wikimedia Commons y El Diario de Escalante.

Castillos en el aire contra árboles en Alcorcón

El Pleno municipal de esta tarde en Alcorcón será movidito. Cientos de vecinos del barrio de San José de Valderas, convocados por el colectivo ciudadano Salvemos el Parque, han anunciado su presencia para lograr que el alcalde al menos les escuche. Están en contra del faraónico proyecto de construir el CREAA (Centro de Creación de las Artes de Alcorcón) en el Parque de los Castillos, una buena idea en un lugar equivocado. El complejo (184 millones de euros de inversión) pretende dinamizar culturalmente una ciudad de 180.000 habitantes, a cambio de mutilar gravemente una tercera parte del bellísimo parque de 14 hectáreas de jardines, fuentes, historia y arboledas, lugar de encuentro, deporte, juegos y oxígeno de los vecinos. Nada que objetar salvo quizá el sitio elegido, el pulmón verde del barrio, cuando sobran nuevas urbanizaciones despersonalizadas en los extrarradios del municipio donde el centro artístico haría el mismo o mejor servicio.

La de Alcorcón es una vieja historia. Cuando en 1989 el arquitecto estadounidense de origen chino Leoh Ming Pei levantó una gigantesca pirámide de cristal en el patio principal del museo del Louvre, todos se lanzaron primero a criticarlo y después a copiarlo compulsivamente por medio mundo. Lo mismo había ocurrido en 1977 con el Centro Georges Pompidou, de Piano y Rogers, una patada visual en el barrio parisino más clásico que ayudó en gran manera a revitalizar su viejo casco antiguo. Un cuarto de siglo más tarde España se sumó al carro del icono arquitectónico de la mano del bilbaíno museo Guggenheim, de Frank Gehry. Desde entonces, prácticamente ya no queda una ciudad española sin su museo de arte contemporáneo “de autor”, donde desgraciadamente los fabulosos (y carísimos) edificios construidos superan con creces las colecciones artísticas depositadas en su interior. Paralelamente, a su alrededor y a la sombra de esta “radical transformación artística” se suelen dar fabulosos pelotazos urbanísticos a golpes de recalificaciones, derribos y, se supone, jugosas comisiones.

Una vez más, los vecinos protestan por una renovación urbanística de su ciudad tomada en los despachos, sin una extensa y previa consulta general con el pueblo que ha dado el mando a estos políticos. Como en el siglo XVIII, a la sombra de este despotismo ilustrado de nuevo cuño todo se hace por el bien del pueblo pero sin escuchar al pueblo.

Hoy el alcalde de Alcorcón tiene la oportunidad de oír a una parte de sus electores. Prefieren un parque sin museo a un museo sin parque. Deberá tratar de convencerles o dejarse convencer por ellos. Pero por favor, no actúe como los Marqueses de Valderas, no levante un nuevo castillo donde ahora hay tan bellos árboles.