Toda la vida soñando siquiera con oler una copa de Château Petrus (probablemente el vino más caro del mundo), mendigar unas gotas de Romanée Conti o llorar por probar un sorbo de Château Latour, y la mitificación de los vinos franceses se me acaba de evaporar como un fresco Sauternes d’Yquem a la puerta del Congreso de los Diputados.
Rompiendo con las más viejas tradiciones vinícolas, los bodegueros franceses han anunciado la próxima adición en sus vinos más mediocres de serrín. Lo harán para darles un barato toque de roble sin necesidad de pasar por el costoso proceso de crianza en barrica.
La técnica ya la utilizan con éxito comercial en Australia y América, donde nunca han sido demasiado remilgados a la hora de usar corchos de silicona y tapones de rosca en sus mejores caldos. Pero lejos de quedarse solos, han logrado arrastrar por los lodos de la reducción de costes a la histórica Francia. En el país vecino, entre la subida del euro, el descenso del consumo interno y el aumento de la competencia, la industria vinatera está sufriendo una dura crisis de la que estudia salir a golpe de falsificaciones de este tipo. Autorizado el uso de virutas por la Unión Europea, la madera en polvo será por ello prontamente incorporada a la normativa francesa.
¿Y en España? ¿Echaremos serrín a las botellas de vino español? Me temo que, como en tantas otras cosas, copiaremos lo malo de nuestros vecinos.
Una pena. Tomado con moderación el vino, junto con el aceite de oliva, es uno de nuestros productos alimenticios elaborados más saludables. Base de nuestra dieta y cultura mediterránea, cada vez resulta, sin embargo, menos natural.
Nuestro progreso enológico corre así peligro de retroceder. Atrás quedan, definitivamente olvidados, los oscuros tiempos del vino de pitarra, reforzado con huesos de jamón y que las leyendas urbanas relacionaban con gatos muertos e incluso con soldados franceses asesinados durante la Guerra de la Independencia. Seguramente imbebibles, pero tan naturales como el chorizo. Tras la locomotora de Rioja llegó por fin el milagro de los Ribera del Duero, Priorat, Somontano y tantas otras regiones. Pero con la crisis la cosa se ha empezado a torcer.
Seguramente los empresarios, ávidos de buenos ingresos a toda costa, han hecho suyo el famoso brindis castellano:
¡Vino! Santa Divisa,
puesto que el cura lo bebe en misa,
bueno es que el pueblo lo beba en masa.
Demos paso pues ahora a los sulfitos, al serrín, a las viñas transgénicas y a los pesticidas. Todo sea por el mercado.
Me temo que lo de los cadaveres en las tinajas de vino no es leyenda urbana (ni pueblerina)y no se quedo en la guerra de la Independencia.
21 enero 2008 | 08:56
curisa droga que por arte del arrope de la iglesia católica ha llegado ha ser sagrada y bendecida cuando su consumo abusivo (alcohol)genera más de 15.000 muertes al año en nuestro país, y que aún así, es considerada como obra de arte gastronómica….
21 enero 2008 | 09:26
ESta Navidad organizamos una comida todos los primos hermanos de mi familia materna en un pueblo de La Rioja….Fue un encuentro muy bonito.Pero a lo que iba…. Lo que me alucinó fue ver cómo son los pueblos en La Rioja…Era un pueblo pequeño, de 1800 habitantes aproximadamente….Las casas parecen Falcon Crest….;las fincas……»pa» echarse a correr……;los coches de medio pueblo eran mercedes de entre 50 mil y 60 mil euros….. En fin….que el vino en la Rioja da para mucho….
21 enero 2008 | 15:43
la adicción de roblina(como se conoce en la Ribera del Duero) no es algo extraño. Pese a su prohibición por parte del Consejo Regulador, son muchas las bodegas que lo utilizan desde hace años, algunas de ellas muy reputadas.Y hablo desde el conocimiento que me da el trabajar como ingeniero agrónomo en ésta zona y colaborando con varias de las bodegas con más nombre.
22 enero 2008 | 20:30
Respondiendo a Asturcón.Me parece increíble que nos estafen a los consumidores añadiendo roblina o serrín de roble a vinos tan reputados (y tan caros) como los de la Ribera del Duero. Y que precisamente sean los grandes grupos financieros los más tentados en cometer este tipo de ilegalidades en busca de la rentabilidad fácil.
22 enero 2008 | 21:44
Segun tengo entendido, no mezclan directamente con el vino las virutas, sino que realizan un filtrado del caldo con la roblina, serrin u otras maderas, aqui en España se comenzó para exportar a Australia sobre todo, pues seguramente alli les gusta que el vino tenga un sabor marcado a roble.
26 enero 2008 | 12:31
Que bien.
24 septiembre 2008 | 13:25
respondiendo a andros.pienso que en el ultimo año de bachillerato se deberia educar haciendo cursos de cata a los jóvenes y aprenderles a apreciar los vinos (buenos) para salvarlos asi del peligro del alcoholismo,pues en los típicos «botellones» tan de moda ahora,se consume toda clase de alcohol pero de vino se consume muy poco y es una lástima porque el vino viene pegado a nuestra cultura desde tiempos remotos.
18 septiembre 2009 | 12:06