Archivo de agosto, 2020

¿De dónde proviene el término ‘talante’?

A través de la cuenta de este blog en Instagram  @yaestaellistoquetodolosabe2 he recibido un mensaje en el que me consultan de dónde surge el término ‘talante’ y si tiene algo que ver, etimológicamente, con el vocablo ‘talento’.

¿De dónde proviene el término ‘talante’?

El diccionario de la RAE nos da hasta cuatro acepciones para el término ‘talante’: ‘Modo o manera de ejecutar algo’; ‘Semblante o disposición personal’; ‘Estado o calidad de algo’ y ‘Voluntad, deseo, gusto’.

Como podemos apreciar, sus diferentes significados tienen que ver con el carácter o actitud de una persona que con su aptitud, la cual queda definida con el término ‘talento’.

Ambos se escriben de una forma muy similar e incluso hay quien suele usar una de esas palabras para referirse a la otra (y viceversa), aunque debería de ser utilizadas para hablar de cosas (estados) diferentes.

Hay discusión entre los etimólogos respecto a su origen, debido a que hay quien apuesta que comparte raíz etimológica con ‘talento’, o sea, que procede del latín ‘talentum’ (moneda de cuenta, unidad de peso) y éste del griego ‘tálanton’ (plato de la balanza con la que se pesaba las mercancías y productos en los mercados), aunque a diferencia de este término nos llegó a través del francés, escrito del igual (talante) y que para los galos significaba ‘carácter, manera de ser o de ejecutar algo’ (dándole nuestro idioma esa misma acepción).

Por otro lado, nos encontramos con quienes apoyan la etimología propuesta por el, recientemente fallecido, académico, lexicógrafo y célebre arabista, Federico Corriente Córdoba, que señalaba que la procedencia del término ‘talante’ no nos llegó a través del francés ni del latín sino que proviene del árabe ‘tál`ha’, cuyo significado era ‘semblante’.

 

 

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El torpe error que provocó echar la culpa al canadiense Gaëtan Dugas de haber llevado el SIDA a Estados Unidos

A inicios de 1980 todas las alarmas médicas de los Estados Unidos se dispararon al darse múltiples casos de una desconocida dolencia pulmonar que terminaba afectando a los pacientes con otras enfermedades de difícil o nulo tratamiento.

El torpe error que provocó echar la culpa al canadiense Gaëtan Dugas de haber llevado el SIDA a Estados Unidos

Lo sorprendente del asunto es que todos los casos que se habían atendido en los hospitales de San Francisco, Los Ángeles y Nueva York los aquejados eran varones homosexuales, por lo que desde un primer momento se le bautizó como ‘Gay-Related Immune Deficiency’ (Inmunodeficiencia Asociada a la Homosexualidad), aunque se referían a ésta por su acrónimo ‘GRID’.

El doctor William W. Darrow, desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, fue uno de los que más investigó y empeño puso por descubrir el origen de la enfermedad. Las investigaciones dieron como resultado de que se trataba del VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) y que no solo afectaba al colectivo homosexual.

En 1984 se realizó un censo de todas las personas afectadas por el VIH (que acabó popularizándose con el término SIDA) y al llegar al doctor Darrow la ficha de Gaëtan Dugas, canadiense de 31 años de edad fallecido pocos meses antes, le llamó la atención una anotación que había junto a su nombre que ponía ‘Patient O’, por lo que entendió que lo que allí indicaba es que se trataba del ‘paciente cero’ y a partir de aquel momento en toda la comunicación e informes que realizó identificó a Dugas como el ‘Patient Zero’.

Pero se trataba de un craso error, debido a que la nomenclatura que le habían pasado al doctor William W. Darrow  no quería decir paciente cero sino paciente no residente en EEUU (Patient Outside), pues en realidad se trataba de una o mayúscula y no de un cero.

Los informes de Darrow ya se habían distribuido y la prensa comenzó a investigar el pasado de Gaëtan Dugas, quien había trabajado como auxiliar de vuelo y a quien se le adjudicaron más de dos mil quinientos amantes homosexuales diferentes repartidos por prácticamente todo el planeta. Incluso comenzó a circular múltiples leyendas urbanas alrededor de él que indicaban que infectaba a propósito a sus ocasionales parejas sexuales.

Ese sambenito en la figura de Gaëtan Dugas se ha mantenido desde entonces y a pesar de que se sabe desde hace mucho tiempo que el asignarle a él el ser el Paciente Cero fue debido a un torpe error, se le sigue atribuyendo todavía hoy en día.

 

 

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¿En qué consiste un ‘burofax’?

Durante el verano de 2020 una de las palabras más utilizadas y comentadas en los medios de comunicación y redes sociales y que más búsquedas recibió en Google fue ‘burofax’, un término que hace referencia al servicio de comunicación utilizado por el futbolista Leo Messi para comunicar al Fútbol Club Barcelona su deseo de abandonar el equipo.

¿En qué consiste un ‘burofax’?

Más que la noticia en si, lo que más ha pilló por sorpresa a infinidad de personas fue el método utilizado por el jugador para hacer saber al club su decisión, debido a que la inmensa mayoría desconocían qué es un ‘burofax’ y en qué consistía.

Muchas eran las personas que sí sabía qué es un ‘fax’ (envío de un documento desde un terminal telefónico a otro), pero no les sonaba para nada a qué hacía referencia la parte inicial del término (buro-).

El burofax es un servicio ideado y gestionado originalmente por Correos de España y que consiste en el envío urgente de un documento pero al que se le da cierta oficialidad, tanto a la hora de recepcionar, entregar y el contenido del mismo, pudiendo servir como documento acreditativo ante un tribunal en caso de ser necesario.

La proliferación del fax, en la década de 1980, en numerosas empresas hacía que estas utilizaran esta nueva tecnología para el envío de documentación, pero muchas eran las ocasiones en las que algo que se había enviado y que requería cierta oficialidad podía no tenerla, ya que en ocasiones se daba el caso que por algún error las hojas llegaban en sin texto impreso e incluso que el destinatario dijese que solo había recibido hojas en blanco y, por tanto, no podía dar fe de haber recibido un documento o citación.

Por tal motivo, Correos decidió dar un paso de gigante hacia la modernización de uno de sus servicios más famosos (a la vez que antiguos) que era el telegrama, el cual había sido uno de los métodos utilizados a lo largo de la historia de los últimos dos siglos para comunicar noticias importantes, oficiales y urgentes y al que se le concedía cierta oficialidad.

Las oficinas de Correos estaban dotadas de máquinas de fax, pero en lugar de hacerse un envío de particular a particular lo que se ofrecía allí era que este servicio público (por aquel entonces pertenecía íntegramente al Estado el servicio de Correos) hiciera de intermediario, siendo el emisor una oficina y el receptor la correspondiente al destinatario, pudiendo dar fe los funcionarios de dicho envío y, además, garantizando que lo que se había recibido era exactamente lo que se mandó.

Se bautizó a este nuevo servicio como ‘Burofax’, en el que se unió al termino fax el de ‘buró’, el cual hacía referencia a una oficina o despacho.

Este servicio ha ido evolucionando con el paso del tiempo, dejando de ser una exclusividad de Correos y pudiéndose realizar envíos online, sin tener que presentarse físicamente en una oficina.

Desde entonces miles han sido los envíos realizados a través de este servicio que garantizaba la oficialidad y que ha servido para comunicar, entre otras cosas, despidos, ceses, noticias oficiales, nombramientos y todo aquello que, a la larga, podría haber necesitado de cierta oficialidad a la hora de ser presentado ante un tribunal como prueba.

 

 

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Fuente de la imagen: Correos

El curioso motivo de llamar ‘simposio’ a una conferencia o reunión de expertos

Conocemos como ‘simposio’ al congreso, asamblea o reunión en el que un número indeterminado de expertos (de una misma o varias disciplinas) debaten sobre algún tema, aclarando dudas y preguntas del público asistente.

El curioso motivo de llamar ‘simposio’ a una conferencia o reunión de expertos

El término fue recogido por primera vez en el diccionario de la RAE en su edición de 1992 con la acepción ‘Conferencia o reunión en que se examina y discute determinado tema’, que sigue manteniéndose en la actualidad.

Etimológicamente es un vocablo que proviene del griego ‘sympósion’ y cuyo significado era ‘festín’ o ‘banquete’, debido a que originalmente se denominaba de ese modo a la reunión que se realizaba para beber, comer y pasar una velada distendida.

Muchos de esos festines gastronómicos y etílicos acababan con largas e interesantes conversaciones entre los presentes sobre temas de suma importancia (política, filosofía…), que convirtió a ese tipo de reuniones en un lugar en el que grandes expertos de las artes y la filosofía debatían mientras eran escuchados por sus discípulos, propiciando que el término ‘simposio’ acabase denominando a aquella parte final del festín (el de las conversaciones) y no a todo el convite o festejo en si.

También cabe destacar la obra que el famoso filósofo Platón publicó en el siglo IV a.C. y  que conocemos como ‘El banquete’ (‘Sympósion’ se tituló originalmente) y que versa en una cena donde los comensales hablan de la vida y el amor distendidamente mientras comen, beben y se divierten. Este ‘diálogo platónico’ tuvo una enorme notoriedad y popularidad.

 

 

 

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Fuente de la imagen: vitenskapsmuseet (Flickr)

El curioso origen del ‘vademécum’

Conocemos como ‘vademécum’ al libro (normalmente voluminoso) en el que viene especificado todas las composiciones químicas, así como sus propiedades e indicaciones, de todos los medicamentos que se comercializan o elaboran y las enfermedades existentes y que es frecuentemente consultado por profesionales sanitarios (médicos, farmacéuticos…).

El curioso origen del ‘vademécum’

El origen etimológico del término ‘vademécum’ lo encontramos en la unión de los vocablos latinos ‘vade’ (va, viene, ven, camina, anda) y ‘mecum’ (conmigo) y su significado literal era ‘que va/viene conmigo’, haciendo referencia a un pequeño cuaderno o librito que muchos profesionales (de cualquier disciplina) llevaban consigo.

Se trataba de un cuadernillo que servía tanto para consultar datos específicos y relacionados con su oficio como para ir anotando todo lo concerniente al desempeño del mismo.

También podemos encontrar que varios siglos atrás se denominaba como vademécum a algunos pequeños ejemplares que los feligreses llevaban consigo y en el que iban anotadas algunas oraciones.

A partir de la Revolución Industrial, de mediados del siglo XVIII, se le llamó de ese modo a los manuales con las instrucciones específicas en el manejo y funcionamiento de las primeras máquinas que llevaban consigo algunos trabajadores y operarios.

Llamado vademécum (y aún de ese modo lo recoge el diccionario de la RAE en su edición actual) era el cartapacio en que los niños llevaban sus libros y papeles a la escuela. Ese mismo significado se le dio al término en su primera aparición en el diccionario oficial (Diccionario de Autoridades de 1739), en el que a ‘vademécum’ se le daba inicialmente la acepción de ‘Lo mismo que vade’ y a éste vocablo el ya explicado y relacionado con la carpeta de los estudiantes.

El cuaderno vademécum era portado por todo tipo de profesionales, pero con el tiempo acabó relacionándose, casi exclusivamente, con el libro de consulta médica y farmacéutica de medicamentos y enfermedades, habiéndose convertido en un libro voluminoso e incluso de varios volúmenes y, por tanto, perdiendo el sentido original del término (llevarlo encima).

 

 

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¿Qué es el ‘dogging’? (también llamado ‘cancaneo’)

Días atrás os hablaba del cruising, el cual consiste en furtivos y casuales encuentros en lugares públicos para mantener relaciones sexuales con desconocidos. Dicho término se utiliza específicamente para definir dicha práctica realizada por personas homosexuales.

¿Qué es el ‘dogging’? (también llamado ‘cancaneo’)

Pero algunos son los heterosexuales que también disfrutan de esta práctica pero en este caso son dos los términos que se utilizan: ‘dogging’ o su españolización ‘cancaneo’.

Básicamente consiste en lo mismo que el cruising pero con relaciones únicamente heterosexuales y en las que el vouyerismo (la RAE prefiere que digamos voyerismo) también tiene un papel importante, debido al morbo que ocasiona a quienes lo practican el poder ser vistos por otras personas.

Suele ser realizado por personas casadas o con algún tipo de relación estable que buscan nuevas emociones (dentro de su heterosexualidad) y el término dogging proviene a partir de la frase ‘voy a pasear al perro’ (de ‘dog’, perro en inglés), debido a que suele ser la excusa que se da a la pareja o familia para ausentarse durante un rato y que es aprovechado para acudir al punto de encuentro de su población donde se llevan a cabo ese tipo de relaciones esporádicas.

Muchos son quienes prefieren utilizar el término españolizado ‘cancanear’ para referirse a esta práctica, aunque hay ciertas discordancias sobre cuál es la procedencia de este vocablo, encontrando quien señala que viene a significar lo mismo que dogging (por can, de perro) y otros que acuden al diccionario de la RAE donde le da la acepción: ‘vagar o pasear sin objeto determinado’ (al igual que hacen los perros callejeros), pero no ofrece ningún origen etimológico.

Al igual que el cruising, el dogging o cancaneo tiene sus riesgos al practicar sexo, normalmente, no seguro con personas desconocidas.

 

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¿Qué es el procedimiento de ‘Habeas Corpus’?

Últimamente se han viralizado un gran número de videos en los que, ante una actuación policial, alguien se ha puesto a gritar ‘¡Habeas Corpus!’, exigiendo a los agentes de la autoridad a que lo trasladase a una dependencia judicial en lugar de llevarlo o encerrarlo en un calabozo, debido a que aseguraba que se trataba de un arresto ilegal.

Virales son también son los videos y publicaciones sobre el grupo de jóvenes estudiantes que han solicitado el mencionando ‘Habeas Corpus’ tras haber sido confinados en un hotel de Palma de Mallorca tras producirse un rebrote de la pandemia de Covid-19 coincidiendo con varios viajes de fin de curso.

¿Qué es el procedimiento de ‘Habeas Corpus’?

El procedimiento de Habeas Corpus se instituyó hace varios siglos con el fin de dar protección jurídica a un individuo cuando éste está en el convencimiento de que su detención no se ajusta a un delito penado con dicho castigo.

En España el Habeas Corpus está amparado por la Constitución Española, donde se recoge en el Título I,  Capitulo II ‘Derechos y libertades’, Sección 1ª ‘De los derechos fundamentales y de las libertades públicas’, Artículo 17 indicando en sus cuatro puntos el siguiente texto:

  1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, sino con la observancia de lo establecido en este artículo y en los casos y en la forma previstos en la ley.

  2. La detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos, y, en todo caso, en el plazo máximo de setenta y dos horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de la autoridad judicial.

  3. Toda persona detenida debe ser informada de forma inmediata, y de modo que le sea comprensible, de sus derechos y de las razones de su detención, no pudiendo ser obligada a declarar. Se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales, en los términos que la ley establezca.

  4. La ley regulará un procedimiento de «habeas corpus» para producir la inmediata puesta a disposición judicial de toda persona detenida ilegalmente. Asimismo, por ley se determinará el plazo máximo de duración de la prisión provisional.

Por poner un ejemplo práctico, un individuo al que pillan fumando un cigarrillo dentro de un local no debería de ser arrestado por tal hecho, debido a que el código considera ese acto como una infracción pero no como un delito, por lo que debería de ser advertido o, en su caso, sancionado con una multa económica. Pero en caso de ser detenido por esa infracción (lo cual sería totalmente ilegal en ese supuesto) tendría derecho a pedir el Habeas Corpus, solicitándolo de viva voz al mismo tiempo que, opcionalmente, levanta una de sus manos. En ese mismo momento el agente debería de paralizar dicho proceso de detención y llevarlo ante un juez de instrucción a la mayor brevedad posible.

Será entonces el juez quien deberá determinar (en un plazo máximo de 24 horas) si dicha detención se ajustaba al derecho penal o por el contrario se trata de un acto de arresto ilegal llevado a cabo por el agente de policía. En este último supuesto, el detenido quedaría en libertad inmediatamente.

Pero no todas las detenciones pueden acogerse al Habeas Corpus, siendo numerosas las ocasiones en las que un arrestado abusa del uso de este procedimiento jurídico y una vez puesto ante el juez instructor éste determina que las causas de la detención se ajustaban al código y, por tanto, el detenido será enviado de nuevo a las dependencias policiales para seguir todo el proceso de trámites, pudiendo provocar que pase encerrado en el calabozo hasta 72 horas más (que es el tiempo máximo estipulado por la ley).

Debemos tener en cuenta que el procedimiento de ‘Habeas Corpus’ no es algo que nos pueda librar de un castigo, sanción o detención (si así lo determina el correspondiente juez de instrucción) y que no se trata de unas ‘palabras mágicas’ con las que quedamos impunes de cualquier castigo o arresto, tal y como parece que creen muchas de las personas que aparecen en algunos de los videos virales que corretean por las redes sociales.

Aquí tenéis algunos ejemplos de esos vídeos:

 

 

 

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Post publicado a raíz de una consulta que he recibido a través del perfil en Instagram de este blog @yaestaellistoquetodolosabe2
Fuentes de consulta y más información: conceptosjuridicos / ilpabogados / 20minutos / jover-abogados / BOE (pdf)
Fuente de la imagen: thebluediamondgallery

‘Señor’, ‘senior’, ‘monseñor’ y ‘senador’, cuatro términos que comparten una misma raíz etimológica

‘Señor’, ‘senior’, ‘monseñor’ y ‘senador’, cuatro términos que comparten una misma raíz etimológica

Los términos ‘señor’ o ‘señora’ son de los más utilizados en nuestro vocabulario para referirnos a infinidad de cosas, entre ellas a modo de tratamiento hacia una persona, otorgar distinción a alguien, hacer referencia a quien manda, gobierna o es propietario de algún lugar, al que ya tiene cierta edad e incluso para referirnos a Dios o Jesucristo (masculino) y a la Virgen (femenino); entre los muchísimos usos que tiene (en el diccionario de la RAE se le da cerca de una veintena de acepciones).

Por su parte, ‘senior’ se utiliza únicamente en su forma masculina y se hace con el fin de señalar a alguien de más edad o categoría superior (por ejemplo en el deporte) e incluso para diferenciar entre un padre e hijo que se llaman del mismo modo.

‘Monseñor’ es un título honorario que es concedido por el papa de Roma a ciertos eclesiásticos de cierta relevancia. Al castellano llego desde el italiano ‘monsignore’ (mi señor) y este mismo vocablo también viajó hasta el francés donde dicho término (en la forma ‘monseigneur’) era utilizado para hacer referencia al príncipe heredero de la corona (el ‘Delfín de Francia’) y por extensión a los miembros de la aristocracia y nobleza.

El de ‘senador’ es un antiquísimo cargo público por el cual se nombraba a un hombre sabio y de mayor edad de la comunidad, ciudad o Estado, que tenía como cometido el aconsejar a los miembros del gobierno (magistrados, emperadores, cónsules…) y que hoy en día hace referencia al representante político de la Cámara Alta.

Estos cuatro términos, utilizados para referirse a cosas o personas de rango o estamentos muy diferentes, provienen de una misma raíz etimológica y que hacía referencia al miembro de mayor edad de un lugar.

Todos esos vocablos provienen del latín ‘senex’ cuyo significado literal era ‘viejo’, ‘anciano’ y que con el paso del tiempo fue derivando en diferentes términos.

Por ejemplo, ‘señor’ y ‘senior’, en su origen, se utilizaba para hacer referencia a lo mismo y fue a partir de la aparición de la eñe cuando se diferenció sus significados.

Curiosamente, durante largo tiempo se utilizó para referirse al dueño de alguna cosa, quien tenía dominio y propiedad sobre la misma, la forma ‘sor’ (que nada tiene que ver con una monja de una comunidad religiosa) y que era la síncopa de ‘seor’ y éste a su vez de ‘señor’.

 

 

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Fuente de la imagen: wordart

¿De dónde surge decir que algo ocurre ‘cada dos por tres’?

La expresión ‘cada dos por tres’ es utilizada para hacer referencia a aquellas cosas que ocurren con frecuencia, muy a menudo o de forma habitual.

¿De dónde surge decir que algo ocurre ‘cada dos por tres’?

Sobre el origen de la locución existen diversas teorías, no pudiéndose encontrar una única explicación sobre su procedencia y varias son las hipótesis que hay.

La más popular y que podemos encontrar en más publicaciones de la red es la que explica que la expresión ‘cada dos por tres’ tiene su origen en las matemáticas, debido a que desde siempre ha sido habitual utilizar los números y las operaciones aritméticas (entre ellas las multiplicaciones) en diferentes situaciones del día a día, poniéndose como ejemplo el “2×3” como equivalencia a asiduidad o frecuencia. Esta explicación, a pesar de ser ampliamente compartida, parece ser que no es la que tiene más posibilidades de ser la correcta.

También nos encontramos quien señala que posiblemente provenga del hecho de la probabilidad estadística de que un hecho se repita o se produzca con mayor frecuencia (pasar algo dos de cada tres veces).

Una tercera vía de explicación, no demasiado difundida pero con bastantes posibilidades de ser correcta, es la que indica que el origen de la expresión podría provenir del mudo del baile y más concretamente del ‘chachachá’; un ritmo cubano que surgió a mediados de la década de 1950 y que se hizo inmensamente popular entre la juventud de la época. A la hora de bailarlo era habitual seguir el compás que marcaba repetidamente un «dos, tres, chachachá».

Coincidiendo con los años de mayor auge y popularidad de este baile latino, la locución ‘cada dos por tres’ fue incorporada en la edición de 1961 del diccionario de la RAE con la acepción ‘Con frecuencia’.

 

 

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¿Cuál es el origen del ‘cruising’?

A pesar de que suene a neologismo, el término ‘cruising’ lleva un buen número de décadas utilizándose.

¿Cuál es el origen del ‘cruising’?

Hoy en día es ampliamente usado en los ambientes de sexo liberal y en las redes sociales podemos encontrar múltiples referencias a esta palabra en las que se indican aquellos lugares públicos de una población concreta en los que se puede tener encuentros furtivos y ocasionales para mantener una relación sexual con una persona desconocida.

Esos lugares pueden ser desde parques, lavabos públicos, estaciones de tren o autobús, accesos subterráneos, áreas de descanso de las autopistas, callejones, polígonos, aparcamientos, edificios abandonados… Todo aquel lugar semiclandestino y que tenga algún recoveco para ocultarse puede convertirse en un punto ideal para un encuentro sexual y casual.

El término cruising es utilizado para este tipo de práctica entre el colectivo gay y nació ante la necesidad de poder tener relaciones entre personas del mismo sexo en una época en la que la homosexualidad estaba perseguida y castigada. Hombres o mujeres aparentemente heterosexuales, casados y con hijos que llevaban una doble vida sin poder salir del armario ante el temor de ser represaliados, pero con sus necesidades emocionales y fisiológicas. De ahí que naciera hace varios siglos esta forma anónima y casual de tener sexo esporádico y de la que se tiene constancia de su práctica en los baños públicos entre homosexuales ya en época de la Antigua Roma.

El origen etimológico del término cruising es algo confuso: hay quien defiende que proviene del neerlandés ‘kruisen’ cuyo significado es ‘cruz’ y hace referencia a dos personas que se cruzan en un lugar o cruzan sus miradas, dándose el consentimiento para practicar sexo casual.

Por otra parte sitúan el origen del vocablo en un bar de ambiente gay llamado ‘Booze n’ Cruise’ y que se encontraba en las afueras de la población estadounidense de Albuquerque, en el Estado de Nuevo México. Un lugar de mucho tránsito debido a su situación en plena Ruta 66  y que a partir de la década de 1970 se convirtió en parada casi obligatoria de todos los homosexuales que por allí transitaban y que acababan manteniendo relaciones furtivas entre ellos.

A pesar de que el cruising se considera desde sus orígenes como una práctica realizada únicamente por homosexuales cada vez es mayor el número de hombres heterosexuales que frecuentan esos lugares con el fin de tener una experiencia nueva y diferente.

Cabe destacar que la proliferación de lugares y personas que realizan el cruising ha hecho que acabe convirtiéndose en una práctica de cierto riesgo, ya sea por el peligro de adquirir algún tipo de enfermedad de transmisión sexual (debido a que bastantes son quienes prefieren realizarlo sin ningún tipo de protección), además de los robos y ataques que han aumentado al ser utilizado por delincuentes que se infiltran en estos lugares, atraen a un esporádico compañero sexual y aprovechan para atacar y robar las pertenencias. Ante esos casos, algunas son las poblaciones en las que las autoridades han habilitado y acotado zonas específicas para el encuentro de sexo ocasional (y con un discreto control policial con el fin evitar cualquier ataque o robo), pero no suelen tener demasiado éxito debido a que pierde el encanto que posee el espíritu del cruising.

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