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¿Qué es el ‘ojo de boticario’?

A través de mi cuenta @curiosisimo en la red social TikTok, un usuario me pregunta a qué hace referencia la frase ‘ojo de boticario’.

¿Qué es el ‘ojo de boticario’?

Se conoce como ‘ojo de boticario’ a algo que nada tiene que ver con el órgano ocular de un farmacéutico o cualquier persona que atiende y despacha en una botica y que hace referencia a una especie de armario de la farmacia en el que se guardan ciertos medicamentos (o compuestos químicos para elaborar éstos) y, sobre todo, los estupefacientes, que solía estar colocado en un lugar seguro del establecimiento (como la ‘rebotica’, parte trasera de la apoteca).

Referida al mencionado mueble surgió la célebre expresión ‘Como pedrada en ojo de boticario’, la cual significaba que algo había ocurrido de manera muy oportuna. Se desconoce el porqué y cómo de originó dicha locución, aunque ya hay constancia de la misma en el Diccionario de Autoridades de 1726. Escribiré sobre esta expresión y sus posibles orígenes en un futuro post.

 

 

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde surge la expresión ‘Pedir árnica’?

La expresión ‘Pedir árnica’ está prácticamente en desuso pero durante mucho tiempo fue utilizada para hacer referencia a aquella persona que solicitaba algún tipo de compasión (el diccionario de la RAE define la locución como ‘Solicitar compasión, explícita o implícitamente, al sentirse inferior en ideas o acciones’).

¿De dónde surge la expresión ‘Pedir árnica’?

La árnica a la que se hace referencia es una planta que, a partir de la Edad Media y durante varios siglos, se utilizó frecuentemente (sobre todo en Centroeuropa) para elaborar medicamentos, bálsamos y ungüentos a los que se les atribuía todo tipo de propiedades (una especie de ‘panacea universal’).

El hecho de ser considerada como un ‘cura-todo milagroso’ es lo que dio pie a que aquellos que solicitaban algún tipo de compasión (perdón, clemencia, un favor…) se les señalada como que pedían árnica, popularizándose la expresión durante varios siglos.

 

 

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Fuente de la imagen: pikist

El curioso origen del ‘vademécum’

Conocemos como ‘vademécum’ al libro (normalmente voluminoso) en el que viene especificado todas las composiciones químicas, así como sus propiedades e indicaciones, de todos los medicamentos que se comercializan o elaboran y las enfermedades existentes y que es frecuentemente consultado por profesionales sanitarios (médicos, farmacéuticos…).

El curioso origen del ‘vademécum’

El origen etimológico del término ‘vademécum’ lo encontramos en la unión de los vocablos latinos ‘vade’ (va, viene, ven, camina, anda) y ‘mecum’ (conmigo) y su significado literal era ‘que va/viene conmigo’, haciendo referencia a un pequeño cuaderno o librito que muchos profesionales (de cualquier disciplina) llevaban consigo.

Se trataba de un cuadernillo que servía tanto para consultar datos específicos y relacionados con su oficio como para ir anotando todo lo concerniente al desempeño del mismo.

También podemos encontrar que varios siglos atrás se denominaba como vademécum a algunos pequeños ejemplares que los feligreses llevaban consigo y en el que iban anotadas algunas oraciones.

A partir de la Revolución Industrial, de mediados del siglo XVIII, se le llamó de ese modo a los manuales con las instrucciones específicas en el manejo y funcionamiento de las primeras máquinas que llevaban consigo algunos trabajadores y operarios.

Llamado vademécum (y aún de ese modo lo recoge el diccionario de la RAE en su edición actual) era el cartapacio en que los niños llevaban sus libros y papeles a la escuela. Ese mismo significado se le dio al término en su primera aparición en el diccionario oficial (Diccionario de Autoridades de 1739), en el que a ‘vademécum’ se le daba inicialmente la acepción de ‘Lo mismo que vade’ y a éste vocablo el ya explicado y relacionado con la carpeta de los estudiantes.

El cuaderno vademécum era portado por todo tipo de profesionales, pero con el tiempo acabó relacionándose, casi exclusivamente, con el libro de consulta médica y farmacéutica de medicamentos y enfermedades, habiéndose convertido en un libro voluminoso e incluso de varios volúmenes y, por tanto, perdiendo el sentido original del término (llevarlo encima).

 

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Hiperosmia: personas capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

Hiperosmia: personas que son capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

La ‘hiperosmia’ es la cualidad (calificada también como trastorno) de percibir olores que otras personan no son capaces de detectar.

Por poner un ejemplo: los afectados de ello son capaces de distinguir el aroma de una flor (por ejemplo el jazmín) entre un montón de escombros o detectar la fragancia de un perfume que lleva una persona cuando ésta todavía no ha llegado al lugar donde se encuentra. Otro ejemplo práctico podría ser la novela (y película homónima) ‘El perfume’ en la que el protagonista tenía un olfato excesivamente desarrollado.

Se ha detectado que algunas de las personas con hiperosmia lo hacen durante un periodo concreto de sus vidas y no continuadamente (aunque se han dado casos, es poco común que alguien lo padezca a lo largo de toda su existencia).

El que no afecte a un elevado número de personas ha hecho que se convierta en una patología poco investigada, por lo que no se conoce al cien por cien qué es lo que produce que algunas personas puedan estar dotadas de esa singular agudeza olfativa.

En ciertos casos la hiperosmia puede ser una ventaja, pero para la mayoría de los que la padecen puede llegar a convertirse en un suplicio, debido a que detectan hasta el más mínimo de los olores, por lo que los ‘malos olores’ (como los fétidos) los notan más exageradamente.

Curiosamente, quienes padecen de una hiperosmia ‘pasajera’ son algunas embarazadas (sobre todo al inicio y final de la gestación). El hecho de que afecte a las mujeres en estado se debe, principalmente, a un aumento de la concentración de estrógenos y progesterona.

Quienes también pueden verse afectadas por este trastorno son mujeres tras llegar a la menopausia; personas con algún trastorno metabólico (como la enfermedad de Addison, entre cuyos síntomas se encuentra la hipersensibilidad olfativa); de hipertiroidismo e incluso algunas alteraciones neuronales (debido al consumo de algunas sustancias alucinógenas) o que se encuentren bajo el síndrome de abstinencia de benzodiacepinas (tras un periodo prolongado consumiendo medicamentos psicotrópicos).

 

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Fuentes de consulta y más info: ncbi / xatakaciencia / sintomasdelembarazo / anosmia.info / ireneu / sciencedirect
Fuente de la imagen: aquamech-utah (Flickr)

¿Cuál es el origen de la homeopatía?

¿Cuál es el origen de la homeopatía?La homeopatía (considerada por unos como un modo de medicina alternativa, por otros como una pseudociencia inofensiva que lo único que produce en aquel que lo toma es el ‘efecto placebo’ y por una gran parte de personas como una soberana tomadura de pelo) fue creada por el médico alemán Samuel Hahnemann a mediados de la última década del siglo XVIII, en la que investigó y buscó métodos alternativos a la medicina convencional de la época, la cual todavía era muy precaria y con la que no estaba conforme. Cabe destacar que ese tipo de medicina con la que Hahnemann tenía discordancias era en aquel tiempo la que se basaba en realizar e intentar curar a través de los famosos desangrados/sangrías (pues se tenía el convencimiento que el exceso de sangre en las personas los hacía enfermar) y las purgaciones (o vaciado intestinal mediante laxantes) y en el que el resultado final para el paciente solía ser mucho peor que la propia enfermedad por la que había sido tratado. Sin contar que, por aquel entonces, se producían más fallecimientos que curaciones.

En sus años de juventud Hahnemann destacó por haber sido un gran estudiante, aprendiendo diversos idiomas que lo llevaron a leer innumerables obras de autores clásicos y de otras culturas, impactando en él la máxima ‘Similia similibus curantur’ (Lo similar se cura con lo similar) la cual decidió que fuese el principio básico de un nuevo tipo de medicina en la que se puso a trabajar e investigar: la homeopatía, dándola a conocer a través de un artículo titulado ‘Ensayo sobre un nuevo principio’ publicado en 1796.

Samuel Hahnemann, inventor de la homeopatíaEl término ‘homeopatía’ proviene de las palabras griegas homoios (similar) y pathos (sufrimiento), por lo que con esta palabra quedaba bien definido el concepto que aplicaba en su nueva doctrina: aquello que enferma a una persona sana debe ser lo mismo que la cure.

Probó en sí mismo los efectos que producía la ingesta de cinchona (planta de donde se extrae la quinina y que se usaba para tratar entre otras cosas el paludismo) comprobando que ésta le causaban unas fiebres altas similares a las que tenían aquellos que padecían malaria, por lo que esa similitud lo volvió a llevar a su concepto de ‘similia’ por el que regía sus conocimientos terapéuticos.

Pero Samuel Hahnemann quiso darle una vuelta de tuerca a ese aforismo, por lo que se planteo que si aquello que enfermaba a alguien estaba en estado puro lo que debía curarlo debería estar diluido.

Partiendo del erróneo concepto, que ya se tenía por aquel entonces, de que el agua tiene memoria comenzó a elaborar sus preparados, aplicándoles diluciones sucesivas, para que, después de un largo proceso, quedase en una proporción aproximada de 1:100. Son tantas las diluciones que se realizan que la mayor parte de los, mal llamados, medicamentos homeopáticos son simple y únicamente agua y, en la mayoría de casos, con un poquito de azúcar para darle sabor.

En los dos siglos que han pasado desde entonces, la medicina convencional ha evolucionado vertiginosamente, mientras que los conceptos de la homeopatía siguen siendo exactamente los mismos.

¿Cuál es el origen de la homeopatía?La mayor parte de la profesión médica y científica del planeta niega que la homeopatía pueda considerarse medicina, apuntando que el principio de la supuesta curación de los preparados homeopáticos se basa en el ‘efecto placebo’ y en el ‘a mí me funciona’ como argumento entre los defensores de esta medicina alternativa.

Cabe destacar los numerosos casos de ‘suicidios homeopáticos’ en los que personas voluntarias ingieren grandes cantidades de preparados homeopáticos no sucediéndoles absolutamente nada a sus organismos, siendo tan inocuo para ellos como el haber tomado simplemente agua.

Tal y como explica la web ¿Qué es la homeopatía?, la forma más habitual de preparación de una dilución homeopática es la siguiente:

Se coge 1 ml de la sustancia original (“tintura madre”) y se mezcla con 99 ml de agua. Se agita este preparado(*) y se obtiene una dilución de 1 CH (Centesimal de Hahnemann). A continuación, se coge 1 ml de este producto y se repite la operación; así se consigue una dilución de 2 CH. Cada vez que se realiza una de estas mezclas, la sustancia original queda diluida 100 veces más en el preparado final. Se supone que estos productos son más efectivos cuanto más diluidos están. Un simple cálculo permite saber que una dilución de 12 CH no contiene ya ninguna molécula del principio activo.

(*)Según las instrucciones de Samuel Hahnemann para realizarlo y ser más efectivo, cuando se agitaba el preparado debía ir golpeándose sobre una Biblia encuadernada en cuero.

 

 

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Fuentes de consulta: queeslahomeopatia.com / naukas 1 / naukas 2 / listadelaverguenza / ncahf / lacienciaesbella / charlatanes / magonia
Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / freedigitalphotos