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¿De dónde surge llamar ‘doctor’ a los médicos si muchos facultativos no lo son?

Es habitual que, a la hora de acudir a una consulta médica, nos dirijamos al profesional que nos atiende como ‘doctor’, aunque es probable que dicho facultativo no tenga un doctorado (pero sí la licenciatura y/o correspondiente especialización).

¿De dónde surge llamar ‘doctor’ a los médicos si muchos facultativos no lo son?

Y es que debemos tener en cuenta que no todos los médicos son doctores ni todos los doctores son médicos. El de doctor (doctora en su forma femenina) no es solo un tratamiento de cortesía y respeto que da un paciente hacia el especialista sanitario que le está atendiendo, sino que en realidad se trata de un grado alto de titulación académica que ha obtenido un profesional pero que no necesariamente tiene que dedicarse a la medicina (de ahí que encontremos doctores en otros campos tan diversos como la física, arquitectura, derecho, filosofía, periodismo…).

Etimológicamente el término ‘doctor’ proviene del latín medieval ‘doctor’/’doctoris’, que hacía referencia a un enseñante, derivando estos vocablos de ‘docēre’ (el que enseña) y estaba destinado, originalmente, a los enseñantes (profesores) y encargados de impartir clases de estudios superiores (universitarios). Antiguamente, a aquel que obtenía el doctorado se le asignaba una silla o asiento en una institución universitaria (cátedra), pero con el tiempo ambas titulaciones han acabado diferenciándose, dedicándose un catedrático normalmente a la docencia y un doctor a la investigación (aunque podemos encontrar que un mismo profesional realice ambas cosas).

El hecho de que por norma general a prácticamente todos los médicos se les denomine ‘doctores’, como tratamiento coloquial y de cortesía, se originó a raíz del término ‘docto’, el cual proviene del latín ‘doctus’ y que vendría a significar ‘el que tiene enseñanzas’, en relación a los conocimientos que posee, de ahí que, antiguamente, fuese muy común acompañar con el adjetivo ‘docto’ el nombre del profesional que poseía más conocimientos que los comunes, siendo el de los médicos uno de los colectivos de la sociedad con mayor preparación y estudios.

 

 

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Media docena de términos médicos que quizás no conocías

Según consta, el Diccionario de la RAE recoge alrededor de 2.500 términos relacionados con la medicina, algunos son muy comunes y conocidos por todos, pero otros no lo son tanto. En este post traigo media docena que quizás no conocías.

Media docena de términos médicos que quizás no conocías

Meteorismo: Abultamiento del vientre por gases acumulados en el tubo digestivo.

Dacriorrea: Exceso de flujo lagrimal.

Criptorquidia: Ausencia de uno o de ambos testículos en el escroto.

Amenorrea: Ausencia de flujo menstrual.

Intertrigo: Inflamación erisipelatosa producida por el roce de dos superficies cutáneas, acompañada de picazón y secreción más o menos abundante.

Ptialismo: Secreción permanente y excesiva de saliva.

 

 

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El curioso origen del ‘vademécum’

Conocemos como ‘vademécum’ al libro (normalmente voluminoso) en el que viene especificado todas las composiciones químicas, así como sus propiedades e indicaciones, de todos los medicamentos que se comercializan o elaboran y las enfermedades existentes y que es frecuentemente consultado por profesionales sanitarios (médicos, farmacéuticos…).

El curioso origen del ‘vademécum’

El origen etimológico del término ‘vademécum’ lo encontramos en la unión de los vocablos latinos ‘vade’ (va, viene, ven, camina, anda) y ‘mecum’ (conmigo) y su significado literal era ‘que va/viene conmigo’, haciendo referencia a un pequeño cuaderno o librito que muchos profesionales (de cualquier disciplina) llevaban consigo.

Se trataba de un cuadernillo que servía tanto para consultar datos específicos y relacionados con su oficio como para ir anotando todo lo concerniente al desempeño del mismo.

También podemos encontrar que varios siglos atrás se denominaba como vademécum a algunos pequeños ejemplares que los feligreses llevaban consigo y en el que iban anotadas algunas oraciones.

A partir de la Revolución Industrial, de mediados del siglo XVIII, se le llamó de ese modo a los manuales con las instrucciones específicas en el manejo y funcionamiento de las primeras máquinas que llevaban consigo algunos trabajadores y operarios.

Llamado vademécum (y aún de ese modo lo recoge el diccionario de la RAE en su edición actual) era el cartapacio en que los niños llevaban sus libros y papeles a la escuela. Ese mismo significado se le dio al término en su primera aparición en el diccionario oficial (Diccionario de Autoridades de 1739), en el que a ‘vademécum’ se le daba inicialmente la acepción de ‘Lo mismo que vade’ y a éste vocablo el ya explicado y relacionado con la carpeta de los estudiantes.

El cuaderno vademécum era portado por todo tipo de profesionales, pero con el tiempo acabó relacionándose, casi exclusivamente, con el libro de consulta médica y farmacéutica de medicamentos y enfermedades, habiéndose convertido en un libro voluminoso e incluso de varios volúmenes y, por tanto, perdiendo el sentido original del término (llevarlo encima).

 

 

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¿De dónde surge llamar ‘panacea’ al remedio medicinal al que se le atribuye curar diversas enfermedades?

¿De dónde surge llamar ‘Panacea’ al remedio medicinal al que se le atribuye curar diversas enfermedades?

Numerosos son los escritos antiguos en los que se relata cómo los alquimistas estaban en una continua búsqueda del remedio, ungüento o medicamento ideal que curase todas las enfermedades, el cual acuñaron como ‘Panacea universal’.

El término ‘panacea’, con el que se conoce a aquellos medicamentos o remedios a los que se les atribuye la eficacia de curar diversas enfermedades (no quiere decir que realmente la tenga), proviene de la Mitología Griega.

En ella se explica la historia de Asclepio, Dios griego de la medicina, quien tenía varios hijos e hijas (deidades menores) a las que se les había dotado de un don específico. Una de ellas era Higia a quien se le atribuía curar a través de la limpieza e higiene (dando origen su nombre al término higiene); otras de las descendientes eran Aceso y Yaso (quienes se ocupaban del proceso y la curación, respectivamente); Egle era la encargada del buen aspecto cuando se tiene buena salud y Panacea a la que se encomendó crear remedios para curar las enfermedades.

El nombre Panacea (en griego ‘Panákeia’) significa literalmente ‘la que lo cura todo’ y está compuesto por ‘pan’ (todo) y ‘akos’ (remedio).

Cabe destacar que, cuando se creó el ‘juramento hipocrático’ en el siglo V a.C. (juramento público, de carácter ético, que pronuncian quienes se gradúan en medicina), se incluyó al inicio del mismo los nombres de Asclepio, Higía y Panacea:

Juro por Apolo, médico, por Asclepio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia

En 1948, en la conocida como ‘Convención de Ginebra’, se modificó dicho juramento hipocrático, quitándole toda referencia a las deidades de la Mitología Griega.

 

 

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Fuentes de consulta: elcastellano / etimologias.dechile / Rae / Diccionario de mitología griega y romana de Pierre Grimal (Google books)

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El día que Louis Pasteur convenció a los médicos para que se lavaran las manos

El día que Louis Pasteur consiguió que los médicos se lavaran las manos

Desde la antigüedad una gran cantidad de científicos e investigadores estaban convencidos de que la mayoría de las enfermedades, así como muchos de los organismos (como moscas, mosquitos, plantas…) surgían espontáneamente a partir de la materia orgánica (conocido como teoría de la generación espontánea).

El 7 de abril de 1864 Louis Pasteur se presentó ante los académicos de la Universidad de la Sorbona de París y les ofreció una conferencia en la que pudo exponer, argumentar y demostrar, lo muy equivocados que habían estado hasta aquel momento en cuanto al conocimiento de cómo se originaban los microbios y microorganismos.

Utilizó novedosas técnicas para realizar la exposición que dejaron boquiabiertos a la inmensa mayoría de los presentes y les convenció de cómo estaban rodeados de todo tipo de bacterias, instándolos a ser lo más higiénicos posible en sus operaciones y tratamientos con los pacientes con el fin de conseguir quirófanos y consultorios lo más asépticos posibles.

Buena parte de los estudios y pruebas presentadas por Pasteur se basaban en el trabajo realizado durante varias décadas por el médico húngaro Ignác Semmelweis, uno de los primeros en demostrar la necesidad de lavarse las manos y mantener limpios los lugares en los que se realizaban intervenciones quirúrgicas y/o se asistían los partos. A pesar de sus advertencias sus consejos fueron desoídos por la mayoría de sus colegas.

A partir de aquella fecha, gracias al aporte de Pasteur y a las posteriores investigaciones de muchos otros científicos (entre ellos Joseph Lister inventor del antiséptico para desinfectar los quirófanos y que sirvió como base del enjuague bucal) las recomendaciones de Semmelweis se llevaron a cabo por los médicos, quienes tomaron conciencia y empezaron a lavarse las manos antes de cada intervención.

 

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¿De dónde surge llamar ‘médico de cabecera’ al facultativo de medicina general?

¿De dónde surge llamar ‘médico de cabecera’ al facultativo de medicina general?

Actualmente se utilizan los términos ‘médico de familia’, ‘médico de atención primaria’ o ‘médico general’ a aquellos profesionales de la medicina a los que acudimos en primera instancia cuando no nos encontramos bien de salud.

Pero hasta no hace demasiado tiempo la forma común para referirse a estos facultativos era con el término ‘médico de cabecera’ (de hecho todavía hay muchas personas que continúan utilizando ese modo de referirse a estos).

El motivo por el que se les empezó a llama de ese modo fue por la posición en la que se colocaba el médico cuando iba a visitar a un paciente: en la cabecera de la cama (tengamos en cuenta que antiguamente los médicos no solían tener consulta, sino que eran ellos los que se desplazaban hasta el domicilio del enfermo).

Muchas eran las ocasiones en las que el médico pasaba largas horas observando la evolución del enfermo y lo hacía situándose en la cabecera de la cama. Cuanto más importante y relevante era el paciente más tiempo pasaba allí el galeno, pero siempre situado/sentado junto a la cabeza. De ahí que con el tiempo se le llamase de ese modo a todos los profesionales que ejercían la medicina general.

‘La muerte madrina’ de los Hermanos GrimmCabe destacar que hay un buen número de historias y leyendas antiguas en donde se explican que la muerte siempre se coloca a los pies de la cama de la persona a la que se quiere llevar, mientras que el médico, que es quien debe retenerlo con vida, está situado en la cabecera. El relato ‘La muerte madrina’ de los Hermanos Grimm es un claro ejemplo.

 

 

 

 

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Fuentes de las imágenes: freestockphotos / escuelapedia
Agradecimientos a Dr. Julián Palacios (@medicorazon)

¿Por qué los médicos te dicen ‘diga 33’?

Podría parecer un capricho sin sentido o una broma, pero en realidad no es así, ya que el «33», que nos hace decir el médico que nos está visitando, no se trata de un número elegido al azar.

La pronunciación de la cifra «treinta y tres» permite al médico o especialista evaluar el frémito vocal, que a pesar de su extraño nombre no es más que la vibración de las paredes torácicas producida por el sistema broncopulmonar cuando hablamos, cantamos o gritamos, y así determinar si hay alguna alteración (vibraciones aumentadas o disminuidas indicativas de una enfermedad) o si todo es normal.

Existen dos modos de medirlo, el táctil mediante palpación, consiste en colocar la palma de la mano sobre todas las caras de la pared del tórax de forma simétrica y comparativa y solicitar al paciente que pronuncie un sonido resonante, por ejemplo 33, aunque también son útiles palabras como carretera o ferrocarril.

La otra variante es el frémito auscultatorio, un sistema de idéntico procedimiento sólo que se utiliza el fonendoscopio en vez de las manos, puede ser un método complementario ya que permite oír lo que previamente se ha palpado.

Lógicamente, según el país las palabras necesarias para producir esta reverberación varían, los  angloparlantes utilizan expresiones como ‘boy oh boy‘, ‘toy boat’ y ‘blue balloons’. Los alemanes emplean el vocablo ‘neunundneunzig’ que significa 99.

 

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Fuentes de consulta:  medicinajoven / lectorconstante / portalesmedicos / elergonomista