Ralf Kjeseth nació en Stavanger, una bellísima región sureña de Noruega famosa por el fiordo Lysefjord y el mundialmente conocido mirador pétreo de Preikestolen (El Púlpito). Pero a él le va más el norte. Por eso se ha ido a vivir al Círculo Polar Ártico, aunque no es tonto. Ha elegido el archipiélago de las Lofoten, apenas 25.000 habitantes, un paraíso de la naturaleza no tan helado como cabría esperar gracias a la cálida corriente del Golfo, lo que le permite disfrutar de un clima mucho más suave del que le correspondería. Aunque frío, hace frío.
A Ralf no parece preocuparle demasiado, ensimismado como está en la limpieza de un gran bacalao skrei de 14 kilos que acaba de pescar esta misma mañana. Con hábiles cortes de su afilado cuchillo va extrayendo el famoso hígado de bacalao que tanto hizo sufrir por su mal sabor a los niños de la postguerra española en un intento por acabar con el raquitismo. Separa también las huevas que me enseña orgulloso, pues era una robusta hembra. Y las lenguas, nuestras famosas cocochas, un delicado trabajo de extracción del que habitualmente se encargan en las Lofoten los niños.
«¿Vienes de España?», me pregunta sorprendido. «Creo que allí se come mucho bacalao noruego», afirma con un gesto orgulloso mientras retoma la tarea. Me explica que mañana volverá a hacerse a la mar en su pequeño barco, él sólo, igual que ha hecho hoy. Pero que saldrá muy pronto «porque por la tarde llega temporal de nieve». Lee el resto de la entrada »