El culebrón de la estrella misteriosa, capítulo…

Ignoro si hay más estrellas con cuenta en Twitter, pero Tabby la tiene. Tabby es esa estrella a la que en ocasiones anteriores me he referido por su nombre oficial, KIC 8462852. Pero dado que al parecer vamos a seguir hablando de KIC 8462852 durante un tiempecito, y aunque el Ctrl-C/Ctrl-V es tremendamente útil para casos como el de KIC 8462852, me van a permitir que me olvide de KIC 8462852 y la llame sencillamente Tabby, su sobrenombre oficial referido a su descubridora, la astrónoma Tabetha (Tabby) Boyajian. Y oficial, porque tiene otro alias que los científicos manejaron internamente durante las discusiones iniciales sobre el extraño comportamiento de la estrella: WTF (What The Fuck).

La estrella Tabby, señalada en el centro. Imagen de Aladin.

La estrella Tabby, señalada en el centro. Imagen de Aladin.

Resumo los capítulos anteriores de este folletín, que los interesados podrán consultar en detalle aquí, aquí y aquí: en 2013, los datos del telescopio espacial Kepler revelan la existencia de una estrella a unos 1.500 años luz, bautizada como, ejem, KIC 8462852 (esta sí es la última vez) y que no se parece a nada de lo visto hasta ahora: periódicamente la estrella reduce su brillo en más de un 20%, como si algo muy grande pasara por delante de ella.

Los científicos sospecharon que podría tratarse de un enjambre enorme de fragmentos de una familia de cometas, pero algunos más aventurados sugieren que podríamos encontrarnos ante el primer signo de tecnología alienígena a gran escala, en forma de una colosal infraestructura construida alrededor del astro para cosechar su energía. Estas estructuras, que según su configuración se llamarían anillos de Dyson, esferas de Dyson o enjambres de Dyson, no son una idea sobrevenida ad-hoc, sino que fueron inventadas por la ciencia ficción antes de que en 1960 entraran formalmente en la discusión científica de manos del físico Freeman Dyson.

La idea de los cometas ganó peso gracias a otros estudios que favorecían esta explicación. Por otra parte, las observaciones del Instituto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) y de la nueva organización SETI International no han logrado detectar ni señales de radio ni pulsos láser procedentes de Tabby que pudieran delatar la actividad de una civilización tecnológica; y el perfil de infrarrojos de la estrella no muestra el exceso de calor desprendido que se esperaría si una estructura estuviera cosechando su luz. Es decir, que las pruebas apuntan a una explicación natural sin hombrecitos verdes.

Sin embargo, en el capítulo anterior expliqué que alguien dice haber refutado la teoría de los cometas. El astrónomo Bradley Schaefer ha rescatado un siglo de observación de Tabby a través de las viejas placas fotográficas de vidrio almacenadas en el archivo del Observatorio de Harvard, llegando a la conclusión de que la estrella perdió un 20% de su brillo entre 1890 y 1989. Schaefer razona que esta atenuación a largo plazo debería tener la misma explicación que la transitoria y periódica observada ahora, y calcula que se necesitarían 648.000 cometas de 200 kilómetros para provocar el efecto; algo del todo imposible, concluye.

Pero ahora viene otro estudio a negar las conclusiones de Schaefer. Michael Hippke y Daniel Angerhausen han analizado las placas del archivo de Harvard para otras 28 estrellas de tipo F, el que se presume para Tabby, y llegan a la conclusión de que en 18 de ellas se observa el mismo tipo de presunta atenuación a lo largo de un siglo. Schaefer había analizado otras dos estrellas en las cuales no había detectado este efecto; pero al ampliar la muestra, según Hippke y Angerhausen, se deduce que probablemente no existe tal atenuación, sino que es un error experimental debido a una mala calibración al digitalizar las placas. Esto no afectaría a la observación original de Kepler, dicen los dos científicos, pero sí al supuesto efecto a largo plazo descrito por Schaefer.

Naturalmente, esto no iba a quedar así. Schaefer ha respondido en el blog Centauri Dreams, y no precisamente con tibieza: alega que el estudio de Hippke cae en «horribles fallos de principiante», que algunos de sus datos son «basura», que sus conclusiones son «falsas» y, en resumen, que el trabajo «no es buena ciencia». La basura a la que Schaefer se refiere es una cierta cantidad de placas que Hippke incluyó en su examen y que están reconocidas por el propio archivo como defectuosas o deterioradas, y que por tanto no contienen datos válidos. El investigador aporta otros argumentos bastante convincentes: por ejemplo, dice que examinó cinco estrellas de control que aparecen a pocos milímetros de Tabby en todas las placas, sin que ninguna de ellas muestre ningún efecto de atenuación. Y lo cierto es que Schaefer goza de gran reputación en el estudio de placas astronómicas antiguas, mientras que Hippke admite ser un «novato», según escribe Schaefer.

El comentario de Schaefer ha provocado una encendida discusión entre los especialistas. Hay quienes se decantan por la probada profesionalidad de Schaefer, pero otros, como mínimo, le reprochan una reacción que califican de arrogante. De momento, parece claro que el ataque de Hippke al trabajo de DASCH, el proyecto que se encarga de digitalizar el archivo de placas de Harvard y al que el investigador atribuye los errores, no ha sentado demasiado bien a nadie. Según Schaefer, el estudio de Hippke ha vertido una mancha sobre la reputación del archivo digitalizado de Harvard que costará borrar.

A la espera de los próximos episodios del culebrón, el caso tiene un especial interés no solo por el misterio que aún rodea a Tabby, sino porque estamos asistiendo a algo bastante insólito. Ni el estudio de Schaefer ni el de Hippke se han publicado aún; ambos están disponibles en la web de prepublicaciones arXiv, donde los físicos suelen poner sus trabajos a disposición de la comunidad antes incluso de que pasen el filtro de la revisión de cara a su publicación formal en una revista. Los científicos suelen discutir los estudios en esta fase, pero no es habitual que este debate llegue al público como está ocurriendo ahora, ni que se estén refutando trabajos publicitados en los medios por otros trabajos que aún tampoco se han publicado. Ciencia fresca e inmediata gracias a internet… pero si la revisión ya no actúa como filtro, la ciencia corre el mismo peligro que todo lo demás en internet: llegar a un punto en el que sea difícil diferenciar el hecho del rumor.

5 comentarios

  1. Dice ser Marcos

    Hola. Interesante resumen, es la primera vez que leo este blog. Solo aclarar una cosa. WTF para este objeto viene de Where is The Flux? Que fue el título que llevaba uno de los primeros artículos sobre este objeto. Y se sigue hablando de la WTF star en los congresos a los que he asistido. Saludos.

    02 febrero 2016 | 11:32

  2. Dice ser Daniel L.

    la ciencia tb. es eso que no entiendes pero que te lo tienes que creer a pies juntillas porque lo dicen unos señores que han estudiado mucho o que han cobrado mucho.

    02 febrero 2016 | 13:30

  3. Dice ser la malla cósmica XRay

    ¿Si ponemos dos satélites sartelitando en órbitas alejadas y lanzamos a cada uno un rayo de determinada propiedad creando muro malla, y si colocamos más, entonces podremos hacer una radiografía del planeta capturando anomalías en la spartículas que la atraviesan o de rebote. A rayo lanzado o atravesado solar le corresponde una respuesta. Si la respuesta varía, la materia incluso anulándola, se adivina?

    02 febrero 2016 | 16:31

  4. Dice ser tresspass

    Todo cuerpo celeste o no celeste, existente, es atravesado por flujo de materia.

    02 febrero 2016 | 16:32

  5. Dice ser jabalin

    #2, qué va, no es cierto, no tienes por qué creer lo que dicen esos señores, puedes creer en elefantes rosas invisibles o en lo que te venga en gana, allá tú…

    03 febrero 2016 | 10:21

Los comentarios están cerrados.