Centros de Vacunación Internacional, enredados en la burocracia kafkiana

Si usted tiene planeado viajar próximamente a algún país de riesgo de enfermedades infecciosas y piensa acudir a un Centro de Vacunación Internacional (CVI), esto le interesa. Este artículo no trata de ciencia; sí de viajes, y de algo tan mixto como la política sanitaria. Más concretamente, de las consecuencias de su kafkiana burocracia sobre el sufrido ciudadano, sin olvidar su impacto sobre los profesionales implicados.

Imagen de US Army.

Imagen de US Army.

Comienzo relatando mi experiencia personal, que luego ampliaré al caso general. En el número 57 de la calle Francisco Silvela de Madrid se encuentra el más clásico de los CVI de la capital, presente allí desde que uno tiene memoria viajera. Con los años se han ido añadiendo otros centros, pero el de Silvela ofrece ciertas ventajas que, por ejemplo, no existen en el CVI del Hospital Carlos III. En este último, el servicio online de cita previa excluye a quienes viajamos con niños, obligándonos a ocupar una mañana entera colgados al teléfono, tratando una y otra vez de llamar a una línea que, o comunica, o suena sin que nadie descuelgue.

El motivo de esta distinción en el caso de los niños es que a estos no se les atiende en el Carlos III, sino en la Unidad de Pediatría del cercano Hospital La Paz. Las citas para ellos se conciertan también en el servicio telefónico del Carlos III, si uno consigue comunicar con él; pero se hace de forma individual: una cita diferente para cada adulto en el Carlos III, una cita diferente para cada niño en La Paz. Y el hecho de tener que visitar dos hospitales distintos no completa el circuito: si además hay que pagar tasas de vacunación, esto debe hacerse en un tercer lugar, una sucursal bancaria cercana. Todo un viaje antes del viaje.

En comparación con este engorroso proceso, el CVI de Francisco Silvela es rápido e indoloro. La web permite seleccionar la cita para el número total de personas, niños incluidos. Todo se hace allí, en la misma planta, incluyendo el pago de las tasas. Pero el centro de Francisco Silvela también esconde una sorpresa que al parecer es reciente, y que encaja perfectamente dentro del concepto kafkiano de la burocracia.

Si uno lo necesita, se le despachan las recetas de los medicamentos oportunos, como el Malarone –quimioprofilaxis contra la malaria– o el Vivotif –vacuna oral contra la fiebre tifoidea–. Pero cuando uno se presenta en la farmacia con sus recetas, allí le espera la sorpresa: las recetas del CVI de Francisco Silvela no son las oficiales de la Seguridad Social, por lo que no dan acceso al precio subvencionado del medicamento. En el caso del Malarone, la diferencia es de 2,6 euros a más de 26. Es decir, que aunque uno haya acudido a un centro público oficial, las recetas que allí se entregan son el equivalente sanitario de los billetes del Monopoly: completamente inútiles.

Con perplejidad, y sin poder recordar que esto me haya ocurrido en ocasiones anteriores, me pongo en contacto con el/la médico que me atendió en el CVI. Como no tengo permiso expreso para mencionar su nombre, lo dejaremos en Juana. Juana me explica que, en efecto, las recetas que hacen allí no son de la Seguridad Social (SS). “Para que en la farmacia apliquen la subvención tendréis que ir con las recetas oficiales que os hace vuestro médico de la SS”, añade. Juana me confirma además que la memoria no me falla: “Sé que en tiempos pasados sí se hacían aquí recetas oficiales, pero dejaron de suministrarlas, no sé qué problema hubo”.

El quid de la cuestión es que el CVI de Francisco Silvela no depende orgánicamente del sistema sanitario gestionado por la Comunidad de Madrid, sino del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas (MINHAP); es decir, de la Delegación del Gobierno. Y dado que el CVI no pertenece al Servicio Madrileño de Salud, no expide las recetas oficiales del Servicio Madrileño de Salud; a todos los efectos, un centro público despacha recetas que tienen la consideración de privadas. Juana reconoce que “respecto a la desconexión de administraciones, es algo que se debería arreglar, todos pensamos que no tiene ningún sentido, pero ya sabes: donde hay patrón…».

Para tratar de entender el alcance del problema a una escala más general, me pongo en contacto con Rosa López Gigosos, Jefa de Servicio de Sanidad Exterior del Centro de Vacunación Internacional (CVI) de Málaga. La doctora me confirma que no se trata de un problema exclusivo del CVI de Francisco Silvela, sino que afecta a muchos otros centros por todo el territorio del Estado. En concreto, me precisa, actualmente hay unos 30 CVI dependientes de la administración general del Estado (entre ellos, el de Francisco Silvela o el de Málaga), y unos 60 pertenecientes a las Comunidades Autónomas (como el del Carlos III) o a los Ayuntamientos (como el de la calle Montesa de Madrid).

“En casi todos los CVI dependientes del Estado los médicos carecen de talonarios de recetas de la Seguridad Social (del sistema autonómico de salud de la Comunidad donde el CVI se encuentra ubicado)”, señala López Gigosos. “Por tanto se prescribe en recetas, iguales a las privadas, sin financiación por parte de los sistemas autonómicos de salud”. “La forma de obtener una receta financiada es solicitar una cita con el médico de cabecera correspondiente y, si es tan amable, expedir de nuevo las recetas recomendadas por el médico de Sanidad Exterior” (la cursiva es mía).

Y todo esto, ¿por qué? La respuesta es sencilla: “En España, la Sanidad Exterior es una competencia exclusiva del Estado (establecida como tal en la Constitución), y los CVI son una parte de la Sanidad Exterior”, detalla López Gigosos. Con la transferencia de las competencias sanitarias a las CC AA, surgió un problema: la Sanidad Exterior era intransferible porque requeriría una reforma constitucional. Para permitir que las administraciones autonómicas pudieran disponer de sus propios CVI, se dio un rodeo legal, aplicando una fórmula de encomienda de gestión para ceder la titularidad a otras administraciones que sí tienen en su poder ese papelito mágico, la receta oficial.

CARTEL_CVIEn concreto, en Andalucía hay seis CVI del Estado (Almería, Huelva, Cádiz, Algeciras, Sevilla y Málaga) y uno de la Junta, en Granada. Este último, según López Gigosos, es el único de toda la Comunidad andaluza que administra las vacunas de forma gratuita y emplea recetas de la Seguridad Social. Así que un granadino pagará 2,6 euros por un envase de Malarone, mientras que un onubense deberá pagar diez veces más; a no ser que consiga una receta oficial por parte de su médico de cabecera o que esté dispuesto a recorrer casi 350 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

En resumen, y para López Gigosos, “el panorama es complejo, las desigualdades importantes, y el resultado caótico e injusto”. Pero además del impacto para el ciudadano individual, la doctora destaca su efecto sobre la eficacia de la Sanidad Exterior. Cuando los usuarios son obligados a acudir al médico de cabecera después de su visita al CVI para conseguir una receta oficial, “muchos viajeros desisten al primer contratiempo”. “Con este recorrido se pierde lo que llamamos oportunidad vacunal para numerosas vacunas como tétanos-difteria, hepatitis A y B, fiebre tifoidea, etc.”, apunta.

Por último, López Gigosos subraya también que el problema afecta a los CVI con los profesionales más cualificados y, a la vez, peor pagados: los centros dependientes del Estado utilizan especialistas que “suelen tener una formación excelente en vacunaciones de viajeros” y cuyos sueldos “son más bajos que los de cualquier otra administración”. Por el contrario, los CVI de las CC AA operan como una función más dentro del servicio de medicina preventiva y “los médicos suelen estar menos especializados”. Y por supuesto, en los centros autonómicos ofrecen toda la gama de vacunas posibles, mientras que en los estatales solo disponen de cinco, compradas con presupuesto de la Delegación o Subdelegación del Gobierno.

¿Solución? López Gigosos explica que tanto ella como sus colegas, a través de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (AMSE), han denunciado el problema “en reiteradas ocasiones”. En su día se reunieron con la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, que “comprendió bien la necesidad de mejorar todos los aspectos deficientes de la Sanidad Exterior, pero hubo cambio de gobierno antes de que hubiera tiempo de desarrollar los cambios”. Y el problema de fondo, concluye la doctora, es que todo esto “apenas interesa a nadie”.

¿Por qué no interesa? Los países desarrollados y solventes tienen ciudadanos que viajan; acogen a una población inmigrante que de vez en cuando regresa a visitar a sus familias; y generalmente mantienen vínculos históricos y comerciales con regiones del mundo afectadas por enfermedades infecciosas tropicales. Por todo ello, tienen sistemas de sanidad exterior y salud del viajero que son una referencia y un modelo para el resto del mundo. Aquí tenemos profesionales especializados que no solo dispensan una atención sanitaria excelente, sino que además firman publicaciones en las mejores revistas internacionales de salud del viajero y medicina tropical. Pero están enredados en un laberinto de burocracia kafkiana. Y con ellos, también lo estamos nosotros.

8 comentarios

  1. Dice ser Rita

    A ver si entiendo el propósito de todo esto. ¿Se va de viaje al extranjero por ocio, o para lo que sea, y no le parece bien pagar 26 euros por persona por una vacuna que les puede salvar la vida?. Si fuera un viaje de trabajo, lo pagaría la empresa.

    Estamos muy acostumbrados al todo gratis. No me parece bien pretender que les paguemos sus vacunas, máxime cuando el viajecito le costara a usted varios cientos de euros por persona.

    25 julio 2015 | 11:58

  2. Dice ser nml

    Lo de 26 euros ni tan mal, pero hay vacunas como la de la encefalopatía japonesa que cuestan 85 euros la dosis, y hay que ponerse dos. Cuando fui a comprarla ayer casi me mareo, y no del pinchazo. Y también estamos los que tenemos que irnos por motivos laborales, no de ocio, ya que vamos a estar allí años, no días o semanas. Y eso de que lo paga la empresa… ejem. Tengo que soltar 100 euros nada más llegar a mi destino para que me realicen un examen completo en un hospital, que ni quiero, ni he firmado, y que me impone la empresa y el país de destino para deportarme en caso de que lleve alguna enfermedad que no les guste.

    Así que eso de que lo paga la empresa… déjeme dudarlo.

    25 julio 2015 | 12:10

  3. Dice ser Saciar

    Acudí a ese mismo centro en Madrid antes del verano y a continuación fui con el papel a mi médico de cabecera y enfermera y me dieron las recetas y vacunas sin problemas.

    25 julio 2015 | 13:46

  4. Dice ser Una

    Yo no arriesgaría la vida de mis hijos obligándoles a viajar a un país con riesgo de enfermedades infecciosas. Por ejemplo, este año Olot no es buen sitio, hay mucha gente a favor de los que no vacunaron a sus hijos de difteria… hasta que hubo un caso.

    Estás en tu derecho de no viajar a países donde no correrían ese riesgo, pero allá tú.

    Hazte un seguro anti eso, lo digo porque hay gente que no podemos viajar por falta de efectivo y tenemos subidas de impuestos para ciertos rescates.

    Has hecho lo que estaba en tu mano, pero porque tú querías. Con lo fácil que es viajar a Navarra, o a bah, por aquí. Más chulo, muchas veces más barato, un lugar desconocido donde hay gente como tú, y encima más seguro.

    25 julio 2015 | 14:11

  5. Dice ser Mara

    La verdad es que no entiendo el problema. Yo he tenido que hacer uso del centro de vacunacion internacional hace algunos meses, en Sevilla. Fui y me dijeron que vacunas necesitaba (Entre ellas vivotif y hepatits A) y que me fuera a mi medico que el me las recetaba…fui a mi medico, alli directamente me pusieron la de la hepatitis A y me recetaron el resto…con mi receta fui a la farmacia y listo. La verdad es que o no te entendido bien o tu queja es que no tienes ganas de, ademas de ir al centro de vacunacion, ir a tu medico de cabecera.
    A mi me parece logico que sea mi medico de cabecera, que me conoce y sabe que otros medicamentos/enfermedades tengo, sea quien me recete los medicamentos, no una señora que no me conoce de nada y que solo sabe que si me voy a Peru me tengo que poner X vacunas.

    25 julio 2015 | 19:32

  6. Dice ser Abraxas

    Vamos a ver. Aquí solo veo comentarios negativos al respecto del autor del post. Yo tuve una experiencia problemática similar el año pasado, además en el mismo centro que comenta. Nadie pide que las vacunas sean gratis, que algunas lo son (las de la hepatitis poir ejemplo). El problema es el siguiente, entre otros: Cuando quieres viajar a un lugar donde probablemente hagan falta vacunas, lo normal es ir a tu médico de cabecera para informarte. El mío me mandó directamente a Vacunación Internacional.

    Una vez que tienes cita, simplemente te aconsejan, no te dan ninguna receta (a mi no me dieron nada). Y te mandan de nuevo al de cabecera para que te las den.

    Todas las vacunaso pastsillas, dependiendo de donde vayas, no las cubre la Seguridad Social, pero te las debe recetar el médico, ya que alguna, en la farmacia no te la dan sin receta.

    A mi me hizo una con un garabato en un papel y la farmaceútica me dijo que no valía, que hay unas oficiales, aunque no las pague la seguridad social y que te la tiene que dar.

    Vuelta al médico a por lo mismo. Después me recetaron una vacuna, que ya NI EXISTÍA, y que fue sustituida por otra. Otra vez al médico para que me diera una receta con el medicamento actual. Que me volvió a mandar a Vacunación Internacional para confirmarlo, y en V.I me dijeron que no me daban receta, que tenía que volver al de cabecdera.

    Si hay alguien que eso no le parecde kafkiano…

    Y por cierto, a los que no hacen más que soltar baba, que sí, que Pamplona es muy bonita, pero a algunos nos apetece de vez en cuando conocer más cosas.

    Hay algunos que tienen menos empatía que una lechuga. Si alguna veaz en vuestra vida intentáis hacer un viaje y os hacen falta estas cosas, seguro que los que desbarran por aquí no pensarán lo mismo.

    25 julio 2015 | 20:18

  7. Dice ser Marta

    Yo también he acudido este año a un Centro en Madrid, en mi caso el de la calle Montesa; allí, por 35 euros me pusieron las vacunas necesarias (entre ellas encefalitis japonesa, por un comentario que he visto) y me facilitaron un documento para mi médico de familia que fue quien me hizo la receta de vivotif (3 euros en la farmacia). Con respecto a este post, unos comentarios:
    -si quiero irme de viaje de ocio, entiendo que me pago mis vacunas y que algunas (no todas) tengo la suerte de que están subvencionadas.
    -si la baja maternal, por ejemplo, te la da el médico de cabecera y no un ginécologo (especialista), el mismo caso es para las recetas. De todas formas, es cuestión de preguntar y no de suponer que en la farmacia val lo q dan en el Centro Internacional.
    -en el aso de otras Comunidades no sé cómo funciona pero en Madrid, del que se habla, es sencillo pedir cita, pagar tasas y conseguir las recetaa necesarias.

    25 julio 2015 | 23:53

  8. Dice ser Lorena

    Pues yo entiendo al autor del post. Soy medico de familia y no me parece normal que yo tenga que hacer las recetas mandadas por otro medico (cual secretaria) y que le tengamos que poner algunas vacunas en el centro de salud. Perdida de tiempo para el paciente y para el centro de salud (burocracia absurda, luego os quejais de las esperas para las citas). Lo normal es que en el centro de vacunacion internacional le resolvieran todo. Y para los que decis que se lo resuelvan todo en el centro de salud…nosotros no tenemos por ejemplo la encefalitis japonesa ni la fiebre amarilla, por poner algun ejemplo, asi que tienen que ir al cvi si o si.

    26 julio 2015 | 00:44

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