¿Volverá Plutón al club de los planetas?

Muchos podrán arguir que el estatus de Plutón como planeta o como otra cosa diferente importa un ardite. Que no va a cambiar la vida de nadie. Que no va a afectar al precio de las hipotecas, ni a la supervivencia de los afectados por ébola, ni a los índices de paro, ni a la evolución de la guerra en Irak y Siria. Y tienen razón. Pero tampoco afectan a ninguna de estas variables las pataduras de meta (como ella diría) de una ahora más que famosa presentadora de televisión y sin embargo todo el mundo parece seguirlas con fruición, mientras que yo me he enterado de este nuevo fenómeno mediático a través de unos buenos amigos y colegas periodistas que vinieron el domingo a comer a mi casa. Cierto que ella, la presentadora, también cobra de mis impuestos. Pero quisiera conocer las cifras de audiencia de su programa antes y después de todo el revuelo tuitero. Y si no me equivoco, de eso trata la televisión, para quien la quiera.

En fin, cada uno a lo suyo. A diferencia del caso del nuevo monstruo popular, la historia de Plutón al menos enseña ciencia. Ilustra sobre la historia del descubrimiento científico, sobre cómo se crean y se derriban dogmas, sobre cómo se establecen los consensos gracias a las discusiones entre los expertos, y sobre lo mucho que hemos avanzado en el conocimiento desde finales del pasado siglo XX. Por todo esto, el caso merece cierta atención, dejando de lado el hecho de que para algunos frikis de los que conocimos a Plutón como planeta la degradación de categoría supuso un ultraje a la memoria de nuestros días de mocos y zapatos Gorila, como si de repente se decidiera que Roger Moore no fue digno del papel de 007 y sus películas se doblaran de nuevo para renombrar al personaje como el agente 00235.

Para quien no sepa de qué estoy hablando, explicaré que en tiempos de mi infancia existían nueve planetas en el universo. El conocimiento de estos compañeros de la Tierra en su viaje cósmico es casi inmemorial, ya que existen registros de observaciones de los planetas interiores desde tiempos de los astrónomos babilonios en el segundo milenio antes de nuestra era. De los exteriores, Urano y Neptuno tuvieron que esperar hasta los siglos XVIII y XIX, respectivamente. Plutón llegó el último, en 1930, por lo que solo los más ancianos recordarán haber estudiado en su infancia un Sistema Solar con ocho planetas. Pero entretanto se fue descubriendo otra multitud de objetos en nuestro vecindario espacial, muchos de ellos de apariencia esférica y algunos, como Eris, rivalizando en tamaño con el más pequeño y lejano de los planetas de pleno derecho.

Impresión artística de Plutón. Imagen de JHU/APL.

Impresión artística de Plutón. Imagen de JHU/APL.

 

Esto último creaba cierta confusión e incomodaba a los astrónomos más puntillosos con la cuestión taxonómica. Así que en 2006 la Unión Astronómica Internacional (UAI) organizó un congreso en Praga el que se puso a debate si todo seguía como hasta entonces, si había que admitir nuevos miembros en el club de los planetas, o si por el contrario había que rescindirle a Plutón el carné de socio. Todo dependía de la definición formal de planeta a la que se llegara por acuerdo entre los astrónomos. Y el 24 de agosto de ese año, la asamblea general de la UAI aprobó una resolución por la cual un planeta debe reunir tres características: orbitar en torno al Sol, tener la suficiente masa como para adoptar forma más o menos esférica, y haber limpiado su órbita de otros objetos. Plutón no cumple la tercera condición, por lo que fue inmediatamente despojado de sus galones y rebajado a la categoría de planeta enano de tipo plutoide.

La decisión fue respaldada y respetada por muchos expertos, pero para otros fue como si les arrancaran una pierna; sobre todo para los responsables de la sonda de la NASA New Horizons, que sobrevolará Plutón el 14 de julio de 2015. De repente, los científicos a cargo de la misión habían visto cómo esta pasaba de ser la antorcha que iluminaría para la ciencia humana el último de los planetas del Sistema Solar, a estudiar un simple objeto transneptuniano de segunda división. Otros que se sintieron agraviados fueron los estados de Illinois y Nuevo México (EE. UU.), donde respectivamente nació y falleció el descubridor del ya planeta enano, Clyde Tombaugh. En ambos territorios se aprobaron sendas leyes que restauran el título de planeta para Plutón cuando este atraviesa sus cielos. La controversia llevó a la American Dialect Society a elegir como palabra del año el término «plutoed«, definiendo el verbo «to pluto» como devaluar algo o a alguien. Y me pregunto por qué no habremos adoptado los castellanohablantes su equivalente «plutear», que además tiene un atractivo paralelismo fonético.

Personalmente y sin ánimo de pretender valor estadístico, la mayoría de los expertos con los que he hablado a lo largo de estos años se muestran de acuerdo con la resolución de la UAI, a pesar de que solo un 4% de sus miembros votó el acuerdo. Pero lo cierto es que las principales críticas a la decisión, dejando de lado las sentimentales –para los anglosajones, el antes planeta comparte nombre con el perro de Mickey Mouse–, han venido de la propia comunidad científica. En primer lugar, ciertos astrónomos consideran que la tercera condición deja fuera a otros planetas, incluida la Tierra, que viajan acompañados por miles de objetos en su órbita. Pero sobre todo, objetan algunos, la norma de la UAI olvida los aproximadamente 1.800 planetas extrasolares descubiertos hasta ahora: está claro que ninguno de ellos orbita en torno al Sol y no se puede demostrar que sus órbitas estén limpias.

Es de esperar que el año próximo el acercamiento de New Horizons a Plutón avive la discusión, pero la caída en desgracia del ex-planeta no deja de ser motivo de debate. El último hasta hoy se ha celebrado el 18 de este mes en la sede del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge, Massachusetts (EE. UU.). En el acto participaron el historiador de la ciencia Owen Gingerich, que presidió el comité de la UAI responsable de la definición de planeta, el director asociado del Centro de Planetas Menores, Gareth Williams, y el director de la Iniciativa Orígenes de la Vida de Harvard, Dimitar Sasselov. Este último aportaba la visión del experto en exoplanetas, mientras que Williams representaba la postura oficial. Gingerich admitió que un planeta es un concepto cultural cambiante y se mostró partidario de restaurar la gloria perdida de Plutón, lo mismo que Sasselov, quien definió un planeta como la porción más pequeña de materia esférica formada alrededor de estrellas o restos estelares, lo que se aplica sin reservas al antiguo planeta. El vídeo completo del debate está disponible aquí.

Por fin, al final del acto se invitó a la audiencia a votar, y esta compró la definición de Sasselov. Es decir: al menos para el público que asistió al debate, Plutón sigue siendo lo que siempre fue. «Nada va a cambiar mañana, y la Tierra puede seguir siendo un planeta», bromeó el moderador, David Aguilar. Y nada cambiaría en cualquier caso para casi nadie. Salvo el gasto en nuevos libros de texto, claro.

7 comentarios

  1. Dice ser Chus

    Había leído algo de que Plutón volvía a estar en el candelero, aunque no tenía muy claro quien estaba impulsando la iniciativa. Recuerdo las reacciones cuando degradaron a Plutón y fue muy curioso ver la pasión que levantó en la calle. Un tema astronómico copando titulares y generando manifestaciones. Vivir para ver. A mí siempre me pareció que tenía cierta lógica y tampoco me pareció un desprecio al pobre Plutón cuando a determintado tipo de cuerpos estelares se les llamaba por su nombre (Plutoides). Y hubo mucha gente que o no se enteró de aquello o no se lo quiso tragar. Recuerdo una discusión con mi hermana, maestra de primaria, sobre el sistema solar. No hubo manera de convencerla de que nuestro sistema solar ya tenía solo 8 planetas, ni con los enlaces oficiales de la UAI. Supongo que ella y toda aquella gente se alegrará si Plutón vuelve al club de los planetas otra vez.
    Lo que más me ha sorprendido es la definición de planeta de la UAI en pleno siglo XXI. Vamos, que pese a saberse ya que otros sistemas solares tenían planetas definimos planeta solamente como aquel que orbita alrededor del sol. Si a todo lo de fuera lo llamamos exoplaneta puede tener sentido, diferenciando así por nombre si orbitra a nuestro Sol o a otra estrella, pero me deja un cierto regusto homocentrista el tema. En fin, ya nos enteraremos que pasa con Plutón, que esperemos sea más o menos definitivo. Tienen que tenerlo mareado al pobre, jejejeje.

    Un saludo.

    30 septiembre 2014 | 10:54

  2. Dice ser Jose

    para mi nunca se fue

    30 septiembre 2014 | 12:44

  3. Dice ser Francisco

    ¿Aceptamos como planetas a Eris, que es más grande que Plutón e incluso tiene un satélite llamado Dysnomia? ¿Aceptamos a Makemake, a Sedna, a Orcus, a Quaoar?

    30 septiembre 2014 | 12:55

  4. Dice ser Chus

    Buen apunte, Francisco. Entiendo que si Plutón vuelve a ser planeta, todos o casi todos los que nombras deberían serlo también. Así de paso conseguimos que a las nuevas generaciones les de la risa con la lista de los reyes godos si consiguen aprenderse el listado completo de planetas del sistema solar :oD

    30 septiembre 2014 | 13:16

  5. Dice ser cross

    Hay una fórmula para la precedencia orbital que marca qué cumple y qué no la 3ª regla, y dicha regla deja a la Tierra como planeta y a Plutón como planetoide. Para empezar porque la relación de masa entre Tierra y Luna es mucho mayor que entre Plutón y Caronte (los dos se parecen en que pueden considerarse planetas binarios). Por otra parte, en ningún momento se afirma que los planetas extrasolares no sean planetas, porque la primera regla dice «alrededor de un sol», no «alrededor del Sol», que es nuestra estrella. En cuanto a lo contaminada que esté de troyanos la órbita, también hay fórmulas para aproximarse, pero obviamente, según el momento de la observación, los resultados varían. De hecho casi cada año se descubre un «ricitos de oro» (planeta que puede albergar vida) y poco después se desecha cuando se obtienen más datos (casi siempre basándose en la interacción con otro objeto estelar más conocido). A mí me parece que Plutón va a seguir estando fuera del club de los planetas. Si no, como dice Francisco, incluso media docena de asteroides del cinturón entre Marte y Júpiter podrían ser considerados planetas (en el artículo se olvidan afirmar que durante muchísimo tiempo, mucho más que Plutón, Ceres fue considerado planeta).

    30 septiembre 2014 | 14:39

  6. Dice ser Con 8 basta: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno.

    De Plutón que fue oficialmente planeta de 1930 a 2006 y desde entonces se considera «planeta enano» desde luego que no debe volver a ser planeta porque existen en el Cinturón de Kuiper muchos objetos astrónomicos de su mismo tamaño y es evidente que no tiene objeto ni lógica el nombrar planetas a objetos de menos de 2.000 kilómetros de diámetro es decir más pequeños que la Luna de la Tierra.

    Con 8 (planetas) basta. Uy, la frase me ha quedado muy años 70. Lo siento.

    30 septiembre 2014 | 18:17

  7. Dice ser cross

    @Dice ser Con 8 basta: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno.: curiosamente, el tamaño no es una condición para ser planeta. De todos modos no es necesario, ya que hace falta un tamaño mínimo que varía según la composición para alcanzar el equilibrio hidrostático (esfericidad), que es la segunda condición.
    Por cierto, la Luna tiene 3500 km de diámetro, y Plutón más de 2000.
    Además, si un cuerpo tiene menos de 2000 km de diámetro, las posibilidades de que no haya añadido a la suya la masa de los cuerpos que orbitan con él, no es muy alta, de modo que tampoco cumpliría la tercera condición, la de precedencia orbital.
    Si al final, las cosas están mejor pensadas de lo que parece.

    01 octubre 2014 | 16:49

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