Biología sintética y los ingenieros de Alien: ¿vuelven los ‘carros de los dioses’?

Aún no he tenido ocasión de ver el nuevo fascículo de la saga Alien. Los que aún tenemos polluelos estamos un poco limitados en nuestras salidas, así que más allá de lo puramente cinematográfico, todavía ignoro qué nuevos hilos aporta Alien: Covenant sobre la trama básica de la serie que comenzó a desvelarse en Prometheus, y que planteaba el argumento de una civilización alienígena autora de nuestra existencia, a la que se daba el nombre de «los ingenieros».

Uno de los ingenieros de 'Prometheus'. Imagen de 20th Century Fox.

Uno de los ingenieros de ‘Prometheus’. Imagen de 20th Century Fox.

La idea de que podríamos ser las criaturas de algo superior es posiblemente tan antigua como el pensamiento humano, algo natural en una especie capaz de intentar comprenderse a sí misma. Para algunos académicos, es un ejemplo de lo que el biólogo evolutivo Stephen Jay Gould llamó exaptación, una característica que surge como subproducto de una adaptación favorable: nuestra capacidad cognitiva nos resulta útil para la supervivencia, pero también nos mete en camisas de once varas a la hora de tratar de explicar la naturaleza, incluido nuestro propio origen.

Así, para algunos expertos, ideas como Dios o los llamados antiguos astronautas tienen orígenes psicológicamente parecidos. Hay quienes en la misma línea añaden otros fenómenos, como las teorías de la conspiración o lo que se conoce entre sus adeptos como el Nuevo Orden Mundial: en todos los casos se supone la existencia de una inteligencia oculta que es responsable de las cosas que ocurren, las cuales ocurren con un propósito diseñado por esa inteligencia oculta.

Es curioso, porque la idea ha ido tomando diversas formas en función del estado del conocimiento humano en cada época y de lo que se denomina el Zeitgeist, el signo de los tiempos, o lo que la gente piensa en cada momento histórico. En tiempos antiguos era lo sobrenatural: los dioses o el Dios; más modernamente la ciencia introdujo el positivismo natural; y en el siglo XX hubo quienes trataron de crear una narrativa continua entre ambas formas de pensamiento: los antiguos astronautas, popularizados en los años 70 por autores como el suizo Erich von Däniken y sus «carros de los dioses», que para este autor y otros eran un fenómeno natural –alienígenas– interpretado por sus presuntos testigos como uno sobrenatural –dioses–.

Hay quienes han situado el origen de las ideas de von Däniken en fuentes muy dispares, desde la mitología de Cthulhu de H. P. Lovecraft y su escalofriante novela En las montañas de la locura (por cierto, mitos que el escritor inventó como simple ficción), hasta las especulaciones del mismísimo Carl Sagan sobre antiguos contactos alienígenas. También se acusó al autor suizo de haber plagiado las ideas de otros.

Pero naturalmente, la hipótesis de von Däniken es pseudociencia, no corroborable ni refutable por métodos científicos, y que por tanto puede perpetuarse en la mente de quienes creen en ello sin tener que rendirse jamás a ninguna evidencia contraria. Lo cual, entre otras cosas y unido a lo provocador de la idea, mantuvo un rentable nicho de mercado para su autor, con independencia de que él realmente creyera en ello. Otros también han encontrado su filón en argumentos similares, como el español J. J. Benítez.

Paralelamente, dentro del ámbito de la ciencia hay también una larga tradición en la propuesta de que la vida pudo llegar a la Tierra desde el espacio; se conoce como panspermia. De hecho, suele atribuirse al filósofo griego Anaxágoras la primera mención de este término, al que en el siglo XIX se le dio una definición más científica como la siembra de vida a través del universo mediante microbios presentes en cuerpos viajeros; por ejemplo, asteroides y cometas.

La panspermia ha tenido sus defensores más significados en dos astrónomos, el británico Fred Hoyle y su alumno, el ceilanés Chandra Wickramasinghe. El primero, ya fallecido, aportó valiosos hallazgos sobre los procesos físico-químicos en las estrellas, además de acuñar el término Big Bang, aunque fuera con una intención irónica hacia una teoría en la que no creía. Pero tanto Hoyle como Wickramasinghe se han distinguido por sus propuestas estrambóticas y contrarias al conocimiento científico, como el rechazo a la evolución biológica o la afirmación de que la llamada gripe española de 1918 y otras graves pandemias llegaron a la Tierra desde el espacio. Hoyle llegó a decir que la posibilidad de que surja una célula a partir de sus componentes básicos es como si un tornado barre una chatarrería y ensambla un Boeing 747.

Entre la comunidad científica, la panspermia como la definieron Hoyle y Wickramasinghe provoca ceños fruncidos, cuando no reacciones más airadas. Lo cierto es que no existe ningún indicio para pensar que un microbio pueda sobrevivir a un largo viaje espacial en una roca, ni siquiera en estados de latencia como las esporas. Por el contrario, en los últimos años se han encontrado pruebas de que ciertas moléculas orgánicas propias de la vida sí pueden hacer tales viajes, una versión más débil de la panspermia que sí cuenta con el apoyo de algunos científicos. Y que no solo es diferente, sino casi opuesta a lo defendido por Hoyle y Wickramasinghe, ya que para estos no puede surgir la vida a partir de componentes simples.

Hay una tercera modalidad de panspermia aún más arriesgada, que es la dirigida: la idea de que la vida en la Tierra ha sido deliberadamente sembrada. Así volvemos a los antiguos astronautas de von Däniken o los ingenieros de Prometheus. Lo curioso es que esta idea también pseudocientífica ha obtenido casi más interés por parte de algunos científicos que la panspermia de Hoyle y Wickramasinghe. Uno de sus proponentes más notables fue Francis Crick, el codescubridor de la doble hélice de ADN; aunque en su descargo debe aclararse que Crick publicó su hipótesis en 1973, antes de saberse que el ARN es capaz de replicarse por sí mismo sin la intervención de otras moléculas.

Ya he mencionado arriba que Sagan, sin proponérselo, inspiró a autores como von Däniken al especular sobre posibles antiguas visitas alienígenas a la Tierra. El astrofísico y divulgador fue devastadoramente crítico con las ideas del suizo, y sobre la hipótesis de Crick escribió: “aunque no sabemos de nada que rigurosamente excluya la idea de la panspermia dirigida, de igual modo no hay nada que la apoye fuertemente”. A pesar de lo que circula por internet, no hay ninguna prueba de que Sagan creyera en teorías de antiguos astronautas, y en cambio sí hay pruebas de lo contrario.

Lo más llamativo de todo esto es que, según conté ayer, hoy podemos encontrar científicos reputados como Adam Steltzner, ingeniero jefe del rover marciano Curiosity, reflexionando públicamente y sin rubor sobre ideas que no son otra cosa que panspermia dirigida, antiguos astronautas e ingenieros. Por supuesto que Steltzner no estaba sentando cátedra cuando lo dijo, pero tampoco era una charla de café, sino una conferencia anual en Washington dedicada a explorar las fronteras de la ciencia. Y Steltzner es un ejemplo, pero no el único. Los biólogos sintéticos trabajan bajo la premisa de que esta tecnología puede avanzar espectacularmente en la recreación de múltiples procesos naturales de la vida. Y como también conté ayer, algunos no son contrarios a la idea de que estos avances, tal vez conseguidos ya por civilizaciones más avanzadas, puedan propagarse a través del universo. Dos y dos son cuatro.

Cuando Elon Musk, el magnate de SpaceX que quiere llevarnos a Marte, afirma que muy probablemente seamos el resultado de una simulación informatizada de nuestros futuros descendientes, en el fondo no es más que una nueva versión digital de la panspermia dirigida. Una diferencia esencial entre gente como von Däniken y gente como Musk es que los segundos se ganan el respeto con sus progresos reales. Y con ello, están extendiendo ideas audaces que están calando entre la comunidad científica, aunque solo sea como ciencia-espectáculo.

No creo que a Ridley Scott, artífice de la saga Alien, le haya pasado por alto el hecho de que con sus ingenieros tal vez haya pinchado en una veta de renovada actualidad. Es difícil determinar cuáles son causas y cuáles efectos. Pero en fin, todo esto está bien en la medida en que favorece la reflexión, la discusión y la creación de historias para que pasemos un buen rato en el cine. Siempre que no olvidemos que a día de hoy no tenemos absolutamente ningún indicio de que realmente haya alguien más en el universo.

4 comentarios

  1. Dice ser Rompecercas

    Pero en qué quedamos…unos cineastas o escritores plantean hipótesis fantasiosas y entonces es pseudociencia, pero si los etiquetados como científicos especulan igual de fantasiosamente entonces es que de momento no hay pruebas y no se califica…

    Bajo los criterios aquí expuestos, la ciencia es también un tipo de pseudociencia, con pretensiones de eliminar todas las otras pseudociencias, menos perfecta de lo que se pretende.

    25 junio 2017 | 23:47

  2. Dice ser puede ser equivocado o certero,pero si es posible...

    Imaginando unas cosas se llega a otras.
    Leonardo Da Vinci imaginó un mundo donde lso humanos podían hablarse al instante y tocarse desde hemisferios diferentes. Imaginar sobre colonización extraplanetaria, con el instinto de supervivencia latiendo para prevenir fracaso, puede abrir camino hacia la búsqeuda del motor de la vida y su desarrollo en el propio hasta el último detalle.
    Habría que pensar si las profecías se cumplen porque se desarrolla la capacidad humana para lograrlas (muy peligroso en otros idearios, como los fines del mundo…), si bien están clavadas en nuestra genética desde siempre y vamos despertándolas poco a poco (habría que localizar ese sustrato en el cerebro q las mantuviera latentes durante tanto tiempo) o si simplemente son producto del azar. Pero el simple hecho de imaginar y asu pone un avance evolutivo.

    26 junio 2017 | 12:14

  3. Dice ser la histeria global no es buena

    Hawking dice que tenemos de 200 a 500 años para cambiarnos de planeta.
    Tampoco es eso.
    Imaginemos que fuera así. A ver. Sería mayor devastación saber que esa ventana temporal es cierta. AL gente se pondría muy mal, que ya estamos bastante. Seres humanos sabiendo que todo se acaba, y si no se acaba, sin solución a escapar. Que tampoco es eso. Hay que tomarse las cosas con calma.
    Si las temperaturasvan ascendiendo progresivamente, sin un tope habitable para los humanos, si se deserifican tirras de labranza de toda la vida, si el agua es escasa y no se encuentra manera de potabilizar la del mar, (grafeno igual soluciona el problema), si estas pequeñas grandes cosas suceden, tal vez ni 100 años nos esperan en buena onda. Estamos pasando por un momento muy delicado y lo que no se puede hacer es continuar asalvajados pensando que la Tierra nos ama y limpia todo lo que le echamos para que estemos happy forever. Que no. Ya se podría acuñar el término terrorista ambiental y tratarlos como tales (cárcel incluida) a quienes provoquen devastación y contaminación brutal. Se acabaab el rollito del contaminar en un instante. Pero, ¿qué pasa? Que hay mucha frontera, mucho cerco, que interesa a lso del tráfico de armamento, mucha mala idea impuesta por unos cuantos para que el resto las siga… als patrias, la sbanderas… Así no se puede.
    Las dictaduras no molan, son antivida. El ser humano bruto es el peor enemigo del planeta.
    Eso sí, habrá una generación humana que verá que todo se acaba, tarde o temprano, eso sí. Pobrecitos.. es pensarlo… q horror…

    28 junio 2017 | 10:49

  4. Dice ser activación del YO en otra parte

    Habrá que encontrar un modo de evaporarse del planeta y localizar mundos donde «concienciarse».
    ¿En qué momento de la preinfancia se adquiere el sentido del YO, del aquí, del ahora? Es rotundamente interesante darse cuenta de que vivimos en uno de los momentos históricos de la Humanidad, millones de años de evolución, y justo ahora, con el beneficio del estado de bienestar, medicinas, medios de transporte, ocio, alimentación como nunca antes entregada a criatura sintiente y pensante. Es muy extraño darse cuenta de que se vive en un momento tan benéfico, tan dado a la evolución rápida, tecnología, gbiología, conocimientodel cuerpo, rapidísima proyección del humano conocimiento hacia adelante. Habrá que buscar lemodo de concienciarse en otra estrella del Universo. ¿Y si el sentir del YO no fuera sólo en el aquí y en el ahora, desde nunca, desde siempre? No coetáneo, no múltiple… o tal vez… sutilemente en distante plano sensibilizado….

    https://www.youtube.com/watch?v=syTyga3lVL0

    30 junio 2017 | 00:03

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