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¿De dónde proviene del término ‘bobalicón’?

Según encontramos en la actual edición del diccionario de la RAE la acepción que le da al término ‘bobalicón’ es la de ‘adjetivo aumentativo coloquial de bobo’. Pero este no es un neologismo o vocablo de reciente incorporación, sino que encontramos que ya quedaba recogido en los primeras publicaciones de la academia, entre ellos el Diccionario de Autoridades de 1726, donde, aparte de señalar que se trataba de un aumentativo o una voz vulgar, indicaba que era lo mismo que ‘bobazo’ o ‘bobalías’, utilizados siglos atrás para hacer referencia a aquel que es muy bobo, siendo éste una ‘persona necia, de poco entendimiento y capacidad’.

¿De dónde proviene del término ‘bobalicón’?

Por su parte, el término ‘bobo’ proviene etimológicamente del latín ‘balbus’, utilizado para referirse a una persona con problemas en el habla (que balbucea, de ahí el significado y origen de balbucear) y también a los tartamudos. Antiguamente se tenía la errónea creencia que la tartamudez estaba estrechamente relacionada con la falta de intelecto, la ingenuidad o con padecer algún tipo de retraso intelectual.

Cabe destacar que algunas publicaciones explican erróneamente que el término bobo proviene del vocablo ‘baba’, debido a que una de las características de esas personas era babear (expeler continuamente saliva).

 

 

 

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El curioso origen del término ‘majadero’

A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan de dónde proviene llamar ‘majadero’ a alguien necio, torpe o molesto.

El curioso origen del término ‘majadero’

Se conoce como ‘majadería’ al hecho o dicho que se considera impertinente, fuera de lugar, molesto e incluso grosero. A aquel que lo realiza o dice se le denomina con el término ‘majadero’, utilizado para referirse a alguien, ‘necio’, ‘torpe’, ‘estúpido’, ‘idiota’ e ‘idiota’ (entre otras muchas cosas) e incluso en ocasiones ‘loco’, tal y como recogen los diccionarios de sinónimos.

Pero, originalmente, el término majadero nada tenía que ver con estas acepciones que hoy en día se les da, sino que hacía referencia a aquel que se dedicaba a ‘majar’ – acción de golpear con un ‘majo’ (mazo con mango de madera y que hoy en día también es conocido como ‘mano de mortero’)- con el fin de machacar el grano del cereal, legumbres u otros elementos con el fin de conseguir un polvo, harina o mezclarlo (los modelos antiguos de majos solían llevar la punta de hierro).

El golpeteo continuo y repetitivo realizado al majar llegaba a ser muy molesto, lo que originó que a los actos que importunaban se les empezara a conocer con el término de majadería y al que lo realizaba como majadero, derivando finalmente en todas las definiciones y sinónimos que se le da actualmente.

Cabe destacar que no debemos confundir ‘majadero’ con el término ‘majareta’, ya que ambas palabras provienen de orígenes etimológicos diferentes.

Majareta (o ‘majara’), es utilizado para referirse a un ‘loco’ o ‘chiflado’ y lo recibimos desde el árabe ‘maḥrūm’, cuyo significado original era ‘mísero’.

 

 

 

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Stupeo, el verbo latino del que surgieron términos tan diversos como: estúpido, estupor, estupefaciente, estupefacto o estupendo

Stupeo, el verbo latino del que surgieron términos tan diversos como: estúpido, estupor, estupefaciente, estupefacto o estupendo

Numerosísimos son los términos provenientes del latín que se han incorporado a nuestro idioma y de los que han surgido muchísimas palabras de las que hoy  en día utilizamos de modo coloquial, pero lo curioso son aquellos vocablos que de un solo tronco han ramificado proporcionando varios términos que, aparentemente, no tienen relación alguna entre ellos pero que realmente tienen mucho que ver.

Este es el caso de ‘stupeo’, un verbo que los antiguos romanos utilizaban para referirse al estado de quedarse parado o aturdido.

De stupeo podemos encontrar que surgieron los términos:

Estúpido: Necio, falto de inteligencia (debido a que se  señalaba como estúpido a un individuo bobo que se quedaba ‘parado’ al contemplar/escuchar algo que no comprendía)

Estupor: Asombro (estado de inmovilidad que se quedaba alguien al asombrarse)

Estupefaciente: Droga que produce alucinaciones o tranquiliza (por el poder paralizante de ese tipo de sustancias)

Estupefacto: Atónito, pasmado o incapaz de reaccionar (quedarse paralizado a causa de algo que nos ha dejado maravillado o desconcertado)

Estupendo: Algo admirable o asombroso (lo cual dejaba pasmado/parado ante una sorpresa)

 

 

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¿Cuál es el origen del insulto ‘gilipollas’?

¿Cuál es el origen del insulto ‘gilipollas’?
El origen etimológico del término ‘gilipollas‘ crea ciertas discrepancias y controversias, encontrándonos algunas fuentes que apuntan a su procedencia únicamente a través del término ‘gilí’ (un vocablo proveniente del caló y que ya era ampliamente utilizado siglos atrás para referirse a alguien bobo, memo o tontaina; no solo como jerga popular sino por ilustres literatos que la incluyeron en sus obras).

Por otra parte, un gran número de fuentes apuntan a la convergencia en el tiempo del mencionado término gilí con un peculiar personaje apellidado Gil Imón. Esta es su historia y probable origen del término ‘gilipollas’:

Durante el reinado de Felipe III, había en el Consejo de Hacienda de Castilla un fiscal llamado Baltasar Gil Imón de la Mota, un peculiar personaje que asistía a todas las reuniones sociales de la Villa y Corte acompañado por sus bellas, a la vez que repipis, hijas. Por aquella época (siglo XVII) era común referirse a las muchachas jóvenes como pollas o polluelas (lo mismo ocurría con los muchachos cambiando el término al género masculino).

Pues resulta que era muy habitual ver a don Gil Imón, acompañado de sus pollas, debido a que el fiscal y su esposa suspiraban por encontrar unos buenos mozos casaderos que desposasen a sus queridas hijas, pero un acto social tras otro no había manera de ‘colocarlas’, llegando a rozar lo patético al verse tan clara su desesperación.

Esto propició que la gente comenzase a decir cosas como «por ahí van don Gil y sus pollas» de una manera despectiva y con cierta sorna haciendo finalmente un juego de palabras con el apellido del peculiar personaje y el término, que menciono al inicio del post, ‘gilí’,  por lo que rápidamente la frase «Gil y sus pollas» fue perdiendo y modificando letras por el camino pasando a ser mencionado como «Gilí y pollas» para finalmente transformarse (con toda probabilidad) en el término ‘gilipollas’ que hoy en día todos conocemos y que tan utilizado es como insulto.

 

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Fuentes: secretosdemadrid / ABC (1) / ABC (2) / ABC (3) / origenlenguaje / losfilologos / fernandomunoz
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