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¿Cuál es el origen de la expresión ‘Manos blancas no ofenden’?

La expresión ‘Manos blancas no ofenden’ se popularizó en el siglo XIX a raíz de un episodio histórico protagonizado por Francisco Tadeo Calomarde (Ministro de Gracia y Justicia bajo el reinado de Fernando VII) y la infanta Luisa Carlota de Borbón (cuñada del monarca) el 22 de septiembre de 1832.

Cuál es el origen de la expresión ‘Manos blancas no ofenden’

Durante la enfermedad de Fernando VII, Calomarde, contrario a la sucesión femenina a favor de Isabel (hija del rey), persuadió al monarca para derogar la ley (conocida como ‘Pragmática Sanción’ que permitía a las mujeres heredar el trono) en favor de su hermano, el infante Carlos María Isidro .

Cuando la infanta Luisa Carlota cuestionó sus acciones, él mostró arrogancia y recibió dos sonoras bofetadas. Con esto, Calomarde respondió: ‘Señora, manos blancas no ofenden’, advirtiéndole, con total menosprecio, que las ofensas o afrentas de una mujer nunca podrán dañar la integridad ni honor de un hombre.

Aunque se vincula la popularización de esta frase al mencionado incidente, cabe destacar que ya existía una obra de 1640, en el Siglo de Oro español, titulada de ese modo (Manos blancas no ofenden) escrita por Pedro Calderón de la Barca. Su uso posterior ha sido criticado por su connotación misógina, siendo un ejemplo del desprecio hacia las mujeres y la persistencia de actitudes machistas a lo largo de la historia.

 

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El curioso e histórico origen del término ‘pesetero’

El término ‘pesetero’ es un adjetivo aplicado a las personas muy aficionadas al dinero y sinónimo de tacaño.

El curioso e histórico origen del término ‘pesetero’

Sigue utilizándose, aunque la ‘peseta’ dejó de ser una moneda de curso legal en España en el año 2001 (año en el que entró en vigor el euro).

El hecho de llamar despectivamente pesetero a alguien proviene de los últimos años de la ‘Primera Guerra Carlista’ (que se desarrolló entre 1833-1840). María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII y regente del reino debido a la minoría de edad de la heredera al trono Isabel I, mandó acuñar en 1836 unas nuevas monedas, cuyo valor era de ’1 peseta’, con las que pagó los servicios de las tropas que lucharon contra sus enemigos carlistas (defensores del aspirante al trono, Carlos María Isidro de Borbón).

El hecho de que recibieran dicha gratificación en forma de pesetas fue lo que dio origen a ser llamados despectivamente, desde el bando contrario, peseteros.

 

 

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‘Así se las ponían a…’: una misma expresión usada para varios protagonistas

Es habitual escuchar o utilizar la expresión ‘Así se las ponían a…’ (y el nombre de un personaje) para referirse a las facilidades que se le da a alguien para que consiga algún propósito sin costarle esfuerzo alguno (por ejemplo, poner un examen con preguntas sumamente fáciles).

‘Así se las ponían a…’: una misma expresión usada para varios protagonistas

Lo curioso es que dicha locución se utiliza mencionando diferentes protagonistas y se puede ver (entre otras muchas) referidas como: ‘Así se las ponían a Felipe II’, ‘Así se las ponían a Fernando VII’ e incluso ‘Así se las ponían a Franco’.

Cuando se hace la referencia a Felipe II es para indicar la desmesurada afición de este controvertido y puritano monarca hacia el sexo y cómo era común llevarle numerosas cortesanas a su alcoba para que tuviese sus escarceos sexuales (aunque oficialmente tan solo se le conoció una amante, Isabel Osorio).

Si el aludido en la expresión es ‘el Rey Felón’, o sea Fernando VII (llamado así por su deslealtad hacia el pueblo de España y su forma de reinar ignominiosa) es para referirse a su personalidad caprichosa, debido a que quería que todo se le ofreciese de forma fácil y sin complicación. Los historiadores apuntan que se originó la locución debido a la gran afición que tenía el monarca hacia el billar, en el que se tiraba horas enteras jugando y que casualmente siempre ganaba (por el hecho de sus contrincantes se dejaban ganar, colocándole las bolas bien situadas sobre la mesa facilitándole el inmerecido triunfo).

Así se las ponían a Franco

Así se las ponían a Franco

Otro personaje que suele utilizarse en esta expresión es Franco y se hace como clara alusión a la afición a la caza y pesca del dictador, a quien le preparaban las mejores piezas que luego lucía con orgullo frente a la prensa (sobre todo en el NO-DO que se emitía en las salas de cine).

Cabe destacar que la inmensa mayoría de historiadores señalan que la expresión original surgió en el siglo XIX y con la clara referencia a Fernando VII, no constando que se utilizase en fechas anteriores (por ejemplo en el periodo que abarca entre el siglo XVI, en el que vivió Felipe II, y el del reinado del Rey Felón).

 

 

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¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?

Durante largo tiempo, debido al heteropatriarcado por el que se regía la sociedad, todos aquellos trabajos relacionados con las tareas domésticas (cuidado del hogar y los hijos, limpieza, coser, cocinar…) estaban destinados a ser realizados exclusivamente por las mujeres y por tal motivo existía la expresión ‘Labores propias de su sexo’ que hacía referencia a ello y que ha estado utilizándose hasta no hace demasiados años (todavía hay quien sigue usándola de un modo despectivo, ofensivo y machista).

¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?

La primera referencia documentada a la expresión ‘Labores propias de su sexo’ la encontramos en el ‘Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras’ aprobado el 16 de febrero de 1825 bajo el reinado de Fernando VII y dictado por el entonces Ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde. Dicho plan reglaba la escolarización primaria de los niños y niñas. A lo largo de 207 artículos (divididos en 19 títulos) se ponía de manifiesto cómo debía de ser la educación y doctrina que los niños y niñas españoles debían recibir para que estos fuesen “buenos cristianos y vasallos aplicados y útiles en las diversas ocupaciones y ministerios de la vida civil y religiosa”.

¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?Los 17 primeros títulos (hasta el artículo 196) eran específicamente dedicados a la educación de los niños varones y tan solo el Título XVIII “ESCUELAS DE NIÑAS” (que recogía seis únicos artículos, del 197 al 202) hacía referencia a las hembras (los cinco artículos del título final eran de cierre).

Es precisamente en los dos primeros artículos de ese título donde encontramos los siguientes textos (y referencias a la mencionada expresión):

Artículo 197: Bajo las bases establecidas en este reglamento, y para que las niñas no carezcan de la buena educación en los rudimentos de la Fe católica, en las reglas del bien obrar, en el ejercicio de las virtudes y en las labores propias de su sexo, cuidarán las Juntas y los Ayuntamientos de que haya Escuelas de primera, segunda, tercera y cuarta clase, proporcionando la instrucción a los recursos y necesidades relativas de los pueblos, según la clasificación establecida en el Título I.

Artículo 198: En las escuelas de primera clase, además de la enseñanza cristiana por los libros que van señalados, la de leer por lo menos en los catecismos, y escribir medianamente, se enseñará las labores propias del sexo: a saber: hacer calceta, cortar y coser las ropas comunes de uso, bordar y hacer encajes, u otras que suelen enseñarse a las niñas. En las de segunda se suprimirán los encajes, y el bordado en las de tercera y cuarta; limitando y proporcionando gradualmente esta instrucción, y acomodándola al uso, costumbres, necesidades y estado civil y económicos de los pueblos.

Es a partir de ahí que, cada vez que se hacía alguna mención a cuáles eran las tareas específicas (por distinción de género) se le adjuntaba la coletilla ‘labores propias de su sexo’ en las que se referían a la mujer.

Podeis leer el “Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras” completo en el siguiente enlace de Google Books: http://bit.ly/2MEmPdC

 

 

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El enfado de los campesinos del siglo XIX que dio origen al término ‘cabrearse’

El enfado de los campesinos del siglo XIX que dio origen al término ‘cabrearse’

Conocemos como ‘cabreo’ o ‘cabrearse’ a un estado de mal humor o enfado cuando éste va en aumento y llega a ciertos límites de encolerizarse.

Tal acepción se le comenzó a dar a partir del primer cuarto del siglo XIX tras un descontento general por parte de los campesinos de la época debido al repentino cobro de los atrasos de los diezmos e impuestos por parte de los señores feudales propietarios de las tierras que trabajaban. Pero a pesar del entorno rural en el que se originó, cabe destacar que dichos vocablos no provienen del término ‘cabra’ con el que se conoce al animal.

Y es que los documentos (o libros) en los que se anotaban los pagos y datos referentes a las propiedades recibían el nombre de ‘cabrevaciones’ o ‘cabreos’ (vocablos que provenían del latín ‘capibrevium’ y utilizados en la Península Ibérica a partir del siglo XIV).

Pero para encontrar el origen de los términos cabreo y cabrearse (como sinónimos de enfado) debemos situarnos en el siglo XIX… Tras la llegada a España de José Bonaparte y la promulgación en 1812 de la Constitución de Cádiz (conocida como ‘la Pepa’) se pusieron en marcha una serie medidas liberales entre las que se encontraba el acabar con los abusivos pagos de impuestos y diezmos (entregar como tributo la décima parte de las cosechas y en algunos casos hasta el doble o triple) a los señores feudales propietarios de las tierras. Después llegó la ‘Restauración Absolutista’ (1814-1820), con el regreso del nefasto rey Fernando VII, le siguió el ‘Trienio Liberal’ (1820-1823) y nuevamente otro periodo funesto con una segunda etapa de absolutismo (1823-1833). Y fue precisamente durante esa década ominosa en la que los señores feudales comenzaron a reclamar a los campesinos todos los impuestos impagados desde 1812.

Hasta las propiedades se presentaban los recaudadores de tributos, acompañados en la mayoría de veces por miembros del ejército, y con el libro de ‘cabrevaciones’ (o ‘cabreos’) exigiendo el pago de lo adeudado en todos aquellos años.

Como podréis imaginar el enfado de los campesinos fue descomunal y de ahí que los términos ‘cabreo’ o ‘cabrearse’ comenzasen a utilizarse como sinónimos de enojarse y/o enfurecerse y que nada tiene que ver con las cabras (animal).

 

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Fuentes de consulta: RAE / ireneu / etimologias.dechile
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¿De dónde proviene el término ‘carca’?

¿De dónde procede el término ‘carca’?Se utiliza el término ‘carca’ para indicar, despectivamente, que una persona es retrograda y de ideas extremadamente conservadoras (aquel al que comúnmente conocemos como ‘facha’).

Algunas personas usan el vocablo carca también para decir a alguien que es un anticuado, decrepito y señalar que está está acabado, pero este uso es incorrecto, ya que estas acepciones pertenecen al término ‘carcamal’, que nada tiene que ver con la palabra ‘carca’ y que explicaré su origen etimológico en una próxima ocasión.

El término carca es un apócope de la palabra ‘carcunda’ y que fue ampliamente utilizada a mediados del siglo XIX para referirse a los carlistas, seguidores de Carlos María Isidro de Borbón (hermano de Fernando VII y pretendiente al trono de España) quienes destacaron por la defensa del absolutismo y ser excesivamente conservadores.

Pero el término carcunda no es originariamente española, sino que es un ‘préstamo’ que nos llegó desde la lengua portuguesa (con idéntico significado) y que había sido la palabra con la que nuestro vecinos lusos se referían (alrededor de 1820) a los absolutistas portugueses que se opusieron a la Revolución liberal de Oporto.

 

 

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¿Por qué al Congreso se le llama ‘Cámara Baja’ y al Senado ‘Cámara Alta’?

¿Por qué al Congreso se le llama ‘Cámara Baja’ y ‘Cámara Alta’ al Senado? (Congreso de los Diputados)

Al igual que en otros países, el Estado Español tiene un sistema político bicameral, lo cual quiere decir que las Cortes Generales (lugar en el que se legisla y se reúnen los políticos elegidos democráticamente –la mayoría de ellos(*)– por el pueblo español) se compone por dos cámaras de representantes: la Cámara Alta, que es el Senado y la Cámara Baja, que es el Congreso de los Diputados. Cabe destacar que ambas cámaras conforman las Cortes, ya que es habitual que muchas personas tiendan a confundirlo y utilicen el término Cortes para referirse únicamente al Congreso.

El sistema bicameral se empezó a utilizar en 1834, bajo la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (tras enviudar de Fernando VII) durante la minoría de edad de la reina Isabel II de España.

Se optó por la doble cámara de representación teniendo la vista puesta en el tipo de parlamento que había en el Reino Unido, en el que por un lado estaban los representantes políticos elegidos democráticamente (la Cámara de los Comunes) y por otro la compuesta por miembros de la aristocracia y la clase alta británica (la Cámara de los Lores).

¿Por qué al Congreso se le llama ‘Cámara Baja’ y ‘Cámara Alta’ al Senado? (Hemiciclo del Senado)

Eso es lo que llevó a que, al lugar en el que se reunirían los nobles e insignes hombres del país, se le llamase en un principio (1834) ‘Estamento de Próceres’ o ‘Próceres del Reino’ y a partir de 1836  Cámara Alta o Senado. Y ahí es donde se encuentra la razón del porqué se le llama de ese modo, ya que en su origen dichos senadores pertenecían a la aristocracia y burguesía española, mientras que los diputados eran representantes del pueblo y, por lo tanto, de una clase más baja que los senadores.

Inicialmente (entre 1834-1836) al Congreso de los Diputados se le llamó ‘Estamento de Procuradores’ o ‘Procuradores del Reino’.

Por último, y para aclarar el punto en el que he colocado un asterisco, cabe destacar que a diferencia de los diputados, los senadores son elegidos por un sistema mixto, siendo unos elegidos a través de las elecciones y otros designados por los Parlamentos autonómicos (uno fijo por cada Comunidad Autónoma y otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio). Algunos de estos senadores suelen ser el ex Presidente de una Comunidad Autónoma tras dejar el cargo.
Como nota curiosa indicar que en la primera legislatura de la democracia (entre 1977 y 1979) 41 senadores fueron elegidos por ‘Designación Real’, entre ellos el célebre escritor Camilo José Cela.

 

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Fuentes de consulta: congreso.es / senado.es
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El día que en España se promulgó la ley que limitaba el derecho a reinar a las mujeres

Se cumplen 300 años de la promulgación de la ley que limitaba el derecho a reinar a las mujeres en EspañaEl 10 de mayo de 1713 se promulgaba el  nuevo Reglamento de Sucesión a la Corona Española aprobado por Felipe V. En dicha ley se limitaba el papel de las mujeres en cuanto a heredar el trono, no permitiendo que las mismas pudiesen reinar siempre y cuando, dentro de la familia del rey a sustituir, no hubiese varones de descendencia directa (hijos) o no tuviese hermanos ni sobrinos.

Sólo en el caso de no existir varón alguno (de forma descendente o lateral), una mujer podría acceder al trono de España.

Muchos son los que sostienen que la Ley de Sucesión Fundamental de Felipe V era equiparable a la Ley Sálica promulgada en el siglo VI y puesta en práctica por un gran número de monarquías europeas.

Aunque entre ambas leyes había ciertos puntos de coincidencia, hay que tener en cuenta que la Ley Sálica excluía por completo a las hembras como sucesoras del trono y no dejaba ningún supuesto para que éstas pudiesen acceder al mismo, ya que las múltiples combinaciones que se podían realizar no dejaban  ni un ápice de posibilidades de que ocurriese.

La Ley de Sucesión Fundamental estuvo en vigor durante poco más de un siglo, ya que, el 29 de marzo de 1830, quedó derogada tras la promulgación de la Pragmática Sanción aprobada por Fernando VII y en la que se devolvía a las mujeres el derecho a la sucesión del trono de España.

Esta ley en realidad ponía en vigor la aprobada por Carlos IV en 1789 y que no se había llevado a cabo por motivos de política exterior.

La Pragmática Sanción de 1830 se aprobó tras la necesidad de encontrar sucesión para Fernando VII, tras cuatro matrimonios y no tener ningún descendiente varón. Esta ley sucesoria es la que, tras el fallecimiento del rey, daría pie a la Guerra Carlista que enfrentaría en una guerra civil a los partidarios de la regente Cristina (cuarta esposa de Fernando VII y madre de Isabel II, la heredera al trono) y los de Carlos María Isidro (hermano del monarca fallecido).

En la actualidad sigue vigente la Pragmática Sanción y lo que respecta a la sucesión a la Corona de España viene recogido en el artículo 57.1, de la Constitución aprobada en 1978, que fija el orden sucesorio hacia el futuro de la siguiente manera:

«La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer y, en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos»

 

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Fuentes de consulta: congreso.es / documentacionhistoriabachillerato / juancarloslopezeisman / abalsadamedusa
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¿Cuál es el origen de la palabra ‘cotilla’ para referimos a una persona chismosa?

A raíz del post ¿De dónde surge el llamar ‘chafardera’ a una persona que le gusta hablar de los demás?, que publiqué hace unas semanas, me envía un email Maribel Asunción consultándome sobre el origen de la palabra cotilla, la cual utilicé en la entrada como sinónimo de chafardera.

Cuando queremos referirnos a una persona cotilla enseguida pensamos en alguien amiga de los chismorreos.

La cotilla es una especie de corsé o corpiño que se usaba por encima del blusón y que servía para ceñir la cintura de las mujeres que lo utilizaban allá por los siglos XVII y XVIII.

La mayoría de las fuentes apuntan a que esta prenda sirvió para dar el mote ‘Tía  Cotilla’ a María de la Trinidad (aunque otras fuentes indican que ‘Cotilla’ le venía del apellido y no de la prenda), una mujer murmuradora y amiga de meterse en todo tipo de discusiones, que se hizo muy famosa tras la muerte de Fernando VII por su obsesivo e incondicional apoyo al absolutismo del aspirante al trono Carlos María Isidro de Borbón.

La Tía Cotilla lideró una cruel banda de matones cuyo objetivo era atacar los intereses del régimen liberal de la Reina Isabel II. Varias fueron las penas a las que fue condenada (algunas de ellas a galeras) junto a sus compinches. Pero en 1835, su fanatismo la llevó a acabar con la vida de Francisco Rancera, tambor del Cuerpo de los Urbanos y con el que se ensañó de una manera  violenta y despiadada.

Este crimen atroz hizo que un juez la condenara a muerte, siendo ajusticiada el 25 de agosto de 1838, cuando contaba con 64 años de edad.

Según las crónicas que se recogen de la época, definen a la tal Tía Cotilla como la mujer más inmoral, infame que había visto el sol y la declaraba indigna para vivir en sociedad.

Desde entonces  se comenzó a utilizar el término cotilla (al principio con el ‘tía’ incorporado que con el tiempo se perdió) a aquellas personas metomentodo, chismosas y amigas de hurgar en la vida de los demás.

 

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Fuentes de consulta: entretenimes / pagina-1 / RAE / ucm / wikipedia 12 / bibliotecavirtualmadrid
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¿Cuál es el origen de la expresión “hacer el primo”?

Era costumbre protocolaria de la Casa Real que se le diera tratamiento de ‘Primo del Rey’ a los Grandes de España y demás miembros de la nobleza.

Basándose en este hecho, encontramos el origen a la expresión ‘hacer el primo’, con la connotación peyorativa del incauto que ha sido engañado o se le ha tomado el pelo, tras los sucesos del 2 de mayo de 1808 en el que el general francés Joaquín Murat escribió al Infante don Antonio Pascual de Borbón, quien presidía en aquellos momentos la Junta Suprema de Gobierno (por designación de Fernando VII).

En dicha carta, el general Murat se dirigió al infante con el correspondiente “Señor Primo” y a continuación lo presionó para que tomara una serie de medidas impopulares, cediendo a éstas y causando un gran descontento por parte de la población.

Esta forma de ceder a los deseos del francés hizo quedar al Infante don Antonio como un incauto, popularizándose la expresión ‘hacer el primo’ para referirse a alguien al que se le ha engañado y manipulado a voluntad.

 

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Fuente de consulta: funjdiaz / revistaatlantida