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No, el término ‘paridad’ no es machista ni patriarcal y no debe ser sustituido por ‘maridad’

Días atrás, mientras conducía, iba escuchando un programa de radio en el que los contertulios debatían sobre el heteropatriarcado en la sociedad, el lenguaje inclusivo y la necesidad de empoderamiento de la mujer. En un momento dado uno de los participantes habló de la cada vez más presente ‘paridad de género’ (participación equilibrada e igualitaria en cualquier esfera social) siendo increpado por una de las tertulianas que lo acusaba de utilizar un término claramente machista y patriarcal y que, según esta, a partir de ahora las feministas deberían usar el término ‘maridad’ para referirse a la igualdad de género.

No, el término ‘paridad’ no es machista ni patriarcal y no debe ser sustituido por ‘maridad’

Evidentemente, al encontrarme conduciendo, no pude enviar un mensaje al programa para advertir del error, lo cual me dio pie a escribir este post, con intención de aclarar algunos conceptos erróneos que en el mencionado programa radiofónico se dijeron.

Para empezar hay que tener muy en cuenta que el término ‘paridad’ nada tiene que ver con el machismo ni el patriarcado masculino, ya que dicho vocablo no proviene de la palabra ‘padre’ sino del latín ‘parĭtas’, cuyo significado literal es ‘igualdad’ o ‘par de iguales’.

Por tanto no necesita ser sustituido para ser válido en el lenguaje inclusivo.

También cabe destacar que es un error sustituir dicho término por el de ‘maridad’ debido a que este vocablo nada tiene que ver etimológicamente con el feminismo, el concepto de madre o la igualdad, siendo en realidad la segunda persona del plural del imperativo afirmativo de verbo ‘maridar’, usado para referirse a ‘unir’ o ‘enlazar’ y, también, como referencia a ‘casarse o unirse en matrimonio’ (por ejemplo: ‘maridar una comida con un buen vino’).

 

 

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Patriota, patrón, patriarcado y patrocinio; palabras con un mismo origen etimológico: la figura paterna

Patriota, patrón, patriarcado o patrocinio son términos de uso frecuente, teniendo un nexo común (fácil de adivinar, debido a que el inicio de todos ellos se escribe del mismo modo) y cuyo origen etimológico proviene de la figura paterna.

Patriota, patrón, patriarcado y patrocinio; palabras con un mismo origen etimológico: el padre

Todos estos términos nos han llegado directamente desde la palabra usada desde la antigüedad para referirse al padre, ya no solo como progenitor sino como cabeza o jefe de un clan, comunidad o pueblo.

El término latino ‘pater’ hacía referencia a aquel que asumía el mando y control sobre una comunidad de personas, siendo en la mayoría de ocasiones el progenitor de ellos, debido a que solían ser clanes familiares. De ahí que dicho vocablo quedase asociado como padre y procreador de los descendientes que formaban parte del grupo.

Por tal motivo el lugar de donde era originario el pater era la ‘patria’ y, por tanto, al vivir juntos y en comunidad eran considerados como ‘patriotas’; el hecho de sentir amor por el lugar de donde provenían dio origen al  ‘patriotismo’.

‘Patriarca’ tiene el mismo origen (derivando del latín ‘patriarcha’), siendo adjudicado dicho término al cabeza del clan, que solía ser, normalmente, la persona de mayor edad y la autoridad que ejercía hacia los demás era conocida como ‘patriarcado’.

Como la figura del patriarca era la del que defendía y procuraba lo mejor para todos los suyos, surgió el término ‘patrōnus’ que derivó en el castellanizado ‘patrón’  o ‘patrono’ y que con el tiempo se utilizó para hacer referencia a la figura de quien protegía la comunidad y, posteriormente, a los santos y figuras religiosas elegidas para brindar protección a los creyentes. Los términos patrono y patrón también acabaron designando a aquel que asumía el mando e incluso para designar aquel modelo a seguir y a imitar; de ahí que en sastrería y otros muchos oficios se llame patrón a la muestra o molde de donde se sacan el resto de piezas para que sean exactamente iguales, dando origen también a la famosa expresión ‘estar cortado con el mismo patrón’ para indicar que algo o alguien es exactamente igual a otro.

La acción que ejercía el pater o patrōnus de defender y mantener a los suyos fue lo que dio origen al vocablo ‘patrocināri’, que nosotros conocemos como ‘patrocinar’ y que también utilizamos para referirnos a la acción de financiar algún tipo de actividad (patrocinio).

 

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¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?

Durante largo tiempo, debido al heteropatriarcado por el que se regía la sociedad, todos aquellos trabajos relacionados con las tareas domésticas (cuidado del hogar y los hijos, limpieza, coser, cocinar…) estaban destinados a ser realizados exclusivamente por las mujeres y por tal motivo existía la expresión ‘Labores propias de su sexo’ que hacía referencia a ello y que ha estado utilizándose hasta no hace demasiados años (todavía hay quien sigue usándola de un modo despectivo, ofensivo y machista).

¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?

La primera referencia documentada a la expresión ‘Labores propias de su sexo’ la encontramos en el ‘Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras’ aprobado el 16 de febrero de 1825 bajo el reinado de Fernando VII y dictado por el entonces Ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde. Dicho plan reglaba la escolarización primaria de los niños y niñas. A lo largo de 207 artículos (divididos en 19 títulos) se ponía de manifiesto cómo debía de ser la educación y doctrina que los niños y niñas españoles debían recibir para que estos fuesen “buenos cristianos y vasallos aplicados y útiles en las diversas ocupaciones y ministerios de la vida civil y religiosa”.

¿De dónde proviene la machista y ofensiva expresión ‘Labores propias de su sexo’?Los 17 primeros títulos (hasta el artículo 196) eran específicamente dedicados a la educación de los niños varones y tan solo el Título XVIII “ESCUELAS DE NIÑAS” (que recogía seis únicos artículos, del 197 al 202) hacía referencia a las hembras (los cinco artículos del título final eran de cierre).

Es precisamente en los dos primeros artículos de ese título donde encontramos los siguientes textos (y referencias a la mencionada expresión):

Artículo 197: Bajo las bases establecidas en este reglamento, y para que las niñas no carezcan de la buena educación en los rudimentos de la Fe católica, en las reglas del bien obrar, en el ejercicio de las virtudes y en las labores propias de su sexo, cuidarán las Juntas y los Ayuntamientos de que haya Escuelas de primera, segunda, tercera y cuarta clase, proporcionando la instrucción a los recursos y necesidades relativas de los pueblos, según la clasificación establecida en el Título I.

Artículo 198: En las escuelas de primera clase, además de la enseñanza cristiana por los libros que van señalados, la de leer por lo menos en los catecismos, y escribir medianamente, se enseñará las labores propias del sexo: a saber: hacer calceta, cortar y coser las ropas comunes de uso, bordar y hacer encajes, u otras que suelen enseñarse a las niñas. En las de segunda se suprimirán los encajes, y el bordado en las de tercera y cuarta; limitando y proporcionando gradualmente esta instrucción, y acomodándola al uso, costumbres, necesidades y estado civil y económicos de los pueblos.

Es a partir de ahí que, cada vez que se hacía alguna mención a cuáles eran las tareas específicas (por distinción de género) se le adjuntaba la coletilla ‘labores propias de su sexo’ en las que se referían a la mujer.

Podeis leer el “Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras” completo en el siguiente enlace de Google Books: http://bit.ly/2MEmPdC

 

 

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