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Historias de la Esclerosis Múltiple

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La incomodidad del roce de las sábanas al dormir

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El calor se acentúa el dolor y la sensibilidad en las piernas -gracias al fenómeno de Uthoff– y con ellos, el roce de las sabanas en las extremidades es demoledor. Me molesta tanto, que muchos días no he podido dormir debido a esa sensación tan extraña que recorren mis piernas.

Hace años que no puedo dormir con mantas, es como si tuviera una losa encima de mis piernas, me duelen y pesan tanto que me cuesta un verdadero esfuerzo moverlas dentro la cama. Siento como si estuviesen atadas y me doliesen por tenerlas quietas. Pero no es así. Intento moverlas, pero me cuesta más, la manta se convierte en una auténtica prisión para mi movilidad.

Por esta razón, los edredones nórdicos son la mejor solución, son más ligeros y no suelo notar esa presión sobre mis piernas. Pero tiene que estar suelto, no remetido bajo el colchón, ya que entonces vuelvo a tener esa sensación de pesadez, poco movimiento y ese dolor por el roce de la sábana. Así que cuando hago la cama, mi lado está suelto, y si duermo fuera, lo primero que hago al llegar es soltar todas las sabanas.

Prefiero que el pantalón del pijama sea largo, me protege de cualquier tipo de roce, pero en verano, estoy condenada a que mis piernas toquen las sábanas y lo hagan en la peor época, cuando más me duelen y más sensibles están

Los pies fríos vuelven a incomodarme ahora que hace más fresquito, otra vez sufriendo ese frío y ya estoy tapándome con todo tipo de ropa para intentar entrar en calor.

Últimamente estoy algo más delicada con el tema de la sensibilidad y comodidad, no sé porqué pero llevo unos meses con problemas como este o como el de los zapatos.

Me cuesta arrancar por las mañanas

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Me suele costar ponerme en marcha por las mañana, aunque este esfuerzo depende también de lo cansada que me levante por las mañanas. Porque sí, pese a dormir bien, segundos después de abrir los ojos, me suelo hacer una idea de cómo va a ir esa mañana, si voy a tener energía suficiente o si es mejor optar por un plan más relajado. Normalmente esta fatiga al comienzo del día se suele dar, o bien por el calor, o bien, porque el día anterior acabé muy cansada, aunque también hay días en los que no encuentro explicación alguna.

Los días que más o menos me levanto bien, sin ese cansancio tan exagerado, por regla general me cuesta un par de horas ponerme en marcha. Es como si mi cuerpo necesitase un tiempo de calentamiento para ponerse a trabajar, y una vez pasados esos primer momentos, hubiese espabilado algo más. No es una sensación de que esté dormida, mi mente está despierta porque suelo dormir bien, es más bien mi cuerpo que se encuentra adormecido, me cuesta más moverlo y noto cierta pesadez.

Ha habido muchos días que ese periodo de calentamiento me ha despistado. He confundido esa falta de energía de las primeras horas con un día que necesito descansar, y mientras he optado por quedarme en casa, al rato me he ido encontrando mejor, tan bien, que el plan para ese día suele cambiar de manera radical.

Habitualmente, estoy sola con Nora todas las mañanas, y entre que desayuna, desayuno, la visto, me visto, ya se ha pasado ese rato y es cuando decido, si mi cuerpo necesita más descanso o nos vamos juntas a andar.