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La enfermedad como encrucijada

Después de los duros días tras una intervención, recuerdo el primer día que pude darme una ducha, sentarme en la mesa a desayunar, comer con ganas. Sin pensarlo me puse a tararear la canción “Ser humano otra vez”, de la película La Bella y la Bestia, en la que los habitantes del castillo han caído bajo un conjuro y se han convertido en cosas: una tetera, una taza, un candelabro, un reloj…Desde su condición de cosas, anhelan el momento en que podrán ser humanos de nuevo.

La enfermedad, al igual que un poderoso conjuro, tiene capacidad de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza. Esto es así porque a nuestro ego le fastidia le cambio. Le gustaría tenerlo todo bajo control. Le encanta lo previsible, lo estancado… lo podrido. Sin embargo la naturaleza de la vida no le da respiro, y los cambios se suceden uno tras otro. Un cambio común es la enfermedad. Desde un simple resfriado a algo serio, la enfermedad – si nos abrimos a ella en lugar de resistirla– es una fenomenal disruptora del ego.

(Fernando Cferdo, UNSPLASH)

A menudo, cuando pensamos en despertar espiritual, es común fantasear con ideas de estar flotando como benditos en un espacio de éxtasis y gloria. Sin embargo, las puertas al despertar de la consciencia tienen infinitas formas, y muchas de ellas son absolutamente mundanas como enfermar.

De repente resulta que no puedes mover las cosas de un lado para otro. De repente no puedes ir al baño solo. De repente no puedes decir palabra. ¿Quién eres entonces cuando dejas de poder hacer aquello que hasta ahora hacías?

Sostener esta pregunta es parte de la respuesta. Si la sostienes el tiempo suficiente, te darás cuenta de que simplemente eres. No hace falta añadir nada a la frase. Y saber que eres, sin más, es el regalo de la enfermedad.

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Cristóbal Colón y por qué consolidarte en el trabajo es clave para ser feliz

“Soy Cristóbal Colón, vengo del manicomio con catorce enfermos mentales y queremos montar una empresa” No, no es un chiste, es un caso real que se estudia desde hace años, en las principales escuelas de negocios. Cristóbal Colón es psicólogo y cofundador de La Fageda, la empresa que fabrica y vende 100 millones de deliciosos yogures al año. Cuando uno asiste a una conferencia de Cristóbal Colón es fácil dejarse cautivar por la sabiduría, pragmatismo y audacia del orador. Una de las conceptualizaciones más interesantes es su perspectiva sobre el trabajo: “El trabajo podría ser una herramienta fundamental de rehabilitación para personas con discapacidad psíquica”. Más allá de la capacidad rehabilitadora del trabajo, según constato cada día en mi práctica de coaching, el trabajo es una dimensión que no solamente nos mantiene cuerdos, sino como demuestran estudios de desarrollo adulto es una de las claves para llegar a la madurez en plena forma, junto con la capacidad de intimidad y el sentido de identidad.

CONSOLIDARSE ES LA CUESTIÓN

Según estudios de desarrollo adulto, es tan importante trabajar, como consolidarse en el trabajo. Consolidarse, tiene que ver con mantener un hilo conductor coherente en relación al trabajo durante la mayor parte de la vida adulta. Para consolidarse en el trabajo hacen falta , según Vaillant1, cuatro requisitos: comprometerse, contentarse, compensación y competencia. Vamos a verlos:

(Oppo find x5, UNSPLASH)

COMPROMETERSE

Cuando doy charlas sobre propósito personal, una pregunta frecuente es cómo estar seguro que uno ha dado con la actividad que responde a su propósito, como si dar con el propósito se tratase de descubrir el Santo Grial. Aunque aquello en lo que trabajamos es relevante, lo es más el cómo trabajamos y nuestro grado de compromiso con el mismo.

En la vida tienes que elegir, mojarte, también en el trabajo. Lo contrario es dudar todo el tiempo y cambiar a menudo de trabajo rompiendo el hilo conductor entre un trabajo y otro. Para comprometerse en el trabajo es necesario sacrificar alternativas posibles y dar el cien por cien de uno mismo allí donde estés.

CONTENTARSE

Todos los trabajos tienen periodos más difíciles, otros más monótonos, algunos enriquecedores. Contentarse consiste en aceptar los altos y bajos de cualquier trabajo y esforzarse en lo que uno hace como si de ello dependiese la salvación de la humanidad porque créeme, de ello depende parafraseando a Joan Maragall2.

COMPENSACIÓN

La compensación por trabajar tiene muchas formas. La compensación económica es relevante pero no la más importante, como demuestra el trabajo de voluntariado. El trabajo nos da una rutina que ordena nuestra vida. El trabajo enriquece nuestro sentido de identidad a través de una profesión y/o por pertenecer a una organización con un fin más allá de nosotros mismos. Y fundamental, trabajar nos entreteje en una matriz de relaciones significativas con otras personas.

COMPETENCIA

Ser competente tiene que ver con un buen desempeño en el trabajo. Significa aprender «el cómo» desempeñar cierto trabajo y esforzarse en la mejora constante. Da igual que seas conductor de autobús, comercial, o músico, es la práctica la que hace la excelencia. La práctica sostenida nos permite conocer en profundidad una organización, una profesión, un sector, un cliente. Y esa profundidad tiene valor. Es esa profundidad la que te permite consolidarte en tu trabajo, y más adelante ser generativo, es decir, “guiar de forma altruista a las generaciones venideras”3.

Cristóbal Colón y las personas que trabajan en La Fageda lo tienen claro: su trabajo es mucho mucho más que un trabajo. Si eres del género humano, no te engañes, estás en el mismo club. Por esta razón, consolidarte en el trabajo no es solamente la solución a muchos de tus males, sino también una de las claves para ser feliz.

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(1) “Aging Well” (2002) de George E. Vaillant

(2) Poema «Elogio del vivir»

(3) “Outliving the Self: Generativity and the Interpretation of Lives” (1984), John Kotre

 

Desconectarse de las redes sociales: si Spiderman puede, tú también

El actor británico Tom Holland, protagonista de la última entrega de Spider-Man: no way home, anunciaba hace poco en un clip de Instagram que se tomaba una pausa en relación a las redes sociales porque le parecía que Instagram y Twitter eran sobre-estimulantes y abrumadoras. Decía que cuando leía cosas sobre él se quedaba enganchado y caía en una espiral, y que en última instancia, era perjudicial para su salud mental.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida por Tom Holland (@tomholland2013)

Mi presencia en las redes sociales es baja y por trabajo. Solo publico cuando tengo algo que decir. Sin embargo, hace un par de años al publicar el libro Tu vida épica, personas expertas en marketing me aconsejaron de aumentar mi presencia en las redes. Lo hice y al poco tiempo, sentí como la oscura mano de internet asía mi sentido de identidad pidiéndome más contenidos, mientras entraba en la carrera sin tregua de competir por la atención.

Las redes sociales hacen lo que su buen nombre las define: nos enredan. Enredarse está bien, vivir es un gran lío y participar es obligatorio. Sin embargo, con las redes sociales existe una línea roja que debemos tener en mente por nuestro bien. Es el momento en el que dejamos de controlar nuestra exposición a las redes para ser ellas las que nos controlan. Esto es fundamental, pues como admiten sin demasiada vergüenza una buena pandilla de ejecutivos de las redes sociales en el documental El dilema de las redes, las redes fueron creadas para generar dependencia y adicción. Al igual que cualquier droga, inciden en circuito hormonal de la dopamina, haciendo que nuestro cuerpo pida más y más.

Desde que descubrí mi dependencia de las redes, como efecto secundario de la promoción del libro, decidí desengancharme paulatinamente, hasta que este verano me quité el par de redes que me quedaban en el móvil. ¿Qué pasó? Pues nada. Y nada es fenomenal. Porque ahora en mi vida tengo más “nada” es decir más tiempo libre para dedicarlo a lo que yo decido, sea a mis personas queridas, a mis intereses o a cualquier otra cosa.

Pero más allá de la adicción que generan las redes sociales, tan o más importante es la forma en cómo afectan a nuestro sentido de identidad, una de las claves para ser felices. Nuestro sentido de identidad se construye en parte por lo que las personas de nuestro entorno reflejan de nosotros. Es justamente ahí cuando las redes tienen mayor potencial de hacernos daño: generan un entorno descarnado, en su mayor parte poblado por personas que no tienen ni idea de quienes somos, pero que sin embargo tienen el poder de opinar sobre nosotros, juzgarnos, aplaudirnos, criticarnos, asediarnos, ignorarnos… Cuando esto ocurre, tu grado de solidez interior es clave para neutralizar el impacto recibido. Sin embargo, nadie está a salvo, pues todos tenemos un mal día, ni que decir del mayor riesgo que tienen niños y adolescentes, por el mero hecho de estar justamente formando su sentido de identidad.

Por todo ello, si sientes que tu relación con las redes deja que desear, no lo dudes, desconéctate de ellas por un tiempo y observa lo que pasa. Si hasta Spiderman, el actor Tom Holland con más de sesenta y siete millones de seguidores en Instagram, y una presión colosal del establishment para alimentar a su audiencia y vender a través de las redes, ha podido darse una tregua, tú también vas a poder.

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¿Empiezas una relación íntima estable? Asúmelo, discutir es vuestra tarea fundamental

En el universo no existen dos planetas de igual masa, diámetro y composición. Los planetas están en movimiento entre sí y es la tensión  gravitacional lo que los mantiene en órbita. Los humanos, como cuerpos terrestres – y cósmicos- que somos, también funcionamos de una guisa similar. Cuando entramos en relación, la distinta naturaleza y estadio evolutivo de cada uno determinan la forma y el tipo de la dinámica de la relación.

Pablo, a quien acompaño a través del coaching, me comentaba en sesión: “desde que empezamos a salir hace dos años me dejado llevar bastante por Luis – su pareja-, pero ahora con la paternidad a la vista, siento que no puedo seguir así y que tengo que empezar a expresar más mis deseos y necesidades. El problema es que cuando lo hago, Luis se enfada” me decía contrariado.

INTIMIDAD

Entablar una relación íntima – de pareja o de amistad – solo es posible cuando hemos desarrollado una identidad mínimamente autónoma, es decir, saber quién soy, mis valores y lo que quiero. Con la intimidad, al reconocernos como un ser diferente, nos abrimos a otra persona. En este abrirnos pueden suceder dos cosas contrapuestas. La primera es que uno de los dos, afloje su identidad para fundirse en el otro, lo que resulta, por muchos motivos, un grave error. La segunda opción y la deseable, es que el sentido de identidad de ambos se expanda y transforme para incluir a la relación.

Hombre y mujer discutiéndose

(Afif Kusuma, UNSPLASH)

DISCUTIR PARA CRECER

¿Pero cómo ocurre esta expansión de identidad? Pues a través de la confrontación y la tensión. Cada persona es un planeta con una particular forma de funcionar o cultura familiar. Para expandir el propio sentido de identidad es necesario confrontar y explorar conjuntamente la cultura familiar de cada uno para crear una que funcione para la relación.

Al comentario de Pablo en referencia al enfado de Luis le dije “Me parece normal que se enfade. Discutiros es vuestra tarea principal ahora que la relación se ha vuelto estable. Pelear sin dejar de amaros”. Cuando hablo de discutir, me refiero al proceso de crear la propia cultura de pareja/familia a través de conversaciones. Este proceso, que en parejas que funcionan está siempre vivo, no es un proceso fácil, ni relajado, pero es imprescindible para que la relación funcione y sus miembros florezcan en ella.

CUIDADO CON EL CORTOCIRCUITO

El problema de la necesidad de discutir para generar una nueva cultura familiar es que nos pilla desprevenidos. Nadie nos avisa que esta va a ser una de nuestras tareas al entrar en una relación comprometida y que está bien que así sea. Por esta razón, cuando surgen las peleas, y sube la tensión en relación, nos atacan todo tipo de pensamientos del estilo: “esto no a funcionar”, “si fuese el amor de mi vida no sería tan difícil”, “otra vez una pelea…vamos de mal en peor”…que pueden cortocircuitar el proceso.

Cuando te encuentres en esta situación, te animo a soltar cualquiera de los pensamientos anteriores y en su lugar tomar la perspectiva: “estamos frente a una oportunidad de crecimiento mutuo, que sentará las bases para todo lo que vendrá. Voy a hacerlo lo mejor que pueda.” Porque así es. Encarar las diferencias y tensiones cuando es el momento es como tener a la relación en el gimnasio haciendo pesas: la intimidad se os dará cada vez mejor. Además, contar con una relación sólida y auténtica es de las cosas que más sentido dan a la vida y un ingrediente básico para llegar a la madurez de forma generativa.

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Sentido de identidad: una de las tres encrucijadas clave para ser feliz

Cuando de niño le preguntaban a John Lennon qué quería ser de mayor, contestaba “feliz”. Entiendo la felicidad como plenitud vital siempre en transformación. Pero como demuestran estudios de desarrollo humano, la plenitud vital no se obtiene buscándola directamente, sino enfocándonos en dimensiones que de forma indirecta conducen a ella, con su particular sabor en cada etapa vital.

En mi artículo anterior exploraba dos formas contrapuestas de llegar a madurez y más allá: siendo generativo, es decir “invirtiendo los propios esfuerzos en formas de vida y trabajo que sobrevivirán a uno”. O bien estancado, con una vida pequeña, limitada y motivación casi nula. El camino que lleva a uno u otro destino, está marcado por tres encrucijadas clave: sentido de identidad, intimidad, consolidación del trabajo.

SENTIDO DE IDENTIDAD

El sentido de identidad es la respuesta a la pregunta: ¿Quién eres? ¿Qué valores, preferencias políticas, gustos musicales y pasiones encarnas? El sentido de identidad es importante porque nos permite relacionarnos con el otro y con el mundo sin fundirnos en él. Como yo sé quien soy, me puedo compartir y me puedo acercar a ti sin miedo y con curiosidad.

Como constato cada día en mi práctica de coaching el desarrollo adulto no es lineal y cuenta con múltiples barreras. Tener un carácter excesivamente complaciente, empezar a vivir en pareja de muy joven, vivir con los padres demasiados años y otras circunstancias nos pueden llevar a cometer dos de los errores más comunes que impiden el sentido de identidad propio. El primero es adoptar el plan de vida que tus padres han diseñado por ti, el que te ha vendido la sociedad, o el que ha marcado tu pareja. El segundo error es adoptar el sentido de identidad de tus padres o pareja, es decir sus valores, gustos, preferencias políticas, hábitos…sin cuestionarlos.

(Noah Silliman, UNSPLASH)

Lo fascinante del desarrollo adulto es que si queremos, y encontramos una buena guía, podemos recuperar hasta cierto punto, el eslabón perdido de nuestra evolución. En el caso del sentido de identidad, ¿Cómo se puede conseguir? Pues con la distancia. La separación es crucial porque nos permite distinguir lo que somos del resto. Cuando hablo de separación hablo de separación sostenida del sustento económico, residencial, ideológico y social de tu familia de origen. Si todavía vives con tus padres, puedes (y tienes) que independizarte para saber quién eres. Aunque pierdas en nivel de vida, esto no es nada comparado con lo que vas a perder si no lo haces: tu propio sentido de identidad, la fuerza de tu unicidad.

Si tu identidad está fundida a la de tu pareja, una práctica para remediarlo es preguntándote a menudo, ella piensa así, pero ¿Cuál es mi opinión, deseo o preferencia? En situaciones de convivencia como la anterior, tomar distancia física ayuda. Cambiar de habitación o irse a dar un paseo para literalmente aclarar las ideas propias. Otra práctica que recomiendo a las personas que acompaño que están desarrollando su sentido de identidad y su pareja tiene una personalidad arrolladora es practicar el acercarse al otro y expresar la forma distinta que uno tiene de percibir o de comprender cierto asunto. Al hacerlo vamos desarrollando el músculo de sentirnos cómodos en la diferencia.

El proceso de generar un sentido de identidad propio no es cómodo, ni divertido. Tampoco tiene porque ser terrible. Sin embargo requiere un esfuerzo. En cualquier caso es imprescindible para crecer y evolucionar como personas y dar con la felicidad a la que aludía Lennon: la plenitud vital que tú, como cualquier otro ser, también anhelas.

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¿Estancado o generativo? Dos formas opuestas de llegar a la tercera edad

Observar los ciclos de vida de las personas, comprenderlos y discernir las encrucijadas relevantes siempre me ha fascinado. Por esta razón no es casual que acompañar a personas a mayores niveles de plenitud vital sea mi vocación, que practico cada día a través del coaching.

Al considerar el ciclo de vida de una persona, existen dos dimensiones: el total de años vividos y la calidad de los mismos. Las dos no van juntas. Todos conocemos a personas que vivieron plenamente dejando la vida a una edad temprana y otras que vivieron muchos años pasando con desgana por este mundo. En términos generales tenemos dos tipos de llegada y travesía del periodo de los 65-80 años y más allá. Entre los dos existen todo tipo de grises que en aras a hacer el artículo relevante, no voy a incluir. Siguiendo la teoría del psicólogo Erik Erikson, aplicada por el psiquiatra G.E.Vaillant en su famoso estudio de 268 hombres a lo largo de varias décadas1, a la tercera edad se llega de dos formas mutuamente excluyentes:

ESTANCAMIENTO

La primera forma es llegar a estas franjas de edad sintiéndose estancado. Por ejemplo Nora dejó de trabajar de secretaria a los cincuenta años de edad, cuando su esposo falleció de un trágico accidente. Mientras que hasta el momento había compaginado la crianza de sus dos hijos y el trabajo, al estar en un momento emocional difícil a raíz de la perdida y el hecho de disponer de una renta con la que subsistir decidió salir del mundo laboral. A los pocos años llegaron los nietos y sus hijos se apoyaron en ella intensamente. Sin desarrollar aficiones ni amistades profundas, cuando los nietos fueron mayores, su vida se vació sustancialmente. Nada la motivaba especialmente, y ocupaba gran parte del tiempo leyendo y viendo la tele.

GENERATIVIDAD

La segunda forma de llegar a la tercera edad es siendo generativos. Azucena es un claro ejemplo de generatividad2, entendida como la capacidad de “invertir los propios esfuerzos en formas de vida y trabajo que sobrevivirán a uno”. Azucena también tuvo dos hijos y quedó viuda a los cincuenta y pocos. Sin embargo no dejó de dar clases de historia en el instituto, a la vez que criaba a sus hijos. Cultivó amistades cercanas, a la vez que participaba en la esfera cultural de forma creciente, a medida que sus hijos se hacían independientes. Al jubilarse, Azucena entró formar parte como voluntaria del consejo de un ente cultural, organizando actividades y foros de todo tipo, que sumaban a su ya activa vida social y cultural. La llegada de los nietos fue otra alegría para Azucena, entre las muchas que disfrutaba.

Mujer leyendo con lupa

(Clement Falize, UNSPLASH)

TRES ENCRUCIJADAS CLAVE

¿Cuál es la diferencia entre Nora y Azucena? La respuesta no es una sola, sino una combinación de tres factores clave3. Tres  dimensiones que cada uno tiene que cultivar, para llegar a la tercera edad con integridad: sentido de identidad, capacidad de intimidad y consolidación en el trabajo.

Te cuento como tomar o reconsiderar cada una de estas encrucijadas en mi próximo post 😉

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(1) “Triumphs of Experience: The Men of the Harvard Grant Study” (2012), George E. Vaillant

(2) “Outliving the Self: Generativity and the Interpretation of Lives” (1984), John Kotre

(3) Adaptado de “Aging Well” (2002) de George E. Vaillant

Envejecer y no envejecer

En la sauna del club de natación, un cincuentón cachas lleno de tatuajes y una señora elegante de sesenta y muchos se saludan amistosamente. Después de intercambiar algunos comentarios ella dice, “qué rápido pasa el tiempo, no te das cuenta y mira yo ya tengo setenta…Hay que aprovechar pues todo se pierde.” “Bueno, dice el hombre”, – después alguien dice de él que es almirante de la marina – “a nivel físico, yo hago lo mismo que cuando tenía treinta… y la cabeza si uno la ejercita, las facultades no se pierden”. La señora medio asiente y afirma que ella “en la juventud lo pasó muy mal y esos años ya no se recuperan”.

Envejecer confirma una de las tres marcas budistas de la vida: la impermanencia. La única constante en la vida es el cambio. El proceso de envejecer es una campana que cada día redobla esta verdad a través de las mutaciones del cuerpo y la mente, propios y ajenos. Al igual que nadie nos prepara para las asignaturas más importantes de la vida: cuidar, amar, morir…tampoco se nos prepara para envejecer. Lo cual no nos libera de tomar responsabilidad en este proceso inevitable.

Algo que lleva años inspirándome es participar en espacios y actividades con personas de distintas edades. Uno de ellos es un grupo de escritoras locales en el que recientemente surgió la iniciativa de entrevistar a mujeres notables de la ciudad. Cuando propuse a una mujer a quien admiro, me respondió una de ellas con mirada de vaya por donde “¿ésta?”  “sí sería interesante, pero es demasiado joven tiene como yo, sesenta y algo, todavía trabaja y mucho.” Las otras asintieron. “Tenemos que entrevistar a mujeres de setenta en arriba.” dijo otra. Yo las miraba atónita y divertida. ¿Cómo había podido olvidar que ahora los sesenta son los nuevos cuarenta? En aquel instante, a mis cuarenta y seis me sentí una completa adolescente, extática por compartir el momento con mentes despiertas y afiladas como las suyas viviendo en cuerpos de cualquier edad.

Hombre mayor en una librería, riendo a carcajada

(Johann Walter, UNSPLASH)

“Muéstrame tu verdadera cara, la cara que tenías antes de que tus padres nacieran.” reza el koan zen. Sostenerlo me invita a reconocer la consciencia en mi y su sabor inconfundible, no importa cuántos años pasen. La consciencia de cuando tenía diez años morando por las calles vacías la ciudad bajo el sol de las tres de la tarde. La misma que a los veinte años agonizaba tras la ausencia del primer amor. La que a los treinta seguía alerta por las noches tras días sin poder dormir. La que ahora recibe el surgir de estas palabras, escritas para que otra consciencia, la tuya, que no es diferente de la que escribe, las lea.

Vivir es envejecer y no envejecer.

 

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¿Estás listo para la persuasión salvaje del mundo digital? Tres pautas + 1 para prepararte

Cualquier cosa que quieras saber, lo buscas en Google. Lo saben los niños. Lo saben los ancianos. Lo saben hasta las mascotas. Pero atención. Google, al contrario que Wikipedia, no es una enciclopedia. Google es una empresa. Su prioridad número uno no es la verdad, es el beneficio económico.

Si por ejemplo, querido lector, buscas algo en Google, la respuesta que el servidor te dará será distinta de la mía, aunque tecleemos las mismas palabras. Tus resultados se ajustarán a lo que Google sabe de ti – mucho-, buscando los resultados que más te agraden. Y lo mismo hará conmigo. Entonces, ¿dónde está la verdad? En Google desde luego que no. Ni en Facebook, ni Twitter, olvídate de Instagram, TikTok y demás redes sociales.

Cada vez los riesgos de las pantallas para niños y jóvenes son más conocidos. Personalmente, el mundo digital me ha pillado crecida y formada. Y aún así, me las he visto y me las veo para deshacerme de sus pegajosos tentáculos. Pasaba bastante de las redes hasta que publiqué mi primer libro. Entonces personas expertas me aconsejaron estar en las redes y alimentarlas. A lo que me di cuenta, ¡estaba trabajando para las redes! Me tenían pendiente del móvil, de lo que había dicho no sé quien, de responder, de colgar algo… Hasta que me harté, corté por lo sano y volví a lo que tenía sentido para mi: compartir algo, cuando tengo algo que decir y a olvidarme de ellas el resto del tiempo.

(Caspian Dahlstro, UNSPLASH)

Las redes sociales están diseñadas para captar algo profundamente sagrado de nosotros, algo esencial: nuestra atención. Una vez la tienen, nos ofrecen más y más ganchos para mantenernos mirando la pantalla, que es su agenda. El mundo digital activa en nosotros el circuito hormonal de la dopamina, exactamente el mismo que el de las drogas. Así ha nacido lo que se denomina la economía de la atención. Nuestra atención es captada mediante sofisticadas técnicas de un reducido número de ingenieros para mantenernos enganchados. Cuando lo consiguen, -y vaya si lo consiguen- entonces venden nuestra atención a otras empresas para que estas puedan vendernos cosas, opiniones, estilos de vida, votos, actitudes, mentiras…

Te puedes preguntar qué tiene eso de perverso, y decirte que al fin y al cabo, que puedas ver tu serie favorita en Netflix no tiene nada de malo, ni que pases horas en FB o en Instagram…Pues bien, aunque puedan parecer prácticas inocuas no lo son. Te apunto tres consecuencias negativas – de entre muchas:

  • Si estás enganchado a algo no eres libre, ni autónomo. Las fuentes y apps digitales que sutilmente controlan tu atención, te manipulan, seas consciente de ello o no. Crean una realidad para ti, con una intención determinada, que por definición no está alineada con lo que tu quieres o es bueno para ti.
  • Todo el tiempo que estás entregando tu atención a las pantallas, estás desperdiciando tu limitado tiempo en el mundo real: el de los amigos, de los abrazos, de estar con tus hijos o familiares, el de sentir tu vida plenamente…
  • Cada vez que el mundo digital a través del móvil u otros dispositivos te alerta de algo, se alteran tu sistema nervioso y estado de consciencia, a la vez que se interrumpe tu experiencia vital y relaciones.

Según Tristan Harris, fundador del Center for Humane Technology, apodado la consciencia de Silicon Valley, el mundo digital se volverá cada vez más y más persuasivo. Quien dice persuasivo, dice manipulador, generador de yonquis, alienador de seres humanos. Lo que representa una amenaza individual y colectiva. Hoy me quedo con la individual. La pregunta que te hago es: ¿Quieres empezar a tomar las riendas del mundo digital para manejarlo tú a él y no al revés? Bien, ahí van cuatro pautas:

  1. Quita las notificaciones de tu móvil. Practica ponerlo en modo avión y dejarlo en casa a menudo.
  2. Elimina la aplicación o canal en el que pases más horas (FB, IG, Twitter, Youtube, Netflix…)
  3. No sigas las recomendaciones de lo que te dicen que veas en FB, Youtube, Netflix, etcétera.
  4. Instala en tu navegador la aplicación Qwant que no rastrea, ni vende tus datos mientras navegas.

Si quieres tomarte la pastilla roja y ver cuán profunda es la madriguera de la mano de sus sagaces creadores, El dilema de las redes sociales te lo muestra.

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Por qué llevar un diario puede (r)evolucionar tu vida. Tres pasos para empezar uno este verano

Una de las cosas que me gusta hacer cuando llega el calor y decae la actividad frenética es releer mis últimos diarios. Sí, escribo a diario en mi diario. Escribo flujo de conciencia, es decir cojo un boli y dejo que las letras, palabras y frases viajen de mi cuerpo al papel, intentando que la mente intervenga lo mínimo y sin intentar escribir nada en particular, ni tampoco nada que sea bueno, inteligente, nuevo… Es un espacio de libertad absoluta, en el que doy rienda suelta a todo lo que pasa en mi interior. Transcurren meses, y luego releo lo escrito. Un ritual sencillo pero poderoso. Si quieres descubrir porqué llevar un diario puede (r)evolucionar tu vida, no dejes de leer.

CONOCERTE

Llevar un diario sirve para conocerte mejor. Porque aunque estés acostumbrado a ti mismo, tu complejidad es tan inmensa, que necesitas artilugios para poder empezar a acercarte a ella. La escritura en papel es un soporte fenomenal. Me encanta escribir lo que he soñado la noche anterior, sin necesidad de interpretar el sueño, como quien observa una flor de otro mundo, en este caso del planeta subconsciente. Al volcar lo que ocurre en el momento, se plasma mi diálogo interior, es decir lo que me digo a mi misma y cómo lo digo. También mis neuras y formas automáticas de interpretar el mundo. Lo revolucionario del proceso es que al plasmarlo en una hoja y releerlo, pasas de estar sujeto a ello a verlo como un objeto. Por ejemplo, si te das cuenta que te hablas con dureza, la próxima vez que esto ocurra, vas a darte cuenta de ello y tras observarlo varias veces serás capaz de hablarte de forma más amable.

Plasmar el mundo interior en un papel de forma periódica también te acerca a tu intuición. Durante la relectura de mis diarios, invariablemente encuentro cosas que intuía y que después se manifestaron, lo que refuerza la confianza en mi misma.

CAPTAR INSPIRACIONES

Puesto que mi trabajo tiene un fuerte componente de creatividad, sobre todo en cuanto a escritura se refiere pero también a nivel de cursos, talleres, etcétera el diario es un registro de aquello que me llama y me inspira. No sé porque algo me inspira o me llama, tampoco necesito saberlo. Simplemente aceptarlo. Recibir a tus inspiraciones o anhelos en las páginas de un diario es como crear un mapa del tesoro. El tesoro son tus sueños, pequeños o grandes que necesitan ser escuchados y aceptados, para tomar forma y luego manifestarse.

(Kelly Sikkema, UNSPLASH)

MANTENER EL FOCO

Llevar un diario te puede ayudar a enfocarte, sobretodo si lo escribes antes de empezar tu día. ¿Cómo? Pues muy sencillo, a través del poder de las intenciones. Una intención es algo que quieres que ocurra. Al declarar una intención por escrito, estás alineando tu energía consciente e inconsciente con el mundo del que formas parte y te orienta a pensar y actuar hacia un sentido concreto. Cualquier cosa se puede poner en forma de intención. Puedes tener la intención de realizar x tareas, puedes tener la intención de mantener un estado de ánimo alegre, puedes tener la intención de ayudar a los demás. La prueba del algodón de una buena intención es que sea buena para ti y también para los demás.

MAYOR AUTOCOMPASIÓN

Como humanos, siempre llevamos más carga psicológica de la que creemos llevar. Por esta razón explorar lo que has escrito redunda en una mayor comprensión de la situación real que atraviesas, de tus circunstancias y momento personal. Esto facilita que tengas una mayor compasión hacia ti mismo y te anima a tratarte como un buen amigo.

CÓMO EMPEZAR UN DIARIO PERSONAL

En mis programas de coaching llevar un diario personal es un requisito fundamental e indispensable. Allí van a parar las reflexiones fruto de las preguntas que planteo y todo el crecimiento y evolución de la persona a medida que el programa avanza. Y escucha bien: siempre da buenos resultados. Por todo ello, si este verano te animas a llevar un diario personal, estos son los pasos a seguir:

  1. COMPRA UNA LIBRETA. Una cualquiera, si es de las baratas mejor. No vas a escribir tu primera novela en ella y aunque lo fueras a hacer, la calidad de la misma te tiene que transmitir que TODO va a ser bienvenido en ella.
  2. ESCRIBE, ESCRIBE Y ESCRIBE. Cada día, durante un período de tiempo establecido. Empieza por cinco minutos, alárgalo a quince, y después de varias semanas, no te limites y déjate guiar por lo que el momento requiera.
  3. RELEE LO ESCRITO. A los quince días de relee lo que has escrito con bolígrafo de rojo en mano. Observa lo que lees como si fuera otra persona la que escribió estas líneas. ¿Qué le dirías? Inicia un breve diálogo con él o ella a medida que sus palabras te llegan.
  4. TIRA LA LIBRETA. Después de releer la libreta según el punto anterior, tírala. Sí, sí, tírala. Es parte de completar el círculo y ritualizar la naturaleza transitoria de tu estado y de todo.

Si empiezas la práctica de llevar un diario vas a (r)evolucionar quieras o no. Espero que también lo disfrutes 😉

Guerra, cambio climático, crisis económica… ¿Qué hacer antes de que el karma te atrape?

Los occidentales nos alzamos sobre las cenizas de la colonización. Somos herederos de la expoliación de pueblos, su opresión y exterminio. La herencia sobre la que caminamos toma forma de un karma colectivo cargado de negatividad. Existe el karma individual, que no es más que el efecto de nuestras propias acciones individuales y luego existe el karma colectivo, que es el resultado de las acciones tomadas por las organizaciones a las que pertenecemos y los políticos que nos representan.

Pensando en términos de nuestra pequeña vida, es fácil que al preguntarte ¿qué culpa tienes tú de qué Occidente cerrara los ojos a la opresión soviética de sus pueblos y al régimen que la sucedió durante tantos años? ¿Qué culpa tienes tú del exterminio de pueblos indígenas en el nuevo mundo? ¿Qué culpa tienes tú de que se siga explotando a minorías étnicas a través del neocolonialismo de grandes multinacionales españolas que contaminan regiones y enferman a las personas que viven allí?, respondas que tú no tienes nada que ver con todas estas injusticias.

(Saad Chaudhry, UNSPLASH)

Pero esto no es así. Por indeseable que sea la herencia, aunque no estemos de acuerdo, aunque hayan pasado muchos años, aunque nos parezca que no podemos hacer nada, estas injusticias sobre las que nos alzamos tienen todo que ver con nosotros. Alguien siempre acaba asumiendo la responsabilidad o dicho de otra forma, pagando el pato. Si no somos nosotros los responsables ¿quién va a ser?

La prueba de nuestra responsabilidad es que las consecuencias de nuestras acciones, individuales y colectivas siempre llegan. Tardarán más o menos pero se van a presentar y ya lo están haciendo. Lo hacen en forma de una guerra inesperada, de la subida de la luz, del cambio climático, de un ataque terrorista, de una crisis económica o de cualquier otro entramado de formas. Si no las recibimos nosotros, lo harán las generaciones futuras.

Y mientras tanto ¿qué puedes hacer con todas estas semillas de negatividad plantadas en nuestro espacio colectivo? Atención: puedes hacer MUCHO. ¡Puedes hacer tanto! Puedes convertirte en agente purificador de karma colectivo, liberándote y liberando a las generaciones venideras de su tóxica losa y ¡atención!: puedes disfrutar haciéndolo. Te doy algunas ideas:

  1. INFÓRMATE. Infórmate y deja que la información relativa a tu karma colectivo te afecte, no para encerrarte en tu cinismo, sino para hacerte más humano, abriéndote el corazón.  Pídele a Dios que el dolor no te sea indiferente. Ensancha así comprensión de tu entorno y del maldito fardo que cargas, que cargamos. Asúmelo como tuyo.
  2. SÉ CRÍTICO CON TUS GOBERNANTES. Por ejemplo El PSOE dijo en su último programa electoral que respetaría el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Pues mintió. Cuando algo así ocurra con cualquier partido político, pues expresa tu desacuerdo y no les vuelvas a votar. Si muestras neutralidad frente a injusticias, estás como decía Desmond Tutu, poniéndote al lado del opresor.
  3. NO TRABAJES PARA EL MAL. Si la organización por la que trabajas explota a seres humanos, contamina, destruye o genera cualquier tipo de mal, no lo dudes, cambia de trabajo.
  4. CONTRIBUYE con lo que puedas. Habla de ello con tu entorno. Solidarízate con la causa que más te mueva. Dedica tiempo, energía y dinero, el que puedas pues ¡todo suma!
  5. SIENTE LAS EMOCIONES. Cuando te acerques a las injusticias, reconócelas y siente lo que emerja. Aunque pueda sonar a poco no lo es. Recuerdo que en la etapa del camino de Santiago desde Pamplona a la cuesta del Perdón, me entraron unas repentinas ganas de llorar sin saber porqué. Dejé brotar las lágrimas durante un buen rato, y al reprender la marcha encontré un cartel indicando que en aquél lugar habían sido fusilados una veintena de personas durante la Guerra Civil. Este post no da para explicarlo, pero cada vez que sientes emociones que no pudieron ser expresadas por las personas que recibieron el trauma, estás liberando a la vida misma de las cadenas causadas por acciones negativas1.

Te animo a ser consciente del karma colectivo, para que cuando llegue y te ponga de rodillas2, no te sorprendas demasiado. Muy pronto vas a estar muerto, así que ponte las pilas y conviértete en un agente purificador de karma. Brillarás y puede que sea lo que más sentido dé a tu fulgurante vida.

(1) Para más información, te recomiendo el trabajo de Thomas Hübl.

(2) De la canción Instant Karma de John Lennon.

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