Entradas etiquetadas como ‘hábitos’

¿Te sientes culpable por estar enfermo? Transforma tu actitud con estas pautas

Cuando nos ponemos enfermos o lesionamos existen dos formas comunes de reaccionar. La primera, es sentir cierto sentido de culpabilidad, al estilo de “he hecho algo mal”. Y sí, a veces nos hemos equivocado, es decir, fumas como un carretero y tienes suerte de contraer solo una bronquitis; o haces pesas de cualquier manera y te lesionas la espalda. En estos casos existe una relación bastante lineal. Sin embargo, en muchos casos la causa y efecto se se mezclan con el azar, y en otros tantos la enfermedad es completamente aleatoria, por lo que sentir culpa es un empeño fútil.

Otra forma común de reaccionar es ofendiéndonos, como si de la nada alguien nos hubiera dado un puñetazo. Esto me recuerda la historia budista de un monje de quien decían que estaba iluminado. Un estudiante que dudaba de la iluminación del asceta, decidió darle un puñetazo para probarle. Cuando lo hizo el monje no se inmutó. Entonces corrió la voz que el estudiante había pegado al monje y los aldeanos quisieron ajustar cuentas con el estudiante también con los puños. Al enterarse, el maestro se interpuso evitándolo y dando una lección a todos. Llevando este ejemplo a un estado de enfermedad o dolor, ofenderse por su aparición es como devolver emocionalmente un imaginario revés, lo que nos contrae y genera resentimiento.

(UNSPLASH)

La vida está compuesta de periodos de salud y otros de enfermedad. La salud permanente no existe. Para nadie. Entonces, con la visita de la enfermedad o la lesión, en lugar de sentirnos culpables u ofendidos, podemos abrirnos a lo que ocurre, sabiendo que es parte del juego de estar vivo. Esto quitará drama al asunto, y nos ayudará a aceptar nuestra condición, algo favorable para navegar la enfermedad y curarse.

Aunque nos cueste verlo, la enfermedad trae muchos regalos. Uno de ellos es hacer añicos ilusiones de invencibilidad, poniéndonos de bruces con nuestra propia vulnerabilidad y el hecho que estamos en la misma liga que todos los mortales. También nos informa de la fragilidad de la vida, la medida de nuestra interdependencia y la fortuna de tener salud, cuando la gozamos. La enfermedad también nos hace parar. No nos pregunta ¿quieres parar? sino que nos obliga a hacerlo y eso puede ser una bendición.

Te puede interesar:

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

¿Atrapado por la obsesión? Sal de ella con esta orientación de base

¿A quién no le ha asaltado por sorpresa una preocupación sobre un problema, una relación o una posibilidad futura? A menudo en estos casos, la mente desarrolla un mundo alrededor del problema y cuando nos damos cuenta ya nos hemos perdido en él. Estamos en las garras de la neurosis, de la obsesión, del laberinto de los pensamientos en bucle. La obsesión raramente nos visita cuando estamos serenos y relajados. Más bien se manifiesta cuando nuestro vida está repleta, los niveles de estrés son elevados y nuestro cuerpo es una maraña de tensión. Es entonces, cuando parecía que ya no podía ocurrir nada más, que a nuestra mente se le ocurre aferrarse a algo y cuál perro de presa, no soltarlo.

Los pensamientos obsesivos consumen mucha energía, porque generan ansiedad, dificultades de concentración e incluso nos pueden llegar a quitar el sueño. Las obsesiones nos secuestran llevándonos a un plano infernal creado por nuestra imaginación. La clave es: ¿cómo salimos de ahí? Una forma de afrontarlo es como si se tratara de un hábito, con lo que aplicaríamos estos tres pasos: reconocer la neurosis, no hacer lo habitual sino algo distinto y practicar el punto uno y dos el resto de nuestras vidas.

(Ahmed M Elpahwee, UNSPLASH)

Sin embargo, a veces la energía de la preocupación es tan fuerte que por mucho que intentemos hacer algo distinto, no lo conseguimos. Esto ocurre porque experimentamos nuestra vida tras los barrotes del ego: mi problema, mi trabajo, mi familia, mi carrera, mi casa, mi, mi, mi…Cuando me encuentro en esta situación acudo a la base del dharma budista expresado de innumerables formas. Tomemos por ejemplo la del aforismo Lojong: Todo el dharma está de acuerdo en un punto. Todas las instrucciones budistas se enfocan en reducir el grado de ensimismamiento en uno mismo, lo que reduce el sufrimiento y aumenta la felicidad.

La cuestión entonces es ¿cómo disminuyes tu autocentramiento? Pues de forma sencilla: olvidándote de ti e interesándote por los demás. ¿Cómo están? ¿Qué les ocurre? ¿Cómo les puedes ayudar? Ponerte al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, neutralizará tus tendencias obsesivas, devolviéndote suavemente al descentrado centro, tu verdadero lugar.

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

Karma emocional: ¿Y si enfadarte o ponerte triste fuese un hábito?

Cuando pensamos en hábitos, solemos pensar en cosas tipo hacer deporte, comer sano, descansar lo necesario…Sin embargo, absolutamente todo en nuestras vidas se puede entender como un hábito. Para el budismo los hábitos son una de las mayores fuentes de karma en nuestras vidas, es decir de lo que hay actualmente – sus causas – y lo que vendrá – sus efectos. El karma además de referirse a nuestras acciones, incluye también nuestros hábitos emocionales y mentales.

Después de un día agotador, tengo poca paciencia y cuando las cosas no van como quisiera uno de mis hábitos emocionales es enfadarme. Es un hábito porque se repite cuando se dan las citadas circunstancias. Si no identifico mi reacción como un hábito emocional, caigo presa de convincentes justificaciones sobre porqué tengo razón en enfadarme. Esta interpretación, por acertada que sea, me libra de tomar responsabilidad sobre mi hábito y transformarlo.

Uno de los aforismos de entrenamiento de la mente – Lojong – del budismo tibetano que aprendí de Pema Chödrön es Entrénate en las tres dificultades:

1. IDENTIFICAR EL IMPULSO. Cuando me noto cansada, impaciente,…unos segundos antes de enfadarme, el impulso ya está ahí. Darse cuenta de ello en el momento es una capacidad avanzada. Un paso previo consiste en revivir una situación pasada en la que la emoción nos dominó. Al hacerlo nos familiarizamos con las sensaciones físicas del momento, los pensamientos y lo que nos mueve, para que la próxima vez lo podamos identificar antes de que sea demasiado tarde.

(NIK, UNSPLASH)

2. SOLTAR EL IMPULSO. Reconocer el impulso a enfadarme y soltarlo es un paso de gran dificultad. Lo es porque llevamos años practicando nuestros hábitos emocionales y están afianzados en estructuras neuronales con gran capacidad de activación. Una metáfora sería como ir en un tren que lleva siempre a la misma estación, es decir, a cierto estado emocional y acciones. Soltar el impulso implica nada más y nada menos que ¡saltar del tren! Algo que me ayuda a hacerlo es reconocer que el tren se dirige a un lugar al que no quiero ir: un paisaje en llamas o un sitio de destrucción. Si no lo he conseguido en la situación misma, vuelvo a ella en un segundo momento y me imagino saltando de este tren, lo que a nivel práctico significa respirar, callar y tal vez irme a otro sitio – ¡todos hábitos nuevos!. Hacerlo me prepara para cuando una situación similar se vuelva a reproducir, lo que ocurrirá con toda probabilidad.

3. CONVERTIR LO ANTERIOR EN UNA FORMA DE VIDA. Algo maravilloso de las enseñanzas budistas es la claridad de sus instrucciones fruto del conocimiento profundo de la mente. Transformar la mente es lidiar con la poderosísima energía hábito codificada en nuestras estructuras neuronales, por lo que fracasar repetidamente es inevitable, como reconoce el maestro Zen Norman Fischer. Sin embargo, el fracaso no nos tiene que disuadir de perseverar, sino todo lo contrario. Es por esa razón que el tercer paso del aforismo consiste en practicar el punto uno y el punto dos una y otra vez. Poner en práctica las tres dificultades a pesar de lo arduo que resulta hacerlo, es lo que poco a poco irá desactivando nuestros hábitos emocionales – tristeza, apatía, rechazo, envidia…- dando lugar una mayor libertad interior.

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

No es la edad, es el karma

El concepto budista de karma encapsula el poder de nuestras acciones para condicionar nuestro presente y futuro. A grosso modo, al karma lo caracterizan dos tipos de acciones. Acciones puntuales, algo que hicimos en un momento dado, cuyas consecuencias positivas o negativas se manifiestan más tarde. Por ejemplo, pongamos que mentiste una vez a tu pareja y cuando esta mentira vio la luz, vuestra relación se hizo trizas. Sin embargo, tú no eres un mentiroso compulsivo.

El otro tipo de karma, mucho más común, es el karma de nuestros hábitos. Aquellas acciones positivas, neutras o negativas que hacemos de forma repetida. Se puede tratar de una forma de pensar, un tipo de conducta o un modo de hablar. Por ejemplo tomemos el hábito de Luis Rubiales de querellarse con periodistas y medios contrarios a él, según informa El Confidencial. Mientas que este hábito no le causó mayor problema durante bastante tiempo, después del beso a Hermoso, este forma de hacer  puso de relieve su tendencia al acoso, contribuyendo al hundimiento de su posición.

Los hábitos son fuerzas creadoras formidables, pues al repetirlos cada día generan enormes consecuencias. Fijémonos por ejemplo en el hábito de mantener cierta postura corporal. El hecho de encarnarla durante innombrables horas afecta al estado de nuestro cuerpo, forma de hacer y actitud ante la vida.

(Manan Chhabra, UNSPLASH)

Al considerar un cambio de hábito podemos enfocarnos en dejar de hacer, lo que nos conecta con la privación y nos pone en lucha contra una parte de nosotros. Este enfoque a menudo crea un efecto rebote, cuando después de unos días de gran restricción como por ejemplo en la dieta, volvemos desbocados a lo de antes.

Una forma más efectiva consiste en iniciar un nuevo hábito que remplace progresivamente al antiguo. Por ejemplo, si quieres dejar el hábito de criticar a todos y a todo, puedes plantearte desarrollar el hábito de apreciar. Al empezar a apreciar situaciones, personas y cosas, la mirada crítica seguirá emergiendo, sin embargo si perseveras, la mirada apreciativa poco a poco irá tomando espacio, transformando así tu forma de ser.

Crear un nuevo hábito tiene que ver con generar cambios neuronales profundos, por lo que resulta un proceso arduo. Sin embargo, si queremos evolucionar no nos queda otra puesto que “somos lo que hacemos repetidamente” como decía Aristóteles. La cuestión entonces se convierte en ¿Qué hábito necesitas iniciar para ser la mejor versión de ti mismo? Y ponerte manos a la obra 😉

Encuéntrame en FacebookTwitter.

Ordena tus prioridades con el nuevo ciclo

Muchas de las personas que tienen hijos empiezan el año con el curso escolar. Tanto si es ése tu caso, como si simplemente te apetece reordenar prioridades, aprovechando el fin del calor y las energías renovadas, este ejercicio te puede interesar.

Empieza por imaginar un bote de cristal cilíndrico. Tienes tres tipos de piedras: rocas, piedras y arena. ¿Cómo llenarías el bote para que cupieran todas?

La respuesta responde a las leyes básicas de la física. Primero empezarías por las rocas, cuyo volumen no es negociable. Después introducirías las piedras que caben en los huecos que dejan las rocas. Y por último llenarías todos los recovecos que quedasen en el cilindro, con la arena. Esta metáfora es útil para pensar en las distintas dimensiones de nuestra vida y la prioridad que les damos a las mismas. La lección principal de este ejercicio es que si en tu vida no das prioridad a las «rocas», es decir a aquello fundamental, y la llenas de «arena» es decir de cosas superfluas, luego no te queda espacio (tiempo, energía…) para las cosas realmente importantes. Esta lección responde también al hábito nº3 del clásico de Covey, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva.

ROCAS

Las rocas son las piedras angulares de tu vida son aquellas esenciales, sin las cuales, si no se dan o no les prestas suficiente atención, tu vida se encalla y no funciona. Y al contrario, si las tienes en cuenta, tu vida florece.

Al comentar este ejercicio en sesión una sesión de coaching reciente, Lorena consultora de sostenibilidad me decía que una de sus rocas era centrarse en el marketing de su empresa para generar nuevos clientes y subir el volumen de la facturación. La segunda era terminar un proyecto divulgativo que tenía a medio cocer. Otra de ellas era el tomar espacios para ella misma, ahora que la crianza de sus dos hijos se había reducido intensidad. La cuarta era dedicar tiempo en exclusiva a cuidar la relación de pareja. Y la quinta era seguir con la crianza de sus hijos.

(Kelly Sikkema, UNSPLASH)

PIEDRAS

Las piedras son aquellos elementos importantes de tu vida, que aunque no son el centro, son relevantes y necesitan ser tenidos en cuenta.

Siguiendo con el caso anterior, y después de reflexionar entre sesión y sesión, Lorena había llegado a la conclusión que este año, para ella las piedras eran seguir con el deporte y cultivar amistades que había descuidado a raíz de la pandemia.

ARENA

La arena hace referencia a aquellas facetas de la vida que añaden color y textura a la misma. Sería como la sal y la pimienta. No son esenciales, y si las suprimes tu vida no se hunde, sin embargo, tenerlas en cuenta te ayuda a incluirlas sin que se desestabilice el resto. La arena de Lorena eran las salidas con sus amigas de toda la vida, su participación en un ente cultural de la ciudad y unirse a un grupo de fotógrafos amateurs para retomar esta afición.

Una vez hayas realizado el ejercicio a modo de reflexión por tu cuenta, te recomiendo comentarlo con tu pareja, un amigo o un familiar. Compartirlo te ayudará a aumentar el compromiso con tus prioridades. Luego llega la prueba de fuego: traducir las prioridades en acción. Un ingrediente esencial es tener las conversaciones y acuerdos necesarios con las personas de tu entorno para el éxito de las mismas. Los sistemas son fundamentales también, personalmente funciono reservando espacios en la agenda para dedicarme a las actividades con las que me he comprometido: espacio de familia, espacio de pareja, espacio para escribir, tiempo de introspección, etc. Si no lo agendo, fácilmente se cae de la lista y no lo hago. Y por último, no olvides revisar de forma periódica tus prioridades. Al hacerlo verás si vas por buen camino o te has encallado y necesitas hacer correcciones.

Te deseo un buen comienzo de ciclo.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

Más allá del negro de tus pulmones: el daño al planeta que causa fumar

Cuando pienso en tabaco, pienso en Santi mi abuelo paterno, una leyenda. Hijo payeses, luchó en la batalla del Ebro en la Quinta del Biberón, luego emigró a Guinea Ecuatorial a buscar fortuna. Se casó y tuvo seis hijos. Emprendedor, deportista, generoso y amante de la vida. Crecí bajo su carismático halo que me llegaba a través de familiares y conocidos. No, yo no le conocí porque mi abuelo también era fumador. Fumaba cuando no se sabía que fumar mataba. Y a los cincuenta años, en la plenitud de la vida contrajo un cáncer de pulmón que se lo llevó en seis meses, marcando trágicamente a la familia y al devenir de sus miembros. Su pérdida me ha mantenido lejos del tabaco de por vida.

Hoy es el Día Mundial Sin Tabaco según la Organización Mundial de la Salud. Al leer sobre el tema descubro algo que desconocía. Que la industria del tabaco, además de causar la muerte 7 millones de personas al año en todo el mundo, generar estragos en los países en vías de desarrollo y en las personas con menor nivel de recursos, también es mortífero para el planeta:

  1. DEFORESTACIÓN. Para elaborar 300 cigarrillos son imprescindibles 8 árboles, sin contar lo que se consume en la fabricación del papel y las cajetillas. El cultivo de tabaco provoca deforestación, mayormente en países en vías de desarrollo donde se sitúan los cultivos.
  2. POBREZA. El 90% de los cultivos se encuentran en países en vías de desarrollo o de rentas medianas/bajas. Mientras que el cultivo de tabaco favorece las ganancias a corto plazo, el daño causado a la tierra con pesticidas, herbicidas y demás compromete cualquier otro tipo de cultivo posterior, hipotecando el futuro de los cultivadores.
  3. CONTAMINACIÓN DEL AGUA. Los mismos fertilizantes y herbicidas que empobrecen la tierra, contaminan el agua y enferman a trabajadores de cultivos, cuya mayoría se exponen a estos químicos sin protecciones adecuadas.
  4. EFECTO INVERNADERO. La industria del tabaco emite en gases de efecto invernadero: 84 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono, contribuyendo al cambio climático y reduciendo la capacidad de respuesta al mismo.
  5. IMPACTO DE COLILLAS. Tirar al suelo una colilla supone lanzar un residuo tóxico capaz de contaminar 50 litros de agua directamente al mar. Muchas las ingieren diferentes animales comprometiendo su salud y afectando a toda la cadena trófica.
  6. EXPLOTACIÓN HUMANA. Las plantaciones emplean a mano de obra infantil y no cualificada. Cuando un menor trabaja en plantaciones de tabaco, por un lado se reduce o se evita su escolarización y, por otro, daña su salud. Algunas organizaciones como Human Rights Watch (HRW) denuncian las enfermedades que los trabajadores de la industria sufren por la toxicidad del producto en sí mismo y por no estar protegidos debidamente.
Mano con cigarrillo

(Irina Iriser, UNSPLASH)

La próxima vez que vayas a fumarte un cigarrillo, además de pensar en lo oscuros que se están poniendo tus pulmones, en los años que dejarás de vivir o que vivirás precariamente por ese gesto, espero que también pienses en los niños explotados, los trabajadores enfermos, los animales muertos por consumir desechos del tabaco, la contaminación de las aguas afectando a la vida de millones de seres. Quiero que pienses en la deforestación de los bosques, en las tierras envenenadas por el cultivo del tabaco y en las emisiones de CO2 ensuciando el aire del mundo. Piensa en ello porque tú los estás causando.

Al igual que eliges ser el problema, puedes elegir ser la solución.

 

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

Los tres roles que como padre o madre no puedes dejar de asumir (en relación al mundo digital y más allá)

Hace unos días, en una reunión de la escuela, un maestro comentaba que unos padres por no atreverse a pedir la contraseña del google classroom de su hijo, se la pedían a él. El maestro explicaba que si estos padres tenían problemas para pedirle la contraseña a su hijo ahora, todavía en la escuela, más adelante las cosas se podían complicar y mucho.

Esta anécdota encapsula algunas dinámicas que confluyen en la forma en cómo ejercemos la maternidad y paternidad actualmente. La primera es la de no querer hacer de padres/madres como lo hicieron con nosotros. A menudo, para contrarrestar el exceso de autoridad que vivimos algunos, hemos basculado hacia la permisividad o laxitud. La segunda es la corriente de la hiperpaternidad en la que los hijos se ponen en un altar, se les presiona para que encajen en nuestro ideal, generando elevados índices de frustración y ansiedad para ambas partes. La tercera, en relación al mundo digital e internet, es que a menudo, padres y madres nos sentimos torpes respecto al uso de nuevas tecnologías comparados con nuestros hijos, con lo que es fácil caer en la trampa de que esto no va con nosotros.

(Helena Lopes, UNSPLASH)

Como antídoto a todo ello, propongo recordar los tres roles fundamentales a desarrollar como padres o madres, que desde que los descubrí siguen siendo un potente faro en el sorprendente camino de la crianza. Los comparto a continuación, a la luz de lo que significa ejercerlos en relación al mundo digital:

1- EL PADRE / LA MADRE COMO GUÍA. Este rol consiste en actuar de interface entre el mundo y nuestro hijo. Asemeja al rol que hace un guía de viaje cuando lleva a un grupo de personas a un país lejano. El guía traduce por ellos, explica las costumbres de lugar y ayuda a los viajeros a actuar con respeto y consideración en ese nuevo país. Al igual que el guía, nosotros acompañamos a nuestros hijos a conocer y practicar las formas y usos sociales. Traducimos lo que es adecuado en cada situación y les acompañamos a aprender comportamientos sociales.

En el caso del mundo digital, ejercer este rol tiene que ver a estar con orientar a nuestros hijos a contenidos adecuados para su edad. Acompañarles cuando consumen contenidos digitales, por ejemplo viendo una serie con ellos, y comentándola juntos. Interesarse por los youtubers que siguen y por qué. Sin olvidar explicar los riesgos y precauciones que hay que tomar en el uso de las redes sociales y contenidos digitales. En este sentido, en lugar de avasallarlos con riesgos abstractos es mejor compartir historias reales de niños y jóvenes como ellos, que pongan de manifiesto los riesgos invisibles de estos espacios.

2- EL PADRE / LA MADRE CÓMO MODELO. En mi práctica de coaching es frecuente escuchar de la boca de las personas a quienes acompaño: “estoy preocupado porque mi hijo se está volviendo tan apático como yo y esto me duele, quiero evitarlo. ¿Qué puedo hacer?”. A lo que yo respondo que están en el lugar adecuado, porqué la respuesta está en su propia transformación y no en la de sus hijos. Esto es así porque nuestros hijos nos observan todo el rato. Al hacerlo absorben de forma inconsciente nuestras formas: todo aquello que hacemos y cómo lo hacemos. La crianza es uno de los motores de transformación personal más potentes que existen. ¿Quieres que tus hijos mejoren? Entonces esfuérzate tú para ser la mejor versión de ti mismo.

En el caso del mundo digital, ¿Quieres que tus hijos estén menos enganchados al móvil? Pues desengánchate tú, apárcalo durante más horas o déjatelo en casa cuando salís. ¿Quieres que tus hijos hagan otras cosas además de ver series? Ponte a leer, acude a un gimnasio, pinta, invítales a jugar juntos a juegos de sobremesa…

3- EL PADRE / LA MADRE CÓMO GUARDIÁN (gatekeeper). Esta función es una de las más erosionadas por las influencias mencionadas anteriormente. La palabra en inglés es mucho más visual: gatekeeper, guardián del portón. El guardián decide lo que entra y quién entra en la vida de nuestros hijos y lo que no. Así de poderoso es este rol. Y aunque no podemos poner puertas al campo, si que podemos y debemos marcar unas directrices y hacerlas valer.

En el caso de redes sociales y mundo digital, pues tiene que ver con reflexionar y decidir sobre la edad a partir de la cual tendrán móvil, cuántas horas se podrán conectar, a qué hora se apaga el wifi…También consiste en seleccionar los contenidos audiovisuales adaptados a su edad y en comentarlos con ellos. Explicar lo que les puede pasar si se exponen a contenidos que no son apropiados, ayudándoles a que poco a poco vayan desarrollando su capacidad de discernimiento y hábitos de “higiene digital”.

La forma en cómo desarrollamos cada una de estas funciones marcará la diferencia. Tomar conciencia de ellas y practicarlas son las claves para hacerlo cada vez con mayor gracia y fluidez. Por todo ello, te invito a considerar estas preguntas:

¿Con qué roles te sientes más cómodo? ¿Qué rol te resulta más difícil y puedes crecer practicándolo? ¿Cómo os habéis dividido los roles con tu pareja? ¿Qué apoyo necesitáis del otro para desarrollarlos de una mejor forma?

Recientemente Liliana Arroyo doctora en sociología y experta en redes sociales, explicaba que en una de sus charlas sobre los retos del mundo digital para niños y jóvenes, un padre declaraba al final de la misma: “esto de gestionar el mundo digital con los hijos es demasiado difícil, presento la dimisión”. A lo que ella le respondió, sonriendo pero en serio “lo siento pero no te la acepto”. Porque no, como madres y padres no podemos dimitir. Así de grande es el compromiso que hemos adquirido para con nuestros hijos. Tenemos que encarar o encarar, no nos queda otra.

 

Te puede interesar:

 

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

Por qué ordenar y deshacerse de cosas es una batalla ganada

Aunque diría que soy más bien ordenada, no soy una maniática del orden. Sin embargo, una vez cada no sé cuando me entra una fiebre particular: la fiebre del orden. Este año llegó hace una semana. Con los primeros calores, veía mi armario repleto de ropa que ya no me servía, que no me ponía o que simplemente ya no iba conmigo.

No empecé de golpe y porrazo, sino que me fui preparando. Sentía crecer dentro de mi el impulso de deshacerme de cosas, ropa, zapatos y abrigos…que habían invadido mi armario a traición desde el inicio del covid y antes también. Mientras saboreaba como la energía crecía, me llegaban inspiraciones sobre la cuestión como el título del clásico de Marie Kondo: La magia del orden, o las palabras del párroco del barrio “todo lo que nos sobra es pecado”… Creé un título para el episodio que se se avecinaba: “EL GRAN DESPRENDIMIENTO” y dramática lo escribí en mayúsculas en la pizarra de casa. Sentía acercarse el momento de la verdad, hasta que un sábado por la mañana, mientras los otros estaban por ahí haciendo sus cosas, supe que había llegado. Sin dudarlo, sacrifiqué dos horas de bici de montaña por la hazaña a la que me me estaba a punto de enfrentar.

Como valiente jinete, me acerqué con determinación al escenario de la batalla. Reuní un ejército de bolsas y entré en el fragor de la lucha. Vestidos que todavía me sentaban fenomenal, mallas muy cómodas pero harapientas, ropas sedosas, lencería casi nueva…Con cada golpe, las bolsas se iban llenando como monstruos de gula insaciable mientras la maquinaria de guerra seguía imparable y yo me sentía como una vikinga probando la sangre del enemigo. Una vez quedó claro de quién era el campo de batalla, me acerqué al mismo y zafé algunas prendas que sagaces se habían arrinconado invisibles en el armario. Las entregué a las bolsas que esperaban como fieles soldados del mejor batallón. Actué sin piedad. Solté la chaqueta estilo Channel que tanto me gustaba. Me deshice de la chaqueta plumón con muchos años aunque parecía ser del futuro por estar en perfecto estado. Dije adiós a unas preciosas botas altas de piel que apenas me puse este invierno. Solté y solté hasta que me di cuenta que era la hora de comer y… no lo podía creer, ¡había terminado!

Entonces sin invitarla, llegó la paz. Los armarios se llenaron de espacio. Las prendas que pasaron la prueba tomaron su sitio como los huéspedes más honorables. Las estanterías se vaciaron como templos del pasado y… ¡tres cajones permanecieron vacíos como santuarios de un sastre!

Así te sentirás después de ganar la batalla del orden (Miguel Bruna, UNSPLASH)

Después de la lucha volví a nacer. Soy otra persona. ¡Peso menos! Y cuando me acerco a mis armarios siento una calma profunda. Tengo lo esencial. Lo encuentro todo. Es fácil decidir. La simplicidad reina.

Definitivamente el orden está infravalorado. Parece que las personas ordenadas tengan que ser aburridas o anorgásmicas y en cambio las desordenadas, las más sexis del mundo. Una amiga se enorgullecía de tener en su casa bragas sucias desperdigadas por todas partes, y le encantaba contarlo con su peculiar picardía mientras yo la miraba boquiabierta y casi compraba su moto. Pero no la compré. Porque sé bien que el orden externo es un reflejo de nuestro estado interior. Por esta razón, ordenar y desprenderse de lo que uno no necesita es una práctica que propongo a menudo en mis programas de coaching, cuando no nace de forma espontánea que es lo habitual. Jordan B.Peterson con su retadora oratoria  – en sus videos y en la regla número ocho de su último libro – nos anima a ponernos manos a la obra con este argumento aplastante: si no eres capaz de mantener tu cuarto en orden, ¿cómo puedes pretender que tu vida funcione, que tu familia prospere, progresar en tu profesión, gestionar una empresa con éxito,…o todo un país?

Así que no lo pienses más. Lánzate a la batalla de ordenar y soltar. Saldrás vencedor. Seguro.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Resistir o vivir? Cómo gestionar la resistencia interna para que se convierta en tu aliada

El conflicto entre Rusia y Ucrania se alarga más allá de lo previsto rozando “el riesgo real de una Tercera Guerra Mundial” en palabras del ministro de exteriores ruso. Ucrania resiste y occidente le secunda. El secretario de defensa de EEUU Lloyd J.Austin III hizo ayer las declaraciones más contundentes sobre el conflicto, afirmando que “el objetivo de EEUU es ver a Rusia debilitada para que no tenga el poder de invadir un estado vecino”. Estas contrastan con las declaraciones a principios de mes del expresidente ucraniano Viktor Yanukóvich pidiendo a Zelenski detener “a toda costa” el derramamiento de sangre en Ucrania interpelando elocuentemente al actual presidente: «Volodimir, quizá sueñes con ser un héroe de verdad, pero el heroísmo no es ostentación, no es luchar hasta el último ucraniano», apuntando así a los costes humanos de resistir.

Hoy día Ucrania tiene ante sí dos opciones: mantener la resistencia o ceder a la derrota, con toda una escala de grises entre las dos, incluyendo condiciones, aliados, pactos, y un largo etcétera matizado por condicionantes geopolíticos más allá de este artículo. Este conflicto sirve para ilustrar de qué forma a otra escala, cada uno de nosotros se enfrenta cada día en una multitud de ocasiones ante la elección de resistir algo o atravesar la resistencia.

En mi práctica de coaching la resistencia es siempre una invitada sigilosa que se sienta invisible entre la persona a quien acompaño y yo misma, intentando sabotear los esfuerzos de transformación inherentes a cualquier programa de desarrollo personal. Por ejemplo:

  • Para Luis, ejecutivo del sector audiovisual, cada vez que se disponía a practicar la comunicación directa y estar en relación en tensión con miembros de su equipo, la resistencia salía de su boca en forma de chistes y bromas para relajar la tensión, debilitando el impacto de sus acciones.
  • Cada vez que Noa se disponía a desarrollar su autoridad interna, conectando con lo que era importante para ella y tomando decisiones al respecto, la resistencia emergía mediante su enraizado hábito de consultarlo todo con su pareja.
  • Juan en plena transición a jubilarse, había tomado cartas en el asunto de trabajar menos, traspasando las riendas del negocio familiar a su hijo. Sin embargo, se resistía a dedicar tiempo y recursos a actividades de ocio en las que conocer a personas y desarrollar actividades de cara a la nueva etapa que estaba a punto de comenzar.
Identificando resistencias en sesión de coaching

(Usando símbolos para identificar resistencias en una sesión de coaching, MAGDA BARCELÓ)

Detrás de la resistencia interior a un cambio positivo está el miedo. Al igual que el miedo de Zelenski a que su país sea destruido, o el de Occidente que más países corran el riesgo de ser invadidos por parte de Rusia, el miedo que alberga la resistencia interna a algo que deseamos para nosotros es el miedo a desaparecer. Pero un momento…¿Desaparecer quién? ¿Uno mismo?…no, el que tiene miedo a desaparecer es el ego: el constructo que tenemos de nosotros mismos. Esa maraña de pensamientos, emociones, reacciones psico-somáticas, tendencias inconscientes y un largo etcétera tiene miedo a ser aniquilado. Por eso, ante cualquier cambio del status quo, por bueno que sea, el ego se atrinchera en la resistencia. Porqué “lo malo conocido” calma al ego. No solamente le calma sino que le da su razón de existir. Si dejamos de tener que luchar contra cierta dificultad entonces… ¿Quién vamos a ser?

ATRAVIESA TU RESISTENCIA EN SEIS PASOS

1- IDENTIFÍCALA

Para afrontar una resistencia, el primer paso es darte cuenta de que te estás resistiendo. Detecta la resistencia, ponle nombre, conviértela en un objeto o un proceso con el que relacionarte. Siente curiosidad por ella: ¿Qué quiere la resistencia? ¿A qué le teme? Al responder a estas preguntas te darás cuenta de que las intenciones de la resistencia son buenas, trata de protegerte de que cualquier daño y también de evitar riesgos innecesarios.

2- AGRADECE A LA RESISTENCIA

Una vez identificada la resistencia y su agenda, dale las gracias. Sí, se trata de un ejercicio simbólico pero poderoso. Le estás dando las gracias a la parte de tu ego que quiere protegerte. Al hacerlo, date cuenta de la naturaleza insustancial del ego y la resistencia.

3- DA UN PEQUEÑO PASO

Después de identificar y agradecer a tu resistencia, es momento de dar un pequeño paso a través de ella. Por ejemplo, si tu resistencia tiene que ver con dejar tomar café para funcionar como persona, prueba una mañana a tomar un té. O si tu resistencia tiene que ver con soltar una relación tóxica puedes empezar por declinar una invitación sin dar explicaciones. Si tu resistencia tiene que ver con cambiar de trabajo, puedes empezar por actualizar tu currículum en Linkedin. Sí, te sientes raro. Sí, te da miedo. Sí, hacerlo significa atravesar el oscuro portal de la resistencia para…encontrarte al otro lado de la misma sano y salvo,  y también probablemente, con algún que otro rasguño.

4- RECONOCE QUE ESTÁS EN UN NUEVO ESPACIO

Después de dar ese primer pequeño paso date cuenta que ¡lo has conseguido! Sí eres capaz y te sientes fenomenal. Ahora ya no hay quien te pare.

5- DA OTRO PASO MAYOR

Y luego otro, y luego otro,…hasta que la resistencia se convierta en un mero recuerdo sin importancia.

6- DEJA QUE TU SENTIDO DE IDENTIDAD SE TRANSFORME Y…¡DISFRUTA DE LA NUEVA LIBERTAD!

Cada vez que actúas a través de tu resistencia estás desarticulando a tu ego y evolucionando. Te conviertes en otra persona o más bien, te identificas con el proceso indescriptible que significa estar vivo.

 

Aunque casi siempre las resistencias internas al cambio quieren protegerte, vivir bajo su dictado significa morir lenta o rápidamente, del mismo modo que un batallón precario se enfrenta a una gran potencia. El batallón precario es tu ego, sus miedos y su apego a lo conocido. Y la gran potencia es la vida con su insistente invitación al cambio, a la transformación y a lo sin precedentes. Aunque te cueste, está en tus manos reconocer tu verdadero lugar en el campo de batalla.

REFLEXIÓN

Hoy te pregunto: ¿Cuál es tu resistencia y cómo puedes convertirla en tu aliada a través de estos seis sencillos pasos?

Te puede interesar: