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¿Te cuestan ciertos eventos sociales? 5 claves para navegarlos con arte

Ayer en el Laboratorio del ser, un espacio relacional que facilito semanalmente, surgió el tema de la pesadez o el incordio mayúsculo de algunos compromisos sociales.

Independientemente de nuestro grado de fluidez social, existen actos y actos. Y algunos actos son un tostón. ¿Es eso verdad? ¿Existen actos que son objetivamente un tostón? Mi argumento es que no. No existen actos que sean objetivamente aburridos. Cuando nos enfocamos en el acto diciéndonos que es un tostón y no en nuestra capacidad de actuar, estamos relegando la responsabilidad sobre nuestra vida a los guiones sociales preestablecidos y eso se llama echar pelotas fuera. Eso se llama hacerse la víctima. Aunque los guiones sociales y normas culturales tengan mucha fuerza, siempre, absolutamente siempre tenemos margen de maniobra para ser fieles a nosotros mismos.

(Antenna, UNSPLASH)

Existen miles de ejemplos en los que las personas hacen uso de este margen de maniobra en las más adversas circunstancias.

Un caso extremo es el del grupo de intelectuales que se están a punto de morir en el gulag, un atroz campo de trabajo soviético, según la crónica de Aleksandr Solzhenitsyn en El archipiélago gulag. En lugar de lamentarse o caer en el sentimentalismo, lo que decidieron hacer fue darse clases de su especialidad por turnos, mientras sus vidas se iban apagando.

Otro caso parecido es el de los músicos del Titanic. Mientras el transatlántico se estaba hundiendo, en lugar de caer presos del pánico, decidieron seguir tocando para calmar a los pasajeros. No cesaron de tocar hasta que el barco les sumergió mar adentro.

Testimonios como estos en circunstancias límite, ponen de relieve el siempre existente margen de maniobra en nuestra vida. Frente a ellos, navegar con gracia un evento social indeseable debería ser pan comido. Si todavía no lo ves claro, te dejo unas pautas que te ayuden a ello:

  1. CONSIDERA NO IR. Esta opción puede parecer cobarde, pero no tiene porque serlo. Para dilucidar si un no es la mejor opción, plantéate las razones por las que no quieres ir. Luego imagina las consecuencias a corto, medio y largo plazo. Si te sientes en paz con ello, adelante, excúsate del encuentro. Si después de valorar lo anterior, decides ir, te animo a seguir leyendo.
  2. OLVÍDATE DE QUE “TIENES QUE PASÁRTELO BIEN”. Esta idea no está fundamentada. En la vida hay momentos en los que uno se lo pasa bien y otros en los que no. Creer que te mereces ser feliz o disfrutar es un problema. Si vas a los encuentros sociales con la presión de pasártelo bien, esta jugará en tu contra, pues sin querer, estarás pendiente de esta infundada expectativa.
  3. MANTENTE CONECTADO CONTIGO MISMO. A menudo, los eventos sociales nos diezman cuando nos dejamos llevar por el guión social de lo que se supone que debemos hacer. El antídoto consiste en mantenerte en todo momento conectado contigo mismo, respondiendo internamente a estas preguntas: ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? ¿Qué me apetece? ¿Qué opciones tengo en este momento? Se trata de mantenerte conectado a tu estado interior, para que de este modo puedas actuar en consecuencia, en la medida de lo posible.
  4. SIGUE TU CURIOSIDAD. La curiosidad es uno de los motores de la vida. ¿Quién te genera curiosidad? ¿Qué te genera curiosidad de la persona de al lado? ¿Qué te gustaría conocer? Tira del hilo de la curiosidad y entrarás en el terreno de la presencia.
  5. MUÉSTRATE. En mi consulta de coaching he constatado que cuando pensamos en ser auténticos tendemos a irnos a los extremos: O sigo las normas sociales al pie de la letra o les mando a todos al carajo. Este enfoque no ayuda. El crecimiento pasa por seguir el camino del medio, sosteniendo la tensión de ser auténticos y respetar en lo posible los códigos sociales. En la tensión está el crecimiento personal. Y en la tensión, también está la transformación social, porque al tensar las normas sociales, también las transformamos.

Como tantas cosas en la vida, aplicar estas pautas no es algo que se hace una vez y ya. La recomendación es convertirlas en una práctica. Con ella serás cada vez más auténtico y fiel a ti mismo. Participar así en la vida es extraordinario.

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Sobrevivir a las celebraciones familiares y de cualquier tipo

En plena celebración familiar sobreviene a Antonia una tristeza sin nombre. De pronto se siente fuera de lugar, como si no perteneciera. Extraña al esfuerzo de todos por estar alegres, el comentario burlón de su cuñada la pilla desprevenida y reacciona con toda su mordacidad. La otra se rebota y se empiezan a gritar. Antonia se va tras dar un sonoro y doloroso portazo que impacta a todos, a ella la primera, arruinando la celebración.

De forma similar, a las pocas horas de una celebración familiar, Fina se siente incómoda. La matriarca de la familia ha mandando cantar villancicos. Ella siente un profundo rechazo hacia el tono de la invitación, pues suena más a obligación que a otra cosa. Sin embargo, como practicamos en sesión, Fina no mira hacia a su suegra sino hacia adentro. Entonces aprovecha para buscar cierta soledad, busca una excusa, sacar al perro. Ahí conecta con su pena y la respira. Se da una tregua. Vuelve a casa y siguen cantando. Le apetece otra cosa. Toma unas cartas e invita a sus sobrinos a jugar. Ha sorteado el bache respetándose a sí misma y creando un espacio en el que ella y una parte de su familia se divierten.

Pasado el gordo de las fiestas navideñas todavía quedan algunos coletazos significativos. Todavía pueden saltar chispas. La sangre puede llegar al río. Todavía podemos vivir una celebración más como si nos tragásemos una amarga píldora. O podemos capearlas como expertos navegantes, disfrutando al hacerlo.

Las fiestas navideñas, como cualquier reunión familiar contienen algunos de los ingredientes que favorecen el conflicto: más tiempo de convivencia; la idea de que “tenemos que pasarlo bien”, lo que añade tensión y facilita que reprimamos emociones que contradicen la alegría; y tradiciones que de mantenerse inflexibles pueden resultar opresivas.

(Nicole Michalou, PEXELS)

Una forma de navegar las fiestas o cualquier encuentro social con soltura es mantenerse conectado con uno mismo. Darte cuenta de lo que sientes y lo que necesitas en cada momento no solo para que la reactividad no te juegue una mala pasada, sino para que el autoconocimiento y la curiosidad te guíen allá donde está tu energía vital y la de los demás.

Una barrera a escucharte internamente es dejarte dominar por la presión inconsciente a conformarte al grupo. Es el miedo atávico a ser abandonado por la tribu, lo que comprometía nuestra supervivencia. Ahora ya no. Así que cuando lo sientas, no te dejes dominar por él y sigue tu intuición de acorde a lo que necesitas, desde el respeto y con amabilidad hacia todos.

Cuando damos espacio a lo que necesitamos desde el respeto hacia nosotros mismos y el sistema en el que nos encontramos, fluimos socialmente con gracia. La mayoría de las veces. Y cuando no sea así, allí aplican los versos del poeta y su inexcusable apelación: “cualquier cosa o persona que no te haga sentir vivo es demasiado pequeño para ti1”.

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(1) “Anything or anyone that does not bring you alive, is too small for you.” David Whyte del poema Sweet Darkness.

Que no te importe sentirte despechá o por qué agradecer el rechazo

En un taller para emprendedores al que me refería en un artículo anterior, una de las cuestiones que interesaba a los asistentes era cómo gestionar el no, o el rechazo a una propuesta de colaboración o comercial.

«Pide y se te dará» rezan las escrituras. Bien sabemos que demasiado a menudo no es así. Cuando pides y te dicen que no, puede doler. Ofreces algo que tú creías valioso y es rechazado. Propones algo y te cierran la puerta. Nos pasa como emprendedores, nos pasa como trabajadores, como esposos, como madres…Sino cada día, lo suficientemente a menudo como para que aprendamos a orientarnos a ello de forma sabia y sin drama.

Hace poco recibí un par de noes que me dolieron. Uno especialmente, ya que primero fue un sí y después se convirtió en un no. El segundo era de anticipar. Juntando a ambos una parte de mi se sintió…despechá. Cuando nos convertimos en adultos se supone que tenemos que endurecernos y dejar atrás aquellas formas de ser vulnerables, sensibles, receptivas, sin embargo no es así, algunas de estas partes – por fortuna – siguen viviendo dentro de nosotros y muestran su dolor en momentos como por ejemplo, de rechazo.

Cuando uno entiende que todas las emociones tienen su razón de ser y que merecen su espacio, es posible tomar el gusto a experimentarlas todas. En este caso, me di un día entero para sentir la tristeza – haciendo todo normalmente- por las oportunidades que se cerraban. Después de la tristeza vino calma. Afloró la consciencia de que ambos noes materializaban una realidad, o mejor dicho, una verdad. La verdad del otro, que ahora resplandecía ante mi de forma prístina. Y la verdad sobre mi propuesta que ahora podía ver bajo una nueva luz y tal vez ajustarla o tal vez no.

Señal de no

(Jakayla Toney, UNSPLASH)

Un rechazo es un punto en la prosa de la vida. A veces es un punto y seguido. A veces es un punto y aparte. En ambos casos el punto nos invita a la pausa. Nos invita a escuchar. A reflexionar sobre cómo estamos haciendo lo que hacemos; sobre nuestras intenciones; sobre las personas con quienes lo hacemos y sobre los sistemas que empleamos. Si has recibido un rechazo en forma de no, una vez superada la respuesta emocional, te invito a reflexionar:

  • ¿De qué forma estás haciendo lo que haces?
  • ¿Cuál es tu intención al hacerlo?
  • ¿De qué otras formas podrías hacerlo?
  • ¿Qué otras personas te podrían ayudar en este empeño?
  • ¿Qué sistemas necesitas para llevarlo a cabo?

Si te quedas con estas preguntas, nacerán respuestas que te permitirán reescribir tu empeño. Al hacerlo una nueva luz inundará la página de tu vida. Entonces te sentirás agradecido por el rechazo, sabiendo que era exactamente lo que necesitabas para crecer.

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Cuando para ayudar, tienes que olvidarte de ayudar

Ayer en sesión de coaching la persona a quien acompaño me explicaba su experiencia como mentor de un chico de etnia bereber, a raíz de un programa de voluntariado en el que se ha embarcado. Me explicaba de qué forma le resultaba un reto esta relación, puesto que veía muchas cosas que podía hacer para ayudarle pero que a menudo, las reacciones del joven le desconcertaban. A lo que le pregunté ¿Cómo sabes que le estás ayudando? Buena pregunta me dijo, no lo sé. Le compartí mi experiencia de este verano de acoger a una niña saharaui de ocho años, en el marco del programa Vacaciones en Paz. Al encontrarnos con otras familias de acogida, nos sorprendió que a algunos les había movido la voluntad de ayudar. No fue la nuestra.

Querer ayudar a otra persona es uno de los impulsos más nobles del ser humano. Sin embargo, ayudar es una tarea delicada, y el mero hecho de querer ayudar puede erigirse como una barrera. ¿Por qué? Pues porque nos sitúa sin querer en una posición de superioridad frente al ayudado. Nosotros tenemos algo, o cierta experiencia o capacidades que la otra persona no. Desde este punto de vista, ayudar sería como algo meramente transaccional. Uno entrega al otro lo que necesita y ya.

En la práctica, la verdadera ayuda no funciona así. Además, aunque nos dé la impresión de que este tipo de ayuda funciona, puede tener un efecto perverso. El de desempoderar a la persona que “recibe” la ayuda, alienándolo de su propio poder y capacidades, convirtiéndole en dependiente de nuestra “ayuda”.

En cambio, la verdadera ayuda nunca va en un solo sentido. Las dos partes implicadas reciben los frutos de una relación, en la que los papeles de ayudado y ayudador se difuminan.

Dos manos cogidas

(Tabitha Turner, UNSPLASH)

Los primeros días de la llegada de Maia – un nombre ficticio – fueron complicados. De casi ocho años, Maia no hablaba nada de español, a penas podía comunicarse y extrañaba a horrores de su familia. Queríamos ayudarla, pero no podíamos, por mucho que nos esforzásemos en animarla con juegos, preparando platos de comida que le gustaban y películas de dibujos, entre otras cosas. Realmente, lo único que podíamos hacer era acompañarla en su pena estando a su lado cuando se ponía triste, facilitarle que hablase con su familia y seguir con el día a día del verano. Pasaron los días y aunque nada parecía cambiar, todo estaba cambiando. Maya seguía llorando a ratos y también riéndose a otros. En paralelo a todo eso eso, de forma invisible algo se estaba tejiendo: nuestro vínculo.

Una de las metáforas visuales del vínculo que más me impactaron, apareció en la película Avatar, el clásico de James Cameron. La escena en la que Jake y la nativa Neytiri se disponen a montar a un Ikran – una especie de dragón volador bastante feroz. Después de varios intentos, el protagonista ha conseguido montar a uno, entonces Neytiri le grita: «¡rápido crea el vínculo!», lo que consiste en conectar la antena del dragon con la propia trenza del jinete. Cuando esto ocurre, los dos extremos se unen. Porque siguiendo esta imagen – dejando a parte la violencia de la escena-, vincularse es crear un cordón energético entre dos personas. Este cordón es el sustrato de la relación que determinará lo que puede darse en ella. Los vínculos fértiles, al igual que la tierra, requieren dos cosas: interacciones y tiempo. Cada interacción revela nuestras intenciones hacia la otra persona, que en nuestro caso no era más que acoger a la niña en el seno de nuestra familia desde el respeto y apertura. Y cuantas más interacciones se dan, más se revelan nuestras intenciones que de coincidir, van tejiendo un vínculo sano.


Vincularse es una danza cuyo primer paso es la curiosidad genuina. Esta curiosidad nace del no saber. De no conocer a la otra persona, desconocer lo que necesita, lo que le gusta, sus formas de ser y hacer. Cuando me relacionaba con Maia desde esta curiosidad a menudo me sentía vulnerable y a veces incómoda. Lo contrario a esta curiosidad es proyectar lo que uno cree en el otro. Pero proyectar en el otro es un gesto agresivo, que nos sitúa en la ilusión de falsa superioridad. En cambio, en la vulnerabilidad del no saber, uno se muestra al otro de forma auténtica. La otra persona puede entonces tener el coraje de mostrarse también. Y tal vez a continuación aceptar una invitación a la danza.

Cada vínculo es la música de una danza que nunca antes has bailado. Y en el baile de la cual, aunque al principio te sientas torpe e inadecuado, puedes redescubrirte y redescubrir al otro sin precedentes. Vuestro baile plantará semillas en la relación. Lo que germine será la prueba de vuestra ayuda mutua. Y entonces tal vez, olvidándote de ayudar, habrás ayudado.

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¿Has hecho terapia y no te ha funcionado? Cinco pautas para darle al vuelta a través del focusing

En el artículo anterior te contaba de qué forma el focusing entró en mi vida y por qué. Hoy hablo del origen de esta potente metodología y te doy cinco pautas para probarla.

EUGENE GENDLIN

En los años cincuenta, el filósofo estadounidense Eugene Gendlin hizo un estudio sobre pacientes que acudían a terapia. La pregunta que se hizo es: ¿por qué algunas personas mejoran, superan sus traumas y se curan y otras no? Aprendió que las personas que mejoraban eran capaces de identificar una sensación en su cuerpo relacionada con el motivo de la terapia, describirla y estar en diálogo con ella. Gendlin bautizó esta práctica y empezó a enseñarla: había nacido el focusing.

Niña con ojos cerrados

(Richard Jaimes, UNSPLASH)

EL CONTACTO LIBERA LA TENSIÓN

Mientras que la tensión es la coraza a través de la cual se mantiene el ego y todos sus complejos – sombra incluida – es a través de recibir la tensión que el cuerpo relata sus vivencias y puede entonces integrarlas. El proceso asemeja a tocar la herida para poder sanarla. Sí, es imprescindible acercarte, ver, tocar esa herida psicológica a nivel de sensación para poder soltarla. Te comparto los pasos básicos para hacerlo:

1. DETECTA LA HERIDA PSICOLÓGICA

Busca aquello que te duele psicológicamente, en forma de la situación actual en la que ocurre.

Por ejemplo, en una sesión de coaching reciente Lucía relataba de qué forma se bloqueaba cuando su jefe perdía las formas y subía el tono de su voz.

2.LOCALÍZALA EN TU CUERPO Y NOTA SU FORMA

Pregúntate en qué lugar del cuerpo lo sientes. Date rienda suelta para hacerlo sin que tenga que “tener sentido”.  Por ejemplo puedes sentir una nube helada en el cuello, un ardor metálico en el pecho o una herida abierta en el esternón.

Al preguntarle a Lucía dónde lo sentía y por su forma, se dio cuenta que la sensación era un nudo en la garganta que la paralizaba.

3. PONLE NOMBRE

Encuentra un nombre, una etiqueta que capture de forma aproximada la esencia de lo que sientes al estilo del punto 2 anterior.

Invité a Lucía a poner nombre a la sensación. Ella dijo “nudo paralizante”.

4. RESUENA

Ahora se trata de viajar del nombre a la sensación de forma reiterada. Puedes poner tu mano en el lugar del cuerpo donde tengas la sensación, mientras repites el nombre y conectas de nuevo con la sensación, luego vuelves al nombre y vice-versa.

Para Lucía al decir internamente nudo paralizante y sentir la sensación en su cuerpo varias veces brotaron lágrimas. Le vino a la memoria la forma en cómo su padrastro solía gritarla de pequeña. La animé a quedarse con la sensación sin hacer nada. Al preguntarle cómo se sentía dijo que pequeña, vulnerable,…sentía que no valía nada.

5. RECIBE

Sea lo que sea que haya sido revelado, recíbelo dándole espacio sin hacer nada. Puede ser un pequeño cambio en la sensación. Cierta información. Emociones en forma de rabia, tristeza, desolación.

Me quedé a su lado. Hay una parte de ti que es testigo de este proceso. ¿Puedes conectar con ella? le dije. Al asentir, le invité a sostener a la parte tierna y dolorida desde ese testigo. Poco a poco fue encontrando la calma y terminamos esa parte de la sesión.

La efectividad del focusing radica en el hecho que libera sombra en forma bloqueos corporales, al tiempo que te ayuda a cultivar una relación de respeto y aceptación contigo mismo. Si has participado en procesos terapéuticos o de crecimiento personal sin éxito, incluir el focusing puede ayudarte a darle la vuelta, catalizando tu evolución personal.

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No, no estás mal de la cabeza por hablarle a tu cintura. Estás haciendo focusing

El ejercicio o la relajación no son las únicas prácticas para dialogar con la sombra psicológica que almacenas en tu cuerpo y mente. Como en cualquier conversación que valga la pena empezamos por escuchar. Pero ¿Cómo diantre escuchar a tu cuerpo? Pues bien: prestando atención a la tensión.

CÓMO DESCUBRÍ EL FOCUSING

Febrero de 2014 en el Centro Integral de Boulder, Colorado. Hola, vine al taller de focusing(1) ¿es aquí? Sí, bienvenida adelante. Nos sentamos en círculo, unas seis personas. Nos presentamos y el facilitador nos invita por turnos a completar la frase: algo sorprendente que me ha pasado hoy ha sido…Observo al resto del grupo. Edad media entre veinticinco y cuarenta y pocos, soy la única mujer. Me siento intimidada y curiosa a la vez. ¿Quién quiere ser el centro de atención durante esta sesión?, pregunta el facilitador. Una voz sale de mi, diciendo yo. Otra parte de mi se rebela, insultándome internamente por ello. ¿Bah, qué es lo peor que puede pasar? dice la parte temeraria.

Par de manos

(Sincerely media, UNSPLASH)

ATENCIÓN A LA TENSIÓN

Entonces, diez pares de ojos ponen su atención en mi. De forma ordenada y respetuosa van compartiendo como se sienten al hacerlo y lo que intuyen de mi experiencia y forma de ser. Cuando lo hacen, buscan mi acuerdo o lo que en focusing se denomina “realidad compartida”. Bajo tal intensidad afloran diferentes tipos de tensiones, actitudes, formas de ser, a las que yo estoy tan acostumbrada que ni veo. Partes de mi sombra se vuelven conscientes. En concreto una tensión circular alrededor de mi cintura que comprime mi respiración.

Termina la sesión grupal y me voy a casa. Me siento indignada. ¿Cómo puede ser que lleve ese cinturón invisible durante toda mi vida… ¡¿sin tan siquiera darme cuenta?! ¿De donde viene? ¿Por qué está allí?…vienen algunas respuestas pero ninguna me satisface. Me invade entonces una gran tristeza por el impacto del cinturón en mi forma de ser: asegurar que me mantengo pequeña, comedida, buena niña.

Pasan los días y tras estar en conversación con el cinturón invisible y su compresión, desaparecen progresivamente de mi cintura. Siguen más y más sesiones de focusing en el Centro Integral. Luego me certifico y empiezo a aplicarlo en mis sesiones de coaching de forma radicalmente transformadora hasta…el día de hoy.

Pero…¿Por qué el focusing funciona y cómo ponerlo en práctica? Te lo cuento en el próximo post.

 

(1) La variante del focusing que practiqué y de la que estoy certificada se denomina Integral circling.

 

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Escucha la historia que tu cuerpo te quiere contar. Cómo integrar tu sombra a través del él

La mirada. La postura. La forma de hablar o callar. Nuestro cuerpo revela aquello de lo que nos avergonzamos, aquello que nos hizo daño, aquello que queremos olvidar. Sólo observando, una persona con la mirada entrenada podría describir lo que nos ha pasado en la vida. El cuerpo muestra a los otros, mientras calla para nosotros, aspectos que expulsamos de nuestra consciencia: nuestra sombra.

En artículos anteriores he explorado distintas facetas de sombra humana: el problema de creernos que somos lo que queremos ser; cómo detectar la sombra psicológica; pautas para un primer nivel de integración; una pauta para procesar la culpa y la vergüenza y cómo detectar tu sombra dorada. Siguiendo con este tema, hoy exploro su relación con el cuerpo y formas de integrarla desde esta dimensión.

EL VÍNCULO ENTRE SOMBRA Y CUERPO

Cuando nacemos las emociones atraviesan nuestro cuerpo de forma total, y con ellas su energía. A medida que crecemos, nuestra personalidad se modela conforme nos negamos a recibir ciertas experiencias. El rechazo toma forma de rasgos de personalidad y de un cuerpo determinado.

La experiencia rechazada, se deposita en nuestro cuerpo en forma de sombra a través de tensión. Por esta razón el repositorio por excelencia del inconsciente es el cuerpo.

Cuello y parte de tórax

(Ramez E. Nassif, UNSPLASH)

PROCESO BIDIRECCIONAL

Sin embargo este proceso no es unidireccional. En la medida en que la experiencia modela el cuerpo (y la psique), también a través del cuerpo podemos remodelar la psique y abrirnos a aspectos de nuestra experiencia que antes rechazábamos.

Cuando las personas a las que acompaño a través del coaching empiezan a ejercitar su cuerpo por primera vez o de formas diferentes a cómo venían haciéndolo hasta el momento, su experiencia de estar vivos cambia, a menudo radicalmente.

EJERCICIO TRANSFORMADOR

Para María ceramista, empezar a hacer yoga supuso un cambio de tono emocional y mayor facilidad para recibir todo tipo de emociones. Para Luis las salidas de varias horas en su bici de montaña empezaron a fortalecerle a medida que soltaba algunos quilos físicos y psicológicos, de la pesada mochila de su pasado.

El ejercicio es un portal para integrar aspectos de tu sombra, a la vez que flexibilizas la estructura de tu cuerpo: postura, tejidos, articulaciones… Su práctica te ayudará a percibir cada vez más la realidad tal como es, en lugar de hacerlo a través de engañosos filtros, por muy encarnados que estén. 

SINTONIZAR CON TIERRA DE NADIE

Practicar el ejercicio adecuado es un primer paso para empezar a habitar tu cuerpo y sus territorios más desalmados. Con el avanzar de este proceso podrás empezar a sintonizar con la historia de esas tierras de nadie. En el próximo post, te comparto una metodología para hacerlo y así despertar ésas células, que cual exasperadas prisioneras, ansían ser liberadas y incluidas en el seno de tu encarnación.

 

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Tu sombra dorada. Cómo detectar e integrar esa exquisita desconocida

Este es el quinto post de la serie dedicada a la sombra humana. En el primero exploré el problema de creernos que somos lo que queremos ser. En el segundo te di una pauta básica para detectar la sombra psicológica. Y en el tercero te facilité tres pautas para un primer nivel de integración.Y en el cuarto te compartí una pauta para procesar la culpa y la vergüenza subproductos naturales de arrojar luz a tus sombras.

NO SOLO ERES OSCURIDAD

Cuando descubrí el trabajo de la sombra fue como encontrar una pieza perdida de mi puzle interior. ¡Esto explicaba tanto sobre mi! Después de ahondar en mis sombras me alivié de encontrar no solo tinieblas. También de luz, mucha luz. Una luz que negaba poseer.

Tu sombra dorada consiste de aspectos positivos de tu personalidad de los que niegas su existencia. Puede tratarse de tu capacidad analítica, una gran sensibilidad, o cualquier otra capacidad. Pueden ser de aspectos de tu personalidad que ya muestras pero que no admites, y también de aspectos de tu personalidad durmientes, sin manifestar.

Estátuas doradas

(James Resly, UNSPLASH)

¿COMO DETECTAR TU SOMBRA DORADA?

Tu sombra dorada se detecta fijándote en las cualidades de las personas que admiras. Porque como explica Peter Senge1, no conocemos aquello que vemos sino que vemos aquello que conocemos. Por esta razón, es imposible apreciar nada en otra persona si no lo poseemos ya en nosotros mismos.

A nivel práctico, te propongo un sencillo ejercicio. En conversación con una persona cercana o escribiéndolo:

  • ALGUIEN A QUIEN ADMIRES. Toma una persona que admires profundamente. Intenta que sea alguien que conozcas personalmente, pues si se trata de famosos la versión que tengas de ellos puede estar distorsionada.
    • En mi caso voy a tomar cosas que admiro de mi amiga Ana, a quien dicho sea de paso, echo mucho de menos.
  • DESCRIBE LO QUE VALORAS DE ÉL/ELLA. Describe las cualidades que más valoras de ella. ¿Cuáles son? ¿Qué impacto tienen en tu vida? ¿Qué hacen posible para ti y otras personas?
    • Algo que admiro de Ana es su espontaneidad. Su capacidad de afrontar cada situación que le plantea la vida con autenticidad y receptividad. Es un poco despistada, lo que hay que decir que se suma a su frescura ;). También admiro su bondad y entrega a su propósito de forma desinteresada. Ana aporta a mi vida la conciencia de que todos estamos conectados más allá de aquello que aparentemente nos separa. Ana hace posible que siga con mi camino de forma confiada y determinada a pesar de cualquier dificultad.
  • PONLO EN PRIMERA PERSONA. Ahora toma lo que has dicho y ponlo en primera persona. Soy una persona….Mis cualidades son….El impacto que tengo en la vida de otros es….Y hago posible en la vida de otros…
    • Soy una persona espontánea. Cuento con la capacidad de afrontar cada situación que me plantea la vida con autenticidad y receptividad. Soy un poco despistada, lo que hay que decir que se suma a mi frescura ;). También soy bondadosa y me entrego a mi propósito de forma desinteresada. Aporto a los otros la conciencia de que todos estamos conectados más allá de lo que nos separa. Hago posible que los otros sigan con su camino de forma confiada y determinada a pesar de cualquier dificultad.

Ahora recibe esas partes que también son tuyas, por derecho y por deber. Respíralas profundamente. Dales permiso para tomar espacio y expresarse. Deja que su luz se expanda dentro de ti, y a través tuyo, en el mundo.

 

(1) “La Quinta Disciplina: Cómo Impulsar el Aprendizaje en la Organización Inteligente.” Peter Senge.

 

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No eres tan mala persona. Cómo procesar la vergüenza y la culpa fruto de tu sombra

Este es el cuarto post de la serie dedicada a la sombra humana. En el primero exploré el problema de creernos que somos lo que queremos ser. En el segundo te di una pauta básica para detectar la sombra psicológica. Y en el tercero te facilité tres pautas para un primer nivel de integración.

HOLA VERGÜENZA

Una vez dado el paso de reconocer que también encarnas aquello que detestas en el otro – quejica, chismoso, acaparador, envidioso, orgulloso, malévolo, etcétera -, entrarás en contacto con la vergüenza. La vergüenza1 es una variante de la rabia, pero dirigida hacia ti mismo por haber actuado mal. La vergüenza sin procesar te cierra al mundo – te sientes demasiado malo para participar. En cambio la vergüenza procesada e integrada te hace consciente de que tú, al igual que todos estás roto y eres imperfecto, lo que te acerca a la humanidad.

Mujer tapándose la cara

(Tabitha Turner, UNSPLASH)

HOLA CULPA

Junto con la vergüenza emerge también la culpa. La culpa no entendida como emoción, “sentirte culpable” sino como estado “saberte culpable”. Te sabes culpable por haberte comportado de forma injusta y equivocada con otra persona, guiado por una proyección. Tal vez con muchas personas. Tal vez por mucho tiempo.

PROCESO 1,2,3,1

Si no quieres dejar el proceso a medias, no puedes dejar de procesar tu culpa y vergüenza. Te propongo realizarlo con el enfoque denominado 1,2,3,1. Lo hago tomando el ejemplo del primer artículo:

1) Primera persona: “ (Yo Noemí) Me siento fatal por haberle hablado a mi madre con mal tono y sin respeto, cuando insistía en que no puedo seguir así con mi trabajo”

2) Segunda persona: “Noemí, no tenías mala intención al hablar a tu madre de ese modo aunque tus palabras no fueran acertadas. Puedes aprender de ello y tener paciencia con ella la próxima vez. Además sabes que tiene algo de razón con lo de tu trabajo.”

3) Tercera persona: “Noemí se sintió atacada por su madre cuando esta le dijo que trabajaba demasiado y le habló de malas maneras. Noemí es consciente de su impulso defensivo y la rabia de sus palabras y la próxima vez tendrá más paciencia.”.

1) Primera persona: “Soy una persona íntegra, con luces y con sombras. Cometí un error y he aprendido de él”.

Procesar la culpa y la vergüenza culminan el trabajo de la sombra lo que te permite conocerte mejor y un cambio de rumbo fundamental: empezar a guiarte por la verdadera naturaleza de las cosas y no por tus proyecciones.

 

(1) Según Karla McLaren en The Language of Emotions: What Your Feelings Are Trying to Tell You.

 

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Esta sombra es mía. Cómo hacer las paces con los aspectos de ti que preferirías no ver

Este es el tercer post dedicado a la sombra humana. En el primero exploraba el problema de creernos que somos lo que queremos ser. En el segundo te daba una pauta básica para detectar la sombra psicológica. Una vez detectaste que estás bajo los efectos de tu sombra, te invito a considerar un sencillo proceso para arrojar luz a la misma e integrarla en tu ser.

En una ocasión, después de haber pasado la tarde con mi hija, llegué a casa y a la pregunta de mi pareja de qué tal la tarde, respondí, “bien, pero me ha puesto de los nervios que todo el rato quiere salirse con la suya”. A lo que él respondió, “Magda, tú también eres así, por eso esta parte de su carácter te molesta”. Tengo que decir que la coach soy yo y no él. En cualquier caso, me miré y me di cuenta de que había dado en el clavo: se trataba de un caso de sombra psicológica.

Chica de perfil

(Casper Nichols, UNSPLASH)

Para integrar tu sombra, es decir para neutralizar aquellos comportamientos de otros que te sacan de quicio y evolucionar, te propongo un proceso adaptado de Integral life que siempre funciona. Se llama 3, 2, 1 y trata de construir frases sobre lo que sucede en tercera persona del singular, en segunda persona y en primera, sin necesidad de compartirlas. En cada fase, date cuenta de cómo se transforman tu estado anímico y tensión corporal al pronunciarlas. En el caso del ejemplo sería:

3- LA PROYECCIÓN: El otro tiene la culpa: “Me cabreo porque todo el rato quiere salirse con la suya” o más en general sería “no soporto esto de ella”. Con esta frase, el mindset o actitud mental que se crea convierte a la persona que nos despierta la sombra en el “otro”, en el culpable de todo. Esta frase es la voz de la sombra y también nuestro punto de partida.

2- LA CONEXIÓN: Lo que haces me afecta: “Me siento irritada porque todo el rato quieres salirte con la tuya y yo me siento obligada a hacerlo”. Con esta frase nos conectamos con el otro compartiendo aquello que nos afecta, al tiempo que mostramos nuestra vulnerabilidad. Usando esta construcción gramatical, internamente el otro se convierte en un humano al que estamos hablando de igual a igual.

1- LO QUE OCURRE: Estoy proyectando en ti: “Me observo y me doy cuenta de que soy yo quien quiere salirse con la suya y por eso tu comportamiento me afecta y me altera.” En esta fase tomamos consciencia de que estamos proyectando esta forma de ser en el otro. Asumimos responsabilidad sobre la proyección integrando una parte de nuestro carácter que antes negábamos.

Una vez aprendas estas sencillas pautas puedes ponerlas en práctica en cualquier lugar y situación: mientras conduces y el coche de delante se salta un ceda,  con tus hijos en cualquier momento que te saquen de tus casillas, en el trabajo mientras tu colega chismorrea por teléfono y no te deja concentrar…

Al integrar tu sombra una y otra vez – te advierto que es un proceso que da para toda la vida -, te quedarás con dos subproductos comunes: la vergüenza y la culpa. Procesar ambas fruto del trabajo de la sombra es otra historia. Te cuento cómo hacerlo en mi próximo post.

 

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