En mi artículo anterior hablaba de la importancia de la paciencia. La paciencia es lo opuesto al odio, a la rabia, a la aversión. Mientras que la paciencia tolera, la rabia quiere destruir, desea aniquilar al otro, anhela que el enemigo desaparezca de la faz de la tierra: un ex, un partido político, un compañero de trabajo, un jefe.
RABIA DESTRUCTIVA
Según el budismo, la rabia es una de las emociones más destructivas junto al apego, la aversión y la ignorancia. La rabia es en efecto corrosiva, cuando guiada por el miedo y la aversión proyecta una imagen distorsionada del otro.
Los medios de comunicación en tiempo de elecciones son una muestra de la rabia destructiva que inunda nuestros espacios sociales. Tomemos por ejemplo a Santiago Abascal cuando se refiere al actual presidente del gobierno Pedro Sánchez como el líder de la manada, etiquetándolo de violador, denigrándolo y tachándolo de criminal, ante la mirada atónita de Pedro Piqueras.
Este ejemplo, entre muchos otros, nace de una rabia tóxica que construye una imagen distorsionada del otro, convirtiéndolo en chivo expiatorio de cualquier cosa y a quien hay que destruir. La rabia tóxica nos ciega a los hechos y nos tapa los oídos. Infunde violencia en el sistema, erosiona el respeto y rompe cualquier conexión con el otro. También intoxica a quien la emana, enfundándolo en una suerte de mente tribal en la que o estás conmigo o contra mi.
RABIA COMPASIVA
Sin embargo, para algunos exponentes del budismo no todos los tipos de rabia son destructivos. El wrathful compassion, lo que podríamos entender como rabia compasiva, es una emoción que canaliza energía positiva para el cambio. Se trata de buscar el bien común, cuestionando las acciones y no a las personas. El foco no está tanto en el quién sino en el qué y en el cómo. Este tipo de rabia es transformadora porque desde el respeto al otro, se centra en cuestionar lo que no funciona, lo que es injusto o está causando daño.
Si quieres situarte en la rabia compasiva, suspende tu juicio sobre la persona en cuestión y fíjate en el qué: en los hechos, los datos y los motivos que tienes para estar en contra o a favor. Hacerlo te permitirá movilizarte de forma respetuosa y no por ello menos enérgica.
LA RABIA DE LOS POLÍTICOS
Además de examinar la propia rabia, fijarse en el tipo de emoción que promueven los distintos políticos es importante pues según el desarrollo organizacional y la teoría de sistemas, un partido que opera desde la rabia tóxica genera una cultura de gobierno basada en la aversión, contaminando el clima social e influyendo a todos los ciudadanos.
Para dilucidar si a un político o partido les mueve la rabia tóxica o la rabia compasiva puedes preguntarte: ¿Cuáles son sus formas? ¿Son destructivas o constructivas? ¿Invitan al diálogo o a la destrucción del oponente? ¿El discurso se fundamenta en hechos o en opiniones? ¿Cuál es el impacto de sus acciones a corto y a largo plazo? Te invito a hacerlo especialmente con los políticos que no puedes soportar.
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