Entradas etiquetadas como ‘emociones’

¿Te han engañado? Descubre las orientaciones clave para gestionarlo

Hace poco he recibido una buena taza del agrio caldo del engaño, y todavía lo estoy gestionando. Que nos engañen es algo a lo que inevitablemente tenemos que enfrentarnos por el hecho de ser humanos. Si no te engañan nunca es tal vez porque no haces nada, asumir riesgos no forma parte de tus capacidades o simplemente estás viviendo a medias.

El cristianismo, al igual que el budismo contiene una sabiduría sobre la vida y su orden implicado, que la humanidad – a la luz de cómo nos va- está muy lejos de aprender. Fijémonos en sus enseñanzas sobre el engaño. La historia de Jesús de Nazareth – Lucas 22– encapsula uno de los mayores engaños que se puedan concebir. En su trama a la mejor persona, Jesús, le pasa lo peor. Esto la hace significativa porque describe la naturaleza injusta de la vida y sus lecciones aplican a todo tipo de engaños.

Frente al engaño, es natural sentir animosidad hacia el que nos ha engañado, querer devolver el tanto y vengarse. Sin embargo, seguir este curso de acción nos aboca a una espiral destructiva. La alternativa que elige Jesús y que también apunta el budismo es perdonar, entendida como la capacidad de no vengarse, ni guardar resentimiento en uno. Aunque nuestro orgullo y otros nos digan que perdonar es una decisión de blandos o temerosos, es todo lo contrario: una determinación sabia y valiente.

(Hua Ling, UNSPLASH)

LA VALENTÍA DE PERDONAR

Valiente porqué lo fácil es ceder al impulso destructivo de devolver la ofensa. Casi siempre tenemos la capacidad de hacer daño al otro y para refrenar esta capacidad y transmutar la poderosa energía de la revancha hace falta una determinación de titanes. No vengarse y soltar la animosidad no significa que sigamos en la relación como antes, lo que a mi entender es imposible. Tomar distancia psicológica y/o física de la persona que nos ha engañado es necesario y recomendable.

Perdonar también es de sabios porque el que perdona sabe que devolver la ofensa o guardarla en uno mismo en forma de resentimiento es atarse a la cadena del odio con quien nos ha engañado. Aquella que transporta a los grupos mafiosos a los infiernos, constantemente asesinándose los unos a los otros. Aquella que condena por generaciones a estados que con sus guerras sacrifican a sus gentes. Aquella que nos enferma por guardar resentimiento hacia el que nos falló.

IMPUNIDAD VERSUS KARMA

Algo que suele alterarnos es pensar en la impunidad de la persona que nos traicionó. Es creer en la ilusión de que nosotros pagamos el pato mientras que el otro sigue como si nada. Sin embargo, aunque pueda parecerlo, nunca es así. Como constato cada día en mi práctica de coaching y en mi propia vida, la ley del karma – la ley budista de la causa y efecto – es implacable pero no lineal. Si engañas, tarde o temprano las consecuencias de este engaño te llegarán: puede que de la persona a quien has engañado, de otra persona o de tu interior en forma de malestar psicológico o enfermedad. Desde este conocimiento, saber que el que te ha engañado está cavando su propia tumba, puede ser suficiente para abandonar la hostilidad y desearle el bien. Si esto te suena a ciencia ficción y te sientes incapaz de perdonar, entonces prueba de simplemente a olvidar. Evita nombrar lo ocurrido, deja de regocijarte en ello, no lo revivas. Olvidar es una forma de perdonar. Con el olvido, lo ocurrido se reconfigura en nuestro interior para un día cercano o lejano, brotar a la consciencia sin rastro de animosidad y puede que hasta con gratitud.

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

Te puede interesar:

El regalo que el miedo esconde

Una vez un hombre caminaba de noche por un sendero. De pronto vio una serpiente enroscada y decidió dar media vuelta. A la mañana siguiente, al volver al mismo camino descubrió que en realidad la serpiente no era tal, sino una cuerda enroscada. Esta parábola de la filosofía Vedanta ilustra cuán errada puede ser nuestra percepción y en consecuencia nuestras acciones.

Esta semana ha sido una semana de miedos grandes, en relación a temas personales y colectivos. El miedo me contrae y me hace respirar de forma superficial. El transcurrir del momento cobra matices de película de suspense, mientras a mi alrededor se arman desesperadas tramas.

Aunque hace unos años, dando por reales mis interpretaciones, habría pasado a la acción de inmediato, en esta ocasión pude enfocarme en la historia que contaban mis miedos. Respirar hondo, no hacer nada aparte de descansar en la incertidumbre, y pedir lo contrario a la historia del miedo a través de la oración.

(Michael Dziedzic, UNSPLASH)

Mientras que el miedo susurraba todo aquello que no quería que pasara, es decir una visión terrible, era precisamente esa visión la que me informaba de lo que realmente quería. Aquello que nos da miedo que ocurra si le damos la vuelta, nos informa de aquello que deseamos, de nuestros sueños.

Es entonces cuando miedo, visión y oración se encuentran. El miedo informa de lo que tiene valor, la visión es la realidad positiva al otro lado de la proyectada por el miedo y la oración consiste en centrarse en esa visión, una y otra vez, generando así las condiciones para darle vida.

A los pocos días descubrí que uno de mis miedos no era una serpiente, sino una cuerda enroscada. Mi cuerpo se deshinchó como un balón. Me sentí un poco ridícula por el agudo sesgo de mis percepciones y también agradecida por el regalo que esconde el miedo: una visión a cultivar.

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook.

El arte de esconderse o por qué tu timidez es un valor al alza

Personas cercanas y no tan cercanas a menudo me recriminan no tener el móvil siempre encendido. Eres de las personas menos disponibles…Claro, te llamo y raramente respondes. Al principio me defendía diciendo que siempre respondo a la llamada cuando la veo, sin embargo, hace ya tiempo que dejé de hacerlo. Me di cuenta que no estar disponible en la sociedad de la transparencia y la productividad es contracultural.

La accesibilidad en las comunicaciones ha facilitado la eliminación de distancias relacionales. La distancia relacional se erosiona cada vez que al conocer a alguien, te busca por redes y empieza a chatear contigo como si fueseis amigos de toda la vida. Se genera entonces una forzada intimidad que a menudo es atractiva por una parte, pero indeseada por la otra.

Te contacta un conocido de la facultad al que no has visto en veinte años, con el que hablaste contadas veces. Te interpela como si el tiempo no hubiese pasado. La parte que toma la iniciativa espera, casi exige, que se le responda de inmediato. Y tú, te sientes mal, casi con la obligación de ser educado, pobre, que no se ofenda. Sin embargo él no se plantea si está siendo invasivo o agresivo. Ante esta situación, te queda seguir con el código de la transparencia, diciendo que no te sientes cómodo, o escuchar a tu timidez.

(Crazy Cake, UNSPLASH)

En nuestros días, la timidez es un raro valor al alza. La timidez nos invita a velar la transparencia y volvernos invisibles durante unas horas, unos días. No compartir, no decir, no opinar de forma pública, en la red y tal vez de ninguna otra forma. La timidez es la guardiana del espacio interior, del tiempo de soledad para saber quien eres, lo que te da sentido y cómo llevarlo a cabo. La timidez es la que te permite decir hola al miedo real de perderte en lo exterior, sea lo exterior las relaciones con otros, lo virtual, un exceso de información o de pantallas. Al recibir al miedo, puedes honrar su inteligencia y tomar cartas en el asunto. La timidez es la puerta de la espiritualidad. Aquello que nos permite contactar con lo trascendente y llevarlo con nuestro gesto a la luz del mundo.

Mientras que la transparencia afirma que todas las cosas son iguales, todo tiene el mismo valor y tienes que estar abierto las veinticuatro horas del día, la timidez con su sabiduría es la maestra de los matices: esta relación es importante y esta no tanto; esto te hace vibrar, esto te deja indiferente; para esto tienes energía, para esto otro muy poca…

Aunque siempre hayas escuchado lo manido anda no seas tímido, no te engañes, la timidez is the new black. No dejes que te la arrebaten 😉

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook.

Karma emocional: ¿Y si enfadarte o ponerte triste fuese un hábito?

Cuando pensamos en hábitos, solemos pensar en cosas tipo hacer deporte, comer sano, descansar lo necesario…Sin embargo, absolutamente todo en nuestras vidas se puede entender como un hábito. Para el budismo los hábitos son una de las mayores fuentes de karma en nuestras vidas, es decir de lo que hay actualmente – sus causas – y lo que vendrá – sus efectos. El karma además de referirse a nuestras acciones, incluye también nuestros hábitos emocionales y mentales.

Después de un día agotador, tengo poca paciencia y cuando las cosas no van como quisiera uno de mis hábitos emocionales es enfadarme. Es un hábito porque se repite cuando se dan las citadas circunstancias. Si no identifico mi reacción como un hábito emocional, caigo presa de convincentes justificaciones sobre porqué tengo razón en enfadarme. Esta interpretación, por acertada que sea, me libra de tomar responsabilidad sobre mi hábito y transformarlo.

Uno de los aforismos de entrenamiento de la mente – Lojong – del budismo tibetano que aprendí de Pema Chödrön es Entrénate en las tres dificultades:

1. IDENTIFICAR EL IMPULSO. Cuando me noto cansada, impaciente,…unos segundos antes de enfadarme, el impulso ya está ahí. Darse cuenta de ello en el momento es una capacidad avanzada. Un paso previo consiste en revivir una situación pasada en la que la emoción nos dominó. Al hacerlo nos familiarizamos con las sensaciones físicas del momento, los pensamientos y lo que nos mueve, para que la próxima vez lo podamos identificar antes de que sea demasiado tarde.

(NIK, UNSPLASH)

2. SOLTAR EL IMPULSO. Reconocer el impulso a enfadarme y soltarlo es un paso de gran dificultad. Lo es porque llevamos años practicando nuestros hábitos emocionales y están afianzados en estructuras neuronales con gran capacidad de activación. Una metáfora sería como ir en un tren que lleva siempre a la misma estación, es decir, a cierto estado emocional y acciones. Soltar el impulso implica nada más y nada menos que ¡saltar del tren! Algo que me ayuda a hacerlo es reconocer que el tren se dirige a un lugar al que no quiero ir: un paisaje en llamas o un sitio de destrucción. Si no lo he conseguido en la situación misma, vuelvo a ella en un segundo momento y me imagino saltando de este tren, lo que a nivel práctico significa respirar, callar y tal vez irme a otro sitio – ¡todos hábitos nuevos!. Hacerlo me prepara para cuando una situación similar se vuelva a reproducir, lo que ocurrirá con toda probabilidad.

3. CONVERTIR LO ANTERIOR EN UNA FORMA DE VIDA. Algo maravilloso de las enseñanzas budistas es la claridad de sus instrucciones fruto del conocimiento profundo de la mente. Transformar la mente es lidiar con la poderosísima energía hábito codificada en nuestras estructuras neuronales, por lo que fracasar repetidamente es inevitable, como reconoce el maestro Zen Norman Fischer. Sin embargo, el fracaso no nos tiene que disuadir de perseverar, sino todo lo contrario. Es por esa razón que el tercer paso del aforismo consiste en practicar el punto uno y el punto dos una y otra vez. Poner en práctica las tres dificultades a pesar de lo arduo que resulta hacerlo, es lo que poco a poco irá desactivando nuestros hábitos emocionales – tristeza, apatía, rechazo, envidia…- dando lugar una mayor libertad interior.

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

Cómo afrontar el nuevo curso en 4 pasos

Termina el verano y empieza un nuevo curso. Como en cualquier transición vital, tenemos la oportunidad de revisar nuestras prioridades y realinearnos con lo que nos da sentido. Las transiciones se caracterizan porque algo muere y algo nuevo emerge. Para atravesar cualquier transición con gracia te invito a considerar lo siguiente:

1- BENDECIR Y SOLTAR

El verano ha sido lo que ha sido. Algunas cosas han ido bien, otras desastrosamente, algunas sin hacerse notar. Una forma pasar página con gracia consiste en bendecir. Bendecir se trata de mirar con apreciación todo lo que ha sido, aceptándolo, dándolo por bueno, incluidos errores, meteduras de pata y confusiones. Sin bendecir no es posible soltar, ya que la crítica y la negatividad nos mantienen atados al pasado.

2- NO SABER

Si algo caracteriza las transiciones es el no saber. La vida siempre es diferente y aunque pisemos terreno conocido el paso de un periodo a otro se caracteriza por la incertidumbre. En esta fase puede que nos sintamos desorientados, sin estar muy seguros de hacia donde ir, ni cómo actuar. Esta desorientación, lejos de ser un impedimento, es una invitación a abrirse y a escuchar, parafraseando a Parker Palmer, lo que la vida quiere de ti.

(PEXELS)

3- ESCUCHA DESDE LA APERTURA

Como en todo, hay mil formas de escuchar. Puedes escuchar desde la razón que todo lo sabe y que proyecta sus juicios aprisionando al futuro. Puedes escuchar desde el cinismo, cerrando tu corazón a cualquier información que provenga de este canal. Puedes escuchar desde el miedo, centrándote en todo aquello que no quieres que ocurra. Ninguno de estos modos de escuchar te convienen, pues están condenados a repetir patrones del pasado.

La escucha a la que te invito necesita quietud interior para – usando el marco de Teoría U – abrir la mente, el corazón y la voluntad. Esta apertura es la que te permite escuchar a tu yo superior, a la vida o a Dios – según tu referente no egoico o trascendental.

4- TOMA NOTA Y CÉNTRATE EN EL PRÓXIMO PASO

Una vez empiecen a llegar respuestas, toma nota. Considera lo inmediato, las orientaciones a medio plazo y el propósito del curso. Entonces, céntrate en lo inmediato. Nuestra vida se teje en el día a día. Si te ocupas del día, te estarás ocupando de tu vida entera y el futuro tomará cargo de sí mismo.

 

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookTwitter.

¿La ecoansiedad te domina? 4 aspectos a examinar

La playa en la que veraneo ha retrocedido unos diez metros en dos años. Tal vez no sea casualidad. Está siendo un verano de inundaciones en Zaragoza, tornados en la República Checa, de un posible paro del AMOC y un largo e inquietante etcétera. Motivos para sentir ansiedad frente a los cambios planetarios tenemos de sobra. ¿La cuestión es hasta que punto te domina esta emoción? Mientras que en un artículo anterior te daba pautas para gestionarla, en éste te invito a crecer a través de la consciencia.

Si te domina la ecoansiedad puede que seas presa de sesgos de percepción, creencias debilitantes o simplemente ignorancia. En este artículo voy a examinar a cuatro dimensiones comunes: estar desconectado de tu origen, creer que te mereces ser feliz, no haber confrontado a los tres terribles y no tener un propósito más grande que tú. Cada uno de estos aspectos mina tu fortaleza mental aumentando las posibilidades de que el miedo, en este caso la ecoansiedad te ataque fatalmente.

ESTAR DESCONECTADO DE TU ORIGEN

Tu origen es el de los homínidos que sobrevivieron la última glaciación, es el de la estirpe que se sobrepuso a esclavitudes y tiranías. Tal vez tus ancestros resistieron a la Inquisición, quizás salieron con vida de campos de concentración. Seguramente llevas sangre de supervivientes de una guerra fratricida. Provienes de la línea de vida que ha triunfado a pesar de todo, éste y no otro es tu verdadero origen.

(8machine, UNSPLASH)

CREER QUE TE MERECES SER FELIZ

Vivimos en una sociedad hedonista, en la que el discurso de los derechos nos ha convencido de que merecemos ser felices. Si has comprado esta historia es muy probable que te sientas víctima de la vida. Las víctimas son débiles, sus desgracias se acumulan y no están en contacto con su verdadero poder.

NO HABER CONFRONTADO A LOS TRES TERRIBLES

Si no has confrontado a los tres terribles: la maldad, la muerte y la tiranía, vives como un niño que ha declinado crecer. Aunque no lo sepas, eres Peter Pan y este personaje si bien está equipado para vivir en el país del nunca jamás, se pierde por completo en la vida real.

NO TENER UN PROPÓSITO MÁS GRANDE QUE TÚ

Si no tienes un propósito ambicioso, algo en lo que centrarte, darlo todo y hacerlo tu prioridad número uno, lo más probable es que estés confundido. Esta confusión emerge de querer hacer muchas cosas, sin centrarte en ninguna de veras. Cuando caes en esta trampa tu energía se diluye y tu mente se debilita.

En cambio, si te fijas un propósito retador, contactarás con la verdadera fuerza que hay en ti, aquella que encontró Viktor Frankl y otros supervivientes de los campos de exterminio. Tener un propósito fortalecerá tu mente y con ello sortear la ecoansiedad será coser y cantar.

Te puede interesar:

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

Cuando en el mar virtual te abordan piratas: gestión emocional de un hackeo

Hace cosa de un mes recibí un mensaje de Instagram de una persona a quien acompañé como coach: Verás, no quiero molestarte, pero te quería pedir un favor, leo en la cajita de diálogo en un catalán perfecto. Claro, ¿qué necesitas? ¿Te llamo?, respondo yo. No, no hace falta…Verás me estoy presentando de influencer y quería pedirte que me votaras. Recibirás un enlace en tu móvil y solo tienes que copiarlo y pegarlo, me dice ella. Ah vale, le digo. Recibo el enlace y se lo mando por whatsapp. Ya lo tienes, te lo he mandado por whatsapp, le digo. No, mejor por aquí, me dice.

Sin pararme a pensar que aquello no cuadra, mis dedos corren más que mis pensamientos. Copio el enlace y lo pego en Instagram. Con un pequeño gesto he ayudado a alguien a quien aprecio, me siento bien.

A las horas, recibo un mensaje de Instagram: Has cambiado tu correo de acceso y contraseña. Entonces ato cabos y entro en pánico: ¡Eran hackers! ¡Han suplantado mi identidad a través del phising! ¡No tengo acceso a mi cuenta de Instagram! Presa por el miedo creo otra cuenta de Instagram, diciéndome que al menos podré ver lo qué hacen los piratas con mi cuenta. Pero hago algo mal y entonces Instagram me bloquea. Me dice que la cuenta nueva está suspendida por movimientos sospechosos. Esto es el colmo…¡ahora resulta que la pirata soy yo!

Empiezan a llegar mensajes de whats preguntándome por mis stories de criptomonedas. ¿Magda, eres tú quien pone eso? Empiezo a explicarme… ¡que vergüenza! En paralelo contacto a dos informáticos pidiéndoles ayuda. Al poco me dicen que no se puede hacer nada, más allá de reclamar a Instagram. Lo hago repetidamente, con pruebas de identidad, con facturas de publicidad de mis cursos, y lo que recibo por respuesta es: NADA.

Los piratas intentan hackear las cuentas de mis contactos y a raíz de eso me contactan muchas personas de quien no tengo noticias desde hace tiempo: compañeros del instituto, personas que leen mis artículos, amigos…Algo positivo de todo ello, me digo. Pasan los días y elijo seguir navegando esta patética situación de la siguiente forma:

(Prateek Katyal, UNSPLASH)

SIN DRAMA

Sí me han hackeado la cuenta de Instagram, un altavoz para compartir mis ideas y hacer visible mi profesión. Sin embargo, mi fuente de trabajo es el boca oreja y mi audiencia principal no pasa por este medio. En cualquier caso, no tiene demasiada importancia. No la tiene cuando el planeta se está calentando hasta límites insospechados. Cuando estamos de lleno en la sexta extinción masiva. Cuando con los próximos comicios del país está demasiado en juego. Cuando tú y yo nos vamos morir. De modo que, decido olvidarme y centrarme en terminar este artículo, ir a por el pan, hacer de madre.

SIN CULPA

Ayer hablaba con una persona a quien hackearon su cuenta a través de la mía. A tocar de los setenta años, me decía, vaya es que yo a mi edad, me he dejado engañar, estas cosas ya no son para mi…su voz estaba llena de culpa y remordimiento. Le pedí que por favor que no se culpara por ello. Los piratas se aprovechan de la buena fe. De la confianza que tenemos los unos en los otros. De nuestras ganas de ayudar. Y esto no es algo de lo que avergonzarse, al contrario, nos tendría que enorgullecer pues es lo que nos hace humanos. Por ello decido no culparme por haber caído en la trampa de personas con malas intenciones y sin principios. Si alguien tiene un problema y de graves consecuencias son los hackers.

CON RESPONSABILIDAD Y APRENDIENDO

Según Heidegger, cuando las cosas se rompen o no funcionan como esperábamos, es entonces cuando la realidad se muestra de verdad. Cuando yo decía que tenía una cuenta en Instagram, no era cierto. Era Instagram quien tenía mis datos y cuando personas malintencionadas han querido apropiárselos, pues lo han hecho sin dificultad. Por ello, a partir de ahora, además de andarme con sumo cuidado en el mundo virtual, no voy a abrir ninguna otra cuenta en Instagram.

Recibir la experiencia con el asombro de quien sale de la caverna y por fin ve la luz es el regalo de cualquier crisis, tropiezo o decepción. También ser el blanco de un hackeo en toda regla.

PS: Si quieres echarme un cable, puedes denunciar la cuenta a mi nombre pirateada en Instagram en este enlace. Cuantas más personas la denuncien, más pronto la cerrarán 😉 .

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

Te puede interesar:

¿Te cuestan ciertos eventos sociales? 5 claves para navegarlos con arte

Ayer en el Laboratorio del ser, un espacio relacional que facilito semanalmente, surgió el tema de la pesadez o el incordio mayúsculo de algunos compromisos sociales.

Independientemente de nuestro grado de fluidez social, existen actos y actos. Y algunos actos son un tostón. ¿Es eso verdad? ¿Existen actos que son objetivamente un tostón? Mi argumento es que no. No existen actos que sean objetivamente aburridos. Cuando nos enfocamos en el acto diciéndonos que es un tostón y no en nuestra capacidad de actuar, estamos relegando la responsabilidad sobre nuestra vida a los guiones sociales preestablecidos y eso se llama echar pelotas fuera. Eso se llama hacerse la víctima. Aunque los guiones sociales y normas culturales tengan mucha fuerza, siempre, absolutamente siempre tenemos margen de maniobra para ser fieles a nosotros mismos.

(Antenna, UNSPLASH)

Existen miles de ejemplos en los que las personas hacen uso de este margen de maniobra en las más adversas circunstancias.

Un caso extremo es el del grupo de intelectuales que se estaban a punto de morir en el gulag, un atroz campo de trabajo soviético, según la crónica de Aleksandr Solzhenitsyn en El archipiélago gulag. En lugar de lamentarse o caer en el sentimentalismo, lo que decidieron hacer fue darse clases de su especialidad por turnos, mientras sus vidas se iban apagando.

Otro caso parecido es el de los músicos del Titanic. Mientras el transatlántico se estaba hundiendo, en lugar de caer presos del pánico, decidieron seguir tocando para calmar a los pasajeros. No cesaron de tocar hasta que el barco les sumergió mar adentro.

Testimonios como estos en circunstancias límite, ponen de relieve el siempre existente margen de maniobra en nuestra vida. Frente a ellos, navegar con gracia un evento social indeseable debería ser pan comido. Si todavía no lo ves claro, te dejo unas pautas que te ayuden a ello:

  1. CONSIDERA NO IR. Esta opción puede parecer cobarde, pero no tiene porque serlo. Para dilucidar si un no es la mejor opción, plantéate las razones por las que no quieres ir. Luego imagina las consecuencias a corto, medio y largo plazo. Si te sientes en paz con ello, adelante, excúsate del encuentro. Si después de valorar lo anterior, decides ir, te animo a seguir leyendo.
  2. OLVÍDATE DE QUE “TIENES QUE PASÁRTELO BIEN”. Esta idea no está fundamentada. En la vida hay momentos en los que uno se lo pasa bien y otros en los que no. Creer que te mereces ser feliz o disfrutar es un problema. Si vas a los encuentros sociales con la presión de pasártelo bien, esta jugará en tu contra, pues sin querer, estarás pendiente de esta infundada expectativa.
  3. MANTENTE CONECTADO CONTIGO MISMO. A menudo, los eventos sociales nos diezman cuando nos dejamos llevar por el guión social de lo que se supone que debemos hacer. El antídoto consiste en mantenerte en todo momento conectado contigo mismo, respondiendo internamente a estas preguntas: ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? ¿Qué me apetece? ¿Qué opciones tengo en este momento? Se trata de mantenerte conectado a tu estado interior, para que de este modo puedas actuar en consecuencia, en la medida de lo posible.
  4. SIGUE TU CURIOSIDAD. La curiosidad es uno de los motores de la vida. ¿Quién te genera curiosidad? ¿Qué te genera curiosidad de la persona de al lado? ¿Qué te gustaría conocer? Tira del hilo de la curiosidad y entrarás en el terreno de la presencia.
  5. MUÉSTRATE. En mi consulta de coaching he constatado que cuando pensamos en ser auténticos tendemos a irnos a los extremos: O sigo las normas sociales al pie de la letra o les mando a todos al carajo. Este enfoque no ayuda. El crecimiento pasa por seguir el camino del medio, sosteniendo la tensión de ser auténticos y respetar en lo posible los códigos sociales. En la tensión está el crecimiento personal. Y en la tensión, también está la transformación social, porque al tensar las normas sociales, también las transformamos.

Como tantas cosas en la vida, aplicar estas pautas no es algo que se hace una vez y ya. La recomendación es convertirlas en una práctica. Con ella serás cada vez más auténtico y fiel a ti mismo. Participar así en la vida es extraordinario.

Sígueme en FacebookInstagram y Twitter.

Te puede interesar:

¿Atrapado entre el arrepentimiento y el remordimiento? Quédate con el primero

En cierto momento de su programa de coaching, Miguel tomó conciencia de cómo su extrema vehemencia y cabezonería habían creado un gran sufrimiento a su alrededor. En ese momento, poniéndose las manos en la cabeza se preguntó: ¿Cómo he podido ser así durante tanto tiempo? ¿Por qué he sido tan mala persona y he hecho tanto daño? Miguel había caído presa del remordimiento.

En mis programas de coaching, a medida que la persona va descubriendo su estructura de interpretación, es decir su actitud, forma de entender y actuar en la vida, es común que nazcan entremezclados, el arrepentimiento y el remordimiento.

REMORDIMIENTO

Remordimiento proviene del latín “remordere” que significa volver a morder y del sufijo “miento”, que indica efecto o acto. Cuando albergamos remordimientos en nuestra consciencia, estamos psicológicamente mordiéndonos de nuevo, fustigándonos por algo que hicimos o dejamos de hacer. En este sentido, el remordimiento se caracteriza por varias dimensiones:

  • Nos instala en el error o equivocación del pasado en el que no podemos hacer nada, desconectándonos del momento presente
  • Genera un sentimiento de culpa y vergüenza en el que nos sentimos malos y no merecedores de la vida
  • Encierra la mente en un bucle de negatividad

Un remordimiento patológico es el que nos instala en él, hundiéndonos en sus lodosas aguas. En cambio, un remordimiento sano es un remordimiento momentáneo que deja paso al arrepentimiento.

(Julia Taubitz, UNSPLASH)

ARREPENTIMIENTO

El verbo arrepentirse significa etimológicamente acercarse de nuevo a algo que nos dio pena. El arrepentimiento consciente consiste entonces en acercarse a nuestros errores para no volver a repetirlos.  El arrepentimiento se caracteriza por:

  • Nos facilita el fijarnos en el error del pasado, para determinarnos a no repetirlo
  • Nos permite aceptar el pasado, a modo de a lo hecho pecho
  • Nos pone en contacto con nuestra naturaleza imperfecta y con aquello que necesitamos aprender

Hay un dicho en los sutras budistas que dice “Una vez el carnicero abandona el cuchillo de matar, inmediatamente se convierte en un Buda”. En su radicalidad, este dicho enfatiza la importancia del arrepentimiento en la medida en la que nos permite habitar el presente, integrando las lecciones de nuestros errores, para no volver a repertirlos. Uno puede obrar mal y no arrepentirse con lo que sigue obrando mal toda su vida. En cambio, si uno obra mal y se arrepiente, puede incorporar lo aprendido en el momento presente, abandonando así el cuchillo.

El Evangelio (Juan 1:5-10) postula la misma idea de diferente forma “ Si decimos que no pecamos, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros;  pero si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad.  Si decimos que nunca hemos pecado es como decir que Dios es un mentiroso y eso indica que no hemos aceptado realmente su enseñanza.” En este sentido confesar no se trata de simplemente contar nuestras faltas, sino tomar consciencia plena de ellas, arrepintiéndonos. Es entonces cuando podemos empezar de nuevo, limpios de toda maldad.

A nivel práctico te recomiendo que te arrepientas en lugar de sentir remordimientos. Arrepentirse tiene que ver con asumir los propios defectos y errores, y hacer todo lo posible para no cometerlos de nuevo. Si lo logras, ya te estás corrigiendo, y eso amigo mío, es en sí mismo un gran paso.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.