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Cuando el impacto difiere de tu intención, a modo de la ley del «solo sí es sí”

Hoy ocupan los titulares los efectos de la supuestamente progresiva ley del “Solo sí es sí”. A raíz de esta nueva ley, los tribunales han rebajado la pena a seis agresores sexuales y han liberado a cinco.

La ministra Montero dice que la ley se está mal interpretando y que la ley no era para eso. Como siempre el diablo está en los detalles, y es en la puesta en práctica donde la ley está fallando. En cualquier caso ahora no vale escurrir el bulto cuando se advirtió que esto podría pasar.

En política este es un fenómeno común. Un político se inspira, quiere arreglar el patio y al hacerlo resulta que lo empeora. El ámbito de la educación es de libro. Cada nuevo gobierno quiere reformar la educación. Generan caos, confusión y a la práctica…¿se ha mejorado en algo? Difícil de saber.

Irene Montero

(Irene Montero, EFE)

Si dejamos lo colectivo y nos vamos a lo personal, se aparecen todas las veces en las que hemos querido hacer algo con cierta intención, consiguiendo justamente lo contrario. Cuando mi hija tenía tres años empezó a interesarse por el cómic Tintín. Intenté disuadirla, considerando que había otros libros más apropiados para su edad, bien pues Tintín se convirtió en su cómic preferido que leía a todas horas. Pedro empezó a meditar para suavizar su fuerte carácter y sin embargo, cada vez iba más acelerado – meditar agudizaba sus neuras – y le sacaban más cosas de quicio. Elisabet decidió apostar por una dieta más saludable, se formó en macrobiótica y después de un año de esta dieta y a raíz de ella, su estómago estaba tocado de por vida. Luis y Cara decidieron animar su vida sexual consumiendo contenidos porno, se engancharon a los mismos y sus relaciones sexuales fueron cada vez más frustrantes.

Cuando nuestras intenciones y su impacto se divorcian lo suyo es responsabilizarse. Es decir, reconocer que metimos la pata, asumir las consecuencias de nuestra decisión y si es posible corregirla. Que nuestras intenciones y su impacto no coincidan es un recordatorio de que la realidad no es tan fácilmente maleable y que antes de actuar es recomendable sopesarlo bien, pues los efectos en un sentido u otro llegan siempre.

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Guerra, cambio climático, crisis económica… ¿Qué hacer antes de que el karma te atrape?

Los occidentales nos alzamos sobre las cenizas de la colonización. Somos herederos de la expoliación de pueblos, su opresión y exterminio. La herencia sobre la que caminamos toma forma de un karma colectivo cargado de negatividad. Existe el karma individual, que no es más que el efecto de nuestras propias acciones individuales y luego existe el karma colectivo, que es el resultado de las acciones tomadas por las organizaciones a las que pertenecemos y los políticos que nos representan.

Pensando en términos de nuestra pequeña vida, es fácil que al preguntarte ¿qué culpa tienes tú de qué Occidente cerrara los ojos a la opresión soviética de sus pueblos y al régimen que la sucedió durante tantos años? ¿Qué culpa tienes tú del exterminio de pueblos indígenas en el nuevo mundo? ¿Qué culpa tienes tú de que se siga explotando a minorías étnicas a través del neocolonialismo de grandes multinacionales españolas que contaminan regiones y enferman a las personas que viven allí?, respondas que tú no tienes nada que ver con todas estas injusticias.

(Saad Chaudhry, UNSPLASH)

Pero esto no es así. Por indeseable que sea la herencia, aunque no estemos de acuerdo, aunque hayan pasado muchos años, aunque nos parezca que no podemos hacer nada, estas injusticias sobre las que nos alzamos tienen todo que ver con nosotros. Alguien siempre acaba asumiendo la responsabilidad o dicho de otra forma, pagando el pato. Si no somos nosotros los responsables ¿quién va a ser?

La prueba de nuestra responsabilidad es que las consecuencias de nuestras acciones, individuales y colectivas siempre llegan. Tardarán más o menos pero se van a presentar y ya lo están haciendo. Lo hacen en forma de una guerra inesperada, de la subida de la luz, del cambio climático, de un ataque terrorista, de una crisis económica o de cualquier otro entramado de formas. Si no las recibimos nosotros, lo harán las generaciones futuras.

Y mientras tanto ¿qué puedes hacer con todas estas semillas de negatividad plantadas en nuestro espacio colectivo? Atención: puedes hacer MUCHO. ¡Puedes hacer tanto! Puedes convertirte en agente purificador de karma colectivo, liberándote y liberando a las generaciones venideras de su tóxica losa y ¡atención!: puedes disfrutar haciéndolo. Te doy algunas ideas:

  1. INFÓRMATE. Infórmate y deja que la información relativa a tu karma colectivo te afecte, no para encerrarte en tu cinismo, sino para hacerte más humano, abriéndote el corazón.  Pídele a Dios que el dolor no te sea indiferente. Ensancha así comprensión de tu entorno y del maldito fardo que cargas, que cargamos. Asúmelo como tuyo.
  2. SÉ CRÍTICO CON TUS GOBERNANTES. Por ejemplo El PSOE dijo en su último programa electoral que respetaría el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Pues mintió. Cuando algo así ocurra con cualquier partido político, pues expresa tu desacuerdo y no les vuelvas a votar. Si muestras neutralidad frente a injusticias, estás como decía Desmond Tutu, poniéndote al lado del opresor.
  3. NO TRABAJES PARA EL MAL. Si la organización por la que trabajas explota a seres humanos, contamina, destruye o genera cualquier tipo de mal, no lo dudes, cambia de trabajo.
  4. CONTRIBUYE con lo que puedas. Habla de ello con tu entorno. Solidarízate con la causa que más te mueva. Dedica tiempo, energía y dinero, el que puedas pues ¡todo suma!
  5. SIENTE LAS EMOCIONES. Cuando te acerques a las injusticias, reconócelas y siente lo que emerja. Aunque pueda sonar a poco no lo es. Recuerdo que en la etapa del camino de Santiago desde Pamplona a la cuesta del Perdón, me entraron unas repentinas ganas de llorar sin saber porqué. Dejé brotar las lágrimas durante un buen rato, y al reprender la marcha encontré un cartel indicando que en aquél lugar habían sido fusilados una veintena de personas durante la Guerra Civil. Este post no da para explicarlo, pero cada vez que sientes emociones que no pudieron ser expresadas por las personas que recibieron el trauma, estás liberando a la vida misma de las cadenas causadas por acciones negativas1.

Te animo a ser consciente del karma colectivo, para que cuando llegue y te ponga de rodillas2, no te sorprendas demasiado. Muy pronto vas a estar muerto, así que ponte las pilas y conviértete en un agente purificador de karma. Brillarás y puede que sea lo que más sentido dé a tu fulgurante vida.

(1) Para más información, te recomiendo el trabajo de Thomas Hübl.

(2) De la canción Instant Karma de John Lennon.

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