Entradas etiquetadas como ‘cuerpo’

¿Te sientes cansado? Shhhh…decirlo no te va ayudar

¿Cómo estás? Resfriada y cansada todavía. Parece que este catarro no se quiere ir, llevo ya diez días... Era el comienzo de una de las llamadas entre sesión y sesión de coaching con una persona a quien acompaño.

Luego me comentó que había tomado una decisión sobre una cuestión peliaguda, sin racionalizar demasiado, algo nuevo en ella y también que había estado en contacto con la culpa que emergía al marcar límites con su pareja, normalizándola. Identifiqué la fluidez habitual del final del programa, cuando los aprendizajes y el crecimiento se afianzan.

El motivo de la llamada entre sesión y sesión es tomar la temperatura del estado anímico y  saber cómo han ido los ejercicios y prácticas propuestos en sesión. En el caso anterior, hacia el final de la llamada, al preguntarle, si había algo más que quisiera explicar, Luisa me preguntó si tenía algún consejo para ella en referencia a su resfriado y su bajo tono. Iba a responderle que no, pero al considerarlo, surgieron algunas indagaciones respecto a estados energéticos.

CANVA

EL PROPIO ESTADO COMO FLUJO

Al nombrar como estamos, energizamos nuestro estado. Si estás enfermo, cansado, deprimido o cualquier otro estado poco deseable y te lo dices a ti mismo y lo dices a los otros estás reforzando ese estado, mediante la proyección de la mente. Esto no significa que no estés cansado y que no puedas beneficiarte del reposo. No se trata de negar las necesidades del cuerpo y la mente, sino más bien de que la mente no refuerce cierto estado ni lo perpetúe más de lo necesario.

Cuando compartimos nuestro estado negativo con otros, lo más común es que nos devuelvan la imagen que les ofrecimos, con lo que agudizamos un poco más nuestro estado, justo lo contrario de lo quisiéramos.

Por ello, una forma de relacionarnos con nuestro estado físico y emocional, es considerarlo como lo que es: algo pasajero y mutante. Las emociones van y vienen como ríos en renovación. Nuestro cuerpo es permeable a alimentos, líquidos, aire, y energías del entorno. El cuerpo como proceso en transformación permanente oscila entre la salud, la debilidad, la enfermedad, la fortaleza, la necesidad de reposo, la energía desbordante…

APERTURA Y RECEPTIVIDAD

Cuando nos decimos a nosotros que estamos cansados y nos lo creemos nos estamos cerrando a portales energéticos que están por todas partes. Todo es energía, nosotros, los lugares, las prácticas, las relaciones, las interacciones… Conocer las prácticas que te cargan de energía es importante. Durante una fase de mi infancia, la música era una potente palanca para transformar mi estado emocional y energético. Ahora lo es el yoga, el deporte y la meditación. Sin embargo, más allá de lo que podamos hacer por nosotros mismos, mantenernos abiertos o receptivos es la condición que nos permite recibir energía con mayor facilidad, independientemente de lo que hagamos. Es como si cada momento, cada situación, tuviera un caudal de energía, un potencial que solo está disponible para ese instante. Al contrario de lo que solemos pensar, no es acumulable y cuanto más nos abrimos a ese derroche, la experiencia se expande y manifiesta.

Mantenerse abierto significa descansar en el momento presente suspendiendo cualquier historia que justifique tu estado. Lo contrario sería pensar algo como estoy cansado porque ayer recién regresé de viaje y además estar en la sala de espera del médico es agotador, mejor que cancele la cena de esta noche, no tengo nada de ganas, blah, blah... En cambio, cuando te mantienes abierto, observas tu cansancio como quien contempla la lluvia. Ves pasar tus historias como nubes empujadas por un viento suave. Notas tu cuerpo, las diferentes tensiones que lo habitan, las zonas de sosiego. Conectas con tu respiración, sigues su ritmo como quien mira el vaivén de las olas en la orilla del mar. Cierras lo ojos para intimar todavía más con tu estado. Ya no es cansancio lo que te habita, es una calma serena. Te sientes sostenido por la tierra bajo tus pies. Notas la solidez del planeta y la amorosa gravedad que te apega a él. Descansas allí. Entonces te das cuenta de que tu estado… ¡ha cambiado! Y así renaces en un momento nuevo y luego en otro y en otro más.

 

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

 

Te puede interesar:

 

Encuéntrame en Facebook y Twitter.

¿Y si tu mochila estuviese mucho más cargada de lo que crees?

Uno de mis maestros, el coach y practicante zen Rob McNamara, me dijo una vez que me hallaba en dificultades:  recuerda que siempre cargas con mucho más de lo que crees o sabes. Lo consciente, es decir lo que sabemos que nos pasa, es solo una pequeña parte de lo que realmente sucede, nos preocupa, nos angustia. También es así con lo que nos entusiasma, lo que queremos, lo que anhelamos. Lo consciente es como la parte exterior de un iceberg, mientras que la gran masa sumergida lo ocupan lo subconsciente y lo inconsciente.

Para conocer la parte sumergida del iceberg tienes que fijarte en el cuerpo.¿Qué síntomas te da el cuerpo? La semana pasada estuve con un dolor sin nombre en el lado derecho del cuerpo, seguido por una fuerte contractura en las cervicales. No recordaba haber hecho ningún mal gesto ni movimiento brusco. Simplemente mi mochila vital estaba hasta arriba y al no darme cuenta, mi cuerpo lo mostraba.

Otros síntomas de inconsciencia sobre lo que sostenemos son nuestras reacciones. Si notas que saltas a la mínima o que  respondes de forma más intensa que de costumbre, puede que estés cerca de fundir tus fusibles vitales. Para hacerte consciente de tu carga real puedes meditar, escribir flujo de consciencia, o practicar algún tipo de práctica contemplativa. Para ahondar en la importancia de la contemplación recomiendo la lectura de Vida contemplativa de Byung-Chul Han.

(UNSPLASH)

El simple hecho de tomar consciencia sobre nuestra situación, transforma nuestra relación con ella. Es el proceso de acercarnos al peso cargado que nos ayuda a aceptarlo. Sin embargo, aproximarse desde el rechazo a nuestra mochila con la intención de vaciarla es un acto agresivo y que no suele funcionar. En cambio, cuando nos acercamos con curiosidad, afabilidad y amabilidad hacia nuestra situación, la relación con nuestra circunstancia muta sutil o dramáticamente. Aunque nuestra carga no se pueda reducir, ni tampoco sea deseable – es precisamente la magnitud de lo que cargamos que nos fortalece y nos ayuda a crecer -, una vez integrada la situación emergerán opciones que antes se mantenían ocultas, tales como reajustar nuestra alineación respecto al peso, o soltar lastre de cosas innecesarias. Se manifiesta entonces que no hay nada que hacer, más allá de seguir estando presentes, con una actitud amable hacia todo lo que existe, empezando por uno mismo.

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

Te puede interesar:

Volver al cuerpo después del susto

Sergio, el hijo pequeño de Luisa había tenido fiebre el domingo. Diligentemente, el lunes lo llevó al médico. Un caso claro de escarlatina dijo el pediatra, diez días de antibióticos y listos, con de dos a tres días de reposo en casa. Eso la calmó pues había estado preocupada por los síntomas de Sergio, manos hinchadas, piel rojizas, palpitaciones y cansancio que le daban un aire de muñeco sin pilas. Ahora le tocaba lidiar con la logística. Su pareja estaría fuera toda la semana, el hijo mayor estaba de exámenes finales y de un humor horrible, la gata estaba a punto parir y los padres de Luisa cuya ayuda era oxígeno para la familia, esta vez no estaban disponibles.

Luisa se sentía abrumada, me comentaba durante la sesión de coaching. Es como si de golpe, me han quitado el guión de mi vida de las manos y me han dicho, ¡ahora, a cuidar! Una parte de mi lo hace a gusto, pues sé que es importante y por el amor a Sergio. Otra parte de mi se rebela y dice que lo mandaría todo a paseo, que lo que quiere es seguir con sus creaciones y proyectos gráficos, y por supuesto, recuperar mi rutina de deporte, profesión, ocio…Trabajar en casa aunque lo intento, me resulta imposible, y termino sintiéndome mala madre y mala profesional.

Ojo humano

(Jose A.Thompson, UNSPLASH)

Háblame de tu preocupación antes del diagnóstico, le propuse. Bien, pues la noche del domingo dormí mal. Siempre tiendo a pensar lo peor. Luego después de la visita al pediatra, me calmé. Entonces tuve la certeza que el velar por estas dos vidas, esta preocupación por su supervivencia, va a estar siempre conmigo – dijo con gravedad. ¿En qué parte del cuerpo sientes esta preocupación? Le pregunté. En la boca del estómago, es como un nudo y de hecho he tenido unas digestiones horribles, me contestó.

Entonces la guié a explorar las sensaciones en el estómago. Con los ojos cerrados y la mano en la zona del estómago, me dijo pues es como si mi estómago estuviese prieto en un puño, sin espacio. Estómago en un puño, dije. Sí, eso mismo, respondió. Bien, ahora quiero que repitas interiormente “estómago en un puño” a la vez que sientes la sensación corporal, le dije. Y si van emergiendo ideas o sensaciones me las comentas. De acuerdo – dijo- pues surge miedo….Miedo a que les pase algo a mis hijos y no pueda soportarlo. Miedo a que mis hijos mueran. Bien, sigue ‘pendulando’ de la sensación a la noción: estómago en un puño y sensaciones corporales. ¿Cómo es la sensación, ha variado de alguna forma? Sí, parece que el puño se ha aflojado un poco o mucho. Ahora ya no hay miedo, hay como cansancio, el cansancio que emerge después de mantener una gran tensión.

Luisa había dado espacio a la vivencia del cuerpo que había quedado congelada en ella, tras el susto de la enfermedad de su hijo. Con el proceso juntas, a través de la atención había liberado aquella tensión. Seguía con todas las dificultades y condicionantes de su momento vital, sin embargo se había desbloqueado internamente y esto le brindaba más espacio y energía para afrontarlos.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Estás dando o tomando? Transforma tu actitud a través de la apreciación

En un taller de coaching grupal en el que participé hace años, nos pusieron a todos los participantes en círculo y nuestra labor consistía en decir en voz alta por turnos, si cada persona del círculo estaba dando o tomando, según la propia experiencia. Al final del mismo cada uno tenía un recuento sobre la percepción que tenían de él, y si su balanza se inclinaba más hacia el dar o el tomar.

El dar o tomar en cualquier espacio grupal se articula con nuestra actitud. ¿Y qué es nuestra actitud? Pues la actitud la componen nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y lo que decimos. Cuerpo, mente y habla. Según la calidad de estos y su carga energética, estaremos dando o tomando.

Después de un encuentro con alguien, a uno siempre le queda cierto sabor de boca. O mejor dicho, cierto sabor del ser. Hay encuentros en los que uno se siente desvalijado internamente. En otros, uno se siente libre, animado, mejor. Y entre los dos, existe toda una gama de colores. Aunque a menudo no seamos conscientes de ello, la influencia que tenemos los unos en los otros es tremenda.

CUIDAR LA ACTITUD

Si quieres convertirte en una persona que suma y aporta a los demás, puedes empezar por cuidar tu actitud responsabilizándote de tu cuerpo, mente y habla. Cuidar tu actitud corporal no significa que tengas que controlar tu cuerpo o tus gestos, sino más bien tiene que ver con mantener a tu templo limpio, relativamente cuidado y sobretodo receptivo. Si estás a gusto en tu casa interior, se transmitirá hacia fuera.

Tomar responsabilidad de nuestra mente significa poner atención a nuestra forma de pensar. ¿Qué pensamientos albergas? ¿Cuál es su efecto en ti? ¿Cómo te relacionas con ellos? ¿Su carga es positiva, negativa o neutra?  En la medida en que puedas relacionarte con tus pensamientos de forma desapegada, mayor será tu espacio interior lo que facilitará tus interacciones.

El poder de las palabras es enorme. Cuidar la propia habla, es decir aquello que decimos y cómo lo decimos es fundamental, pues las palabras pueden dar, pueden robar, pueden condenar, pueden liberar.

Dos personas conversando

(Etienne Boulang, UNSPLASH)

CULTIVAR LA APRECIACIÓN

En mi trabajo de coach y consultora de organizaciones uno de los enfoques que más disfruto es el de la Indagación Apreciativa de David Cooperrider, llevado a nuestro país por Míriam Subirana entre otras personas. Consiste en preguntarse por las fortalezas de la organización, aquello que hace realmente bien, sus oportunidades y aspiraciones, y sostener conversaciones alrededor de estas cuestiones. Las preguntas se centran en descubrir aquello que da vida, y asume que existe un núcleo positivo en toda organización y persona.

A nivel personal, cultivar la apreciación se logra empezando por uno mismo, preguntándote por aquello que te esfuerzas en hacer bien, por aquello que estás logrando, por lo que te inspira y lo que anhelas. Cultivar la apreciación nada tiene que ver con recuperar, como quién consulta un archivo viejo o mira una foto aquello que ya sabes de ti o de otros, sino todo lo contrario, es un proceso vivo a realizar momento a momento.

Para poner en marcha la apreciación hacia otra persona pregúntate: ¿Qué me aporta esta persona que nadie más lo hace? ¿Cómo es diferente mi vida gracias a ella? ¿Qué valoro de ella? ¿Qué me aporta su presencia?

Apreciar significa descubrir el núcleo positivo de otra persona. Apreciar magnifica lo bueno, transformando en el proceso tu actitud y lo que se deriva de ella. Es decir, prácticamente todo.

 

Sígueme en FacebookInstagram y Twitter.

 

Te puede interesar:

¿Quieres mejorar tu autoestima? Empieza por el cuerpo

Una de las dimensiones clave cuando empiezo un programa de coaching es esclarecer cuál es la relación que tiene la persona consigo misma. Muchas personas a quienes acompaño no se gustan, no se perdonan y algunas se odian… Si tú estás entre ellas, Houston tenemos un problema de base. Ya puedes hacer cursos, talleres, terapia y demás, que si no das la vuelta a la relación más importante de tu vida, es decir a la que tienes contigo mismo, no hay progreso posible.

Amarse a uno mismo no es ser hedonista ni narcisista. Es sencillamente convertirse en responsable pleno de tu propia encarnación. Es tomarte en serio y honrar el pedazo del todo que se ha manifestado en tu forma.

Recuerdo una bronca monumental con mi pareja después de una cena con unos amigos durante un verano que pasé en Berlin. En plena pelea, bajé del coche dando un portazo y me fui a caminar por las calles desiertas. Al llegar a casa me di cuenta que no llevaba llaves y él no había regresado aún, así que mi cabreo y yo tuvimos que esperarle en el portal.

Es común achacar los problemas de autoestima de los occidentales a nuestra herencia cristiana. Como cristianos, creyentes o no, ya nacemos con culpa. Jesús asumiendo todos nuestros pecados se sacrificó para la humanidad y esto nos convierte en culpables, en deudores. En una lectura opuesta, es precisamente Dios quien nos absuelve y perdona de todo. Siempre. En cualquier caso el problema de la autoestima no es un problema de orientación espiritual o religiosa. Ni tan siquiera de inconsciente colectivo, aunque seguro influye. La raíz de una baja autoestima o mejor dicho de una mala relación con uno mismo tiene tres orígenes: el cuerpo, la mente y las relaciones.

(Jackson David, UNSPLASH)

Al día siguiente seguíamos enfadados. Me fui a dar una vuelta y mis piernas me llevaron a un parque. Sentía un gran rechazo hacia mi misma, rabia y culpa. Sin poder más, me tumbé en la hierba. Entonces de pronto sentí una energía que emanaba de la tierra. Mientras esta fuerza me sostenía, también neutralizaba mis remordimientos, mi culpa y mi rueda de hámster mental. Era amorosa y compasiva, no le importaba que hubieses sacado las cosas de madre, ni que fuese orgullosa y testaruda. Todo esto lo sentía mi cuerpo, mientras poco a poco me recomponía.

En la base de la autoestima está la conexión con tu cuerpo. Si estás desconectado de tu propio cuerpo – tu conexión con el todo y tu inteligencia intuitiva –  la mente toma el poder y es bien sabido que la mente es un buen siervo pero un mal amo.

Volví a casa y pude hacer las paces con mi pareja, porque ya las había hecho conmigo misma. Sin aceptar su propuesta de comer juntos, cogí la bici y me fui a uno de los mejores shawarmas del barrio de Kreuzberg. Tenía algo importante a celebrar: una nueva relación de amor incondicional conmigo misma. Y no se me ocurrió mejor forma de hacerlo que nutriendo a mi cuerpo con deliciosa comida.

Para desarrollar una buena relación contigo mismo es imprescindible empezar por el cuerpo. Pero tu cuerpo no es solamente tu cuerpo. También es el cuerpo de la tierra, el cuerpo del universo. Sin embargo para “saber” esto, tu cuerpo tiene que estar abierto y receptivo. Existen mil caminos hacia el cuerpo y también mil barreras. Entre las barreras están el ego, los traumas, el stress, la sobredosis digital, el ruido, la ausencia de espacio y tiempo…Y entre los caminos están una organización del tiempo y el espacio que faciliten hacer cosas que te gusten y te den placer, el descanso,  prácticas conscientes de ejercicio físico, alimentación, meditación, journaling o cualquier práctica realizada con consciencia, el silencio, el contacto físico, el contacto con la naturaleza por nombrar algunas.

Una buena autoestima tiene tres ejes: cuerpo, mente y relaciones. Te invito a empezar por tu cuerpo, no va a fallar.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

La enfermedad como encrucijada

Después de los duros días tras una intervención, recuerdo el primer día que pude darme una ducha, sentarme en la mesa a desayunar, comer con ganas. Sin pensarlo me puse a tararear la canción “Ser humano otra vez”, de la película La Bella y la Bestia, en la que los habitantes del castillo han caído bajo un conjuro y se han convertido en cosas: una tetera, una taza, un candelabro, un reloj…Desde su condición de cosas, anhelan el momento en que podrán ser humanos de nuevo.

La enfermedad, al igual que un poderoso conjuro, tiene capacidad de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza. Esto es así porque a nuestro ego le fastidia le cambio. Le gustaría tenerlo todo bajo control. Le encanta lo previsible, lo estancado… lo podrido. Sin embargo la naturaleza de la vida no le da respiro, y los cambios se suceden uno tras otro. Un cambio común es la enfermedad. Desde un simple resfriado a algo serio, la enfermedad – si nos abrimos a ella en lugar de resistirla– es una fenomenal disruptora del ego.

(Fernando Cferdo, UNSPLASH)

A menudo, cuando pensamos en despertar espiritual, es común fantasear con ideas de estar flotando como benditos en un espacio de éxtasis y gloria. Sin embargo, las puertas al despertar de la consciencia tienen infinitas formas, y muchas de ellas son absolutamente mundanas como enfermar.

De repente resulta que no puedes mover las cosas de un lado para otro. De repente no puedes ir al baño solo. De repente no puedes decir palabra. ¿Quién eres entonces cuando dejas de poder hacer aquello que hasta ahora hacías?

Sostener esta pregunta es parte de la respuesta. Si la sostienes el tiempo suficiente, te darás cuenta de que simplemente eres. No hace falta añadir nada a la frase. Y saber que eres, sin más, es el regalo de la enfermedad.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Qué pensamientos y actitud cultivar mientras recuperas la salud?

Cuando pensamos en plasticidad neuronal, solemos pensar en lo maravilloso del cerebro humano. Mientras que hace unos años se creía que el cerebro adulto se quedaba tal y como estaba o degeneraba, hoy sabemos que no es así. Que el cerebro sea plástico significa que está en continua transformación, lo que nos permite adaptarnos a nuevas situaciones, aprender nuevas capacidades y en general expandir nuestro potencial. Esto es así porque, según la neurociencia, el cerebro es un órgano sensible que responde a lo que está expuesto1 y muy especialmente a nuestros pensamientos.

Sin embargo la plasticidad neuronal es una arma de doble filo. Si nuestros pensamientos pueden ayudar e incluso curar, también nos pueden enfermar, como lo demuestra el vínculo entre plasticidad neuronal y aflicciones como la depresión o el trastorno obsesivo-compulsivo. En cuanto más la persona se centra en sus síntomas a través de pensamientos insistentes, éstos se graban en sus circuitos neuronales2 cronificando la enfermedad. En estos tristes casos, la mente de la persona se entrena a sí misma – y a su cuerpo – a estar enferma. Hoy, continuando el artículo anterior, me centro en el impacto que tiene nuestra mente – entendida como aquello en lo que centramos nuestra atención a través de pensamientos, actitudes, creencias y actividades –  durante un período de especial vulnerabilidad: al recuperarnos de una intervención médica. En mi artículo anterior proponía dos enfoques distintos para orientarnos a este periodo.

El primero era afrontar la recuperación desde la mente reactiva. Desde esta posición, nos resistimos a nuestro estado actual, cultivando todo tipo de pensamientos obsesivos, la queja, y forzando al cuerpo a hacer cosas que no quiere. Desde esta actitud nos rebelamos contra las condiciones de dependencia durante el proceso curativo. El ego, el constructo mental que tenemos de nosotros mismos, no le gusta el cambio y se atrinchera contra la nueva situación. Lo hace de malhumor, protestando, sintiéndose traicionado por la vida, argumentando que no es justo e incluso cargando contra los beatos que le cuidan a uno. En esta lucha, uno se impacienta por curarse cuanto antes y no respeta los tiempos del cuerpo tensionándolo,  malgastando así valiosa energía que podría dirigirse a la curación.

Mujer en un camino

(Emma Simpson, UNSPLASH)

El segundo y el que te recomiendo es orientarte a la recuperación desde un estado mental calmado, abierto y libre de neuras. Es un momento para la apertura a lo que va a suceder, escuchando al cuerpo y respondiendo a sus necesidades a medida que van emergiendo. Te doy dos pautas para conseguirlo.

ESCUCHAR AL (NIÑO MIMADO) DEL CUERPO

Durante el último post-operatorio recuerdo una sed desesperada la noche después de la operación. Bebí y bebí aunque hacerlo me complicaba tener que ir al baño a menudo, dolida por los puntos como estaba. Aunque me habían recetado una pauta bastante fuerte de calmantes, a la que pude fui reduciéndolos y los dejé cuando todavía sentía dolor, lo que me permitía poder “escuchar” mejor la zona.

En el proceso de curación, el cuerpo es el que manda. Es como ocuparse de un niño consentido que necesita cubrir sus necesidades físicas y emocionales, aunque no encajen en lo que es “razonable” para los adultos. La idea es que el niño, es decir tu cuerpo, se sienta amado y mimado, lo que le permitirá poco a poco ir recuperando fuerzas.

Una forma de escuchar la zona en curación consiste en hacer lo siguiente. Lleva tu atención al cuerpo, no solo la parte con dolor, sino a cada una de sus partes y luego a la totalidad. Ahora, lleva tu atención a la parte que está sanando. Observa la frontera entre la parte de tu cuerpo sana y la que está sanando. Siente ese espacio y su comunicación con la parte en curación3. Descansa ahí sin hacer nada. Otra práctica útil es poner tus manos encima de la zona en recuperación. Imagina que tus manos son un vehículo de energía invisible que te ayuda a curar. Recibe de ellas durante unos instantes.

Cada cuerpo es distinto y por eso las recetas universales no existen. Durante la recuperación escuchar al cuerpo significa estar atento a sus necesidades de descanso, postura, alimentación, actividad y relaciones. A veces, puede significar no escuchar a tu médico, o contradecir a las personas que más te quieren.

LA MENTE, ESA SEÑORA GRAVE Y ALARMISTA

En mi caso la peor faceta de mi mente durante el post-operatorio toma forma de una señora grave y alarmista. Está convencida que los dolores serán porque el cirujano lo hizo mal. A cualquier tirón cree que ha saltado un punto. Se preocupa porque va demasiado al baño o demasiado poco y si me descuido se pone a buscar en internet cosas que no sabe comprender. Cuando aparece, la miro, la observo, le digo que gracias por preocuparse pero que todo está bien y que no tengo tiempo para ella. Vuelvo a lo mío. A leer, a mirar una peli o a trabajar si tengo fuerzas suficientes.

La naturaleza de la mente es pensar, preocuparse, elucubrar, conjeturar. Luchar contra ello no funciona. Lo que sí podemos hacer es hacernos conscientes de nuestros pensamientos, complejos y personajes que habitan en nuestro interior. Al observarlos, nos damos cuenta de que no somos ellos y que no tenemos porque creerlos, ni seguir su agenda. Entonces se abre un espacio de verdadera libertad: cuando elegimos conscientemente soltar la patraña, considerarla o cambiarla por otra.

Por otro lado, cuando nos estamos recuperando de una intervención es común tener un estado de ánimo bajo. Nuestro cuerpo está cansado, tal vez seamos muy dependientes y todo esto nos abruma. Rendirse a este estado de ánimo no solo es posible, sino necesario. A menudo encuentro que en el gesto de rendirme puedo conectar con la gratitud. Gratitud por seguir viva después de todo. Gratitud por los cuidados que recibo. Gratitud por el mero hecho de respirar. La gratitud transforma a un humor derrotado y resentido en uno felizmente rendido. La diferencia es leve pero abismal. Es la diferencia entre tener el corazón cerrado o abierto.

Lejos de ser pasivo, sanar es un proceso participativo en el que tu actitud, acciones y pensamientos juegan un rol fundamental. Aprende a convertirlos en tus aliados con las pautas anteriores y resurgirás de tus horas bajas como el ave fénix.

 

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

 

(1)“El cerebro que se cambia a si mismo” de Norman Doidge (2008)

(2) “Train your mind, change your brain: How a New Science Reveals Our Extraordinary Potential to Transform Ourselves” de Sharon Begley (2007)

(3) Adapado de “Strenght to Awaken” de Rob McNamara (2012)

¿Estás de baja? Dos formas opuestas de afrontarla y sólo una te sirve para seguir adelante

Alina, a quien acompaño a través del coaching, se ha sometido a una operación. Alina se ha sometido. Someterse es un verbo que cuenta, según la RAE, con las siguientes acepciones: Sujetar, humillar a una persona, una tropa o una facción. Conquistar, subyugar, pacificar un pueblo, provincia, etc. Subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona, entre las más significativas.

La etimología de someterse también es reveladora. El verbo proviene del latín submittĕre, la partícula sub- significa inferior o por debajo, mientras que mittĕre significa echar. Someterse entonces significa echarse debajo. En el caso de Alina, se ha sometido voluntariamente a una operación quirúrgica, o lo que es lo mismo se ha puesto en las manos de un cirujano para que la curara.

En una cultura en la que el individualismo y la independencia reinan, someterse, en este caso a una operación médica, no se siente como algo natural, y eso mismo le pasó a Alina. Mientras los días de la operación se acercaban, iba creciendo en ella una ansiedad sin nombre. ¿Y si no iba bien?. ¿Y si el cirujano aquel día no estaba centrado? ¿Y si descubrían al abrirla un mal mayor? Algo en el seno de sí misma se revelaba en contra de lo que iba a suceder. Y al mismo tiempo sabía que era lo mejor para ella. Pasaron los días y llegó la hora de la verdad. La operación tuvo lugar, el equipo que la atendió fue de lo más profesional y ahora empezaba la baja, el periodo de recuperación.

(Kinga Cichewicz, UNSPLASH)

Estar de baja también recoge el espíritu de lo que ha precedido. Alina se había puesto «debajo» y ahora estaba «de baja». Cuando uno inaugura esta fase, y lo sé por experiencia, se encuentra de una vulnerabilidad enorme. Para Alina significaba necesitar ayuda para levantarse, para caminar, para ir al baño, para casi todo. Esta situación, como tantas otras, revela la verdadera naturaleza humana: vulnerable y dependiente. Esta naturaleza, aunque siempre está allí, nos negamos a verla, hasta que la vida misma nos pone frente a ella.

Durante el periodo de recuperación, a grandes rasgos, se abren dos actitudes u orientaciones psicológicas distintas, que uno puede elegir conscientemente o, si no pone atención, dejarse arrastrar por cualquiera de los dos.

La primera consiste enfrentarse a la situación desde la mente reactiva. Desde esta posición, nos resistimos a nuestro estado actual, cultivando todo tipo de pensamientos obsesivos, la queja, y forzando al cuerpo a hacer cosas que no quiere.

La segunda, y la que trabajamos con Alina, tiene que ver con aceptar la propia situación desde la apertura, escuchando al cuerpo y respondiendo a sus necesidades durante el periodo de recuperación. En este caso, el estado mental es calmado, abierto y libre de neuras.

Para salir adelante y por mucho que te cueste, te animo a cultivar la segunda. Te cuento más  sobre por qué elegirla y cómo ponerla en práctica en el próximo post.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

La persona que murió te dejó un legado. Recíbelo plenamente

Mi suegra Mercedes tenía una capacidad de estar con sus nietos maravillosa. Les tomaba en serio, les escuchaba y les daba el espacio que necesitaban. Sin prisas, exigencias, ni contrapartidas. Verla interactuar con ellos me fascinaba, literalmente podía ver las alas de sus niños crecer durante el tiempo que pasaba con ellos. Durante la desgarradora enfermedad que terminó con su vida, me dijo con pena, no voy a poder cuidar de tu niña. Le dije que no se preocupara, y también que intentaría hacerlo tan bien como ella me había enseñado, uno de los muchos legados que me brindaba haberla conocido.

Este post continúa la exploración del proceso de perder a una persona cercana, en concreto del post anterior ¿Cómo reconstruirte después de la pérdida de alguien cercano?

MATRIUSKAS RUSAS

Hace poco visité el Museo de la Miniatura de Andorra lleno de maravillas sorprendentes. Una de mis favoritas es una cabeza de alfiler tamaño normal con una pirámide, una palmera y tres camellos en su interior, desafiando sin palabras el proverbio bíblico. También cuenta con exquisitas colecciones de matriuskas rusas. Por alguna razón, de pequeña tuve en mis manos varias de esas enigmáticas muñecas. Al jugar con ellas me gustaba imaginar que yo era la pequeña de las matriuskas pues mi madre me había llevado en su vientre, y mi abuela a ella,…Sin embargo, observando de nuevo las colecciones con sus intrincados diseños, me di cuenta de que había otra forma de comprender el significado que albergaban: considerar que cada uno nosotros es una matriuska grande, con todos los ancestros dentro nuestro, hasta… el comienzo de la vida.

Desde esta perspectiva, cada vida como expresión única del universo, es sagrada. Al apagarse, esa vida deja un legado, que como libro abierto quiere ser leído y honrado.

Album fotos

(Laura Fuhrman, UNSPLASH)

RECIBIRLO TODO

Si ahondas en esta exploración, encontrarás belleza, dolorosos errores, aprendizajes, mensajes que van siendo revelados. Una buena amiga que perdió a su madre hace tan solo unos días, al preguntarle por ella, me relató entre sollozos: “me dio tanto…me dio todo su amor”. En ese momento íntimo y devastador, sus palabras hicieron mella en mi. Así de grande había sido esa mujer. Tanto, que sin haberla conocido, su historia y su vida me invitaban a “dar todo mi amor” .

Por esta razón, una vez encuentres cierta paz frente a tu pérdida, te invito a recibir el legado que la persona difunta dejó. ¿Qué puedes aprender de ella? ¿De qué fue testimonio su vida? ¿Qué vas a encarnar tú de ella? ¿Qué harás diferente?

 

Te puede interesar:

 

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Cómo reconstruirte después de la pérdida de alguien cercano? Dos pautas para hacerlo con coraje y creatividad

En el post anterior te daba pautas para orientarte al duelo como un peregrinaje. Si ya transitaste este camino o deseas conocer los pasos a dar para remontar al otro lado del valle, en este post te lo explico.

Mientras que la ayuda terapéutica puede ser una línea de vida que nos acompañe durante todo el proceso del duelo, existen dos orientaciones muy efectivas que te animo a considerar:

CREA EL RITUAL

Los rituales marcan momentos importantes. Finales y nuevos comienzos. Ritualizar la pérdida es una forma de honrar la persona que ya no está y de abrir una nueva forma de relacionarnos con ella, con su recuerdo, con sus enseñanzas, con su amor. El velatorio y el entierro o cremación son rituales perfectamente válidos, sin embargo, puedes considerar otros. Ir a cierto lugar, dejar de hacer algo o empezar a hacerlo.

Esther que perdió a su hija Ámbar de diez años, en días de celebraciones o fiestas lleva con ella amuletos de ámbar. Los comparte con personas como un regalo especial. Con este gesto Esther celebra el amor a Ámbar y la vibración de la niña sigue resonando en los corazones de quienes reciben el presente.

Magdalena, -mi abuela materna que murió repentinamente cuando yo tenía catorce años- siempre tenía un jarrón con ramas de sálix de gato en su casa. Desde hace ya unos años, en mi pequeño altar luce un ramillete de sálix y con él puedo sentir su presencia cada vez me siento a meditar.

Piedras semi preciosas

(Sarah Brown, UNSPLASH)

PALABRAS EN RELACIÓN

Hace tiempo aprendí que una de las peores ofensas que puedes hacer a madres y padres que han perdido a un hijo es relacionarte con ellos como si la pérdida no hubiese tenido lugar. Porque cuando perdemos a alguien que amamos, obviar su pérdida es negar una parte de nosotros.

Por esta razón nombrar a la persona amada que te ha dejado es un ritual sanador. Nombrarla cuando estés con otras personas. Habla de ella, de cómo era, aquello que os gustaba hacer juntos, de qué forma enriquecía tu vida. Otra forma de poner en práctica este ritual es hablar con ella cuando sientas que lo necesitas. Lo puedes hacer con tu pensamiento o escribiendo. No es tan importante lo que le dices sino el hecho que estés en relación y que puedas expresarte.

Cualquier ritual que decidas poner en práctica no es un deber al que estás obligado, sino un gesto de devoción al que te sientes llamado internamente. Cuando sientas que ya no tiene sentido, habrá llegado el momento de dejar de practicarlo.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.