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¿Atrapado por la obsesión? Sal de ella con esta orientación de base

¿A quién no le ha asaltado por sorpresa una preocupación sobre un problema, una relación o una posibilidad futura? A menudo en estos casos, la mente desarrolla un mundo alrededor del problema y cuando nos damos cuenta ya nos hemos perdido en él. Estamos en las garras de la neurosis, de la obsesión, del laberinto de los pensamientos en bucle. La obsesión raramente nos visita cuando estamos serenos y relajados. Más bien se manifiesta cuando nuestro vida está repleta, los niveles de estrés son elevados y nuestro cuerpo es una maraña de tensión. Es entonces, cuando parecía que ya no podía ocurrir nada más, que a nuestra mente se le ocurre aferrarse a algo y cuál perro de presa, no soltarlo.

Los pensamientos obsesivos consumen mucha energía, porque generan ansiedad, dificultades de concentración e incluso nos pueden llegar a quitar el sueño. Las obsesiones nos secuestran llevándonos a un plano infernal creado por nuestra imaginación. La clave es: ¿cómo salimos de ahí? Una forma de afrontarlo es como si se tratara de un hábito, con lo que aplicaríamos estos tres pasos: reconocer la neurosis, no hacer lo habitual sino algo distinto y practicar el punto uno y dos el resto de nuestras vidas.

(Ahmed M Elpahwee, UNSPLASH)

Sin embargo, a veces la energía de la preocupación es tan fuerte que por mucho que intentemos hacer algo distinto, no lo conseguimos. Esto ocurre porque experimentamos nuestra vida tras los barrotes del ego: mi problema, mi trabajo, mi familia, mi carrera, mi casa, mi, mi, mi…Cuando me encuentro en esta situación acudo a la base del dharma budista expresado de innumerables formas. Tomemos por ejemplo la del aforismo Lojong: Todo el dharma está de acuerdo en un punto. Todas las instrucciones budistas se enfocan en reducir el grado de ensimismamiento en uno mismo, lo que reduce el sufrimiento y aumenta la felicidad.

La cuestión entonces es ¿cómo disminuyes tu autocentramiento? Pues de forma sencilla: olvidándote de ti e interesándote por los demás. ¿Cómo están? ¿Qué les ocurre? ¿Cómo les puedes ayudar? Ponerte al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, neutralizará tus tendencias obsesivas, devolviéndote suavemente al descentrado centro, tu verdadero lugar.

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¿La ecoansiedad te domina? 4 aspectos a examinar

La playa en la que veraneo ha retrocedido unos diez metros en dos años. Tal vez no sea casualidad. Está siendo un verano de inundaciones en Zaragoza, tornados en la República Checa, de un posible paro del AMOC y un largo e inquietante etcétera. Motivos para sentir ansiedad frente a los cambios planetarios tenemos de sobra. ¿La cuestión es hasta que punto te domina esta emoción? Mientras que en un artículo anterior te daba pautas para gestionarla, en éste te invito a crecer a través de la consciencia.

Si te domina la ecoansiedad puede que seas presa de sesgos de percepción, creencias debilitantes o simplemente ignorancia. En este artículo voy a examinar a cuatro dimensiones comunes: estar desconectado de tu origen, creer que te mereces ser feliz, no haber confrontado a los tres terribles y no tener un propósito más grande que tú. Cada uno de estos aspectos mina tu fortaleza mental aumentando las posibilidades de que el miedo, en este caso la ecoansiedad te ataque fatalmente.

ESTAR DESCONECTADO DE TU ORIGEN

Tu origen es el de los homínidos que sobrevivieron la última glaciación, es el de la estirpe que se sobrepuso a esclavitudes y tiranías. Tal vez tus ancestros resistieron a la Inquisición, quizás salieron con vida de campos de concentración. Seguramente llevas sangre de supervivientes de una guerra fratricida. Provienes de la línea de vida que ha triunfado a pesar de todo, éste y no otro es tu verdadero origen.

(8machine, UNSPLASH)

CREER QUE TE MERECES SER FELIZ

Vivimos en una sociedad hedonista, en la que el discurso de los derechos nos ha convencido de que merecemos ser felices. Si has comprado esta historia es muy probable que te sientas víctima de la vida. Las víctimas son débiles, sus desgracias se acumulan y no están en contacto con su verdadero poder.

NO HABER CONFRONTADO A LOS TRES TERRIBLES

Si no has confrontado a los tres terribles: la maldad, la muerte y la tiranía, vives como un niño que ha declinado crecer. Aunque no lo sepas, eres Peter Pan y este personaje si bien está equipado para vivir en el país del nunca jamás, se pierde por completo en la vida real.

NO TENER UN PROPÓSITO MÁS GRANDE QUE TÚ

Si no tienes un propósito ambicioso, algo en lo que centrarte, darlo todo y hacerlo tu prioridad número uno, lo más probable es que estés confundido. Esta confusión emerge de querer hacer muchas cosas, sin centrarte en ninguna de veras. Cuando caes en esta trampa tu energía se diluye y tu mente se debilita.

En cambio, si te fijas un propósito retador, contactarás con la verdadera fuerza que hay en ti, aquella que encontró Viktor Frankl y otros supervivientes de los campos de exterminio. Tener un propósito fortalecerá tu mente y con ello sortear la ecoansiedad será coser y cantar.

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¿Te preguntas qué hay más allá de Netflix? Te estás haciendo la pregunta correcta

Regreso de unos días en los Pirineos llenos de senderismo, lectura y tiempo en familia. En siete días hemos visto una película juntos. El último día queríamos premiar a mi hija con otra peli, pero me dijo, lo siento mamá prefiero irme a jugar, la vemos otro día ¿vale? Sus palabras me hicieron recordar a las de mi abuela cuando al independizarme decidí no tener tele. Ella me dijo, bien hija, tu no necesitas tele porque estás viviendo la vida de verdad, la tele es un sucedáneo. Mi hija tampoco necesitaba el sucedáneo.

A menudo me siento tentada a ver contenidos audiovisuales antes de acostarme aunque solo sea por compartir en familia. Luego recuerdo sus efectos: tensión física, preocupación o simplemente activación mental. La mayoría de veces logro conectar con lo que me va bien antes de acostarme: mantenerme en una actitud relajada, ligeramente reflexiva, leer un poco o meditar.

Pantalla de tele

(Mollie Sivaram, UNSPLASH)

En la vida de cada persona existen dos sentidos fundamentales. El sentido externo, de relaciones, acción, trabajo, ocio…Y el sentido externo de silencio, soledad, introversión, reflexión. Ambas dimensiones necesitan ser cultivadas y equilibradas. El problema de nuestra cultura es el desmesurado énfasis en el exterior. La parte exterior es necesaria, pero cuando no deja espacio a la parte interior nos convertimos en alienígenas en nuestra propia piel. Estando todo el rato en los otros, en lo de afuera, en la evasión, desconectamos de nuestro ser, lo que cuando no tiene consecuencias devastadoras (como problemas de salud mental, etc.) , en el mejor de los casos redunda en felicidad superflua. La felicidad superflua es como el fast-food. Te llena pero no te alimenta.

En cambio, cuando equilibramos nuestra vida con tiempo de calma, silencio e introspección ganamos sentido existencial. El sentido existencial es como la comida de la abuela: te alimenta, te fortalece y te ayuda a evolucionar.

Más allá de Netflix -o de cualquier pantalla – no está otra plataforma. Más allá de Netflix está el silencio, la soledad, la introspección. Más allá de Netflix estás tú.

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Cuando menos es más: ¿Qué vas a sustraer de tu vida para llenarla de sentido?

Cuando pienso en sustraer, pienso en Beatriz una compañera holandesa de residencia, durante mi tiempo de Erasmus en Módena, Italia. Para cenar a menudo comía pan. Le preguntaba, ya pero has comido pan con…? No simplemente pan. Así lo hacemos en Holanda – me decía ella. Para mí, el pan siempre iba acompañado de algo. Tomate, jamón, tortilla, queso, chocolate…¡¿pero pan sólo?!

Al considerar nuestra vida, tendemos a pensar en lo que nos falta. Si tuviera esto, entonces…sería feliz. Si hiciera tal cosa…entonces ya me podría relajar. Este razonamiento tiene dos problemas. El primero es que convierte a nuestra vida en un proyecto de finalización en el que el foco pasa a un lugar futuro donde lo importante tendrá lugar – por ejemplo cuando los hijos sean mayores, cuando termine la carrera, cuando tenga un piso de propiedad, cuando me jubile…- y el presente se convierte en un trámite irrelevante. De este modo, nuestra vida, pasa y no nos damos cuenta, mientras tratamos al presente como un invitado incómodo.

El segundo sesgo fruto de mi experiencia de coach, es que muy probablemente nuestra vida esté ya demasiado repleta, por lo que el hecho de añadir complica la situación. Tener demasiado de ciertas cosas, experiencias, relaciones, etcétera. genera una descompensación o falta de equilibrio en nuestra vida. Por ejemplo lo culturalmente aceptado de trabajar todo el tiempo y no dedicarse casi a la familia. O dedicarse de pleno a cuidar a la propia prole y olvidarse de una. Equilibrar nuestra vida a menudo tiene más que ver con dejar de hacer que con empezar a hacer, porque ¿Si no hay espacio en tu vida, como vas a llenarla de algo nuevo?

(Aditya Singh, PEXELS)

Además sustraer o eliminar cosas que no añaden valor a nuestras vidas es un paso necesario para simplificar. Una vida sencilla es una ventaja porque las complicaciones ya vienen solas de serie por el mero hecho de estar vivo.

Durante la crisis del covid algo cambió. Muchas personas reflexionaron sobre sus propias vidas y realizaron ajustes que les permitieran vivir de forma más consciente y con sentido. Sin embargo con la normalidad hemos vuelto a las andadas porque lo fácil es dejarse llevar por la fuerza cultural del más. Sin embargo, aunque sea un esfuerzo colosal, podemos elegir no ser productos de la cultura que nos rodea.

Hacerlo, es darse cuenta que una vida armoniosa y consciente se compone de espacios para ser y espacios para hacer. La práctica de sustraer actividades, cosas, relaciones,… nos inclina valientemente hacia el ser, caracterizado por las cualidades de regeneración y creatividad que a la vez alimentan cualquier acción futura. Por todo ello te pregunto:

  • ¿Qué vas a sustraer de tu vida para simplificarla?
  • ¿Qué vas a restar en tu vida para inclinar la balanza hacia el creativo y regenerativo espacio del ser?

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Ordena tus prioridades con el nuevo ciclo

Muchas de las personas que tienen hijos empiezan el año con el curso escolar. Tanto si es ése tu caso, como si simplemente te apetece reordenar prioridades, aprovechando el fin del calor y las energías renovadas, este ejercicio te puede interesar.

Empieza por imaginar un bote de cristal cilíndrico. Tienes tres tipos de piedras: rocas, piedras y arena. ¿Cómo llenarías el bote para que cupieran todas?

La respuesta responde a las leyes básicas de la física. Primero empezarías por las rocas, cuyo volumen no es negociable. Después introducirías las piedras que caben en los huecos que dejan las rocas. Y por último llenarías todos los recovecos que quedasen en el cilindro, con la arena. Esta metáfora es útil para pensar en las distintas dimensiones de nuestra vida y la prioridad que les damos a las mismas. La lección principal de este ejercicio es que si en tu vida no das prioridad a las «rocas», es decir a aquello fundamental, y la llenas de «arena» es decir de cosas superfluas, luego no te queda espacio (tiempo, energía…) para las cosas realmente importantes. Esta lección responde también al hábito nº3 del clásico de Covey, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva.

ROCAS

Las rocas son las piedras angulares de tu vida son aquellas esenciales, sin las cuales, si no se dan o no les prestas suficiente atención, tu vida se encalla y no funciona. Y al contrario, si las tienes en cuenta, tu vida florece.

Al comentar este ejercicio en sesión una sesión de coaching reciente, Lorena consultora de sostenibilidad me decía que una de sus rocas era centrarse en el marketing de su empresa para generar nuevos clientes y subir el volumen de la facturación. La segunda era terminar un proyecto divulgativo que tenía a medio cocer. Otra de ellas era el tomar espacios para ella misma, ahora que la crianza de sus dos hijos se había reducido intensidad. La cuarta era dedicar tiempo en exclusiva a cuidar la relación de pareja. Y la quinta era seguir con la crianza de sus hijos.

(Kelly Sikkema, UNSPLASH)

PIEDRAS

Las piedras son aquellos elementos importantes de tu vida, que aunque no son el centro, son relevantes y necesitan ser tenidos en cuenta.

Siguiendo con el caso anterior, y después de reflexionar entre sesión y sesión, Lorena había llegado a la conclusión que este año, para ella las piedras eran seguir con el deporte y cultivar amistades que había descuidado a raíz de la pandemia.

ARENA

La arena hace referencia a aquellas facetas de la vida que añaden color y textura a la misma. Sería como la sal y la pimienta. No son esenciales, y si las suprimes tu vida no se hunde, sin embargo, tenerlas en cuenta te ayuda a incluirlas sin que se desestabilice el resto. La arena de Lorena eran las salidas con sus amigas de toda la vida, su participación en un ente cultural de la ciudad y unirse a un grupo de fotógrafos amateurs para retomar esta afición.

Una vez hayas realizado el ejercicio a modo de reflexión por tu cuenta, te recomiendo comentarlo con tu pareja, un amigo o un familiar. Compartirlo te ayudará a aumentar el compromiso con tus prioridades. Luego llega la prueba de fuego: traducir las prioridades en acción. Un ingrediente esencial es tener las conversaciones y acuerdos necesarios con las personas de tu entorno para el éxito de las mismas. Los sistemas son fundamentales también, personalmente funciono reservando espacios en la agenda para dedicarme a las actividades con las que me he comprometido: espacio de familia, espacio de pareja, espacio para escribir, tiempo de introspección, etc. Si no lo agendo, fácilmente se cae de la lista y no lo hago. Y por último, no olvides revisar de forma periódica tus prioridades. Al hacerlo verás si vas por buen camino o te has encallado y necesitas hacer correcciones.

Te deseo un buen comienzo de ciclo.

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Cristóbal Colón y por qué consolidarte en el trabajo es clave para ser feliz

“Soy Cristóbal Colón, vengo del manicomio con catorce enfermos mentales y queremos montar una empresa” No, no es un chiste, es un caso real que se estudia desde hace años, en las principales escuelas de negocios. Cristóbal Colón es psicólogo y cofundador de La Fageda, la empresa que fabrica y vende 100 millones de deliciosos yogures al año. Cuando uno asiste a una conferencia de Cristóbal Colón es fácil dejarse cautivar por la sabiduría, pragmatismo y audacia del orador. Una de las conceptualizaciones más interesantes es su perspectiva sobre el trabajo: “El trabajo podría ser una herramienta fundamental de rehabilitación para personas con discapacidad psíquica”. Más allá de la capacidad rehabilitadora del trabajo, según constato cada día en mi práctica de coaching, el trabajo es una dimensión que no solamente nos mantiene cuerdos, sino como demuestran estudios de desarrollo adulto es una de las claves para llegar a la madurez en plena forma, junto con la capacidad de intimidad y el sentido de identidad.

CONSOLIDARSE ES LA CUESTIÓN

Según estudios de desarrollo adulto, es tan importante trabajar, como consolidarse en el trabajo. Consolidarse, tiene que ver con mantener un hilo conductor coherente en relación al trabajo durante la mayor parte de la vida adulta. Para consolidarse en el trabajo hacen falta , según Vaillant1, cuatro requisitos: comprometerse, contentarse, compensación y competencia. Vamos a verlos:

(Oppo find x5, UNSPLASH)

COMPROMETERSE

Cuando doy charlas sobre propósito personal, una pregunta frecuente es cómo estar seguro que uno ha dado con la actividad que responde a su propósito, como si dar con el propósito se tratase de descubrir el Santo Grial. Aunque aquello en lo que trabajamos es relevante, lo es más el cómo trabajamos y nuestro grado de compromiso con el mismo.

En la vida tienes que elegir, mojarte, también en el trabajo. Lo contrario es dudar todo el tiempo y cambiar a menudo de trabajo rompiendo el hilo conductor entre un trabajo y otro. Para comprometerse en el trabajo es necesario sacrificar alternativas posibles y dar el cien por cien de uno mismo allí donde estés.

CONTENTARSE

Todos los trabajos tienen periodos más difíciles, otros más monótonos, algunos enriquecedores. Contentarse consiste en aceptar los altos y bajos de cualquier trabajo y esforzarse en lo que uno hace como si de ello dependiese la salvación de la humanidad porque créeme, de ello depende parafraseando a Joan Maragall2.

COMPENSACIÓN

La compensación por trabajar tiene muchas formas. La compensación económica es relevante pero no la más importante, como demuestra el trabajo de voluntariado. El trabajo nos da una rutina que ordena nuestra vida. El trabajo enriquece nuestro sentido de identidad a través de una profesión y/o por pertenecer a una organización con un fin más allá de nosotros mismos. Y fundamental, trabajar nos entreteje en una matriz de relaciones significativas con otras personas.

COMPETENCIA

Ser competente tiene que ver con un buen desempeño en el trabajo. Significa aprender «el cómo» desempeñar cierto trabajo y esforzarse en la mejora constante. Da igual que seas conductor de autobús, comercial, o músico, es la práctica la que hace la excelencia. La práctica sostenida nos permite conocer en profundidad una organización, una profesión, un sector, un cliente. Y esa profundidad tiene valor. Es esa profundidad la que te permite consolidarte en tu trabajo, y más adelante ser generativo, es decir, “guiar de forma altruista a las generaciones venideras”3.

Cristóbal Colón y las personas que trabajan en La Fageda lo tienen claro: su trabajo es mucho mucho más que un trabajo. Si eres del género humano, no te engañes, estás en el mismo club. Por esta razón, consolidarte en el trabajo no es solamente la solución a muchos de tus males, sino también una de las claves para ser feliz.

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(1) “Aging Well” (2002) de George E. Vaillant

(2) Poema «Elogio del vivir»

(3) “Outliving the Self: Generativity and the Interpretation of Lives” (1984), John Kotre

 

Desconectarse de las redes sociales: si Spiderman puede, tú también

El actor británico Tom Holland, protagonista de la última entrega de Spider-Man: no way home, anunciaba hace poco en un clip de Instagram que se tomaba una pausa en relación a las redes sociales porque le parecía que Instagram y Twitter eran sobre-estimulantes y abrumadoras. Decía que cuando leía cosas sobre él se quedaba enganchado y caía en una espiral, y que en última instancia, era perjudicial para su salud mental.

 

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Una publicación compartida por Tom Holland (@tomholland2013)

Mi presencia en las redes sociales es baja y por trabajo. Solo publico cuando tengo algo que decir. Sin embargo, hace un par de años al publicar el libro Tu vida épica, personas expertas en marketing me aconsejaron de aumentar mi presencia en las redes. Lo hice y al poco tiempo, sentí como la oscura mano de internet asía mi sentido de identidad pidiéndome más contenidos, mientras entraba en la carrera sin tregua de competir por la atención.

Las redes sociales hacen lo que su buen nombre las define: nos enredan. Enredarse está bien, vivir es un gran lío y participar es obligatorio. Sin embargo, con las redes sociales existe una línea roja que debemos tener en mente por nuestro bien. Es el momento en el que dejamos de controlar nuestra exposición a las redes para ser ellas las que nos controlan. Esto es fundamental, pues como admiten sin demasiada vergüenza una buena pandilla de ejecutivos de las redes sociales en el documental El dilema de las redes, las redes fueron creadas para generar dependencia y adicción. Al igual que cualquier droga, inciden en circuito hormonal de la dopamina, haciendo que nuestro cuerpo pida más y más.

Desde que descubrí mi dependencia de las redes, como efecto secundario de la promoción del libro, decidí desengancharme paulatinamente, hasta que este verano me quité el par de redes que me quedaban en el móvil. ¿Qué pasó? Pues nada. Y nada es fenomenal. Porque ahora en mi vida tengo más “nada” es decir más tiempo libre para dedicarlo a lo que yo decido, sea a mis personas queridas, a mis intereses o a cualquier otra cosa.

Pero más allá de la adicción que generan las redes sociales, tan o más importante es la forma en cómo afectan a nuestro sentido de identidad, una de las claves para ser felices. Nuestro sentido de identidad se construye en parte por lo que las personas de nuestro entorno reflejan de nosotros. Es justamente ahí cuando las redes tienen mayor potencial de hacernos daño: generan un entorno descarnado, en su mayor parte poblado por personas que no tienen ni idea de quienes somos, pero que sin embargo tienen el poder de opinar sobre nosotros, juzgarnos, aplaudirnos, criticarnos, asediarnos, ignorarnos… Cuando esto ocurre, tu grado de solidez interior es clave para neutralizar el impacto recibido. Sin embargo, nadie está a salvo, pues todos tenemos un mal día, ni que decir del mayor riesgo que tienen niños y adolescentes, por el mero hecho de estar justamente formando su sentido de identidad.

Por todo ello, si sientes que tu relación con las redes deja que desear, no lo dudes, desconéctate de ellas por un tiempo y observa lo que pasa. Si hasta Spiderman, el actor Tom Holland con más de sesenta y siete millones de seguidores en Instagram, y una presión colosal del establishment para alimentar a su audiencia y vender a través de las redes, ha podido darse una tregua, tú también vas a poder.

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¿Empiezas una relación íntima estable? Asúmelo, discutir es vuestra tarea fundamental

En el universo no existen dos planetas de igual masa, diámetro y composición. Los planetas están en movimiento entre sí y es la tensión  gravitacional lo que los mantiene en órbita. Los humanos, como cuerpos terrestres – y cósmicos- que somos, también funcionamos de una guisa similar. Cuando entramos en relación, la distinta naturaleza y estadio evolutivo de cada uno determinan la forma y el tipo de la dinámica de la relación.

Pablo, a quien acompaño a través del coaching, me comentaba en sesión: “desde que empezamos a salir hace dos años me dejado llevar bastante por Luis – su pareja-, pero ahora con la paternidad a la vista, siento que no puedo seguir así y que tengo que empezar a expresar más mis deseos y necesidades. El problema es que cuando lo hago, Luis se enfada” me decía contrariado.

INTIMIDAD

Entablar una relación íntima – de pareja o de amistad – solo es posible cuando hemos desarrollado una identidad mínimamente autónoma, es decir, saber quién soy, mis valores y lo que quiero. Con la intimidad, al reconocernos como un ser diferente, nos abrimos a otra persona. En este abrirnos pueden suceder dos cosas contrapuestas. La primera es que uno de los dos, afloje su identidad para fundirse en el otro, lo que resulta, por muchos motivos, un grave error. La segunda opción y la deseable, es que el sentido de identidad de ambos se expanda y transforme para incluir a la relación.

Hombre y mujer discutiéndose

(Afif Kusuma, UNSPLASH)

DISCUTIR PARA CRECER

¿Pero cómo ocurre esta expansión de identidad? Pues a través de la confrontación y la tensión. Cada persona es un planeta con una particular forma de funcionar o cultura familiar. Para expandir el propio sentido de identidad es necesario confrontar y explorar conjuntamente la cultura familiar de cada uno para crear una que funcione para la relación.

Al comentario de Pablo en referencia al enfado de Luis le dije “Me parece normal que se enfade. Discutiros es vuestra tarea principal ahora que la relación se ha vuelto estable. Pelear sin dejar de amaros”. Cuando hablo de discutir, me refiero al proceso de crear la propia cultura de pareja/familia a través de conversaciones. Este proceso, que en parejas que funcionan está siempre vivo, no es un proceso fácil, ni relajado, pero es imprescindible para que la relación funcione y sus miembros florezcan en ella.

CUIDADO CON EL CORTOCIRCUITO

El problema de la necesidad de discutir para generar una nueva cultura familiar es que nos pilla desprevenidos. Nadie nos avisa que esta va a ser una de nuestras tareas al entrar en una relación comprometida y que está bien que así sea. Por esta razón, cuando surgen las peleas, y sube la tensión en relación, nos atacan todo tipo de pensamientos del estilo: “esto no a funcionar”, “si fuese el amor de mi vida no sería tan difícil”, “otra vez una pelea…vamos de mal en peor”…que pueden cortocircuitar el proceso.

Cuando te encuentres en esta situación, te animo a soltar cualquiera de los pensamientos anteriores y en su lugar tomar la perspectiva: “estamos frente a una oportunidad de crecimiento mutuo, que sentará las bases para todo lo que vendrá. Voy a hacerlo lo mejor que pueda.” Porque así es. Encarar las diferencias y tensiones cuando es el momento es como tener a la relación en el gimnasio haciendo pesas: la intimidad se os dará cada vez mejor. Además, contar con una relación sólida y auténtica es de las cosas que más sentido dan a la vida y un ingrediente básico para llegar a la madurez de forma generativa.

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Sentido de identidad: una de las tres encrucijadas clave para ser feliz

Cuando de niño le preguntaban a John Lennon qué quería ser de mayor, contestaba “feliz”. Entiendo la felicidad como plenitud vital siempre en transformación. Pero como demuestran estudios de desarrollo humano, la plenitud vital no se obtiene buscándola directamente, sino enfocándonos en dimensiones que de forma indirecta conducen a ella, con su particular sabor en cada etapa vital.

En mi artículo anterior exploraba dos formas contrapuestas de llegar a madurez y más allá: siendo generativo, es decir “invirtiendo los propios esfuerzos en formas de vida y trabajo que sobrevivirán a uno”. O bien estancado, con una vida pequeña, limitada y motivación casi nula. El camino que lleva a uno u otro destino, está marcado por tres encrucijadas clave: sentido de identidad, intimidad, consolidación del trabajo.

SENTIDO DE IDENTIDAD

El sentido de identidad es la respuesta a la pregunta: ¿Quién eres? ¿Qué valores, preferencias políticas, gustos musicales y pasiones encarnas? El sentido de identidad es importante porque nos permite relacionarnos con el otro y con el mundo sin fundirnos en él. Como yo sé quien soy, me puedo compartir y me puedo acercar a ti sin miedo y con curiosidad.

Como constato cada día en mi práctica de coaching el desarrollo adulto no es lineal y cuenta con múltiples barreras. Tener un carácter excesivamente complaciente, empezar a vivir en pareja de muy joven, vivir con los padres demasiados años y otras circunstancias nos pueden llevar a cometer dos de los errores más comunes que impiden el sentido de identidad propio. El primero es adoptar el plan de vida que tus padres han diseñado por ti, el que te ha vendido la sociedad, o el que ha marcado tu pareja. El segundo error es adoptar el sentido de identidad de tus padres o pareja, es decir sus valores, gustos, preferencias políticas, hábitos…sin cuestionarlos.

(Noah Silliman, UNSPLASH)

Lo fascinante del desarrollo adulto es que si queremos, y encontramos una buena guía, podemos recuperar hasta cierto punto, el eslabón perdido de nuestra evolución. En el caso del sentido de identidad, ¿Cómo se puede conseguir? Pues con la distancia. La separación es crucial porque nos permite distinguir lo que somos del resto. Cuando hablo de separación hablo de separación sostenida del sustento económico, residencial, ideológico y social de tu familia de origen. Si todavía vives con tus padres, puedes (y tienes) que independizarte para saber quién eres. Aunque pierdas en nivel de vida, esto no es nada comparado con lo que vas a perder si no lo haces: tu propio sentido de identidad, la fuerza de tu unicidad.

Si tu identidad está fundida a la de tu pareja, una práctica para remediarlo es preguntándote a menudo, ella piensa así, pero ¿Cuál es mi opinión, deseo o preferencia? En situaciones de convivencia como la anterior, tomar distancia física ayuda. Cambiar de habitación o irse a dar un paseo para literalmente aclarar las ideas propias. Otra práctica que recomiendo a las personas que acompaño que están desarrollando su sentido de identidad y su pareja tiene una personalidad arrolladora es practicar el acercarse al otro y expresar la forma distinta que uno tiene de percibir o de comprender cierto asunto. Al hacerlo vamos desarrollando el músculo de sentirnos cómodos en la diferencia.

El proceso de generar un sentido de identidad propio no es cómodo, ni divertido. Tampoco tiene porque ser terrible. Sin embargo requiere un esfuerzo. En cualquier caso es imprescindible para crecer y evolucionar como personas y dar con la felicidad a la que aludía Lennon: la plenitud vital que tú, como cualquier otro ser, también anhelas.

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Por qué la rutina es una bendición (y romperla está sobrevalorado)       

Ayer regresé de vacaciones de Semana Santa. Una semana más tarde de lo previsto, ya que al hacerme el test del covid antes del viaje de regreso di positivo. Por protocolo, las autoridades de la isla atlántica cuyo nombre no quiero acordarme me obligaron a prolongar mi estancia. Venga pues nos quedamos todos unos días más. Aprovecha que es muy bonito me decía mi entono…Pero no, yo no quería “aprovechar”. Quería volver… volver a la rutina.

La rutina tiene mala fama pero es fantástica. Lo es porque como parte fundamental de cualquier sistema te facilita:

  • SER PRODUCTIVO. Las rutinas, cuando están bien diseñadas, aumentan exponencialmente la productividad personal. Actualmente, en plena escritura de mi próximo libro, antes de romper la rutina con las dichosas vacaciones mi escritura iba viento en popa, capítulo terminado cada diez días. Mi cerebro y todo mi ser gozaban del proceso. Pero ¡zasca! llegaron las auto-buscadas vacaciones y saltó todo por la borda.
  • DESCANSAR. La rutina te permite descansar mientras te desarrollas a un ritmo e intervalos determinados. Te levantas a una hora, haces lo que tienes que hacer y luego descansas. Durante las vacaciones rompimos las rutinas horarias de comida y cena, añadiendo a la sensación de desubicación ya de por sí presente por no poder regresar según el plan.
  • ESTAR PRESENTE. Cuando una rutina está bien estructurada te puedes olvidar de lo que viene después y centrarte plenamente en lo que haces – sí, se trata de practicar el mindfulness. Si estás trabajando, te olvidas de comprar, si estás con tus hijos, te olvidas de trabajar….Estos días de vacaciones forzadas, mi cabeza se iba todo el rato a lo “otro” que tenía que hacer además de estar de vacaciones, con lo que mi presencia disminuía, a pesar de mis esfuerzos.
  • SIMPLIFICAR TU VIDA. Las tradiciones religiosas utilizan las rutinas para simplificar la vida, por ello son un buen ejemplo de los beneficios de una rutina. Un hábito para vestirse. Unas horas para rezar. Un trabajo que hacer. En una sociedad demasiado volcada en la agitación mental y en el llenarnos de cosas y actividades superfluas, las rutinas te ayudan a simplificar tu vida, ahorrando enormes cantidades de energía.
  • MANTENER LA SALUD. Al cuerpo -y a la mente – le gustan las rutinas. De ejercicio, de comida, de descanso, de relaciones. Al romper la rutina estos días dejé de hacer ejercicio, comí demasiados alimentos que no me sientan bien, descansé de forma intermitente y poco profunda y… obviamente mi salud se resintió.
  • CONTENTARSE. Cuando la rutina me cansa, a menudo me siento llamada a romper la rutina. Es un sutil impulso de huida y de rechazo frente a lo que es. En mi caso, sentía una necesidad de viajar lejos después de dos años sin salir de la península debido al covid. Ya se sabe, querías caldo, pues toma dos tazas: la vida me regaló más días sin rutina ¡mediante el covid! Apreciar la rutina es una buena receta para practicar el contentarse con la vida de uno y evitar caer en el pozo sin fondo de querer siempre más o algo distinto de lo que se tiene. Y tal vez así, salir del triste ratio de ser el segundo país más infeliz de Europa.

Mujer vertiendo café en una taza, en rutina matutina (Kelly Sikkema, UNSPLASH)

A los niños les va muy bien la rutina, pero también al resto de la humanidad. Por eso doy gracias de poder volver a la rutina. Definitivamente, la aventura está sobrevalorada y la rutina tiene una inmerecida mala fama. O así lo veo hoy, con gastroenteritis del viajero, una larga lista de cosas por hacer y marcadores de energía bajo mínimos 😉

Por eso te pregunto:

¿De qué forma se podría tu vida beneficiar de incorporar ciertas rutinas?

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